Ejemplos con arrepentí

Me arrepentí de inspirar tanto interés a Castillejo.

Entonces me sentí muy valiente, casi me arrepentí de haber tenido miedo antes, y le rogué que lo leyera todo, pero él no quiso.

Ella, al verme, se asustó tanto que casi me arrepentí de haber dado aquel paso.

Pronto me arrepentí de esta precipitada oferta, y la tuve por grandísima tontería en la parte que se refiere a juicios generales de crítica y a opiniones sobre el género literario que más se cultiva en España.

Y me arrepentí de haber echado tan corto el plazo.

-Pos bien, es verdá que yo aposté con el Calindo que antes que pasara el día de la Candelaria había de tenerme usté ya prometío ser la que me sazonara y me espumara el puchero, pero eso lo jice yo aquel día porque el charrán del de la taberna, que me tiée mu mala voluntá, me habla dao petrolio en lugar de solera, ¿sabe usté? Pero aluego me arrepentí más que de haber nacío, y si no jice de mi palabra un trapo y lo tiré a la corriente de la calle fue porque no quise yo que pensara Juan Galindo que me había arrepentío por no tener que soltar los cuatro ochavos que mediaban en la cosa, pero a clavito pasao me sabía yo que usté no estaba pa mí ni medio mollar tan siquiera.

Y hasta me arrepentí de haberle matado.

Ella, al verme, se asustó tanto que casi me arrepentí de haber dado aquel paso.

Yo también me arrepentí de semejante atrocidad, pero nunca quise exteriorizarlo ante mis subalternos, para no revelar flaqueza, por el contrario, recordando la hazaña, solía decirles con sonrisa prometedora:.

Jamás me arrepentí cuanto ha que me consagré a vos de ser esposa vuestra, y hoy menos lo hago ni lo haré, pues aunque os agraviase, que a la más mínima lágrima me habéis de perdonar y recibirme con los brazos abiertos.

Me arrepentí de inspirar tanto interés á Castillejo.

-¡No! ¡No! ¡Me arrepentí, reaccioné!.

Vencido por la generosidad de Eumolpo, me arrepentí de mi comportamiento con él y me reproché los celos que fueron causa le todo, pedile luego perdón, y con lágrimas en los ojos prometí, aunque sea muy difícil comprimir los celos, que jamás le diría cosa que pudiera ofenderle, y por último, le rogué que él, como filósofo, no hiciera caso de mi cólera, ya que su edad le permitía mayor calma y reflexión.

Cuando reflexioné acerca de la indecencia de tales apostrofes, me arrepentí de haberlos proferido, experimentando secreta confusión por haber olvidado las leyes del pudor hasta el extremo de ocuparme de esa parte del cuerpo de la que nunca hablan, ni osan siquiera pensar en ella los hombres que se respetan.

un remedio soberano para el pequeño, me arrepentí, y decidí no decir una palabra.