Sinónimos de Germinéis

A continuación se muestran los Sinónimos de germinéis ordenados por sentidos. Si tienes duda sobre alguna palabra, puedes hacer clic sobre ella para conocer su significado.

Sinónimos de germinéis

Germinéis Como verbo, conjugación de germinar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de germinar.

1 En el sentido de Salgáis

Ejemplo: -Lo mejor es que antes de que entre en la cámara del rey le salgáis al encuentro y lo.

  • Salgáis conjugación de salir, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de salir, verbo intransitivo, verbo pronominal, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de salir
  • Aparezcáis conjugación de aparecer, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de aparecer, verbo intransitivo, verbo pronominal, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de aparecer
  • Nazcáis conjugación de nacer, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de nacer, verbo intransitivo, verbo pronominal, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de nacer
  • Surjáis conjugación de surgir, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de surgir, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de surgir
  • Asoméis conjugación de asomar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de asomar, verbo transitivo, verbo pronominal, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de asomar
  • Despuntéis conjugación de despuntar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de despuntar, verbo transitivo, verbo pronominal, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de despuntar

2 En el sentido de Resultéis

  • Resultéis conjugación de resultar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de resultar, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de resultar
  • Trascendáis conjugación de trascender, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de trascender, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de trascender
  • Brotéis conjugación de brotar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de brotar, verbo intransitivo, verbo transitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de brotar
  • Emanéis conjugación de emanar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de emanar, verbo intransitivo, verbo transitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de emanar
  • Dimanéis conjugación de dimanar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de dimanar, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de dimanar

3 En el sentido de Viváis

Ejemplo: No veas en ello metimientos oficiosos, no veas sino la conciencia de que yo soy la causa de que Fernando y tú viváis atormentados por la separación.

  • Viváis conjugación de vivir, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de vivir, verbo intransitivo, verbo transitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de vivir
  • Empecéis conjugación de empezar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de empezar, verbo transitivo, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de empezar

4 En el sentido de Produzcáis

  • Produzcáis conjugación de producir, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de producir, verbo transitivo, verbo pronominal, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de producir
  • Propaguéis conjugación de propagar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de propagar, verbo transitivo, verbo pronominal, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de propagar
  • Procreéis conjugación de procrear, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de procrear, verbo transitivo, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de procrear
  • Fecundéis conjugación de fecundar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de fecundar, verbo transitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de fecundar
  • Fructifiquéis conjugación de fructificar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de fructificar, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de fructificar

5 En el sentido de Comencéis

Ejemplo: -¡Lucio! Oye una anécdota de mi niñez. Cuando yo era niño, mi madre se complacía tanto en mi bondad, en mi hermosura, y sobre todo, en el amor con que yo pagaba su amor, que no podía pensar sin honda pena en que mi niñez y toda aquella dicha pasaran. Mil y mil veces la oía repetir: «¡Cuánto diera yo por que nunca dejases de ser niño!...» Se anticipaba a llorar la pérdida de mi dulce felicidad, de mi bondad candorosa, de aquella belleza como de flor o de pájaro, de aquel amor único, merced al cual sólo ella existía en la tierra para mí. No se resignaba a la idea de la obra ineluctable del Tiempo, bárbaro numen que pondría la mano sobre tanto frágil y divino bien, y desharía la forma delicada y graciosa, y amargaría el sabor de la vida, y traería la culpa allí donde estaba la inocencia sin mácula. Menos aún se avenía con la imagen de una mujer futura, pero cierta, que acaso había de darme penas del alma en pago de amor. Y tornaba al pertinaz deseo: «¡Cuánto daría por que nunca, nunca, dejases de ser niño!...» Cierta ocasión oyóla una mujer de Tesalia, que pretendía entender de ensalmos y hechizos, y le indicó un medio de lograr anhelo tan irrealizable dentro de los comunes términos de la naturaleza. Diciendo cierta fórmula mágica, había de poner sobre mi corazón, todos los días, el corazón de una paloma, tibio y mal desangrado aún, que sería esponja con que se borraría cada huella del tiempo, y en mi frente pondría la flor del íride silvestre, oprimiéndola hasta que soltase del todo su humedad, con lo que se mantendría mi pensamiento limpio y puro. Dueña del precioso secreto, volvió mi madre con determinación de ponerlo al punto por obra. Y aquella noche tuvo un sueño. Soñó que procedía tal como le había sido prescrito, que transcurrían muchos años, que mi niñez permanecía en un ser, y que favorecida ella misma con el don de alcanzar una ancianidad extrema, se extasiaba en la contemplación de mi ventura inalterable, de mi belleza intacta, de mi pureza impoluta... Luego, en su sueño, llegó un día en que ya no halló, para traer a casa, ni una flor de íride ni un corazón de paloma. Y al despertarse y acudir a mí, la mañana siguiente, vio, en lugar mío, un hombre viejo ya, adusto y abatido, todo en él revelaba un ansia insaciable, nada había de noble ni grande en su apariencia, y en su mirada vibraban relámpagos de desesperación y de odio. «¡Mujer malvada! -le oyó clamar, dirigiéndose a ella con airado gesto-, me has robado la vida, por egoísmo feroz, dándome en cambio una felicidad indigna, que es la máscara con que disfrazas a tus propios ojos tu crimen espantable... Has convertido en vil juguete mi alma. Me has sacrificado a un necio antojo. Me has privado de la acción, que ennoblece, del pensamiento, que ilumina, del amor, que fecunda... ¡Vuélveme lo que me has quitado! Mas ya no es hora de que me lo vuelvas, porque éste mismo es el día en que la ley natural prefijó el término a mi vida, que tú has disipado en una miserable ficción, y ahora voy a morir sin tiempo más que para abominarte y maldecirte...» -Aquí terminó el sueño de mi madre. Ella, desde que le tuvo, dejó de deplorar la fugacidad de mi niñez. Si yo aceptara el juramento que propones ¡oh Lucio! olvidaría la moral de mi parábola, que va contra el absolutismo del dogma revelado de una vez para siempre, contra la fe que no admite vuelo ulterior al horizonte que desde el primer instante nos muestra. Mi filosofía no es religión que tome al hombre en el albor de la niñez, y con la fe que le infunde, aspire a adueñarse de su vida, eternizando en él la condición de la infancia, como mi madre antes de ser desengañada por su sueño. Yo os fui maestro de amor: yo he procurado datos el amor de la verdad, no la verdad, que es infinita. Seguid buscándola y renovándola vosotros, como el pescador que tiende uno y otro día su red, sin mira de agotar al mar su tesoro. Mi filosofía ha sido madre para vuestra conciencia, madre para vuestra razón. Ella no cierra el círculo de vuestro pensamiento. La verdad que os haya dado con ella no os cuesta esfuerzo, comparación, elección: sometimiento libre y responsable del juicio, como os costará la que por vosotros mismos adquiráis, desde el punto en que comencéis realmente a vivir. Así, el amor de la madre no le ganamos con los méritos propios: él es gracia que nos hace la Naturaleza. Pero luego otro amor sobreviene, según el orden natural de la vida, y el amor de la novia, éste sí, hemos de conquistarlo nosotros. Buscad nuevo amor, nueva verdad. No se os importe si ella os conduce a ser infieles con algo que hayáis oído de mis labios. Quedad fieles a mí, amad mi recuerdo, en cuanto sea una evocación de mí mismo, viva y real, emanación de mi persona, perfume de mi alma en el afecto que os tuve, pero mi doctrina no la améis sino mientras no se haya inventado para la verdad fanal más diáfano. Las ideas llegan a ser cárcel también, como la letra. Ellas vuelan sobre las leyes y las fórmulas, pero hay algo que vuela aun más que las ideas, y es el espíritu de vida que sopla en dirección a la Verdad...

  • Comencéis conjugación de comenzar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de comenzar, verbo transitivo, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de comenzar
  • Crezcáis conjugación de crecer, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de crecer, verbo intransitivo, verbo transitivo, verbo pronominal, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de crecer
  • Apuntéis conjugación de apuntar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de apuntar, verbo transitivo, verbo pronominal, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de apuntar
  • Principiéis conjugación de principiar, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de principiar, verbo transitivo, verbo intransitivo, 2ª persona plural del presente de subjuntivo de principiar
Sinónimo de germinéis

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