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Se han encontrado 84 poemas con la palabra tal

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Idea Vilariño

tal vez no era pensar

-- de Idea Vilariño --

Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto,
sino darse y tomar perdida, ingenuamente,
tal vez pude elegir, o necesariamente,
tenía que pedir sentido a toda cosa.

Tal vez no fue vivir este estar silenciosa
y despiadadamente al borde de la angustia
y este terco sentir debajo de su música
un silencio de muerte, de abismo a cada cosa.

Tal vez debí quedarme en los amores quietos
que podrían llenar mi vida con un nombre
en vez de buscar al evadido del hombre,
despojado, sin alma, ser puro, esqueleto.

Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto.
Sino amarse y amar, perdida, ingenuamente.

Tal vez pude subir como una flor ardiente
o tener un profundo destino de semilla
en vez de esta terrible lucidez amarilla
y de este estar de estatua con los ojos vacíos.

Tal vez pude doblar este destino mío
en música inefable. O necesariamente...

Poema tal vez no era pensar de Idea Vilariño con fondo de libro

Miguel Hernández

18

-- de Miguel Hernández --

18
ya de su creación, tal vez, alhaja
algún sereno aparte campesino
el algarrobo, el haya, el roble, el pino
que ha de dar la materia de mi caja.
Ya, tal vez, la combate y trabaja
el talador con ímpetu asesino
y, tal vez, por la cuesta del camino
sangrando subre y resonando baja.
Ya, tal vez, la reduce a geometría,
a pliegos aplanados quien apresta
el último refugio a todo vivo.
Y cierta y sin tal vez, la tierra umbría
desde la eternidad está dispuesta
a recibir mi adiós definitivo.

Poema 18 de Miguel Hernández con fondo de libro

Amado Nervo

tal vez...

-- de Amado Nervo --

Tal vez ya no le importa mi gemido
en el indiferente edén callado
en que el espíritu desencarnado
vive como dormido...
Tal vez ni sabe ya cómo he llorado
ni cómo he padecido.
En profundo quietismo,
su alma, que antes me amara de tal modo,
se desliza glacial por ese abismo
del eterno mutismo,
olvidada de sí, de mí, de todo...

Poema tal vez... de Amado Nervo con fondo de libro

Manuel del Cabral

niño muerto en un patio

-- de Manuel del Cabral --

Tal vea no diga nada, ni siquiera del patio.

Todo está en aquel sitio.
Su caída levanta todas mis cualidades,
porque sé que estas cosas
son las que bien me obligan a no desperdiciarme.

Tal vez no hable con nadie sobre este niño muerto.

Yo llegaré a mi casa como todos los días;
me sentaré a la mesa, tomaré mi jengibre,
quizás acaricie el pelo de seda de mi gato,
y tal vez dos palabras conmigo o con mi hermano
sobre la lluvia o sobre la cosecha.

Tal vez no hable con nadie...

¿Qué puede hacer la edad de la palabra
donde la eternidad parece un niño?



Gabriela Mistral

mientras baja la nieve

-- de Gabriela Mistral --

Ha bajado la nieve, divina criatura,
el valle a conocer.
Ha bajado la nieve, mejor que las estrellas.
¡Mirémoslacaer!
viene calla-callando, cae y cae a las puertas
y llama sin llamar.
Así llega la virgen, y así llegan los sueños.
¡Mirémoslallegar!
ella deshace el nido grande que está en los cielos
y ella lo hace volar.
Plumas caen al valle, plumas a la llanada,
plumas al olivar.
Tal vez rompió, cayendo y cayendo, el mensaje
de dios nuestro señor.
Tal vez era su manto, tal vez era su imagen,
tal vez no mássu amor.



Gutierre de Cetina

dichoso desear, dichosa pena

-- de Gutierre de Cetina --

Dichosa fe, dichoso pensamiento,
dichosa tal pasión y tal tormento
dichosa sujeción de tal cadena!
¡dichosa fantasía de gloria llena,
dichoso aquél que siente lo que siento,
dichoso el obstinado sufrimiento,
dichoso mal que tanto bien ordena!
¡dichoso el tiempo que de vos escribo,
dichoso aquel dolor que de vos viene,
dichosa aquella fe que a vos me tira!
¡dichoso quien por vos vive cual vivo,
dichoso quien por vos tal ansia tiene!
¡felice el alma que por vos suspira!



Roberto Juarroz

sí, hay un fondo

-- de Roberto Juarroz --

Sí, hay un fondo.
Pero hay también un más allá del fondo,
un lugar hecho con caras al revés.
Y allí hay pisadas,
pisadas o por lo menos su anticipo,
lectura de ciego que ya no necesita puntos
y lee en lo liso
o tal vez la lectura de sordo
en los labios de un muerto.
Sí, hay un fondo.
Pero es el lugar donde empieza el otro lado,
simétrico de éste,
tal vez éste repetido,
tal vez éste y su doble,
tal vez éste.



Amado Nervo

via, veritas et vita

-- de Amado Nervo --

Ver en todas las cosas
de un espíritu incógnito las huellas;
contemplar
sin cesar
en las diáfanas noche misteriosas,
la santa desnudez de las estrellas...
¡Esperar!
¡esperar!
¿qué? ¡quién sabe! tal vez una futura
y no soñada paz... Sereno y fuerte,
correr esa aventura
sublime y portentosa de la muerte.
Mientras, amarlo todo, y no amar nada,
sonreír cuando hay sol y cuando hay brumas;
cuidar de que en el áspera jornada
no se atrofien las alas, ni oleada
de cieno vil ensucie nuestras plumas.
Alma: tal es la orientación mejor,
tal es el instintivo derrotero
que nos muestra un lucero
interior.
Aunque nada sepamos del destino,
la noche a no temerlo nos convida.
Su alfabeto de luz, claro y divino,
nos dice: «ven a mí: soy el camino,
la verdad y la vida».



Al taparse y destaparse de una dama

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Mirásteme, vi el Sol, y en bellos lazos
ciñó —-dulce ceñir—- mi rostro y frente;
hízose ocaso su divino Oriente,
tomó la noche el hemisferio en brazos.
Temí —-bien pude—-, ¡oh Lisi!, sus abrazos:
dirálo bien quien de mis males siente;
lloré —-y amargo fue—-, como ausente,
robos del alma en sus escuros brazos.
Rompí el silencio de su tez oscura,
con desiguales quejas, y a mi llanto
mostró, ¡oh Lisi!, tu Sol su frente pura.
Dio nuevas de ella al alma alegre canto:
tal puede en mí tu Sol, tal tu hermosura;
tal el no verte, Lisi, el verte tanto.



Usurpa ufano ya el tirano viento

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Usurpa ufano ya el tirano viento
a las velas los senos extendidos.
¡Adiós, playas, ya os pierdo! ¡Adiós, erguidos
montes a quien venció mi pensamiento!

Ya es mar también el uno y otro asiento
en mis ojos, de lágrimas ceñidos,
por perderos, oh montes, más perdidos:
tal pierdo, triste tal, así tal siento.

Ya esconde el ancho mar, en sí orgulloso,
las frentes de los cerros levantados,
en sus soberbias olas caudaloso.

Así divide ausencia mis cuidados;
mas no podrá jamás, ¡oh dueño hermoso!,
de ti, mis pensamientos abrasados.



Manuel Acuña

A ch...

-- de Manuel Acuña --

Si supieras, niña ingrata,
lo que mi pecho te adora;
si supieras que me mata
la pasión que por ti abrigo;
tal vez, niña encantadora,
no fueras tan cruel conmigo.

Si supieras que del alma
con tu desdén ha volado
fugaz y triste la calma,
y que te amo más mil veces,
que las violetas al prado
y que a los mares los peces;

tal vez entonces, hermosa,
oyeras el triste acento
de mi querella amorosa;
y atendiendo a mi reclamo,
mitigaras mi tormento
con un beso y un "yo te amo".

Si supieras, dulce dueño,
que tú eres del alma mía
el sólo y único sueño;
y que al mirar tus enojos,
la ruda melancolía
baña en lágrimas mis ojos;

tal vez entonces me amaras,
y con tus labios de niño
mis labios secos besaras;
y cariñosa y sonriente
a mi constante cariño
no fueras indiferente.

Ámame, pues, niña pura
ya que has oído el acento
del que idolatrarte jura;
y atendiendo a mi reclamo,
ven y calma mi tormento
con un beso y un "yo te amo".



Manuel del Cabral

mujer con anillo

-- de Manuel del Cabral --

Mujer que estas un poco en este anillo,
casi un poco, tal vez
lo que dura en el lecho
la palabra mujer.

Mujer que cabes en un ruido rubio.
Mujer,
que pasas por mi boca como el agua
que no quita la sed.

Mujer que te repartes en mis cosas.
Mujer,
te estoy tocando ahora, pero ahora
sólo toco tu piel.

Cuando estás en mis dedos
me pareces de viaje.
Tal vez,
es así como quiero,
pero no como amo.

Déjame que me quite
este lujo del cuerpo.
No ves,
que me pesa este anillo...
¿No lo ves?

déjame que te use con los ojos.
¡Qué bien!
los ojos se me llenan
de paisajes de tren.

Es que hay algo pasando ...
¿No lo ves?
tú del tamaño de mi lujo sólo.
Mujer,
que rodeada estás por este anillo
de honradez.

Me quitaré tu nombre repartido,
tal como cuando llego de la calle:
que me quito del cuerpo
cotidianos detalles.

Ya ves,
mujer que eres a veces propiedad de mi alma,
y a ratos,
propiedad de mi piel.



César Vallejo

Trilce: XXV

-- de César Vallejo --

Alfan alfiles a adherirse
a las junturas, al fondo, a los testuces,
al sobrelecho de los numeradores a pie.
Alfiles y cadillos de lupinas parvas.

Al rebufar el socaire de cada caravela
deshilada sin ameracanizar,
ceden las estevas en espasmo de infortunio,
con pulso párvulo mal habituado
a sonarse en el dorso de la muñeca.
Y la más aguda tiplisonancia
se tonsura y apeálase, y largamente
se ennazala hacia carámbanos
de lástima infinita.

Soberbios lomos resoplan
al portar, pendientes de mustios petrales
las escarapelas con sus siete colores
bajo cero, desde las islas guaneras
hasta las islas guaneras.
Tal los escarzos a la intemperie de pobre
fe.
Tal el tiempo de las rondas. Tal el del rodeo
para los planos futuros,
cuando innánima grifalda relata sólo
fallidas callandas cruzadas.

Vienen entonces alfiles a adherirse
hasta en las puertas falsas y en los borradores.



César Vallejo

alfan alfiles a adherirse

-- de César Vallejo --

xxv
alfan alfiles a adherirse
a las junturas, al fondo, a los testuces,
al sobrelecho de los numeradores a pie.
Alfiles y cadillos de lupinas parvas.
Al rebufar el socaire de cada caravela
deshilada sin ameracanizar,
ceden las estevas en espasmo de infortunio,
con pulso párvulo mal habituado
a sonarse en el dorso de la muñeca.
Y la más aguda tiplisonancia
se tonsura y apeálase, y largamente
se ennazala hacia carámbanos
de lástima infinita.
Soberbios lomos resoplan
al portar, pendientes de mustios petrales
las escarapelas con sus siete colores
bajo cero, desde las islas guaneras
hasta las islas guaneras.
Tal los escarzos a la intemperie de pobre
fe.
Tal el tiempo de las rondas. Tal el del rodeo
para los planos futuros,
cuando innánima grifalda relata sólo
fallidas callandas cruzadas.
Vienen entonces alfiles a adherirse
hasta en las puertas falsas y en los borradores.



Ernesto Cardenal

epigrama XXXIV

-- de Ernesto Cardenal --

Tal vez nos casemos
este año
amor mío, y
tengamos una
casita
y tal vez
se publique mi libro,
o nos vayamos los dos
al extranjero
tal vez caiga somoza
amor mío



Pablo Neruda

soneto lxix cien sonetos de amor (1959) tarde

-- de Pablo Neruda --

Tal vez no ser es ser sin que tú seas,
sin que vayas cortando el mediodía
como una flor azul, sin que camines
más tarde por la niebla y los ladrillos,
sin esa luz que llevas en la mano
que tal vez otros no verán dorada,
que tal vez nadie supo que crecía
como el origen rojo de la rosa,
sin que seas, en fin, sin que vinieras
brusca, incitante, a conocer mi vida,
ráfaga de rosal, trigo del viento,
y desde entonces soy porque tú eres,
y desde entonces eres, soy y somos,
y por amor seré, serás, seremos.



Pablo Neruda

a callarse

-- de Pablo Neruda --

Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.
Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.
Sería un minuto fragante,
sin prisa, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en un inquietud instantánea.
Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.
Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían un traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.
No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es sólo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.
Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.
Ahora contaré hasta doce
y tú te callas y me voy.



Gabriela Mistral

con tal que te duermas

-- de Gabriela Mistral --

Cogida ayer;
el fuego y la canela
que llaman clavel;
el pan horneado
de anís con miel,
y el pez de la redoma
que la hace arder:
todito tuyo
hijito de mujer,
con tal que quieras
dormirte de una vez.
La rosa, digo:
digo el clavel.
La fruta, digo,
y digo que la miel;
y el pez de luces
y más y más también,
¡con tal que duermas
hasta el amanecer!



Gutierre de Cetina

si tantas partes hay por vuestra parte

-- de Gutierre de Cetina --

Para que os ame y que por vos sospire,
¿cómo queréis, mi bien, que me retire
de tal empresa y que de amar me aparte?
si el cielo en sola vos muestra y reparte
tal gracia y tal beldad que el mundo admire,
¿cómo queréis, mi bien, que el alma aspire
a nueva hermosura o con cuál arte?
si son nieve, oro, perlas y corales
los cabellos, la boca, el cuello, el pecho,
¿cómo queréis, mi bien, que no me encienda?
si vuestros modos más que naturales
me tienen tan vencido y tan estrecho,
¿cómo queréis, mi bien, que me defienda?



Gutierre de Cetina

tiéneme ya el dolor tan lastimado

-- de Gutierre de Cetina --

Está ya tan dañado el sentimiento,
que ningún nuevo mal de nuevo siento
que no hiere en lugar de antes llagado.
Estoy ya del vivir tan enfadado
que habría dado fin a mi tormento,
mas sale de través tal pensamiento,
que me es fuerza tornarme a mi cuidado.
Dice la enamorada fantasía
que de tal ocasión tal pena viene,
que me esfuerce en la fuerza del deseo.
Mas, tan lejos de vos, señora mía,
tanto menos mi mal consuelo tiene
cuanta razón por vuestra parte veo.



Hernando de Acuña

Amor, pues me guiaste a vela y remo

-- de Hernando de Acuña --

Amor, pues me guiaste a vela y remo
por el dichoso mar de la esperanza,
¿cómo permites que de tal bonanza
se levante fortuna en tal extremo?

Si el grado en mi esperar fuera supremo,
pudiérasle bajar con tal mudanza,
mas dime en qué fundaste tu venganza,
si tanto no esperé cuanto ahora temo.

Responder se me puede de tu parte
que todo lo que digo y lo que siento
es tratar de razón do no hay ninguna;

mas quiero en pago de esto asegurarte
que nunca mudarán mi pensamiento
tu bonanza jamás, ni tu fortuna.



Hernando de Acuña

Cierto escogí bien peligrosa vía

-- de Hernando de Acuña --

Cierto escogí bien peligrosa vía
cuando primero en vos los ojos puse,
pues a pasar tal vida me dispuse
cual vos, señora, veis que ahora es la mía.

Para más no vivir viví aquel día
y, porque el veros todo bien pospuse,
ni sé a quién acusar ni a quién excuse,
ni hallo parte en mí del que solía.

Mas tomar tanto gusto en muerte ajena,
contra tanta humildad tal aspereza,
y obras a muerte tan enderezadas,

sin dar jamás alivio a tanta pena,
ved vuestras manos, que de tal fiereza
por fuerza se han de ver ensangrentadas.



Hernando de Acuña

En muy suave aunque en muy gran tormento

-- de Hernando de Acuña --

En muy suave aunque en muy gran tormento
vivo, y arderme siento en dulce fuego,
do en vivas llamas hallo un gran sosiego
y en extrema pasión contentamiento.

¿Con qué manera de agradecimiento
pagaré amor que en tal desasosiego,
y en le extremo de pasión do llego,
me tiene con su causa tan contento?

Sólo mostrarme puedo agradecido
en contentarme ahora y en pesarme
que me halla Amor tal pena dilatado;

que pues tal ocasión había de darme,
con razón llamaré tiempo perdido
el que sin padecer se me ha pasado.



Nicolás Fernández de Moratín

El león y el ratón (Moratín)

-- de Nicolás Fernández de Moratín --

Estaba un ratoncillo aprisionado
en las garras de un león; el desdichado
en la tal ratonera no fue preso
por ladrón de tocino ni de queso,
sino porque con otros molestaba
al león, que en su retiro descansaba.

Pide perdón, llorando su insolencia;
al oír implorar la real clemencia,
responde el Rey en majestuoso tono
(no dijera más Tito): «Te perdono.»

Poco después, cazando, el león tropieza
en una red oculta en la maleza;
quiere salir, mas queda prisionero;
atronando la selva ruge fiero.
El libre ratoncillo, que lo siente,
corriendo llega; roe diligente
los nudos de la red de tal manera
que al fin rompió los grillos de la fiera.

Conviene al poderoso
para los infelices ser piadoso;
tal vez se puede ver necesitado
del auxilio de aquel más desdichado.



Alejandra Pizarnik

formas

-- de Alejandra Pizarnik --

No sé si pájaro o jaula
mano asesina
o joven muerta jadeando en la gran garganta oscura
o silenciosa
pero tal vez oral como una fuente
tal vez juglar
o princesa en la torre más alta.



Alfonso Reyes

para un mordisco

-- de Alfonso Reyes --

Propio camaleón de otros cielos mejores,
a cada nueva aurora mudaba de colores.
Así es que prefiriera a su rubor primero
el tizne que el oficio deja en el carbonero.
Quiero decir (me explico): la mudanza fue tal,
que iba del rojo al negro lo mismo que stendhal.
Luego, un temblor de púrpura casi cardenalicio
(que viene a ser también el tizne de otro oficio)
se quebró en malva y oro con bandas boreales,
que ni el disco de newton exhibe otras iguales.
Es muy de juan ramón esto de malvas y oros,
o del traje de luces de un matador de toros.
Y no sé si atreverme, en cosa tan sencilla,
a decir que hubo una primavera amarilla ,
con unas vetas verdes, con unos jaspes grises
en olas circunflejas como en el mar de ulises.
¡Ulises yo, que apenas de caribdis a escila
de un vértice a un escollo saciaba la pupila!
porque como es efímero todo lo que es anhelo,
el color se evapora y otra vez sube al cielo,
y ya sabemos que poco a poco se va
aun la marca de fuego de la infidelidá.
Y se acabó la historia tal era la mordida
que lucía en el anca mi querida.



Amado Nervo

más yo que yo mismo

-- de Amado Nervo --

¡oh, vida mía, vida mía!,
agonicé con tu agonía
y con tu muerte me morí.
¡De tal manera te quería,
que estar sin ti es estar sin mí!
faro de mi devoción,
perenne cual mi aflicción
es tu memoria bendita.
¡Dulce y santa lamparita
dentro de mi corazón!
luz que alumbra mi pesar
desde que tú te partiste
y hasta el fin lo ha de alumbrar,
que si me dejaste triste,
triste me habrás de encontrar.
Y al abatir mi cabeza,
ya para siempre jamás,
el mal que a minarme empieza,
pienso que por mi tristeza
tú me reconocerás.
Merced al noble fulgor
del recuerdo, mi dolor
será espejo en que has de verte,
y así vencerá a la muerte
la claridad del amor.
No habrá ni coche ni abismo
que enflaquezca mi heroísmo
de buscarte sin cesar.
Si eras más que yo mismo,
¿cómo no te he de encontrar?
¡oh, vida mía, vida mía,
agonicé con tu agonía
y con tu muerte me morí!
de tal manera te quería,
que estar sin ti es estar sin mí.



Amado Nervo

escamoteo...

-- de Amado Nervo --

Con tu desaparición
es tal mi estupefacción,
mi pasmo, que a veces creo
que ha sido un escamoteo,
una burla, una ilusión;
que tal vez sueño despierto,
que muy pronto te veré,
y que me dirás: ¡no es cierto,
vida mía, no me he muerto;
ya no llores..., Bésame!



Amado Nervo

Mi secreto

-- de Amado Nervo --

¿Mi secreto? ¡Es tan triste!
¿Estoy perdido de amores por un ser desaparecido,
por un alma liberta,
que diez años fue mía, y que se ha ido...

¿ Mi secreto? te lo diré al oído:
¡Estoy enamorado de una muerta!

¿Comprendes —tú que buscas los visibles
transportes, las reales, las tangibles
caricias de la hembra, que se plasma
a todos tus deseos invencibles—
ese imposible de los imposibles
de adorar a un fantasma?

¡Pues tal mi vida es y tal ha sido y será!

Si por mí solo ha latido
su noble corazón, hoy mundo y yerto,
¿he de mostrarme desagradecido
y olvidarla, no más porque ha partido,
y dejarla, no más porque se ha muerto?



Leandro Fernández de Moratín

oda. traducción de horacio - rumbo mejor, licino

-- de Leandro Fernández de Moratín --

Rumbo mejor, licino,
seguirás no engolfándote en la altura,
ni aproximando el pino
a playa mal segura,
por evitar la tempestad oscura.
El que la medianía
preciosa amó, del techo quebrantado
y pobre se desvía
como del envidiado
alcázar, de oro y pórfidos labrado.
Muchas veces el viento
árboles altos rompe; levantadas
torres, con más violento
golpe caen arruinadas;
hiere el rayo las cumbres elevadas.
No en la dicha confía
el varón fuerte; en la aflicción espera
más favorable día:
jove la estación fiera
del hielo vuelve en grata primavera.
Si mal sucede ahora,
no siempre mal será. Tal vez no excusa
con cítara sonora,
febo, animar la musa;
tal vez el arco por los bosques usa.
En la desgracia sabe
mostrar al riesgo el corazón valiente;
y si el viento tu nave
sopla serenamente,
la hinchada vela cogerás prudente.



Leandro Fernández de Moratín

oda. traducción de horacio - más seguro ¡oh! licino

-- de Leandro Fernández de Moratín --

Más seguro ¡oh! licino
vivirás no engolfándote en la altura,
ni aproximando el pino
a playa mal segura,
por evitar la tempestad obscura.
El que la medianía
preciosa amó, del techo quebrantado
y pobre se desvía
como del envidiado
albergue en oro y pórfidos labrado.
Muchas veces el viento
árboles altos rompe; levantadas
torres con más violento
golpe caen arruinadas;
hiere el rayo las cumbres elevadas.
No en la dicha confía
el varón fuerte; en su aflicción espera
más favorable día:
jove la estación fiera
del hielo vuelve en grata primavera.
Si mal sucede ahora,
no siempre mal será. Tal vez no excusa
con cítara sonora
febo animar la musa;
tal vez el arco por los bosques usa.
En la desgracia sabe
mostrar al riesgo el corazón valiente
y si el viento tu nave
sopla serenamente
la hinchada vela cogerás prudente.



Lope de Vega

Juana, mi amor me tiene en tal estado

-- de Lope de Vega --

Juana, mi amor me tiene en tal estado,
que no os puedo mirar, cuando no os veo;
ni escribo ni manduco ni paseo,
entretanto que duermo sin cuidado.

Por no tener dineros no he comprado
(¡oh Amor cruel!) ni manta, ni manteo;
tan vivo me derrienga mi deseo
en la concha de Venus amarrado.

De Garcilaso es este verso Juana:
todos hurtan, paciencia, yo os le ofrezco
Mas volviendo a mi amor, dulce tirana,

tanto en morir y en esperar merezco,
que siento más el verme sin sotana,
que cuanto fiero mal por vos padezco.



Lope de Vega

La lengua del amor, a quien no sabe

-- de Lope de Vega --

La lengua del amor, a quien no sabe
lo que es amor, ¡qué bárbara parece!;
pues como por instantes enmudece,
tiene pausas de música süave.
Tal vez suspensa, tal aguda y grave,
rotos conceptos al amante ofrece,
aguarda los compases que padece,
porque la causa su destreza alabe.
¡Oh dulcísimo bien, que al bien me guía!
¿con qué lengua os diré mi sentimiento,
ya que tengo de hablaros osadía?
Mas si es de los conceptos instrumento,
¿qué importa que calléis, o lengua mía,
pues que vos penetráis mi pensamiento?



Lope de Vega

Si palos dais con ese palo hermoso

-- de Lope de Vega --

Si palos dais con ese palo hermoso,
ya no es afrenta dar de palos, Juana;
la ley del duelo bárbara, inhumana,
ya es gloria militar, ya es acto honroso.

Aquel toro de Europa fabuloso
volviera tal garlocha en forma humana.
Si tal fuera el venablo de Dïana,
¿quién fuera, entonces, jabalí cerdoso?

Yo te ofrezco oraciones, desde luego,
si me das, por poeta entre los malos,
con ese palo, Amor, palo de ciego.

En Tesalia los tuvo por regalos
el asno de oro que compuso el griego
tu bestia soy, Amor, dame de palos.



Lope de Vega

Sulca del mar de Amor las rubias onda

-- de Lope de Vega --

Sulca del mar de Amor las rubias onda;
barco de Barcelona y por los bellos
lazos navega altivo, aunque por ellos,
tal vez te muestres y tal vez te escondas.

Ya no flechas, Amor, doradas ondas
teje de sus espléndidos cabellos;
tú con los dientes no le quites dellos,
para que a tanta dicha correspondas.

Desenvuelve los rizos con decoro,
los paralelos de mi sol desata,
boj o colmillo de elefante moro,

y en tanto que, esparcidos, los dilata,
forma por la madeja sendas de oro,
antes que el tiempo los convierta en plata.



¿Caíste? Sí, si valeroso osaste

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

¿Caíste? Sí, si valeroso osaste.
Osaste, y cual osado en fin caíste;
si el cuerpo entre las nubes escondiste,
tu fama entre las nubes levantaste.

Nombre (¡oh terrible error!), mozo, dejaste
de que a estrella cruel obedeciste.
Lampecie gime tal, tal Febia triste,
una y otra a tu losa verde engaste.

Intentaste, ¡oh gran joven!, como osado;
seguiste al hado que te vio vencido;
caíste, mozo más que desdichado.

Y así, en mi mal gigante, te he excedido,
pues sin haber tus hechos heredado,
cual tú, menos tus llantos, he caído.



Enmudeció el Amor la pluma y mano

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Enmudeció el Amor la pluma y mano;
volvió el Amor a pluma y mano, lengua,
¡ay de mí!, quiere llore, por mi mengua,
agravios de sus manos con mi mano.

Tal Guadarrama, por su escarcha cano,
agravios del sol llora cuando mengua
sus nevados tesoros; tal, sin mengua
mis ojos trata Amor, Amor tirano.

Llorad, ojos, llorar, pues desatando
parte del mal, por quien estoy muriendo
irá en mi pecho su furor menguando.

En vano alivio con llorar pretendo,
si vuelve al pecho, por su mal, volando,
lo que de él sale, por su bien, corriendo.



Góngora

Con diferencia tal, con gracia tanta

-- de Góngora --

Con diferencia tal, con gracia tanta
aquel ruiseñor llora, que sospecho
que tiene otros cien mil dentro del pecho
que alternan su dolor por su garganta;

y aun creo que el espíritu levanta
—como en información de su derecho—
a escribir del cuñado el atroz hecho
en las hojas de aquella verde planta.

Ponga, pues, fin a las querellas que usa
pues ni quejarse ni mudar estanza
por pico ni por pluma se le veda,

y llore solo aquel que su Medusa
en piedra convirtió, por que no pueda
ni publicar su mal ni hacer mudanza.



Manuel del Palacio

Los santitos y los santones

-- de Manuel del Palacio --

— Díme, Colás, ¿qué gentes son aquellas?
— ¡Ay, Gil! de la plazuela son vecinos.
— ¿Cuál es su ocupación? —Mondar pepinos
Y ver de cuando en cuando las estrellas.

— ¿No han tenido ilusiones? —Y muy bellas.
— ¿Y hoy? — Comulgan con ruedas de molinos.
— ¡Desgraciados! —No tal; mira qué finos
Del que sube al poder siguen las huellas.

— Santitos me parecen. —Son santones.
— Deben estar tronados. —Ni por pienso.
— ¿Quién les trajo á tal punto? —Sus engaños.

Del campo liberal son cigarrones;
Su atmósfera mejor es el incienso,
Y su enemigo capital los años!



Jorge Manrique

esparza mi temor ha sido tal

-- de Jorge Manrique --

Mi temor ha sido tal
que me ha tornado judío;
por esto el esfuerzo mío
manda que traiga señal:
pues viendo cuán poco gano
viviendo en ley que no es buena,
osándoos decir mi pena
me quiero tornar cristiano.



Jorge Manrique

glosa «siempre amar y amor seguir»

-- de Jorge Manrique --

I
quiero, pues quiere razón
de quien no puedo huir,
con fe de noble pasión,
pasión que pone afición,
siempre amar y amor seguir.
Ii
siempre amar, pues que se paga
-según muestra amar amor-
con amor, porque la llaga
-bien amando- del dolor
se sane y quede mayor.
Tal que con tal intención
quiero sin merced pedir,
pues que lo quiere razón.
Con fe de noble pasión,
siempre amar y amor seguir.



Jorge Manrique

Esparza: Mi temor ha sido tal

-- de Jorge Manrique --

Mi temor ha sido tal
que me ha tornado judío;
por esto el esfuerzo mío
manda que traiga señal:
pues viendo cuán poco gano
viviendo en ley que no es buena,
osándoos decir mi pena
me quiero tornar cristiano.



Jorge Manrique

Glosa: «Siempre amar y amor seguir»

-- de Jorge Manrique --

I

Quiero, pues quiere Razón
de quien no puedo huir,
con fe de noble pasión,
pasión que pone afición,
siempre amar y amor seguir.

II

Siempre amar, pues que se paga
-según muestra amar Amor-
con amor, porque la llaga
-bien amando- del dolor
se sane y quede mayor.
Tal que con tal intención
quiero sin merced pedir,
pues que lo quiere Razón.
Con fe de noble pasión,
siempre amar y amor seguir.



César Vallejo

al cavilar en la vida, al cavilar

-- de César Vallejo --

Al cavilar en la vida, al cavilar
despacio en el esfuerzo del torrente,
alivia, ofrece asiento el existir,
condena a muerte;
envuelto en trapos blancos cae,
cae planetariamente
el clavo hervido en pesadumbre; cae!
(acritud oficial, la de mi izquierda;
viejo bolsillo, en sí considerada, esta derecha).
¡Todo está alegre, menos mi alegría
y todo, largo, menos mi candor,
mi incertidumbre!
a juzgar por la forma, no obstante, voy de frente,
cojeando antiguamente,
y olvido por mis lágrimas mis ojos (muy interesante)
y subo hasta mis pies desde mi estrella.
Tejo; de haber hilado, héme tejiendo.
Busco lo que me sigue y se me esconde entre arzobispos,
por debajo de mi alma y tras del humo de mi aliento.
Tal era la sensual desolación
de la cabra doncella que ascendía,
exhalando petróleos fatídicos,
ayer domingo en que perdí mi sábado.
Tal es la muerte, con su audaz marido.



César Vallejo

he aquí que hoy saludo...

-- de César Vallejo --

He aquí que hoy saludo, me pongo el cuello y vivo,
superficial de pasos insondable de plantas.
Tal me recibo de hombre, tal más bien me despido
y de cada hora mía retoña una distancia.
¿Queréis más? encantado.
Políticamente, mi palabra
emite cargos contra mi labio inferior
y económicamente,
cuando doy la espalda a oriente,
distingo en dignidad de muerte a mis visitas.
Desde totales códigos regulares saludo
al soldado desconocido
al verso perseguido por la tinta fatal
y al saurio que equidista diariamente
de su vida y su muerte,
como quien no hace la cosa.
El tiempo tiene un miedo ciempiés a los relojes.
(Los lectores pueden poner el título que quieran a este poema)



Diego Hurtado de Mendoza

Hame traido amor a tal partido

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Hame traido amor á tal partido,
Que no puedo ni quiero conocerme;
Cuantas armas tenia le he rendido,
Pues le dí la razon para vencerme.

Hombre nací y por hombre era tenido;
Pudieran seso y arte socorrerme,
El tiempo, la experiencia y el sentido;
Mas todo lo dejé, y quise perderme.

Gran mal, Señora, es que el hombre entiende
Cuánto aparta de sí, y no se arrepiente,
Y que sabe cuán poco bien espera;

Que vive y morirá desta manera,
Fuera de humana forma ó accidente,
Sino de querer bien; que no se aprende.



Dulce María Loynaz

el miedo

-- de Dulce María Loynaz --

No fue nunca.

Lo pensaste quizás
porque la luna roja bañó el cielo de sangre
o por la mariposa
clavada en el muestrario de cristal.
Pero no fue: los astros se engañaron...
Y se engañó el oído
pegado noche y día al muro del silencio,
y el ojo que horadaba la distancia...
¡El miedo se engañó!... Fue el miedo. El miedo
y la vigilia del amor sin lámpara...
No sucedió jamás:
jamás. Lo pareció por lo sesgado,
por lo fino y lo húmedo y lo obscuro...
Lo pareció tal vez de tal manera
que un instante la boca se nos llenó de tierra
como a los muertos...
¡Pero no fue!... ¡Ese día no existió
en ningún almanaque del mundo!...

De veras, no existió... La vida es buena.



Enrique Lihn

un tal quevedo usaba del soneto

-- de Enrique Lihn --

Un tal quevedo usaba del soneto
para platonizar su mal de amores
sonsoneteando de uno y mil colores
a la llamada lésida; respeto
toda mala costumbre, era un terceto
de dos figuras: la que urdía flores
y la que compartía esos ardores
pero con otro a quien guardó en secreto
supongo, el vate o el tercero no era
nadie sino quizá la razón misma
de esa escritura que lo exasperaba,
de la palabra nunca verdadera
su sincera impotencia que le asigna
fatalidad de un hombre hecho de nada.



Ernesto Cardenal

epigrama XII

-- de Ernesto Cardenal --

Epigrama
te doy claudia, estos versos,
porque tú eres su dueña.
Los he escrito sencillos
para que tú los entiendas.
Son para ti solamente,
pero si a ti no te interesan,
un día se divulgarán,
tal vez por toda hispanoamérica...
Y si al amor que los dictó,
tú también lo desprecias,
otras soñarán
con este amor
que no fue para ellas.
Y tal vez verás,
claudia,
que estos poemas,
(escritos para conquistarte a ti)
despiertan
en otras parejas
enamoradas que los lean
los besos que en ti
no despertó el poeta.



Pablo Neruda

casa

-- de Pablo Neruda --

Tal vez ésta es la casa en que viví
cuando yo no existí ni había tierra,
cuando todo era luna o piedra o sombra,
cuando la luz inmóvil no nacía.
Tal vez entonces esta piedra era
mi casa, mis ventanas o mis ojos.
Me recuerda esta rosa de granito
algo que me habitaba o que habité,
cueva o cabeza cósmica de sueños,
copa o castillo o nave o nacimiento.
Toco el tenaz esfuerzo de la roca,
su baluarte golpeado en la salmuera,
y sé que aquí quedaron grietas mías,
arrugadas sustancias que subieron
desde profundidades hasta mi alma,
y piedra fui, piedra seré, por eso
toco esta piedra y para mí no ha muerto:
es lo que fui, lo que seré reposo
de tu combate tan largo como el tiempo.



Pablo Neruda

soneto xxii cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xxii
cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,
sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,
en regiones contrarias, en un mediodía quemante:
eras sólo el aroma de los cereales que amo.
Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa
en angol, a la luz de la luna de junio,
o eras tú la cintura de aquella guitarra
que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.
Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.
En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo era. De pronto
mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:
frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.
Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.



Pablo Neruda

sueño de gatos

-- de Pablo Neruda --

Qué bonito duerme un gato,
duerme con patas y peso,
duerme con sus crueles uñas,
y con su sangre sanguinaria,
duerme con todos los anillos
que como círculos quemados
construyeron la geología
de una cola color de arena.
Quisiera dormir como un gato
con todos los pelos del tiempo,
con la lengua del pedernal,
con el sexo seco del fuego
y después de no hablar con nadie,
tenderme sobre todo el mundo,
sobre las tejas y la tierra
intensamente dirigido
a cazar las ratas del sueño.
He visto cómo ondulaba,
durmiendo, el gato: corría
la noche en él como agua oscura,
y a veces se iba a caer,
se iba tal vez a despeñar
en los desnudos ventisqueros,
tal vez creció tanto durmiendo
como un bisabuelo de tigre
y saltaría en las tinieblas
tejados, nubes y volcanes.
Duerme, duerme, gato nocturno
con tus ceremonias de obispo,
y tu bigote de piedra:
ordena todos nuestros sueños,
dirige la oscuridad
de nuestras dormidas proezas
con tu corazón sanguinario
y el largo cuello de tu cola.



Pablo Neruda

soneto c cien sonetos de amor (1959) noche

-- de Pablo Neruda --

En medio de la tierra apartaré
las esmeraldas para divisarte
y tú estarás copiando las espigas
con una pluma de agua mensajera.
Qué mundo! qué profundo perejil!
qué nave navegando en la dulzura!
y tú tal vez y yo tal vez topacio!
ya no habrá división en las campanas.
Ya no habrá sino todo el aire libre,
las manzanas llevadas por el viento,
el suculento libro en la enramada,
y allí donde respiran los claveles
fundaremos un traje que resista
la eternidad de un beso victorioso.



Pablo Neruda

murieron tal vez de vergüenza

-- de Pablo Neruda --

Murieron tal vez de vergüenza
estos trenes que se extraviaron?
quién ha visto nunca el acíbar?
dónde se plantaron los ojos
del camarada paul éluard?
hay sitio para unas espinas?
le preguntaron al rosal.



José Ángel Buesa

poema de la despedida

-- de José Ángel Buesa --

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... No sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.



José Ángel Buesa

canción para la esposa ajena

-- de José Ángel Buesa --

Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta,
sin que nadie descubra qué relata su historia,
pues serán simplemente, los versos de un poeta,
tras arrancar la página de la dedicatoria...
Y pasarán años... Pero acaso algún día,
o acaso alguna noche que estés sola en tu lecho,
abrirás la gaveta -como una rebeldía,
y leerás mi libro- tal vez como un despecho.
Y brotará un perfume de una ilusión suprema
sobre tu desencanto de esposa abandonada.
Y entonces con orgullo, marcarás la página...
Y guardarás mi libro debajo de la almohada.



José Ángel Buesa

la copa de diamante

-- de José Ángel Buesa --

Tal vez por un capricho más triste que galante
cuente un día una historia que casi no es de amor.
Tal vez estés ausente, o acaso estés delante,
pero si estás delante lo contaré mejor.
Diré que hubo una copa tallada de diamante,
una flor sin rocío y un blanco surtidor.
Pero aunque se moría de sed un caminante
le negaron el agua para regar la flor.
Como ves es una historia que puede no ser mía,
pues habla de un suceso que ocurre cada día;
burlar a un vagabundo, negar una merced.
Pero al fin de este cuento vulgar y cotidiano,
tú sentirás la copa de diamante en tu mano,
y yo estaré de nuevo muriéndome de sed.



José Ángel Buesa

último amor

-- de José Ángel Buesa --

Yo andaba entre la sombra,
cuando como un fulgor llegaste tú; de pronto,
con el último amor.
Pero bastó un efluvio de antiguas primaveras
para reconocerte, para saber quién eras.
Y eras la misteriosa mujer desconocida
que entristeció de un sueño lo mejor de mi vida;
la de las tardes grises y los claros de luna,
la que busqué entre tantas y no encontré en ninguna.
Y hoy tal vez como un premio, tal vez como un castigo,
lo mejor de mi vida será morir contigo.
He pensado esta noche, sintiéndote tan mía
que así como llegaste, pudieras irte un día.
Lo he pensado eso es todo, pero si sucediera,
dejaré que te vayas sin un adiós siquiera.
Y cuando te hayas ido yo que nunca me quejo,
me vestiré de luto y aprenderé a ser viejo.
Pero si me muriera sin poder olvidarte
y después de la muerte se llega a alguna parte;
preguntaré si hay sitio, para mí, junto a ti.
Y dios, seguramente, responderá que sí.



Juan Boscán

Garcilaso, que al bien siempre aspiraste

-- de Juan Boscán --

SONETO CXXIX

Garcilaso, que al bien siempre aspiraste
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste,
en todo enteramente le alcanzaste,

dime: ¿por qué tras ti no me llevaste
cuando de esta mortal tierra partiste?,
¿por qué, al subir a lo alto que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?

Bien pienso yo que, si poder tuvieras
de mudar algo lo que está ordenado,
en tal caso de mí no te olvidaras:

que o quisieras honrarme con tu lado
o a lo menos de mí te despidieras;
o, si esto no, después por mí tornaras.



Juan de Arguijo

Sísifo

-- de Juan de Arguijo --

Sube gimiendo con mortal fatiga
El grave peso que en sus hombros lleva
Sisifo al alto monte, y cuando prueba
Pisar la cumbre, á mayor mal se obliga.

Cae el fiero peñasco, y la enemiga
Suerte cruel su nuevo afan renueva;
Vuelve otra vez á la difícil prueba,
Sin que de su trabajo el fin consiga.

No iguala aquella á la desdicha mía,
Pues algun tiempo alivia en su tormento
Los hombres, áa tal carga desiguales.

Sufro peso mayor con tal porfía;
Que un punto no perdona al pensamiento
La importuna memoria de mis males.



Gabriela Mistral

el encuentro

-- de Gabriela Mistral --

A su sombra
le he encontrado en el sendero.
No turbó su ensueño el agua
ni se abrieron más las rosas;
abrió el asombro mi alma.
¡Y una pobre mujer tiene
su cara llena de lágrimas!
llevaba un canto ligero
en la boca descuidada,
y al mirarme se le ha vuelto
grave el canto que entonaba.
Miré la senda, la hallé
extraña y como soñada.
¡Y en el alba de diamante
tuve mi cara con lágrimas!
siguió su marcha cantando
y se llevó mis miradas...
Detrás de él no fueron más
azules y altas las salvias.
¡No importa! quedó en el aire
estremecida mi alma.
¡Y aunque ninguno me ha herido
tengo la cara con lágrimas!
esta noche no ha velado
como yo junto a la lámpara;
como él ignora, no punza
su pecho de nardo mi ansia;
pero tal vez por su sueño
pase un olor de retamas,
¡porque una pobre mujer
tiene su cara con lágrimas!
iba sola y no temía;
con hambre y sed no lloraba;
desde que lo vi cruzar,
mi dios me vistió de llagas.
Mi madre en su lecho reza
por mí su oración confiada.
Pero ¡yo tal vez por siempre
tendré mi cara con lágrimas!



Garcilaso de la Vega

SONETO IX

-- de Garcilaso de la Vega --

Señora mía, si yo de vos ausente
en esta vida turo y no me muero,
paréceme que ofendo a lo que os quiero,
y al bien de que gozaba en ser presente;

tras éste luego siento otro accidente,
que es ver que si de vida desespero,
yo pierdo cuanto bien bien de vos espero;
y ansí ando en lo que siento diferente.

En esta diferencia mis sentidos
están, en vuestra ausencia y en porfía,
no sé ya que hacerme en tal tamaño.

Nunca entre sí los veo sino reñidos;
de tal arte pelean noche y día,
que sólo se conciertan en mi daño.



Garcilaso de la Vega

SONETO XXVII

-- de Garcilaso de la Vega --

Amor, amor, un hábito vestí
el cual de vuestro paño fue cortado;
al vestir ancho fue, más apretado
y estrecho cuando estuvo sobre mí.

Después acá de lo que consentí,
tal arrepentimiento me ha tomado,
que pruebo alguna vez, de congojado,
a romper esto en que yo me metí.

Mas ¿quién podrá de este hábito librarse,
teniendo tan contraria su natura,
que con él ha venido a conformarse?

Si alguna parte queda por ventura
de mi razón, por mí no osa mostrarse;
que en tal contradicción no está segura.



Garcilaso de la Vega

SONETO XXVIII

-- de Garcilaso de la Vega --

Boscán, vengado estáis, con mengua mía,
de mi rigor pasado y mi aspereza
con que reprehenderos la terneza
de vuestro blando corazón solía.

Agora me castigo cada día
de tal salvatiquez y tal torpeza:
mas es a tiempo que de mi bajeza
correrme y castigarme bien podría.

Sabed que en mi perfecta edad y armado,
con mis ojos abiertos me he rendido
al niño que sabéis, ciego y desnudo.

De tan hermoso fuego consumido
nunca fue corazón: si preguntado
soy lo demás, en lo demás soy mudo.



Garcilaso de la Vega

Amor, Amor, un hábito vestí

-- de Garcilaso de la Vega --

Amor, amor, un hábito vestí
el cual de vuestro paño fue cortado;
al vestir ancho fue, más apretado
y estrecho cuando estuvo sobre mí.

Después acá de lo que consentí,
tal arrepentimiento me ha tomado,
que pruebo alguna vez, de congojado,
a romper esto en que yo me metí.

Mas ¿quién podrá de este hábito librarse,
teniendo tan contraria su natura,
que con él ha venido a conformarse?

Si alguna parte queda por ventura
de mi razón, por mí no osa mostrarse;
que en tal contradicción no está segura.



Garcilaso de la Vega

Boscán, vengado estáis, con mengua mía

-- de Garcilaso de la Vega --

Boscán, vengado estáis, con mengua mía,
de mi rigor pasado y mi aspereza
con que reprehenderos la terneza
de vuestro blando corazón solía.

Agora me castigo cada día
de tal salvatiquez y tal torpeza:
mas es a tiempo que de mi bajeza
correrme y castigarme bien podría.

Sabed que en mi perfecta edad y armado,
con mis ojos abiertos me he rendido
al niño que sabéis, ciego y desnudo.

De tan hermoso fuego consumido
nunca fue corazón: si preguntado
soy lo demás, en lo demás soy mudo.



Garcilaso de la Vega

Con tal fuerza y vigor son concertados

-- de Garcilaso de la Vega --

Con tal fuerza y vigor son concertados
para mi perdición los duros vientos,
que cortaron mis tiernos pensamientos
luego que sobre mí fueron mostrados.

El mal es que me quedan los cuidados
en salvo destos acontecimientos,
que son duros, y tienen fundamientos
en todos mis sentidos bien echados.

Aunque por otra parte no me duelo,
ya que el bien me dejó con su partida,
del grave mal que en mí está de contino;

antes con él me abrazo y me consuelo;
porque en proceso de tan dura vida
ataje la largueza del camino.



Garcilaso de la Vega

El mal en mi ha hecho su cimiento

-- de Garcilaso de la Vega --

El mal en mí ha hecho su cimiento
y sobre él de tal arte ha labrado
que amuestra bien la obra estar determinado
de querer para siempre este aposiento;

Trátame de manera que a mil habría muerto,
mas yo para más mal estoy guardado;
estó ya tal que todos me han dejado
sino el dolor que en sí me tiene vuelto.

Ya todo mi ser se ha vuelto en dolor
y ansí para siempre ha de turar,
pues la muerte no viene a quien no es vivo;

en tanto mal, turar es el mayor,
y el mayor bien que tengo es siempre llorar:
¡pensad cuál será el mal do el bien es el que digo!



Garcilaso de la Vega

Señora mía, si yo de vos ausente

-- de Garcilaso de la Vega --

Señora mía, si yo de vos ausente
en esta vida turo y no me muero,
paréceme que ofendo a lo que os quiero,
y al bien de que gozaba en ser presente;

tras éste luego siento otro accidente,
que es ver que si de vida desespero,
yo pierdo cuanto bien bien de vos espero;
y ansí ando en lo que siento diferente.

En esta diferencia mis sentidos
están, en vuestra ausencia y en porfía,
no sé ya que hacerme en tal tamaño.

Nunca entre sí los veo sino reñidos;
de tal arte pelean noche y día,
que sólo se conciertan en mi daño.



Gutierre de Cetina

si no fuese juzgado atrevimiento

-- de Gutierre de Cetina --

Si vuestra crueldad lo comportase,
que vuestro servidor llamar osase,
de solo el nombre viviría contento.
Tal os pinta en mi alma el pensamiento
que no os miré jamás que no juzgase
temeridad el bien que desease,
y de tal desvarío me arrepiento.
Enójome de haber más deseado,
y acusando a mí mismo mi locura,
de cuanto deseé no quiero nada.
Sólo en veros consiste mi ventura;
todo lo por venir me desagrada;
el bien presente es más que el mal pasado.



Gutierre de Cetina

al príncipe de ascoli III

-- de Gutierre de Cetina --

Pastor, ¿cuál ocasión, cuál cosa extraña,
qué infortunio cruel, cuál fiero hado,
te trujo a apacentar nuevo ganado
tan lejos de tu bien, a esta montaña?
la nueva novedad de tal hazaña
me ha tenido confuso y alterado,
sabiendo que no estás sin el cuidado
que solías tener allá en españa.
Mira bien cómo vas por esta tierra;
si tienes libertad mira por ella,
que las ninfas de acá son cautelosas.
Por tal beldad, pastor, podrás perdella,
que te dará mil muestras amorosas
y haráte después bárbara guerra.



Gutierre de Cetina

amor mueve mis alas, y tan alto

-- de Gutierre de Cetina --

Amor mueve mis alas, y tan alto
las lleva el amoroso pensamiento,
que de hora en hora así subiendo siento
quedar mi padescer más corto y falto.
Temo tal vez mientra mi vuelo exalto,
mas llega luego a mí el conoscimiento
y pruébase que es poco en tal tormento
por inmortal honor un mortal salto.
Que si otro puso al mar perpetuo nombre
do el soberbio valor le dio la muerte,
presumiendo de sí más que podía,
de mí dirán: «aquí fue muerto un hombre
que si al cielo llegar negó su suerte,
la vida le faltó, no la osadía.»



Gutierre de Cetina

para justificarme en mi porfía

-- de Gutierre de Cetina --

Tal vez muevo la pluma que os alabe,
y antes de comenzar pide que acabe
de celoso temor la fantasía.
Pónesele delante al alma mía
temor que os perderé si tal se sabe,
y no decir de vos lo que en vos cabe
dice amor que es traición y cobardía.
Hágome alguna vez más atrevido
y digo: «¡qué temor tan sin prudencia!
¡ámenla cuantos hay debajo el cielo!»
ved si debo de estar ya bien perdido,
cuando, siendo incurable mi dolencia,
pienso en ajeno mal hallar consuelo.



Gutierre de Cetina

a don jerónimo de la cerda sobre un retrato

-- de Gutierre de Cetina --

Si por prueba mayor de su victoria
mostrando va perseo la peligrosa
cabeza de medusa, y por tal cosa
fue consagrado a la inmortal memoria,
¡cuánto sois digno vos de mayor gloria,
que otra nueva medusa y más hermosa
os ha vencido, y cuanto más honrosa
que fue su vencimiento, es vuestra historia!
estad, señor, con tal retrato ufano;
que si perseo lo viese, él trocaría
en vos su vencimiento y sus loores.
Pero no lo mostréis tan a la mano,
que si aquella mató mientras vivía,
la sombra de esta matará de amores.



Gutierre de Cetina

está en mi alma mi opinión escrita

-- de Gutierre de Cetina --

Con tal fuerza de amor, tan bien guardada,
que si de vuestra saña no es borrada,
a la par con la vida en ella habita.
Bien me podéis vos dar pena infinita,
amor os da el poder como le agrada,
mas excusar que no seáis amada
de mí, con tal beldad, ¿quién me lo quita?
aborrecerme vos podéis, señora,
afecto tan contrario al ardor mío,
y aun desearme, si queréis la muerte;
mas que no os ame esta alma que os adora...
Ni vos ni vuestra saña, yo lo fío,
podéis mudar lo que me cupo en suerte.



Gutierre de Cetina

si vos pensáis que por un ceño airado

-- de Gutierre de Cetina --

Por abajar los ojos y enojaros,
o por huir de mí, por alejaros,
torcer el rostro con mirar turbado,
saldréis del alma mía, o que el cuidado
pueda en otro ocupar que en adoraros,
justa causa será para apartaros
estar en ella vos sin vuestro grado.
Tal gracia, tal beldad, cierto, se ofende
pues, en un alma rústica, grosera,
tan pobre de valor, tan defectuosa.
Pero si el hado vuestro a vos defiende,
mejor morada proveed, siquiera:
que ésta os pueda agradar, pues forzosa.



Gutierre de Cetina

aquel rumor que de improviso suena

-- de Gutierre de Cetina --

Como de la experiencia está entendido,
robando la color, turba el sentido,
al alma de recelo o gozo llena.
Pero nace tal bien de aquella pena
que queda el tal rumor más conocido,
siendo el entendimiento socorrido
de las potencias que de sí enajena.
Así la vez que os veo, el sentimiento
se turba, y los espíritus penados
así correr, así alterarse siento.
Mas siendo al alma a dar favor llegados,
cuanto son de más claro entendimiento
quedan vencidos más y enamorados.



Gutierre de Cetina

un año hizo ayer, ya es hoy pasado

-- de Gutierre de Cetina --

¡ay, dios!, ¿por qué lo traigo a la memoria?
que pudiera acabar la triste historia
que hora de nuevo amor ha comenzado.
Tal día como ayer pudo un cuidado
los despojos gozar de su victoria;
pude y no quise asegurar mi gloria
porque pensaba ser asegurado.
Pensé, digo, y fue justo que pensase
quien tales muestras vio, que eran, señora,
afectos, no ficción disimulada.
Tal fue un dar lugar que descansase
esta alma a quien llevar hacéis agora
menos honrosa carga y más pesada.



Gutierre de Cetina

amor me trae en la mar de su tormento

-- de Gutierre de Cetina --

Al placer de la ondas de mudanzas,
mil fortunas tal vez, tal vez mudanzas
traen acá y allá mi sentimiento.
Sígueme alguna vez próspero viento,
meten velas entonces esperanzas,
mas salen de través desconfianzas
y acobardan al triste pensamiento.
Siéntome alguna vez alzar al cielo,
y otras mil abajar hasta el abismo;
ya me esfuerzo, ya temo, ya me atrevo.
Ora huyo, ora espero, ora recelo,
y en tanta variedad no sé yo mismo
qué quiero, aunque sé bien que querer debo.



Hernando de Acuña

Oh sin ventura yo, oh mal nacido

-- de Hernando de Acuña --

¡Oh sin ventura yo, oh mal nacido!
¿En qué estrella cruel vine a la tierra
sujeto a tierno llanto, a dura guerra,
a siempre amar sin serme agradecido?

¿Cuál hado inexorable me ha traído
a las manos de un tigre, en que se encierra
beldad del cielo y crueldad de tierra,
mi alma en el abismo del olvido?

¡Ay, enemigo cruel!, ¿y quién creyera
que estaban en mi muerte conjurados
tan nueva ingratitud y tal crudeza?

¡Ay vida, y tiempo, y horas mal gastadas!
¡No quiera Dios que adore yo a una fiera
que paga tanto amor con tal dureza!



Humberto Megget

Yo mi sobretodo verde

-- de Humberto Megget --

Yo mi sobretodo verde
yo mi cáscara de nuez
yo mi gota de agua
mi río
mi árbol
yo corcel galopando en una orilla
brazos del viento descansando en los árboles
me acostaré tal vez quién sabe en dónde
en el polvo o en un mosquito
para ser el grito de un cocodrilo
o las manos abrazadas al fondo de un río
yo en una hoja caído
en una gota de agua envuelto
para no volver nunca
puedo seguir mucho tiempo deambulando en los aires
tal vez tenga la forma invisible de un microbio
o quizá esté en el aletear del vuelo de una mosca
hay tanto
tanto espacio para volar mi cuerpo inútil
tanto manantial donde poner mis pies frágiles
tantos redondeles blancos en los ojos cerrados
que en mii inconsciente voluntad de estar, así
no estoy solo.



Idea Vilariño

quiero morir

-- de Idea Vilariño --

Quiero morir. No quiero oír ya más campanas.
La noche se deshace, el silencio se agrieta.
Si ahora un coro sombrío en un bajo imposible,
si un órgano imposible descendiera hasta donde.

Quiero morir, y entonces me grita estás muriendo,
quiero cerrar los ojos porque estoy tan cansada.
Si no hay una mirada ni un don que me sostengan,
si se vuelven, si toman, qué espero de la noche.

Quiero morir ahora que se hielan las flores,
que en vano se fatigan las calladas estrellas,
que el reloj detenido no atormenta el silencio.

Quiero morir. No muero.

No me muero. Tal vez
tantos, tantos derrumbes, tantas muertes, tal vez,
tanto olvido, rechazos,
tantos dioses que huyeron con palabras queridas
no me dejan morir definitivamente.



San Juan de la Cruz

glosa

-- de San Juan de la Cruz --

Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y a oscuras viviendo
todo me voy consumiendo.
Mi alma está desasida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su dios arrimada.
Por eso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi alma se ve ya
sin arrimo y con arrimo.
Y aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal
no es tan crecido mi mal
porque si de luz carezco
tengo vida celestial
porque el amor da tal vida
cuando más ciego va siendo
que tiene al ama rendida
sin luz y a oscuras viviendo.
Hace tal obra el amor
después que le conocí
que si hay bien o mal en mí
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí
y así en su llama sabrosa
la cual en mí estoy sintiendo
apriesa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo.



San Juan de la Cruz

Glosa (San Juan de la Cruz)

-- de San Juan de la Cruz --

Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y a oscuras viviendo
todo me voy consumiendo.

Mi alma está desasida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.

Por eso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi alma se ve ya
sin arrimo y con arrimo.

Y aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal
no es tan crecido mi mal
porque si de luz carezco
tengo vida celestial
porque el amor da tal vida
cuando más ciego va siendo
que tiene al ama rendida
sin luz y a oscuras viviendo.

Hace tal obra el amor
después que le conocí
que si hay bien o mal en mí
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí
y así en su llama sabrosa
la cual en mí estoy sintiendo
apriesa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo.



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