Buscar Poemas con Resonando


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Se han encontrado 6 poemas con la palabra resonando

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Amado Nervo

Vaguedades

-- de Amado Nervo --

Como pupilas de muertos
de luz sobrenatural,
brillan los focos en los desiertos
laberintos del arrabal.

El té canta en la tetera;
fuego dentro, hielo fuera,
que resbala por la vidriera.

Paso llegan o sonoras,
resonando turbadoras,
las procesiones de las horas.

Como pupilas de muertos
de luz sobrenatural,
brillan los focos en los desiertos
laberintos del arrabal.

-¿Por qué llora ese piano
bajo el nácar de tu mano?
-Llora en él mi dolor, hermano

-¡Eh! ¡quién va! ¿quién gime o reza
en la sombra de la pieza?
-Es mi madrina la Tristeza.

Como pupilas de muertos
de luz sobrenatural,
brillan los focos en los desiertos
laberintos del arrabal.

-¿Y qué libro lees ahora
a la luz vaciladora
de la pálida veladora?

¿Alguna bella conseja
de flamante moraleja?
-Es una historia ya muy vieja...

Como pupilas de muertos
de luz sobrenatural,
brillan los focos en los desiertos
laberintos del arrabal.

Poema Vaguedades de Amado Nervo con fondo de libro

Leandro Fernández de Moratín

soneto. a la memoria de d. juan meléndez valdés, poeta lírico español que murió desterrado en francia en el año 1817

-- de Leandro Fernández de Moratín --

A la memoria de d. Juan meléndez valdés, poeta lírico español que murió desterrado en francia en el año 1817
ninfas la lira es ésta que algún día
pulsó batilo en la ribera umbrosa
del tormes, cuya voz armoniosa
el curso de las ondas detenía.
Quede pendiente en esta selva fría,
del lauro mismo que la cipria diosa
mil veces desnudó cuando amorosa
la docta frente a su cantor ceñía.
Intacta y muda entre la pompa verde,
solo en sus fibras resonando el viento
el claro nombre de su dueño acuerde.
Ya que la patria, en el común lamento
feroz ignora la opinión que pierde
negando a sus cenizas monumento.

Poema soneto. a la memoria de d. juan meléndez valdés, poeta lírico español que murió desterrado en francia en el año 1817 de Leandro Fernández de Moratín con fondo de libro

Olegario Víctor Andrade

La flor de mi esperanza (Andrade)

-- de Olegario Víctor Andrade --

Yo diviso rodando marchita
sin aroma la cándida flor
que furioso huracán precipita
resonando con triste fragor.

De mi seno se lleva la calma,
mis ensueños de gloria, de paz,
y en lugar de la dicha del alma,
solo queda un recuerdo fugaz.

En un tiempo que huyó presuroso
como el eco de triste canción,
levantando su cáliz precioso
parecía celeste visión.

Era hermosa cual nítida estrella,
que refleja su plácida luz,
cuando sola la luna descuella
de la noche en el negro capuz.

Su fragancia divina brindaba
conmovida por mágico ambiente,
y al mirarla un suspiro lanzaba
con mi llanto regando su frente.

Pero pronto el impulso violento
del terrible fatal aquilón,
sin piedad destrozó en un momento
de mi sueños la dulce ilusión.

Y nos sigue un conforme destino:
yo doblego mi altiva cerviz,
ella pierde su aroma divina,
su precioso, variado matiz.

¡Cuán sensible es el ver marchitarse
de ferviente esperanza la flor,
y en la vida fugaz deslizarse
por abismos de luto y horror!

(Uruguay, 13 de octubre de 1855)

Poema La flor de mi esperanza (Andrade) de Olegario Víctor Andrade con fondo de libro

Pablo Neruda

trabajo frío

-- de Pablo Neruda --

Dime, del tiempo resonando
en tu esfera parcial y dulce
no oyes acaso el sordo gemido?
no sientes de lenta manera,
en trabajo trémulo y ávido,
la insistente noche que vuelve?
secas sales y sangres aéreas,
atropellado correr ríos,
temblando el testigo constata.
Aumento oscuro de paredes,
crecimiento brusco de puertas,
delirante población de estímulos,
circulaciones implacables.
Alrededor, de infinito modo,
en propaganda interminable,
de hocico armado y definido
el espacio hierve y se puebla.
No oyes la constante victoria
en la carrera de los seres
del tiempo, lento como el fuego,
seguro y espeso y hercúleo,
acumulando su volumen
y añadiendo su triste hebra?
como una planta perpetua aumenta
su delgado y pálido hilo
mojado de gotas que caen
sin sonido en la soledad.



Miguel Hernández

18

-- de Miguel Hernández --

18
ya de su creación, tal vez, alhaja
algún sereno aparte campesino
el algarrobo, el haya, el roble, el pino
que ha de dar la materia de mi caja.
Ya, tal vez, la combate y trabaja
el talador con ímpetu asesino
y, tal vez, por la cuesta del camino
sangrando subre y resonando baja.
Ya, tal vez, la reduce a geometría,
a pliegos aplanados quien apresta
el último refugio a todo vivo.
Y cierta y sin tal vez, la tierra umbría
desde la eternidad está dispuesta
a recibir mi adiós definitivo.



Juan Nicasio Gallego

A la señorita María de la Concepción Ganoso

-- de Juan Nicasio Gallego --

Aún en mi corazón, con fuego impreso,
y en mi atónito oído resonando,
dura el suspiro de tu acento blando,
más dulce que de amor el primer beso.

Al donoso ademán, al embeleso
de tu expresión y tus miradas, cuando
cantas el aire bético imitando,
¿quién, Corila gentil, no pierde el seso?

Bella, sensible, juguetona, esquiva,
me exalto, y río, y me estremezco, y lloro
al eco de tu voz tierna o festiva.

¡Feliz quien goce el mágico tesoro
de tantas gracias, y contigo viva,
y escuche de tu labio un: Yo te adoro.



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