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Se han encontrado 86 poemas con la palabra pueblo

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Ernesto Cardenal

epigrama XXXXI

-- de Ernesto Cardenal --

¿no has leído amor mío,
en novedades:
centinela de la paz
genio del trabajo
paladín de la democracia
en américa
defensor del catolicismo
en américa
el protector del pueblo
el benefactor...?
Le saquean al pueblo
su lenguaje.
Y falsifican las palabras
del pueblo.
(Exactamente como el
dinero del pueblo)
por eso los poetas
pulimos tanto un poema
y por eso
son tan importantes
mis poemas de amor.

Poema epigrama XXXXI de Ernesto Cardenal con fondo de libro

José Ángel Buesa

canción del andén

-- de José Ángel Buesa --

Nadie vino a esperarme.
Yo me encogí de hombros y me eché a andar:
soy un hombre de paso, simplemente;
soy simplemente un hombre que llega y que se va.
No conozco este pueblo,
este pequeño pueblo junto al mar:
hoy, por primera vez, miro estas casas
con sus techos de tejas y sus muros de sal.
Pero sé que esta calle polvorienta
le da vuelta a un parque con bancos de metal,
y que frente a ese parque hay una iglesia,
y que junto a esa iglesia hay un rosal.
Yo conozco el chirrido de una verja oxidada,
y, entre tantos portales, reconozco un portal
aquel portal de la baranda verde,
con un horcón rajado a la mitad.
Y es que estoy en el pueblo de tus cartas de novia,
tu viejo pueblo tristemente igual,
aunque yo vine demasiado tarde,
y aunque tú ya no estás...

Poema canción del andén de José Ángel Buesa con fondo de libro

Alberti

GALOPE

-- de Alberti --

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Poema GALOPE de Alberti con fondo de libro

Líber Falco

Nuestra España

-- de Líber Falco --

Ahí yacen y esperan debajo de la tierra,
muertos que por las noches escuchan una estrella.
Mas, son millones los astros y en el silencio ruedan.
Son millones los muertos y en el silencio esperan.

Ahí yacen.
Bajo la tierra gime, no acabada,
endurecida en su último gesto,
la risa confiada de los niños
y aquel soldado, Pedro Rojas,
vivando un canto fraternal y nuestro.

Ahí yacen.
Oh! amor de siempre, sepultado.
Oh! dulce rostro de lo amado y bueno.
Pueblo, piedras, árboles.
Pueblo y pueblo, ya olvidado.

Ahí yacen.
Oh! madre nuestra
muerta y rediviva,
siempre.



Emilio Bobadilla

Bélgica

-- de Emilio Bobadilla --

¿Qué pueblo no lucha por sus libertades,
por su independencia contra el extranjero?
¿Qué pueblo no tiene sus heroicidades
y cuál no presume de indómito y fiero?

¿Quién de ser amado o de amar se jacta?
¿No es rutina orgánica la función de amores?
¡La luz en el lago viva se refracta
y no hay primavera sin aves ni flores!

Del valor ¿qué pueblo tiene el privilegio?
¡Y entre las naciones de valor hay pujas
—cosas de chiquillos, cosas de colegio!—

¡Te admiro en aquello que a otros sobrepujas:
en tu dulce Menling, en tu Rubens regio,
en tus carillones, en tu triste Brujas!



Emilio Bobadilla

Inglaterra (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

Cuando el hado te era adverso, soberbiosa resistías
pueblo noble, pueblo grande, pueblo enérgico y valiente—
y jamás, ni aun en tus horas aflictivas y sombrías,
inclinaste bajo el peso del temor, la altiva frente.

Con tenaz perseverancia, dueña estoica de ti misma,
de industrial y navegante, belicosa te volviste
y no oyendo de Germania la amenaza ni el sofisma
a la postre, a sangre y fuego, frente a frente la venciste.

Voluntad de hierro y piedra, en tu orgullo silencioso,
no dejaste que insolente te vejara el extranjero,
y rompiste en mil pedazos la codicia del coloso.

Inglaterra, tierra libre —libertad que es todo fibra—,
¿quién que rinda a lo sublime culto rígido y sincero,
de emoción, por tus hazañas casi míticas no vibra?



Teófilo V. Méndez Ramos

Pueblo mío

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

Pueblo dormido entre el breñal salvaje,
tus ansias son mis ansias, pueblo mío;
si te alegras, también como tu río
discretamente, así como el frondaje.

En mi pupila absorta, tu paisaje
pensativo y senil, tiene el impío
alarde de cíclope bravío
Que se resuelve en blanco cortinaje.

Cortina de picachos gigantescos
que quisieran llegar a las estrellas
y abrazarlas en ímpetus dantescos.

Pueblo escondido, ¿seguirán tus huellas
de genial artista, en los arabescos
y tenues ritmos de tus fuentes bellas?



Manuel Machado

La copla

-- de Manuel Machado --

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 79

-- de Francisco de Quevedo --

A maldecir el pueblo, en un jumento,
parte balán profeta, acelerado;
que a maldecir cualquiera va alentado:
tal es el natural nuestro violento.
Dios, que mira del pueblo el detrimento,
rey en guardar su pueblo desvelado,
clemente, opone a su camino, armado
de su milicia, espléndido portento.
Obedece el jumento, no el profeta;
y cuando mereció premio y regalo,
más obstinado a caminar le aprieta.
Teme la asnilla al ángel, sufre el palo:
y halló el cielo obediencia más perfecta
en mala bestia que en ministro malo.



Roque Dalton García

la violencia aquí

-- de Roque Dalton García --

A josé david escobar galindo,
* «perra de hielo».
En el salvador la violencia no será tan sólo
la partera de la historia.
Será también la mamá del niño-pueblo,
para decirlo con una figura
apartada por completo de todo paternalismo.
Y como hay que ver la casa pobre
la clase de barrio marginal
donde ha nacido y vive el niño-pueblo
esta activa mamá deberá ser también
la lavandera de la historia
la aplanchadora de la historia
la que busca el pan nuestro de cada día
de la historia
la fiera que defiende el nido de sus cachorros
y no sólo la barrendera de la historia
sino también el tren de aseo de la historia
y el chofer de bulldozer de la historia.
Porque si no
el niño-pueblo seguirá chulón
apuñaleado por los ladrones más condecorados
ahogado por tanta basura y tanta mierda
en esta patria totalmente a orillas del acelhuate
sin poder echar abajo el gran barrio fuerteza cuzcatleco
sin poder aplanarle de una vez las cuestas y los baches
y dejar listo el espacio
para que vengan los albañiles y los carpinteros
a parar las nuevas casas.



Lope de Vega

Sacó Moisés de Egipto al pueblo hebreo

-- de Lope de Vega --

Sacó Moisés de Egipto al pueblo hebreo,
pasó el Jordán seguro, y por memoria
comió el cordero, y celebró la gloria
de aquel divino general trofeo.
Instituyó la Pascua con deseo
de eternizar aquella dulce historia,
la libertad, el triunfo, la vitoria
figura deste pan que adoro y creo.
Memoria sois, Cordero soberano,
de la salida de otro Egipto fiero,
Pascua divina del linaje humano.
Y así como Moisés más verdadero,
nos da la bendición de vuestra mano
Pascua, pasto, pastor, pan y cordero.



Manuel Acuña

a la patria

-- de Manuel Acuña --

Composición recitada por una niña en tacubaya de los mártires, el 11 de septiembre de 1873.
Ante el recuerdo bendito
de aquella noche sagrada
en que la patria aherrojada
rompió al fin su esclavitud;
ante la dulce memoria
de aquella hora y de aquel día,
yo siento que en el alma mía
canta algo como un láud.
Yo siento que brota en flores
el huerto de mi ternura,
que tiembla entre su espesura
la estrofa de una canción;
y al sonoroso y ardiente
murmurar de cada nota,
siendo algo grande que brota
dentro de mi corazón.
¡Bendita noche de gloria
que así mi espíritu agitas,
bendita entre benditas
noche de la libertad!
hora del triunfo en que el pueblo
vio al fin en su omnipotencia,
al sol de la independencia
rompiendo la oscuridad.
Yo te amo. . . Y al acercarme
ante este altar de victoria
donde la patria y la historia
contemplan nuestro placer,
yo vengo a unir al tributo
que en darte el pueblo se afana
mi canto de mexicana,
mi corazón de mujer.



Manuel Acuña

A la patria (Manuel Acuña)

-- de Manuel Acuña --

Ante el recuerdo bendito
de aquella noche sagrada
en que la patria aherrojada
rompió al fin su esclavitud;
ante la dulce memoria
de aquella hora y de aquel día,
yo siento que en el alma mía
canta algo como un láud.

Yo siento que brota en flores
el huerto de mi ternura,
que tiembla entre su espesura
la estrofa de una canción;
y al sonoroso y ardiente
murmurar de cada nota,
siendo algo grande que brota
dentro de mi corazón.

¡Bendita noche de gloria
que así mi espíritu agitas,
bendita entre benditas
noche de la libertad!
Hora del triunfo en que el pueblo
vio al fin en su omnipotencia,
al sol de la independencia
rompiendo la oscuridad.

Yo te amo. . . Y al acercarme
ante este altar de victoria
donde la patria y la historia
contemplan nuestro placer,
yo vengo a unir al tributo
que en darte el pueblo se afana
mi canto de mexicana,
mi corazón de mujer.



Manuel del Cabral

camina

-- de Manuel del Cabral --

Camina el jefe del pueblo
después de beber café.
Y una voz que no se ve,
grita al oído:
-mire, jefe, que hay un hombre
que allí está herido.

-Lo sé.

Camina el jefe del pueblo
después de beber café.

Y vuelve la voz y dice:
-jefe, que un hombre no ve;
tiene llanto entre los ojos,
y tiene plomo en los pies.

-Lo sé.

Sigue caminando el jefe
después de beber café.
Y la misma voz le grita:

-murió un hombre allí de sed.
¿Qué haremos, ahora, jefe?

-que haga pronto el hoyo usted.

Y el jefe sigue su rumbo,
pero también
el jefe sigue pensando ...

Piensa sólo a qué hora es
la otra taza
dc café...



Jaime Sabines

tlaltelolco - ni siquiera los asesinos

-- de Jaime Sabines --

Ni siquiera los asesinos,
ni siquiera el criminal.
(Ciertamente, ya llegó a la historia
este hombre pequeño por todas partes,
incapaz de todo menos del rencor.)

Tlaltelolco será mencionado en los años que vienen
como hoy hablamos de río blanco y cananea,
pero esto fue peor,
aquí han matado al pueblo;
no eran obreros parapetados en la huelga,
eran mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos de quince años,
una muchacha que iba al cine,
una criatura en el vientre de su madre,
todos barridos, certeramente acribillados
por la metralla del orden y justicia social.

A los tres días, el ejército era la víctima de los desalmados,
y el pueblo se aprestaba jubiloso
a celebrar las olimpiadas, que darían gloria a méxico.



Emilio Bobadilla

Patriotismo (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

¡Soldado, empuña el arma! ¡Te cubrirás de gloria!
¡Sangre, tu noble sangre la patria está pidiendo!
Suena estridente el rojo clarín de la victoria
y los vivas apaga del cañón el estruendo.

Los laureles alfombran tu camino; la Fama
en torno tuyo teje magníficas visiones
y todo un pueblo en fiebre dionisiaco te aclama,
con hurras reemplazando la voz de los cañones!

Y todo es un relámpago de misterio y engaño:
libertad y justicia y empresas militares,
y allá va en su conquista quimérica el rebaño;

y el vate ditirámbico justifica el derroche...
¡Oh, pueblo que tu sangre haces correr a mares!
¡Para infundirte ánimo vas gritando en la noche!



Ernesto Cardenal

epigrama XXI

-- de Ernesto Cardenal --

Somoza desveliza
la estatua de somoza
en el estadio somoza.
No es que yo crea
que el pueblo
me erigió esta estatua
porque yo sé mejor
que vosotros
que la ordené yo mismo
ni tampoco
que pretenda pasar
con ella a la posteridad
porque yo sé que
el pueblo la derribará
un día
ni que haya querido
erigirme a mí mismo
en vida
el monumento que muerto
no me erigiréis vosotros:
sino que erigí
esta estatua
porque sé que la odiáis



Fray Diego González

A la paz

-- de Fray Diego González --

La guerra por un caso inevitable
invadió la Española Monarquía,
juzgando que aceptada, acabaría
de una vez con la gente miserable,

y rehusada, al Monarca respetable
la gloria militar rebajaría.
El pueblo frece a Carlos a porfía
dones mil del tesoro inagotable

de su amor; y por Carlos negociada,
viene la paz con palma de victoria.
La guerra cruel corriendo apresurada

tantos despojos deja en nuestra tierra,
que Carlos de la paz saca la gloria
y el pueblo la abundancia de la guerra.



José Agustín Goytisolo

historia conocida

-- de José Agustín Goytisolo --

Es una historia conocida, amigos,
todos la recordamos,
viento del pueblo se perdió en el pueblo
pero no ha terminado.
Hace tiempo hubo un hombre entre nosotros,
alegre, iluminado,
que amó y vivió, cantaba hasta en la muerte,
libre como los pájaros.
¡Qué bonito sería! nace, escribe,
muere desamparado.
Se estudian sus poemas, se le cita,
y a otra cosa, muchachos.
Pero su nombre continúa, sigue,
como nosotros, esperando
el día en que este asunto, y otros muchos,
se den por terminado.
¡Qué bonito sería! nace, escribe,
muere desamparado.
José agustín goytisolo



Pablo Neruda

el monte y el río

-- de Pablo Neruda --

En mi patria hay un monte.
En mi patria hay un río.
Ven conmigo.
La noche al monte sube.
El hambre baja al río.
Ven conmigo.
Quiénes son los que sufren?
no sé, pero son míos.
Ven conmigo.
No sé, pero me llaman
y me dicen «sufrimos».
Ven conmigo.
Y me dicen: «tu pueblo,
tu pueblo desdichado,
entre el monte y el río,
con hambre y con dolores,
no quiere luchar solo,
te está esperando, amigo».
Oh tú, la que yo amo,
pequeña, grano rojo
de trigo,
será dura la lucha,
la vida será dura,
pero vendrás conmigo.



Antonio Machado

Noche de verano

-- de Antonio Machado --

Es una hermosa noche de verano.
Tienen las altas casas
abiertos los balcones
del viejo pueblo a la anchurosa plaza.
En el amplio rectángulo desierto,
bancos de piedra, evónimos y acacias
simétricos dibujan
sus negras sombras en la arena blanca.
En el cenit, la luna, y en la torre,
la esfera del reloj iluminada.
Yo en este viejo pueblo paseando
solo, como un fantasma.



Mario Benedetti

josé martí pregonero

-- de Mario Benedetti --

Tu nombre es como el crisol
donde se funde la hazaña
tu nombre es como la caña
que endulza con lluvia y sol
de su destino naciente
sólo tu pueblo es el dueño
cual figuraban en tus sueño
por fin es libre tu gente
josé marti pregonero
no moriste en tu pregón
tus versos viven y son
pregones de un pueblo entero
tu isla exporta el verano
y hay flambollán y justicia
la buena tierra nutricia
da frutos para el cubano
tu nombre es como el crisol
donde se funde la hazaña
tu nombre es como la caña
que endulza con lluvia y sol
tan sobrio y tan desbordante
tan bueno y tan orgulloso
tan firme y tan generoso
tan pequeño y tan gigante
tan profundamente isleño
tan claramente cubano
tan latinoamericano
en tu suelo y en tu sueño
siempre nos tienes despierto
con tu constante mirada
con tu suerte despejada
y con tu fe de ojos abiertos
tu nombre es como el crisol
donde se funde la hazaña
tu nombre es como la caña
que endulza con lluvia y sol.



Mario Benedetti

bienvenida

-- de Mario Benedetti --

Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
nimás dócil
nimás cauta
tan sólo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabes
como te pienso y te enumero
despues de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco
yo nostalgio
tú nostalgias
y como me revienta que él nostalgie
tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros
no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable
ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
conhondura
confranqueza
sé que voy aquererte sin preguntas
sé que vas aquererme sin respuestas.



Juan Pablo Forner

Madrid

-- de Juan Pablo Forner --

Esta es la villa, Coridón, famosa
que bañada del leve Manzanares
leyes impone a los soberbios mares
y en otro mundo impera poderosa.

Aquí la religión, zagal, reposa
rica en ofrendas, fértil en altares;
en las calles los hallas a millares;
no hay portal sin imagen milagrosa.

Y por que más la devoción entiendas
de este piadoso pueblo, a cada mano
ves presidir los santos en las tiendas.

Y dime, Coridón, ¿es buen cristiano
pueblo que al cielo da tantas ofrendas?
Eso yo no lo sé, cabrero hermano.



Francisco de Quevedo

parnaso español 32

-- de Francisco de Quevedo --

Tú, ya, ¡oh ministro!, afirma tu cuidado
en no injuriar al mísero y al fuerte;
cuando le quites oro y plata, advierte
que le dejas el hierro acicalado.
Dejas espada y lanza al desdichado,
y poder y razón para vencerte;
no sabe pueblo ayuno temer muerte;
armas quedan al pueblo despojado.
Quien ve su perdición cierta, aborrece,
más que su perdición, la causa de ella;
y ésta, no aquélla, es más quien le enfurece.
Arma su desnudez y su querella
con desesperación, cuando le ofrece
venganza del rigor quien le atropella.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 95

-- de Francisco de Quevedo --

Vinagre y hiel para sus labios pide,
y perdón para el pueblo que le hiere:
que como sólo por que viva, muere,
con su inmensa piedad sus culpas mide.
Señor que al que le deja no despide,
que al siervo vil que le aborrece quiere,
que porque su traidor no desespere,
a llamarle su amigo se comide,
ya no deja ignorancia al pueblo hebreo
de que es hijo de dios, si, agonizando,
hace de amor, por su dureza, empleo.
Quien por sus enemigos, expirando,
pide perdón, mejor en tal deseo
mostró ser dios, que el sol y el mar bramando.



Ramón López Velarde

Domingos de provincia

-- de Ramón López Velarde --

En los claros domingos de mi pueblo es costumbre
Que en la plaza descubran las gentiles cabezas
Las mozas, y sus ojos reflejan dulcemente
Y la banda del kiosco toca lánguidas piezas.

Y al caer sobre el pueblo la noche ensoñadora,
Los amantes se miran con la mejor mirada
Y la orquesta en sus flautas y violín atesora
Mil sonidos románticos en la noche enfiestada.

Los días de guardar en los pueblos provincianos
Regalan al viandante gratos amaneceres
En que frescos rostros, el Lavalle en las manos,

Camino de la iglesia van las mozas aprisa;
Que en los días festivos, entre aquellas mujeres
No hay una cara hermosa que se quede sin misa.



Ramón López Velarde

Una viajera

-- de Ramón López Velarde --

En mi ostracismo acerbo me alegré esta mañana
con el encuentro súbito de una hermosa paisana
que tiene un largo nombre de remota novela:
la hija del enjuto médico del lugar.
Antaño íbamos juntos de la casa a la escuela;
las tardes de los sábados, en infantil asueto,
por las calles del pueblo solíamos vagar,
y jugando aprendimos los dos el alfabeto.

Me saludó, y en medio de graciosos cumplidos,
su armonioso lenguaje me hizo reconocer
en ella a la cuentista de las horas de ayer
en la Plaza de Armas de musicales nidos.

¡Pobre amiga de entonces, pobre flor provinciana
que en metrópolis andas en ruidoso paseo;
pobre flor casadera, rosa que eres hermana
de las que se desmayan en humilde cacharro
esperando que vuelvas del viaje de recreo!

Para que no se manche tu ropa con el barro
de ciudades impuras, a tu pueblo regresa;
y sólo pido, en nombre de mi tristeza extática
que oyó tu voz ingenua, que en la nocturna plática
hagas de mí un recuerdo jovial de sobremesa.



Abraham Valdelomar

Corazón, ponte en pie...

-- de Abraham Valdelomar --

¡Corazón, ponte en pie! Cierra tu herida.
Seca tu llanto, alegra tu mansión,
olvida tu dolor, tu pena olvida,
cubre de flores, tu sutil guarida
y hoy que la Primavera te convida,
¡Corazón, ponte en pie, cierra tu herida
toma el tricornio y canta, Corazón!

No invoques a la musa, hoy que te implora
tu propio dueño una sutil canción,
para cantar un cielo que se adora,
para decirle a un pueblo que se llora,
cuando llega esta hora
de la separación,
para triste decir
¡tú eres la única musa, Corazón!



Alberti

CANCIÓN 8

-- de Alberti --

Hoy las nubes me trajeron,
volando, el mapa de España.
¡Qué pequeño sobre el río,
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!

Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo, por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.

Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua.



Alejandro Arango y Escandón

Rosaura (Escando)

-- de Alejandro Arango y Escandón --

Risueña, ufana, sobre el césped blanco,
de abril en tarde plácida y serena
está Rosaura en la floresta amena,
al son de alegre tamboril bailando.

Rosas, jazmines, a su paso echando,
aplaude el pueblo y la comarca atruena,
y va la vida de donaire llena,
rosas, jazmines, a su paso hollando.

Pero ¿y mañana? al despuntar la aurora
y no bien aparezca su lucero,
tendrá ya dueño que en el alma adora.

Y si dice su señor: «No quiero»,
por más que gima la gentil pastora,
será este su bailar postrero.



A Nuestra Señora de la Aurora

-- de Alfonso Verdugo Castilla --

Ya del eterno Sol, divina Aurora,
a tu Albor matutino, un nuevo día,
renace el pueblo y de la noche fría
huye el horror y el cielo se colora.

Ya te saluda en tu primera hora
tanta ave dulce, dulce Ave María,
compitiendo en tu agrado la armonía
del que himnos canta y del que culpas llora.

Salude alba tan pura húmedo cielo
con fecundo rocío y tu semblante
vivifique uno y otro campo adusto.

Vuelve, Señora, a ser nuestro consuelo;
danos nube de lluvias abundante,
como antes diste de tu seno al «Justo».



Amós de Escalante

Al Cristo de mi cabecera

-- de Amós de Escalante --

Tú velas en la Cruz, donde clavado
te deja y vergonzoso y dolorido,
más que el odio de un pueblo fementido,
la pesadumbre inmensa del pecado.

Tú velas en la Cruz, y descuidado
duerme a tus pies mi espíritu rendido
en brazos del silencio y del olvido,
de un sueño en otro sueño transportado.

No sabe si hallará cuando despierte
los dolores y halagos de la vida
o el juicio y resistencia de la muerte.

Si tú, Señor, le compadeces, cuida
de hacerle amar tu hora, la de verte,
si esperada quizás, siempre temida.



Lope de Vega

Al triunfo de Judit

-- de Lope de Vega --

Cuelga sangriento de la cama al suelo
el hombro diestro del feroz tirano,
que opuesto al muro de Betulia en vano,
despidió contra sí rayos al cielo.

Revuelto con el ansia el rojo velo
del pabellón a la siniestra mano,
descubre el espectáculo inhumano
del tronco horrible, convertido en hielo.

Vertido Baco, el fuerte arnés afea
los vasos y la mesa derribada,
duermen las guardas, que tan mal emplea;

y sobre la muralla coronada
del pueblo de Israel, la casta hebrea
con la cabeza resplandece armada.



¡Con qué ligeros pasos vas corriendo!

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

¡Con qué ligeros pasos vas corriendo!
¡Oh cómo te me ausentas, tiempo vano!
¡Ay, de mi bien, y de mi ser tirano,
cómo tu altivo brazo voy siguiendo!

Detenerte pensé, pasaste huyendo;
seguíte, y ausentástete liviano;
gastéte a ti en buscarte, ¡oh inhumano!:
mientras más te busqué, te fui perdiendo.

Ya conozco tu furia, ya, humillado,
de tu guadaña pueblo los despojos;
¡oh amargo desengaño no admitido!

Ciego viví, y al fin, desengañado,
hecho Argos de mi mal con tristes ojos
huir te veo, y veo te he perdido.



Luis Cañizal de la Fuente

en el trasmundo tiembla una bombilla

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

I
¡valtellina aprendida de memoria
hace diez años, sobre los papeles,
en figura cambiante de lo que nunca fuiste!:
ni pergamino casi transparente,
ni ternilla de un blanco repulsivo
ni trémula cuajada para fauces.
Ii
valtellina bufanda sin sombrero,
malhumor ascendente desde el amanecer,
humor agrio de sol entre las barbas,
minuto centelleante carretera abajo.
Iii
y cuando nada importas a tirios ni a troyanos,
y trescientos deshielos han comido
la melena de piedra del león de tu historia,
y cuando ya tus hombres
no queman, ya no bregan
ni obedecen a dios ni se sublevan
a lo sumo, sestean
ante un vaso de blanco
y dicen en dialecto que regalan un gato
al español que pasa y curiosea,
entonces encontrar el pecho de san pablo
en tu valle zurrado de peleas,
ya sólo cicatrices recubiertas de hierba.
Iv
descubrirlo esta tarde, cuando nadie hace caso;
descubrirlo pulido
por la lluvia, entre el barro resbalado.
Y entonces abrazarse
contra el pecho de tabla de san pablo
en figura de pueblo y desconcierto de animales mojados
entre establos cerrados
y bombilla penosa y apenada



Luis Cañizal de la Fuente

definición

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

Definición
también hay un silencio enamorado.
Existe entre las cosas. Existe entre nosotros.
En un patio con luz hipnotizada
(las dos del día) yendo hacia septiembre.
En el suspiro misericordioso
del pecho de un enfermo.
En lo que hablan en voz baja los amantes:
cuando callan
y no se oye ni pasar el viento,
silencio enamorado.
Silencio enamorado
el que dejan las horas del reloj
cuando verbera el toque entre suspiros.
Silencio enamorado el que azotan
las alas de un ave pinariega
si entre agüero y agüero de su canto agreste
penetran las aristas resinosas
de callar un perfume.
De callar... Y volver el aroma
como un dicho suertudo.
(Desde el río al pueblo, a pie. 29 De agosto 2001. Las doce



Luis Cañizal de la Fuente

populus nigra

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

No la chopera, que apenas
sabe esbozar un fácil canto verde:
pero el que canta como un pueblo entero
es el pinar,
la gloria silenciosa
del aire entre las ramas.
La alta gloria callada
del viento entre los pinos.
Su clamoreo largo y sostenido
se funde con la carcajada
de un tren que pasa, al margen, fragoroso,
por la vía apartada. ¡Corre, que lo pierdes!
(no corras. Más bien báñate
dentro de este oleaje
sonoro. Ensordece en su seno.)



Luis Muñoz Rivera

himno

-- de Luis Muñoz Rivera --

Aceptareis, patriotas, inerte vuestra mano
la esclavitud abyecta, la servidumbre vil?
¿no veis cómo el tirano
azota a nuestro pueblo juzgándole servil?

la patria estaba muda; la patria estaba muerta;
el déspota la hería con bárbara crueldad:
la patria se despierta
y a nuestros brazos fía su sacra dignidad.

¿Vivir bajo la punta del látigo extranjero?
¿llorar en el oprobio y en la abyección gemir?
no, no: vibre el acero;
volemos, ciudadanos, volemos a morir.

¡Al arma, hijos del plata! cabezas de verdugos
exige nuestra tierra: herid sin compasión.
Así se rompen yugos
y donde fue la tribu se forja la nación.



Luis Muñoz Rivera

minha terra

-- de Luis Muñoz Rivera --

Borinquen, pobre cautiva
del mar que sus costas bate;
garza dormida entre brumas
como en lecho de azahares,
no vio nunca en sus collados
el humo de los combates,
ni el somatén en sus villas,
ni el tumulto en sus ciudades.

Borinquen, la pobre tierra
de las angustias tenaces,
de las danzas gemidores,
y de los tristes cantares,
no vengó, loca de furia
como una virgen salvaje
las equimosis del látigo,
las cicatrices del sable.

Borinquen tiene en su escudo
un peñasco entre dos mares
y un cordero solitario
con un pálido estandarte.

Símbolo fiel de su historia
que, a través de las edades,
no escribió jamás en rojas
tintas el nombre de un mártir.

Borinquen, la cenicienta,
no puede romper su cárcel,
porque faltan, ¡vive cristo!,
mucho nervio en su carácter,
mucho plomo en sus colinas
y mucho acero en sus valles,
porque en sus campos no hay pueblo;
porque en sus venas no hay sangre.



Luis Muñoz Rivera

cuba rebelde

-- de Luis Muñoz Rivera --

Cuba, el país de las cañas,
de las selvas seculares,
de las profundas marismas
y de las vegas feraces,
supo arrojar en sus campos
ardientes lluvias de sangre,
para afirmar sus derechos
y salvar sus libertades.

Cuba, la sílfide indiana
envuelta en níveos celajes,
triste como el sol que muere,
bella como el sol que nace,
se yergue fiera y altiva
al sentir en el semblante,
más que la traza del golpe,
la ignominia del ultraje.

Cuba, la tierra bendita
de los poetas brillantes,
de las mujeres heroicas
y de los dulces cantares,

graba con buril de fuego
en páginas de diamante
las fechas de sus victorias
y los nombres de sus mártires.

Cuba, la esclava orgullosa,
alzándose formidable
con empuje soberano,
romperá un día su cárcel;
porque hay plomo en sus montañas;
porque hay acero en sus valles,
porque en sus campos hay pueblo,
porque en sus venas hay sangre.



Luis Muñoz Rivera

a cualquier compatriota

-- de Luis Muñoz Rivera --

Van llegando, por más que no lo creas,
los tiempos en que emigran las ideas.

Qué es, en el fondo, el negro despotismo
un fantasma con miedo de sí mismo.

Muchas veces se mira una bandera
protegiendo el cubil de una pantera.

Para ser digno y libre ¿a quién esperas?
lo serás, si es que quieres, cuando quieras.

Pueblo viril que de su honra cuida,
perdona acaso, pero nunca olvida.

¿Naciste en la colonia? muy bien hecho,
serás el jeremías del derecho.

¿Justicia? ¡qué palabra tan hermosa!
pero es una palabra y no otra cosa.

¿Derecho? en esta tierra infortunada,
es aire, es humo, es ilusión, es nada.



Luis Muñoz Rivera

las campanas

-- de Luis Muñoz Rivera --

Ya sé lo que dicen
las roncas campanas
cuando en recio y confuso desorden,
agitan con fuerza sus lenguas metálicas.

Anuncian dolientes
la hora del alba,
porque el astro que sube a los cielos
es astro que alumbra vergüenzas y lagrimas.

Al pueblo congregan
y escuchan con rabia
por las naves del templo sombrío
subir a la altura la humilde plegaria,

en tanto que a gritos
exige la patria
ancho muro de pechos viriles,
de pólvora en estruendos y choque de espadas.

Ya sé lo que dicen
las roncas campanas
cuando vibran en brusco desorden:
ya sé lo que dicen: ¡venganza! ¡venganza!



Luis Muñoz Rivera

turba multa

-- de Luis Muñoz Rivera --

Bajo los anchos pliegues de una bandera
invicta en arapiles y en ceriñola
una turba se ampara tosca y logrera,
hija degenerada de la altanera
raza española.

Gente que audaz persigue lucro mezquino
que en altos ideales su afán escuda;
que siembra odios eternos en su camino
que de climas remotos hambrienta vino
pobre y desnuda,

y hoy que sus ricas tiendas aquí levanta
del colono pretende mofarse impía;
contemplar en el tajo nuestra garganta
y hacer que en nuestra tierra fije su planta
la tiranía.

Esos no representan al pueblo hispano
noble, viril, altivo, franco y sincero,
convertido, a esta margen del océano,
en montón de burócratas, rudo, inhumano
torpe y artero.

Montón a que los parias rinden tributo;
que en éxitos menguados te pavoneas;
que de tu negra infamia logras el fruto
en días tempestuosos de sangre y luto!
¡maldito seas!



Luis Palés Matos

neurosis

-- de Luis Palés Matos --

Yo no sé si soy sonámbulo o neurótico;
siento algos en el alma, y no son míos...
El ambiente me sofoca, como a exótico
en un pueblo enteramente de judíos.

Vivo en ml y no comprendo; hormigueos
van abriendo filtraciones de erotismo
en mi pecho, y un enjambre de deseos
mancha ci cisne de mi estricto misticismo.

Poco a poco de mi juicio van comiendo
y un volcán de efervescencia promoviendo
al tocar de mis recuerdos el tropel;

que se agitan como cuervos plutonianos,
como duendes, como brujas, como enanos
del imperio revoltoso de luzbel.



Líber Falco

Drama

-- de Líber Falco --

En aquel pueblo ya lejano,
circuído de cielo,
miraba hacia las tardes
caer tranquilo el día.
Y era un ángel posible,
hacia el atardecer.

Pasaron días. Tiempo y tiempo.
Con minerales brazos buscó ceñir la noche
y perderse entre los vientos.

Ahora, ¿quién gime por los pasillos
desde un décimo piso?

Oh ángel no nacido
y cielo y sueño ya lejanos.
Sobre el filo del vértigo está;
golpeadlo hacia atrás,
porque no puedo no, ahora,
sentir sonar sus dientes contra el suelo.



Líber Falco

Una noche en Malvín

-- de Líber Falco --

Brotando lenta, apacible y lenta,
nacida de las cosas, como un milagro sin prisa
la noche se estaba ahí, puesta.

Era un milagro la noche, y era blanca.
Las cosas todas eran blancas
y blancas eras las casas de los hombres.

Cerca, el mar estaba ausente.
Y por las calles de Malvín
los amigos cantaban:
–"El ejército del pueblo
una tarde cruzó el río".

Era blanca la noche,
era muy blanca.

Hacia abajo, por las calles, yelo,
niebla blanca. Pequeños, inmensos,
desvaídos como en un sueño,
los que cantaban, cantan.

Oh! canto libre. Vienes secreto
mientras la noche esplende
fija, total, definitiva
como una enorme rosa blanca.



Manuel del Cabral

aire

-- de Manuel del Cabral --

En una esquina está el aire
de rodillas...
Dos sables analfabetos
lo vigilan.

Pero yo sé que es el pueblo
mi voz desarrodillada.
Pone a hablar muertos sin cruces
mi guitarra.

Pedro se llaman los huesos
de aquél que cruz no le hicieron.
Pero ya toda la tierra
se llama pedro.

Aquí está el aire en su sitio
y está entero...

Aquí...
Madera de carne alta,
tierra suelta:

mi guitarra.



Manuel del Cabral

¿a quién viene a ver usted

-- de Manuel del Cabral --

Hoy está el pueblo en mi cuerpo.
¿A quién viene a ver usted?
usted no ve que esta herida
es corno un ojo de juez...

Usted que se trae los grillos,
¿a quién viene a ver usted,
que anda más con el instinto
que con los pies?

usted que trae el olfato,
pero con luz viene a oler;
meta la conciencia aquí...
Y no la deje en la piel.

Usted que se trae la bala,
viene a saber por qué fue...
Si hay un rico en este lío,
¿a qué viene? ¿para qué?

aquí só1o hay una boca,
hay una voz, una sed.
Un trozo de grito sangra.
¡Lo cortaron como res!

usted que se trae las llaves,
¿a quién viene a ver usted?
vea estas manos callosas,
ropa rota y sin zapatos
unos pies.

Usted que se trae las manos
pesadas como pared...
¿No ve el hambre?
¿no la ve?

tápenle el grito a este hombre;
y aunque es más la voz que el pie,
pónganle grillos, que sólo
el pobre cabe en la ley...

¿No ve que la sangre huye
y no se sabe por qué ...?
Pero yo sé que hay aquí
quien se la quiere beber ...

¿A quién viene a ver usted?



Manuel del Palacio

Al leer la sentencia de muerte

-- de Manuel del Palacio --

¿Y qué? Por mucho que la inicua saña
De la estúpida grey que nos desdora
Se atreva á discurrir, ¿podrá en mal hora
El crimen cometer, baldón de España?

Antes el mar que nuestras costas baña
Su sangre teñirá vil y traidora,
Antes el hierro que en su centro mora
Vomitará en puñales la montaña.

Víctimas pide el irritado cielo.
Mas no son las que el bando parricida
Prepara de su furia en el desvelo;

Cuando un pueblo se apresta á nueva vida
¿Sabéis qué sangre le reclama el suelo?...
¡Del déspota la sangre corrompida!



Manuel del Palacio

Al pueblo

-- de Manuel del Palacio --

Austríacos una vez, otra Borbones,
Amenguaron tu fama y tu riqueza,
Quedando sólo ya de tu grandeza
Rotos escombros, viejas tradiciones.

Hoy que ves el dosel hecho girones
y que una nueva edad para tí empieza,
No pongas dique al bien con tu pereza
Ni al mal presten ayuda tus pasiones.

Calma, prudencia, abnegación, mesura,
La senda te han de abrir por donde al cabo
Llegarás al Edén de la ventura:

Por noble y liberal hasta hoy te alabo;
No des mañana ciento en la herradura,
Ya que distes ayer una en el clavo.



Manuel del Palacio

Alla Egregia Artista

-- de Manuel del Palacio --

¡Sí, te conozco! De la patria vienes
Donde el arte inmortal hizo su asiento,
Y ternura, y pasión, y sentimiento
En el alma y la voz y el rostro tienes.

Ora finjas halagos ó desdenes,
Ora expreses placer, ora tormento,
¿Qué corazón no inundas de contento?
¿Qué ojos hay que de lágrimas no llenes?

¡De nuestro amor has hecho la conquista;
Por eso, si laureles ambicionas
Y pueblo que á tu yugo no resista,

No olvides que en la tierra que abandonas,
Siempre habrá para tí, sublime artista,
Llanto, aplausos, recuerdos y coronas!



Manuel del Palacio

En el aniversario de la revolución de Setiembre

-- de Manuel del Palacio --

Un año cumple que la inmunda tropa
De moderados, frailes y Borbones,
Del poder arrojada á pescozones
Pasó á la emigración con viento en popa.

Dejando de ser fábula de Europa
Reconquistó la España sus blasones,
Y entre vivas, y aplauso, y ovaciones
Bobimos del placer la dulce copa.

Hoy, pueblo, te amenazan nuevos daños
Los que cual rey te adulan á porfía,
Te envuelven en la red de sus engaños.

¡Tú, de tí mismo rey! No todavía;
¡Has llevado la albarda muchos años,
Para vestir la púrpura en un dia!



Manuel del Palacio

En la entrada en Madrid

-- de Manuel del Palacio --

Ese pueblo que llora entusiasmado
Y que alegre al pasar os victorea,
Tan firme y decidido en la pelea
Como noble en el triunfo y reposado:

Hoy al mirar su intento realizado,
Con sólo una esperanza se recrea:
La de que vuestra unión eterna sea
Y acabe de los vicios el reinado.

¡Viva la libertad! En cuanto abarca
La tierra á la que disteis nuevo abono,
Del bien y la virtud poned la marca:

Nada de fanatismo ni de encono;
¿De qué sirve arrojar un mal monarca
Si quedan los errores en el trono?



Manuel del Palacio

La bandera española

-- de Manuel del Palacio --

De rojo y amarillo está partida;
Dice el rojo del pueblo la fiereza;
El amarillo copia la riqueza
Con que su fértil suelo nos convida.

Plegada alguna vez, jamás rendida,
Ningún borrón consiente su pureza:
Y aun al mirarla doblan la cabeza
Los que á su sombra fiel hallan cabida.

Si hoy, como en otra edad, al mundo entero
Leyes no dicta desde polo á polo,
Ni el sol la manda su fulgor primero,

Cuando con vil traición ó torpe dolo
Pisarla intente audaz el extranjero,
¡Teñida la vereis de un color solo!



Manuel del Palacio

Revista de la prensa

-- de Manuel del Palacio --

Sigue El Pueblo los reyes combatiendo,
La Regeneración barbarizando,
La Época gimiendo y suspirando,
Gil Blas á los presbíteros mordiendo.

De sueños La Política viviendo.
De todo La Esperanza renegando,
La Iberia, como siempre, preguntando,
Y La Correspondencia respondiendo.

Hace El Universal su propaganda,
Defiende El Pensamiento su prebenda,
El Cascabel se burla del que manda,

Pide El Certámen parte en la merienda;
Y entre los de esta y los de aquella banda,
No hay en España nadie que se entienda.



Manuel del Palacio

Semblanzas: VI

-- de Manuel del Palacio --

Le vió nacer un pobre lugarejo
Que Aragon en sus límites encaja,
É indigna hallando de él la gente baja
Por el mundo voló como un vencejo.

Vióse una vez por suerte, en un espejo,
Y al arte se lanzó con gran ventaja,
Aumentando muy pronto la baraja
De los que nunca admiten un consejo.

Mediano como actor, pero buen hijo,
Inspiró con su faz algun antojo
Y en su pueblo compró más de un cortijo.

Hoy le mira la corte de reojo;
Y donde otros ayer comieron mijo,
Dicen que se alimenta de gorgojo.



Ignacio María de Acosta

Al plan de Matanzas

-- de Ignacio María de Acosta --

¿Quién eres tú, gigante, en cuya frente
se detienen las nieblas apiñadas,
en tanto que a tus plantas, humilladas
rugen las tempestades sordamente?...

Tu fantástica forma sorprendente,
tus crestas a los cielos levantadas,
tus abismos, tus rocas despeñadas,
¿qué misterios encubren a la mente?...

¿Y pretendo tu origen misterioso
penetrar, al través del tiempo inmenso
que miraste pasar?... De luz un rayo

ilumina mi espíritu; y lloroso,
que eres la tumba perdurable pienso
del pueblo antiguo que habitó en Yucayo.



Ignacio María de Acosta

Un sueño (Acosta)

-- de Ignacio María de Acosta --

Soñaba yo que por la senda hermosa
de la virtud la humanidad corría,
y el sol de la verdad resplandecía
llenando el orbe de su luz radiosa.

La torpe envidia, la calumnia odiosa
abaten su poder y bastardía;
y a la voz del progreso se veía
la sociedad aparecer dichosa.

Un pueblo sólo es el linaje humano,
triunfa la ilustración, y por su empeño
su templo cierra para siempre Jano...

A tan mágico cuadro y halagüeño,
al arpa de oro le tendí la mano
por cantar tanto bien... ¡Mas era un sueño!...



Joaquín Nicolás Aramburu

Plácido

-- de Joaquín Nicolás Aramburu --

Tranquila el alma, la mirada quieta,
inocente, sin miedo y resignado,
llega al suplicio, a muerte condenado,
el gran mestizo, Plácido el poeta.

Rota la lira que cantó discreta
las glorias de su pueblo infortunado,
yace bajo las plantas de un soldado
que ni talento ni virtud respeta.

Ya cae el buen cubano sin mancilla;
Dios no ha escuchado su dolor profundo
por más que le invocara en la capilla.

Pero del genio que brillo fecundo
aún repite la voz en nuestra Antilla:
¡Ay, que me llevo en la cabeza un mundo!



Jorge Luis Borges

coronel suárez

-- de Jorge Luis Borges --

Alta en el alba se alza la severa
faz de metal y melancolía.
Un perro se desliza por la acera.
Ya no es de noche y no es aún de día.
Suárez mira su pueblo y la llanura
ulterior, las estancias, los potreros,
los rumbos que fatigan los reseros,
el paciente planeta que perdura.
Detrás del simulacro te adivino,
oh joven capitán que fuiste el dueño
de esa batalla que torció el destino:
junín, resplandeciente como un sueño.
En un confín del vasto sur persiste
esa alta cosa, vagamente triste.



Jorge Luis Borges

una mañana de 1649

-- de Jorge Luis Borges --

Carlos avanza entre su pueblo. Mira
a la izquierda y a la derecha. Ha rechazado
los brazos de la escolta. Liberado
de la necesidad de la mentira,
sabe que hoy va a la muerte, no al olvido,
y que es un rey. La ejecución lo espera;
la mañana es atroz y verdadera.
No hay temor en su carne. Siempre ha sido,
a fuer de buen tahúr, indiferente.
Ha apurado la vida hasta las heces;
ahora está solo entre la armada gente.
No lo infama el patíbulo. Los jueces
no son el juez. Saluda levemente
y sonríe. Lo ha hecho tantas veces.



Jorge Luis Borges

hilario ascasubi (1807 1875)

-- de Jorge Luis Borges --

(1807-1875)
alguna vez hubo una dicha. El hombre
aceptaba el amor y la batalla
con igual regocijo. La canalla
sentimental no había usurpado el nombre
del pueblo. En esa aurora, hoy ultrajada,
vivió ascasubi y se batió, cantando
entre los gauchos de la patria cuando
los llamó una divisa a la patriada.
Fue muchos hombres. Fue el cantor y el coro;
por el río del tiempo fue proteo.
Fue soldado en la azul montevideo
y en california, buscador de oro.
Fue suya la alegría de una espada
en la mañana. Hoy somos noche y nada.



A un cortesano

-- de Dionisio de Solís --

Dicen que eres mudable, don Pepito,
que fuiste de Manolo cortesano,
soneteruelo del francés tirano
y de sus odres perennal mosquito;

que mudando de altar, de culto y rito
fuiste, tras esto, muratista insano
y, para postres, del Nerón hispano
semanalmente adorador contrito.

Pero no dicen bien; el pueblo miente,
ni menos hay razón por que afrentando
te esté, y traidor y apóstata te llame.

Antes en eso mismo que insolente
te echa Madrid en cara, estás mostrando
cuán firme has sido siempre en ser infame.



Duque de Ribas

Un buen consejo

-- de Duque de Ribas --

Con voz aguardentosa parla y grita
contra todo Gobierno, sea el que fuere.
Llama a todo acreedor que te pidiere,
servil, carlino, feota, jesuíta.

De un diputado furibundo imita
la frase y ademán. Y si se urdiere
algún motín, al punto en él te injiere,
y a incendiar y matar la turba incita.

Lleva bigote luengo, sucio y cano;
un sablecillo, una levita rota,
bien de realista, bien de miliciano.

De nada razonable entiendas jota,
vivas da ronco al pueblo soberano
y serás eminente patriota.



Emilio Bobadilla

El combate de Ostende

-- de Emilio Bobadilla --

Tras de las dunas truenan los cañones teutones;
desde la mar la flota británica contesta;
vuelan hechos pedazos los pesados cañones
y el pueblo a defenderse hasta morir se apresta.

Llueven bombas del cielo, que lo destruyen todo;
la bulla de las armas y de los gritos rueda
sobre charcos de sangre, entre muertos y lodo,
en un aire mefíticio de asfixiante humareda.

La ciudad arde en llamas, los obuses retumban
y los diques se rompen y se anega la gente;
con horrísono estruendo las casas se derrumban,

las aguas por las calles hierven desaforadas
y corren por los campos, en éxodo doliente,
en busca de refugio, las turbas espantadas...



Emilio Bobadilla

El zar Nicolás II

-- de Emilio Bobadilla --

Zar de todas las Rusias, autócrata que el oro
de su pueblo derrocha sin medida ni fechas;
que destierra a Siberia, burlándose del foro,
a nobles y plebeyos, por fútiles sospechas;

que a intrigas y amenazas de palaciegos cede;
zar de todas las Rusias, más que Dios en la tierra;
que todo lo pequeño y lo grande lo puede
¡y a un gesto del nihilismo aterrador se aterra!

Honores y riquezas, depravaciones viles,
—compensaciones áulicas de infames componendas-
se postran a sus plantas cual míseros reptiles;

fingidos regicidios alimentan su espanto,
¡que este dueño absoluto de vidas y de haciendas
tiembla como una liebre bajo su regio manto!



Emilio Bobadilla

¡Es la guerra!

-- de Emilio Bobadilla --

Un cielo heterodermo, álgido el aire;
los campos dormilentos y vacíos;
una luna tamaña de un albaire,
sin labriegos los tristes caseríos.

La noche, como un tigre, paso a paso
se acerca; ya la luna se perfila
y la arboleda, a su fulgor escaso,
la ruta melancólica vigila.

¡Ni un canto, ni una risa, ni un ladrido...!
De la aldea, del pueblo y las montañas,
los hombres y las bestias han huído...

Reina una paz de cementerio agreste.
¡Es la guerra, la guerra sin entrañas,
hermana del incendio y de la peste!



Emilio Bobadilla

Flandes

-- de Emilio Bobadilla --

Llanuras jugosas, verdes, maternales;
cortadas en línea recta por canales;
tranquilas aldeas, tapias conventuales;
ruidosas kermeses, que eran bacanales:

besos, tamboriles, risas y cerveza...
Procesiones rústicas en que el pueblo reza;
fúlgidos hogares de insólita limpieza,
primitivos cuadros de sin par belleza...

Y ahora son eriales tus campos fecundos,
sembrados de muertos y de moribundos,
o de hambrientos seres, locos o errabundos...

Ahora todo es lágrimas, ruinas numantinas,
en que ya no vienen ni las golondrinas,
que anidar no quieren entre tantas ruinas.



Emilio Bobadilla

La fundición de la campana

-- de Emilio Bobadilla --

A la hendida campana que llama a los bautizos,
que llora en los entierros y en las bodas repica
con su voz cascajosa de viejos romadizos,
en aras de la patria la guerra sacrifica.

Del campanario donde las cigüeñas anidan,
pasa al horno y se funde sin lágrimas ni quejas
y las viejas del pueblo sollozando no olvidan
que ese bronce está hecho con sus almas añejas!

Su metálico acento dará al viento encendido
en lugar de plegarias, roncas detonaciones,
odio en vez de concordia, rencor en vez de olvido.

¡Paradojas absurdas de las lides humanas:
en la paz en campanas se truecan los cañones
y en la guerra se vuelven cañones las campanas!



José Agustín Goytisolo

el oficio del poeta

-- de José Agustín Goytisolo --

Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.
Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.
La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.



Pablo Neruda

soneto lvii cien sonetos de amor (1959) tarde

-- de Pablo Neruda --

Soneto lvii
mienten los que dijeron que yo perdí la luna,
los que profetizaron mi porvenir de arena,
aseveraron tantas cosas con lenguas frías:
quisieron prohibir la flor del universo.
«Ya no cantará más el ámbar insurgente
de la sirena, no tiene sino pueblo
Y masticaban sus incesantes papeles
patrocinando para mi guitarra el olvido.
Yo les lancé a los ojos las lanzas deslumbrantes
de nuestro amor clavando tu corazón y el mío,
yo reclamé el jazmín que dejaban tus huellas,
yo me perdí de noche sin luz bajo tus párpados
y cuando me envolvió la claridad
nací de nuevo, dueño de mi propia tiniebla.



Pablo Neruda

poema 2 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)

-- de Pablo Neruda --

Poema 2
en su llama mortal la luz te envuelve.
Absorta, pálida doliente, así situada
contra las viejas hélices del crepúsculo
que en torno a ti da vueltas.
Muda, mi amiga,
sola en lo solitario de esta hora de muertes
y llena de las vidas del fuego,
pura heredera del día destruido.
Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro.
De la noche las grandes raíces
crecen de súbito desde tu alma,
y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas,
de modo que un pueblo pálido y azul
de ti recién nacido se alimenta.
Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava
del círculo que en negro y dorado sucede:
erguida, trata y logra una creación tan viva
que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.



Pablo Neruda

oda a la tristeza

-- de Pablo Neruda --

Tristeza, escarabajo
de siete patas rotas,
huevo de telaraña,
rata descalabrada,
esqueleto de perra:
aquí no entras.
No pasas.
Ándate.
Vuelve
al sur con tu paraguas,
vuelve
al norte con tus dientes de culebra.
Aquí vive un poeta.
La tristeza no puede
entrar por estas puertas.
Por las ventanas
entra el aire del mundo,
las rojas rosas nuevas,
las banderas bordadas
del pueblo y sus victorias.
No puedes,
aquí no entras.
Sacude
tus alas de murciélago,
yo pisaré las plumas
que caen de tu manto,
yo barreré los trozos
de tu cadáver hacia
las cuatro puntas del viento,
yo te torceré el cuello,
te coseré los ojos,
cortaré tu mortaja
y enterraré tus huesos roedores
bajo la primavera de un manzano.



Pedro Julio Mir

ni un paso atrás

-- de Pedro Julio Mir --

Árbol de luna que obedece al clima
un sistema de nocturnidad,
no permitas que el murciélago te oprima.
Ni un paso atrás.

No permitas que el largo regimiento
de los años de crimen pertinaz,
te toque el hombro con el pensamiento.
Ni un paso atrás.

Que la alta flor que de tus ramas brota
en este chapuzón de libertad,
no pierda en miel ni la más breve gota.
Ni un paso atrás.

Ni un paso atrás, soldados y civiles
hermanados de pronto en la verdad.
La vida es una sobre los fusiles,
que no hay trincheras para los reptiles,
de malos nuestros a extranjeros viles.
Ni un paso atrás.

La libertad como un antiguo espejo
roto en la luz, se multiplica más,
y cada vez que un trozo da un reflejo
el tiempo nuevo le repite al viejo:
ni un paso atrás.

Ni un paso atrás, ni un paso atrás,
ni un paso de retorno al ayer, ni la mitad
de un paso en el sentido del ocaso,
ni un paso atrás.

Que en la lucha del pueblo se confirme,
-sangre y sudor- la nacionalidad.
Y pecho al plomo y la conciencia en firme.
Y en cada corazón... Ni un paso atrás.



Rafael María Baralt

A S. M. la reina doña Isabel II

-- de Rafael María Baralt --

Vierte tu sangre con furor insano
horrendo crimen, y al trocar la tierra
fecundiza tu sangre cuanto encierra
de sublime y heroico el pueblo hispano.

Te protege el Señor; por él, en vano
tu cuna de oro contrastó la guerra;
y del puñal, que a tu valor no aterra,
más grande y bella te guardó tu mano.

Así tras noche tenebrosa y fría
al sol más puro que el rosado Oriente
con acrecido amor saluda el hombre;

Y la belleza al contemplar del día,
del sumo Dios con pasmo reverente
saluda humilde el infernal renombre.



Rafael María Baralt

Al nacimiento de la Princesa de Asturias

-- de Rafael María Baralt --

¡La Reina es madre! Venturoso día
luce por fin en el Oriente hispano:
présago de salud, con hondo arcano
a Trono y Pueblo el Hacedor le envía.

Cesa la guerra; la Discordia impía
huye al profano; y del bifronte Jano
cerrado el templo, con augusta mano
la regia prole a la virtud nos guía.

Y la patria revive; árbitro y dueño
es de la tierra; y su blasón divino
brilla otra vez con inmortal hazaña.

Ángel querido, así al mirarte, el ceño
la suerte depondrá, y alto destino
de honor y gloria labrarás a España.



José Tomás de Cuellar

La muerte del redentor

-- de José Tomás de Cuellar --

AQUÉL que con su aliento poderoso
Puede apagar del sol la viva llama,
El que en la eterea bóveda derrama
Astros sin fin de brillo esplendoroso:

El que desata al huracán furioso,
El que detiene el rayo que se inflama,
AQUÉL á quien el orbe entero aclama
Sumo Hacedor y Todopoderoso;

Hoy bajo el negro velo funerario
En que el azul del cielo desparece,
En una cruz, humilde, solitario.

Por el dolor rendido desfallece,
Y el pueblo por quien muere en el Calvario
Lo hiere y lo atormenta y lo escarnece.



José Ángel Buesa

canción del viaje

-- de José Ángel Buesa --

Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío
y las iluminadas ventanillas de un tren.
Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,
ya no recuerdo cuándo, ya no recuerdo quién.
Pero sí que fue un viaje para toda la vida
y que el último gesto, fue un gesto de desdén,
porque dejó olvidado su amor sin despedida
igual que una maleta tirada en el andén.
Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.
Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,
como esos pueblos tristes, donde no para el tren.



Juan Antonio Pérez Bonalde

Tienen Razón

-- de Juan Antonio Pérez Bonalde --

Tienen razón! Se equivocó mi mano
cuando guiada por noble patriotismo,
tu infamia títuló de despotismo,
verdugo del honor venezolano!

Tienen razón! Tú no eres Diocleciano,
ni Sila, ni Nerón, ni Rosas mismo!
Tú llevas la vileza al fanatismo
Tú eres muy bajo para ser tirano!

“Oprimir á mi patria”: esa es tu gloria,
“Egoísmo y codicia: ese es tu lema
“Vergüenza y deshonor: esa es tu historia;

Por eso, aún en su infortunio recio,
ya el pueblo no te lanza su anatema
El te escupe a la cara su desprecio!



Juan Bautista Arriaza

Brindando en un banquete de bodas

-- de Juan Bautista Arriaza --

Gime la prensa cuna al pliego ajusta
vuestro nombre, Isabel, y el de Fernando;
gime, y es de placer de estar gozando
de ambos monarcas la presencia augusta.

Materia hallar quisiera más robusta
en que imprimir, la gloria eternizando
de un rey al pueblo tan benigno y blando,
de una reina tan bella, amable y justa.

Mas no, Fernando, no la huella intensa
del buril, ni pincel en sus matices
cede en su obsequio la afanosa prensa;

que es su blasón con tipos y matices
llevar tu voz a una distancia inmensa,
y a doquier que la lleve hacer felice.



Juan Bautista Arriaza

Católico monarca

-- de Juan Bautista Arriaza --

Católico monarca, que has vencido,
siendo escudo a la fe de tus mayores,
más que del fiero Marte los rigores,
las perfidias de un siglo corrompido.

Tú, que Fernando y español nacido,
colmaste nuestros votos y clamores,
doblando a sí la afrenta a los traidores
con dos títulos más de ser querido;

Hoy renueva, Señor, Madrid el gusto
de haberte visto regresar triunfante
de la opresión de un invasor injusto.

Cuánta gloria no encierra un solo instante,
pues da a tu sacra sien lauro el más justo,
y al pueblo libre palma de constante!



Juan de Arguijo

Horacio Cocles

-- de Juan de Arguijo --

Con prodigioso ejemplo de osadía
Un hombre miro en la romana puente
Resistir solo de la etrusca gente
El grueso campo que pasar porfia.

Ni la enemiga fuerza le desvia,
Ni de su vida el cierto fin presente;
Que su valor dejar no lo consiente
La difícil empresa en que insistía.

Oigo del roto puente el son fragoso
Cuando al Tibre el varon se precipita
Armado, y sale de él con nueva gloria;

Y al mismo punto escucho del gozoso
Pueblo las voces, que aclamando grita:
«¡Viva Horacio; de Horacio es la vitoria!»



Juan de Tassis y Peralta

descripción de toledo

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Loca justicia, muchos alguaciles,
cirineos de putas y ladrones
seis caballeros y seiscientos dones
argentería de linajes viles;
doncellas despuntadas por sutiles,
dueñas para hacer dueñas intenciones,
necios a pares y discretos nones,
galanes con adornos mujeriles;
maridos a corneta ejercitados,
madres que acedan hijas con el vino,
bravos de mancomún y común miedo;
jurados contra el pueblo conjurados,
amigos como el tiempo de camino,
las calles muladar: esto es toledo.



Gaspar María de Nava Álvarez

A un oficial en campaña

-- de Gaspar María de Nava Álvarez --

Entrégate al reposo ya en buen hora,
que cesaron del burro los roznidos,
y en dulce paz descansan tus oídos
de su música atroz altisonora.

Vendrá riendo la fragante Aurora,
los montes se verán del Sol heridos
y mostrarán tus miembros aún dormidos
que el placer tras la pena se mejora.

Juzguen otros feliz al que, cercado
de pompa, eleva su orgullosa frente
sobre un pueblo a sus plantas humillado,

o al que apura de Amor la copa ardiente,
que yo te juzgo a ti, pues has logrado
librarte de un borrico impertinente.



Gutierre de Cetina

a la marquesa del vasto

-- de Gutierre de Cetina --

Cual en la deseada primavera
suelen venir a nos favonio y flora,
cual se suele mostrar la bella aurora
ante el rector de la celeste esfera,
cual en aquella dulce edad primera
diana en selva se mostró a deshora,
tal vos, excelentísima señora,
parecéis a este pueblo que os espera.
Alégrate hora, pues, liguria mía,
que si grande ocasión para gozarte
deseabas hallar, hoy es el día.
Si de dolor te queda alguna parte,
sea por no haber visto en compañía
de la nueva diana el nuevo marte.



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