Buscar Poemas con Pensamientos


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Se han encontrado 68 poemas con la palabra pensamientos

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Lope de Vega

Dejadme un rato, pensamientos tristes

-- de Lope de Vega --

Dejadme un rato, pensamientos tristes,
que no me he de rendir a vuestra fuerza.
Si es gran contrario Amor, amor me esfuerza;
penad y amad, pues que la causa fuistes.

No permitáis, si de mi amor nacistes,
que la costumbre, que a volver me fuerza,
de mi firme propósito me tuerza,
pues en los desengaños me pusistes.

No queráis más que amar, amar es gloria;
no la manchéis con apetitos viles;
vencedme, y venceréis mayor victoria.

Si en Troya no hay traidor, ¿qué importa Aquiles?
Mas, ¡ay!, que es mujer flaca la memoria,
y vosotros cobardes y sutiles.

Poema Dejadme un rato, pensamientos tristes de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Dulce Señor, mis vanos pensamientos

-- de Lope de Vega --

Dulce Señor, mis vanos pensamientos
fundados en el viento me acometen,
pero por más que mi quietud inquieten
no podrán derribar tus fundamentos.
No porque de mi parte mis intentos
seguridad alguna me prometen
para que mi flaqueza no sujeten,
ligera más que los mudables vientos.
Mas porque si a mi voz, Señor, se inclina
tu defensa y piedad, ¿qué humana guerra
contra lo que Tú amparas será fuerte?
Ponme a la sombra de tu cruz divina,
y vengan contra mí fuego, aire, tierra,
mar, yerro, engaño, envidia, infierno y muerte.

Poema Dulce Señor, mis vanos pensamientos de Lope de Vega con fondo de libro

Jorge Cuesta

tienes dos nombres, luz, dos pensamientos...*

-- de Jorge Cuesta --

Tienes dos nombres, luz, dos pensamientos,
en los más puro de mi voz centrados,
a retener tu imagen consagrados
en la frágil prisión de dos lamentos.

Espejos a tu noble gracia atentos
reproducen los dos, aunque empañados,
los contornos del ánfora, delgados,
en que bullen tus finos movimientos.

Así el uno te encierra en su estructura
de no más una sílaba madura
que, luz al fin, el corazón inflama,

y aunque también el otro te refleja
amor nunca respondes a su queja
¡ay, pues te nombra, pero no te llama!

*poema escrito a los 14 años.

Poema tienes dos nombres, luz, dos pensamientos...* de Jorge Cuesta con fondo de libro

Pablo Neruda

caen pensamientos de amor

-- de Pablo Neruda --

Caen pensamientos de amor
en los volcanes extinguidos?
es un cráter una venganza
o es un castigo de la tierra?
con qué estrellas siguen hablando
los ríos que no desembocan?



Rafael Carvajal

Impresión a la vista del mar

-- de Rafael Carvajal --

Infeliz y entregado al torbellino
de tristes pensamientos viome el cielo,
sin patria, sin amigos, sin consuelo
y postrado al rigor de mi destino.

Vagando, como suele, de contino,
quien la copa bebió de la amargura,
mi vista se extendió por la llanura,
que no tiene ni huella ni camino.

¡Era el mar! y su aspecto majestuoso
largo tiempo detúvome absorbido
en éxtasis profundo, misterioso.

¡Era el mar! que agitado por los vientos
mi suerte retrataba enfurecido
o, en su calma, mis tristes pensamientos.



Rosalía de Castro

Más rápidos que el rayo

-- de Rosalía de Castro --

Más rápidos que el rayo,
Más alados que el viento,
Inquietos vagamundos que no pueden
Refrenar nunca el inconstante vuelo,
Así descienden de la mar al fondo
Como escalan la altura de los cielos.

Mas si son impalpables e incorpóreos
Y múltiples y varios,
¿Por qué llamarles pensamientos negros
O pensamientos blancos,
Si no tienen color, esos del alma
Invisibles
Eternos e invisibles soberanos?



Roberto Juarroz

en alguna parte hay un hombre

-- de Roberto Juarroz --

En alguna parte hay un hombre
que transpira pensamiento.
Sobre su piel se dibujan
los contornos húmedos de una piel más fina,
la estela de una navegación sin nave.
Cuando ese hombre piensa luz, ilumina,
cuando piensa muerte, se alisa,
cuando recuerda a alguien, adquiere sus rasgos,
cuando cae en sí mismo, se oscurece como un pozo.
En él se ve el color de los pensamientos nocturnos
y se aprende que ningún pensamiento carece
de su noche y su día.
Y también que hay colores y pensamientos
que no nacen de día ni de noche,
sino tan sólo cuando crece un poco más el olvido.
Ese hombre tiene la porosidad de una tierra más viva
y a veces, cuando sueña, toma aspecto de fuego,
salpicaduras de una llama que se alimenta con llama,
retorcimientos de bosque calcinado.
A ese hombre se le puede ver el amor,
pero eso tan sólo quien lo encuentre y lo ame.
Y también se podría ver en su carne a dios,
pero sólo después de dejar de ver todo el resto.



Alfonso Reyes

la habana

-- de Alfonso Reyes --

No es cuba, donde el mar disuelve el alma.
No es cuba que nunca vio gaugin,
que nunca vio picasso,
donde negros vestidos de amarillo y de guinda
rondan el malecón, entre dos luces,
y los ojos vencidos
no disimulan ya los pensamientos.
No es cuba la que oyó a stravisnsky
concertar sones de marimbas y güiros
en el entierro del papá montero,
ñañigo de bastón y canalla rumbero.
No es cuba donde el yanqui colonial
se cura del bochorno sorbiendo granizados
de brisa, en las terrazas del reparto;
donde la policía desinfecta
el aguijón de los mosquitos últimos
que zumban todavía en español.
No es cuba donde el mar se transparenta
para que no se pierdan los despojos del maine,
y un contratista revolucionario
tiñe de blanco el aire de la tarde,
abanicando, con sonrisa veterana,
desde su mecedora, la fragancia
de los cocos y mangos aduaneros.



Amado Nervo

jesús

-- de Amado Nervo --

Jesús no vino del mundo de «los cielos».
Vino del propio fondo de las almas;
de donde anida el yo: de las regiones
internas del espíritu.
¿Por qué buscarle encima de las nubes?
las nubes no son el trono de los dioses.
¿Por qué buscarle en los candentes astros?
llamas son como el sol que nos alumbra,
orbes, de gases inflamados... Llamas
nomás. ¿Por qué buscarle en los planetas?
globos son como el nuestro, iluminados
por una estrella en cuyo torno giran.
Jesús vino de donde
vienen los pensamientos más profundos
y el más remoto instinto.
No descendió: emergió del océano
sin fin del subconsciente;
volvió a él, y ahí está, sereno y puro.
Era y es un eón. El que se adentra
osado en el abismo
sin playas de sí mismo,
con la luz del amor, ese le encuentra.



Amado Nervo

los muertos

-- de Amado Nervo --

El paraíso existe;
pero no es un lugar (cual la creencia
común pretende) tras el hosco y triste
bregar del mundo; el paraíso existe;
pero es sólo un estado de conciencia.
Los muertos no se van a parte alguna,
no emprenden al azul remotos viajes,
ni anidan en los cándidos celajes,
ni tiemblan en los rayos de la luna...
Son voluntades lúcidas, atentos
y alados pensamientos
que flotan en redor, como diluidos
en la sombra; son límpidos intentos
de servirnos en todos los momentos;
son amores custodios, escondidos.
Son númenes propicios que se escudan
en el arcano, mas que no se mudan
para nosotros; que obran en las cosas
por nuestro bien; son fuerzas misteriosas,
que, si las invocamos, nos ayudan.
¡Feliz quien a su lado
tiene el alma de un muerto idolatrado
y en las angustias del camino siente
sutil, mansa, impalpable, la delicia
de su santa caricia,
como un soplo de paz sobre la frente!



Lope de Vega

¿qué ceguedad me trujo a tantos daños

-- de Lope de Vega --

Soneto v
¿qué ceguedad me trujo a tantos daños?
¿por dónde me llevaron desvaríos,
que no traté mis años como míos,
y traté como propios sus engaños?
¡oh puerto de mis blancos desengaños,
por donde ya mis juveniles bríos
pasaron como el curso de los ríos
que no los vuele atrás el de los años!
hicieron fin mis locos pensamientos:
acomodóse el tiempo a la edad mía,
por ventura en ajenos escarmientos.
Que no temer el fin no es valentía,
donde acaban los gustos en tormentos,
y el curso de los años en un día.



Lope de Vega

Cayó la torre que en el viento hacían

-- de Lope de Vega --

Cayó la torre que en el viento hacían
mis altos pensamientos castigados,
que yacen por el suelo derribados,
cuando con sus extremos competían.
Atrevidos al sol llegar querían,
y morir en sus rayos abrasados,
de cuya luz contentos y engañados,
como la ciega mariposa, ardían.
¡Oh, siempre aborrecido desengaño,
amado al procurarte, odioso al verte,
que en lugar de sanar, abres la herida!
Plugiera a Dios duraras, dulce engaño:
que si ha de dar un desengaño muerte,
mejor es un engaño que da vida.



Lope de Vega

Mis pasos engañados hasta agora

-- de Lope de Vega --

Mis pasos engañados hasta agora
por jardines hibleos y pensiles,
por pensamientos y esperanzas viles,
infancia noche, juventud aurora;

razón esclava, voluntad señora,
vistiendo mi virtud como a otro Aquiles,
me han traído, callados y sutiles,
adonde el alma sus engaños llora.

¡Oh pasos ciegos de mi edad perdida!
Que en polvo, en humo, en sombra se convierte,
entrada triste y mísera salida.

El primero que di (¡qué triste suerte!),
ese me descontaron de la vida,
y le puso en sus límites la muerte.



Lope de Vega

Montes se ensalzan y dilatan ríos

-- de Lope de Vega --

Montes se ensalzan y dilatan ríos,
señora, entre los dos, mas por momentos
vuelan a ti mis dulces pensamientos,
que dijera mejor mis desvaríos.

Por altas sierras, por extremos fríos,
dejan atrás los animosos vientos,
aunque llevan consigo mis tormentos,
con ser tan graves, los tormentos míos.

Si de mi vida con su luz reparte
tu sol los días, cuando verte intente,
¿qué importa que me acerque o que me aparte?

Donde quiera se ve su hermoso oriente,
pues si se ve desde cualquiera parte,
quien es mi sol no puede estar ausente.



Lope de Vega

Pusieron los armígeros gigantes

-- de Lope de Vega --

Pusieron los armígeros gigantes
un monte en otro por subir al cielo,
que la soberbia, que produce el suelo,
engendra pensamientos semejantes.
Mas cuando de sus fúlgidos diamantes
tocar pensaron el celeste velo,
cayeron con Nembrod, y el fuego en hielo
sepultó sus cervices arrogantes.
Vos, Gigante divino, de otro modo
subís al cielo, sin que el paso os tuerza
para alcanzarle, la que más le impide;
pues le tenéis sobre los hombros todo,
que aunque el Reino de Dios padece fuerza
no la consiente a quien sin Dios le pide.



Lope de Vega

¿Qué ceguedad me trujo a tantos daños?

-- de Lope de Vega --

¿Qué ceguedad me trujo a tantos daños?
¿Por dónde me llevaron desvaríos,
que no traté mis años como míos,
y traté como propios sus engaños?
¡Oh puerto de mis blancos desengaños,
por donde ya mis juveniles bríos
pasaron como el curso de los ríos
que no los vuele atrás el de los años!
Hicieron fin mis locos pensamientos:
acomodóse el tiempo a la edad mía,
por ventura en ajenos escarmientos.
Que no temer el fin no es valentía,
donde acaban los gustos en tormentos,
y el curso de los años en un día.



Lope de Vega

Si estáis enfermos, dulces ojos claros

-- de Lope de Vega --

Si estáis enfermos, dulces ojos claros,
no os espantéis, pues tantos os desean,
que no es posible, si dejáis que os vean,
que dejen de quereros o envidiaros.

Mis pensamientos, no temiendo hallaros,
libres de la justicia se pasean;
como al sol, cuando nubes le rodean,
dicen mis ojos que podrán miraros.

Enfermos soles y nublados cielos,
hoy tomarán venganza mis enojos,
porque en la condición mudéis de estilo.

Si azules fuistes por matar con celos,
hoy como espada quedaréis, mis ojos,
que tienen de cortar gastado el filo.



Lope de Vega

Vos conocéis, Señor la compostura

-- de Lope de Vega --

Vos conocéis, Señor, la compostura
del hombre y sus primeros fundamentos;
Vos, de sus encontrados elementos
la guerra vil que hasta acabarle dura.
Vos, de qué suerte corre y se apresura
a convertirse en nada, y los intentos
con que fabrica en locos pensamientos
fantástica de error arquitectura.
Todo os obliga, cuando más airado,
a perdonarle, habiendo conocido
su culpa a vuestras plantas humillado.
Porque vos, vencedor esclarecido,
como sois noble, nunca habéis probado
lo que corta la espada en un rendido.



Lope de Vega

Cual engañado niño que, contento

-- de Lope de Vega --

Cual engañado niño que, contento,
pintado pajarillo tiene atado,
y le deja en la cuerda, confiado,
tender las alas por el manso viento;

y cuando más en esta gloria atento,
quebrándose el cordel, quedó burlado,
siguiéndole, en sus lágrimas bañado,
con los ojos y el triste pensamiento,

contigo he sido, Amor; que mi memoria
dejé llenar de pensamientos vanos,
colgados de la fuerza de un cabello.

Llevóse el viento el pájaro y mi gloria,
y dejóme el cordel entre las manos,
que habrá por fuerza de servirme al cuello.



Lope de Vega

Versos de amor, conceptos esparcidos

-- de Lope de Vega --

Versos de amor, conceptos esparcidos
engendrados del alma en mis cuidados,
partos de mis sentidos abrasados,
con más dolor que libertad nacidos;

expósitos al mundo en que perdidos,
tan rotos anduvistes y trocados
que sólo donde fuistes engendrados
fuérades por la sangre conocidos:

pues que le hurtáis el laberinto a Creta,
a Dédalo los altos pensamientos,
la furia al mar, las llamas al abismo,

si aquel áspid hermoso no os aceta,
dejad la tierra, entretened los vientos,
descansaréis en vuestro centro mismo



Pues servís a un perdido, y tan perdidos

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Pues servís a un perdido, y tan perdidos,
dejadme, pensamientos desdichados.
Basten los pasos por mi mal andados,
basten los pasos por mi mal perdidos.

¿Qué, osados, me queréis? ¿A dó, atrevidos,
montes altos ponéis de mis cuidados?
Mirad vuestros iguales fulminados,
mirad los robles de su piel vestidos.

Dan vida a mi mediano pensamiento
el ver un pino y una fuente clara
en esta soledad que el alma adora.

El árbol tiembla al proceloso viento,
corrida el agua de humildad, no para:
que el alto teme y el humilde llora.



Usurpa ufano ya el tirano viento

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Usurpa ufano ya el tirano viento
a las velas los senos extendidos.
¡Adiós, playas, ya os pierdo! ¡Adiós, erguidos
montes a quien venció mi pensamiento!

Ya es mar también el uno y otro asiento
en mis ojos, de lágrimas ceñidos,
por perderos, oh montes, más perdidos:
tal pierdo, triste tal, así tal siento.

Ya esconde el ancho mar, en sí orgulloso,
las frentes de los cerros levantados,
en sus soberbias olas caudaloso.

Así divide ausencia mis cuidados;
mas no podrá jamás, ¡oh dueño hermoso!,
de ti, mis pensamientos abrasados.



Góngora

A un sueño

-- de Góngora --

Varia imaginación que, en mil intentos,
a pesar gastas de tu triste amor
la dulce munición del blando sueño,
alimentando vanos pensamientos,

pues traes los espíritus despiertos
sólo a representarme el grave ceño
del rostro dulcemente zahareño
(gloriosa suspensión de mis tormentos),

el sueño (autor de representaciones),
en su teatro, sobre el viento armado,
sombras suele vestir de bulto hermoso.

Síguelo; mostraráte el rostro amado,
y engañarán un rato tus pasiones
dos bienes, que serán dormir y cuello.



Góngora

Cosas, Celalba mía, he visto extrañas

-- de Góngora --

Cosas, Celalba mía, he visto extrañas:
cascarse nubes, desbocarse vientos,
altas torres besar sus fundamentos,
y vomitar la tierra sus entrañas;

duras puentes romper, cual tiernas cañas;
arroyos prodigiosos, ríos violentos,
mal vadeados de los pensamientos
y enfrenados peor de las montañas;

los días de Noé, gentes subidas
en los más altos pinos levantados,
en las robustas hayas más crecidas.

Pastores, perros, chozas y ganados
sobre las aguas vi, sin forma y vidas,
y nada temí más que mis cuidados.



Lupercio Leonardo de Argensola

Si quiere Amor que siga sus antojos

-- de Lupercio Leonardo de Argensola --

Si quiere Amor que siga sus antojos
y a sus hierros de nuevo rinda el cuello;
que por ídolo adore un rostro bello
y que vistan su templo mis despojos,

la flaca luz renueve de mis ojos,
restituya a mi frente su cabello,
a mis labios la rosa y primer vello,
que ya pendiente y yerto es dos manojos.

Y entonces, como sierpe renovada,
a la puerta de Filis inclemente
resistiré a la lluvia y a los vientos.

Mas si no ha de volver la edad pasada,
y todo con la edad es diferente,
¿por qué no lo han de ser mis pensamientos?



César Vallejo

la cólera que quiebra al hombre en niños

-- de César Vallejo --

La cólera que quiebra al hombre en niños,
que quiebra al niño en pájaros iguales,
y al pájaro, después, en huevecillos;
la cólera del pobre
tiene un aceite contra dos vinagres.
La cólera que al árbol quiebra en hojas,
a la hoja en botones desiguales
y al botón, en ranuras telescópicas;
la cólera del pobre
tiene dos ríos contra muchos mares.
La cólera que quiebra al bien en dudas,
a la duda, en tres arcos semejantes
y al arco, luego, en tumbas imprevistas;
la cólera del pobre
tiene un acero contra dos puñales.
La cólera que quiebra al alma en cuerpos,
al cuerpo en órganos desemejantes
y al órgano, en octavos pensamientos;
la cólera del pobre
tiene un fuego central contra dos cráteres.



Delmira Agustini

Florecimiento

-- de Delmira Agustini --

La noche entró en la sala adormecida
arrastrando el silencio a pasos lentos...
Los sueños son tan quedos, que una herida
sangrar se oiría. Rueda en los momentos

una palabra insólita, caída
como una hoja de otoño... Pensamientos
suaves tocan mi frente dolorida
tal manos frescas, ¡ah!... ¿Por qué tormentos

misteriosos los rostros palidecen
dulcemente?... Tus ojos me parecen
dos semillas de luz entre las sombra,

y hay en mi alma un gran florecimiento
si en mí los fijas; si los bajas, siento
como si fuera a florecer la alfombra.



Duque de Ribas

Mísero leño

-- de Duque de Ribas --

Mísero leño, destrozado y roto,
que en la arenosa playa escarmentado
yaces del marinero abandonado,
despojo vil del ábrego y del noto.

¡Cuánto mejor estabas en el soto,
de aves y ramas y verdor poblado,
antes que, envanecido y deslumbrado,
fueras del mundo al término remoto!

Perdiste la pomposa lozanía,
la dulce paz de la floresta umbrosa,
donde burlabas los sonoros vientos.

¿Qué tu orgulloso afán se prometía?
¿También burlarlos en la mar furiosa?
He aquí el fruto de altivos pensamientos.



Rafael Obligado

Canción infantil

-- de Rafael Obligado --

Es la mañana; lirios y rosas
mueve la brisa primaveral,
y en los jardines las mariposas
vuelan y pasan, vienen y van.

Una niñita madrugadora
va a juntar flores para mamá,
y es tan hermosa que hasta la aurora
vierte sobre ella más claridad.

Tras cada mata de clavelinas,
de pensamientos y de arrayán,
gira su traje de muselina,
su sombrerito, su delantal.

Llena sus manos de lindas flores,
y cuando en ellas no caben más,
con su tesoro de mil colores
vuelve a los brazos de su mamá.

Mientras se aleja, como dos rosas
sus dos mejillas se ven brillar,
y la persiguen las mariposas
que en los jardines vienen y van.



Pablo Neruda

serenata

-- de Pablo Neruda --

En tu frente descansa el color de las amapolas,
el luto de las viudas halla eco, oh apiadada:
cuando corres detrás de los ferrocarriles, en los campos,
el delgado labrador te da la espalda,
de tus pisadas brotan temblando los dulces sapos.
El joven sin recuerdos te saluda, te pregunta por su olvidada voluntad,
las manos de él se mueven en tu atmósfera comopájaros,
y la humedad es grande a su alrededor:
cruzando sus pensamientos incompletos,
queriendo alcanzar algo, oh buscándote,
le palpitan los ojos pálidos en tu red
como instrumentos perdidos que brillan de súbito.
O recuerdo el día primero de la sed,
la sombra apretada contra los jazmines,
el cuerpo profundo en que te recogías
como una gota temblando también.
Pero acallas los grandes árboles, y encima de la luna,sobrelejos,
vigilas el mar como un ladrón.
Oh noche, mi alma sobrecogida te pregunta
desesperadamente a ti por el metal que necesita.



Pedro Bonifacio Palacios

A tus pies

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

Nocturno canto de amor
que ondulas en mis pesares,
como en los negros pinares
las notas del ruiseñor.

Blanco jazmín entre tules
y carnes blancas perdido,
por mi pasión circuído
de pensamientos azules.

Coloración singular
que mi tristeza iluminas,
como al desierto y las ruinas
la claridad estelar.

Nube que cruzas callada
la extensión indefinida,
dulcemente perseguida
por la luz de mi mirada.

Ideal deslumbrador
en el espíritu mío,
como el collar del rocío
con que despierta la flor.

Sumisa paloma fiel
dormida sobre mi pecho,
como si fuera en un lecho
de mirtos y de laurel.

Música, nube, ideal,
ave, estrella, blanca flor,
preludio, esbozo, fulgor
de otro mundo espiritual.

Aquí vengo, aquí me ves,
aquí me postro, aquí estoy,
como tu esclavo que soy,
abandonado a tus pies.



José María Hinojosa

puerto

-- de José María Hinojosa --

Quedó la noche vacía
y no obstante estaba llena
de siluetas y misterios.
Fuimos palpando en su frente
todos nuestros pensamientos.
Quedó la noche vacía
aún con los barcos del puerto,
¿de dónde será este barco
y quiénes sus marineros?
quedó la noche vacía,
¿y dónde irá este velero?
¿qué mares desgarrará,
y qué vientos?
el mar crujía la luz
del faro, en el antepuerto.
Cogidas de las cinturas
que sus ritmos habían hecho,
las canciones marineras
iban recorriendo el puerto,
y salían por alta mar
entre las olas de viento.
Quedó la noche vacía
de cantos de marineros.



Garcilaso de la Vega

SONETO XX

-- de Garcilaso de la Vega --

Con tal fuerza y vigor son concertados
para mi perdición los duros vientos,
que cortaron mis tiernos pensamientos
luego que sobre mí fueron mostrados.

El mal es que me quedan los cuidados
en salvo destos acontecimientos,
que son duros, y tienen fundamientos
en todos mis sentidos bien echados.

Aunque por otra parte no me duelo,
ya que el bien me dejó con su partida,
del grave mal que en mí está de contino;

antes con él me abrazo y me consuelo;
porque en proceso de tan dura vida
ataje la largueza del camino.



Garcilaso de la Vega

Con tal fuerza y vigor son concertados

-- de Garcilaso de la Vega --

Con tal fuerza y vigor son concertados
para mi perdición los duros vientos,
que cortaron mis tiernos pensamientos
luego que sobre mí fueron mostrados.

El mal es que me quedan los cuidados
en salvo destos acontecimientos,
que son duros, y tienen fundamientos
en todos mis sentidos bien echados.

Aunque por otra parte no me duelo,
ya que el bien me dejó con su partida,
del grave mal que en mí está de contino;

antes con él me abrazo y me consuelo;
porque en proceso de tan dura vida
ataje la largueza del camino.



Gutierre de Cetina

el cielo de sus altos pensamientos

-- de Gutierre de Cetina --

Con las alas de amor ledo subía
vandalio, y ni el peligro lo desvía
ni le ponen temor mil escarmientos.
Las nubes deja atrás, deja los vientos,
vencidos del valor de su osadía,
cuando de las palabras que decía
al sol, suenan acá tales acentos:
«si fue temeridad, ojos del cielo,
osar tan sin valor volar tan alto,
sabiendo de faetón el caso fiero,
»consentidme una vez que sin recelo
mire vuestra beldad; después si el salto
viniera a ser mortal, mortal lo quiero».



Gutierre de Cetina

si no socorre amor la frágil nave

-- de Gutierre de Cetina --

Combatida de vientos orgullosos,
que entre bravos peñascos peligrosos
la hizo entrar un fresco aire suave,
tal carga de dolor lleva y tan grave
de pensamientos tristes, congojosos,
que no pueden durar tan enojosos
días sin que el morir me desagrave.
Desdén rige el timón, furor la vela,
trabajo el mástil y la escota el celo;
lágrimas hacen mar, suspiros viento.
Nublado escuro de soberbia cela
el norte mío, y sólo veo en el cielo
pena, dolor, afán, rabia y tormento.



Gutierre de Cetina

de la incierta salud desconfiado

-- de Gutierre de Cetina --

De la incierta salud desconfiado,
mirando cómo va turbio y furioso
betis corriendo al mar, dijo lloroso
vandalio, del vivir desesperado:
«recibe, ¡oh caro padre!, este cansado
cuerpo de un hijo tuyo, deseoso
de hallar en tus ondas el reposo
que negó la fortuna a mi cuidado.
»Haz, padre, que estos árboles que oyendo
la causa de mi muerte están atentos,
la recuenten después de esta manera:
»aquí yace un pastor que amó viviendo;
murió entregado a amor con pensamientos
tan altos, que aun muriendo, amar espera».



Hernando de Acuña

Mientras de parte en parte se abrasaba

-- de Hernando de Acuña --

Mientras de parte en parte se abrasaba
y en vivas llamas la gran Roma ardía,
al alto cielo el gran clamor subía
del pueblo todo, que su mal lloraba;

sólo en parte Nerón cantando estaba
do el clamor miserable escarnecía,
y el incendio mayor más alegría,
y el mayor llanto más placer le daba.

Así, de en medio el alma donde estáis,
veis, señora, mi fuego y toda en llanto
la turba de mis tristes pensamientos;

y tanto más de verlo os alegráis,
cuanto más ardo y por vos lloro, y cuanto
me llegan más al cabo mis tormentos.



Hernando de Acuña

Pareciéndome flores los abrojos

-- de Hernando de Acuña --

Pareciéndome flores los abrojos,
teniendo por atajo un gran rodeo,
corrí tras la esperanza y el deseo,
dejada la razón por los antojos;

mas la miseria humana y sus enojos
me mostraron en fin mi devaneo
de suerte que, no viendo, ahora veo,
que, yendo a despeñarme, abrí los ojos.

Desde entonces quedé considerando
de cuán débil materia era el cimiento
donde fundé mil pensamientos vanos;

y esfuerza mi flaqueza, procurando
seguir con obras al entendimiento,
mas, señor don Martín, somos humanos.



Salvador Díaz Mirón

Mística

-- de Salvador Díaz Mirón --

Si en tus jardines, cuando yo muera,
cuando yo muera, brota una flor;
si en un celaje ves un lucero,
ves un lucero que nadie vio;
y llega un ave que te murmura,
que te murmura con dulce voz,
abriendo el pico sobre tus labios,
lo que en tu tiempo te dije yo:
aquel celaje y el ave aquella,
y aquel lucero y aquella flor
serán mi vida que ha transformado,
que ha transformado la ley de Dios.

Serán mis fibras con otro aspecto,
ala y corola y ascua y vapor;
mis pensamientos transfigurados:
perfume y éter y arrullo y sol.

Soy un cadáver, ¿cuándo me entierran?
Soy un viajero, ¿cuándo me voy?
Soy una larva que se transforma.
¿Cuándo se cumple la ley de Dios,
y soy, entonces, mi blanca niña,
celaje y ave, lucero y flor?



Tirso de Molina

Yo os prometí, mi libertad querida

-- de Tirso de Molina --

Yo os prometí mi libertad querida,
no cautivaros más, ni daros pena;
pero promesa en potestad ajena,
¿cómo puede obligar a ser cumplida?

Quien promete no amar toda la vida
Y en la ocasión la voluntad enfrena,
saque el agua del mar, sume su arena,
los vientos pare, lo infinito mida.

Hasta ahora con noble resistencia
las plumas corto a leves pensamientos
por más que la ocasión su vuelo ampare.

Pupila soy de amor; sin su licencia
no pueden obligarme juramentos.
Perdonad, voluntad, si los quebrare.



Tirso de Molina

Al molino del amor

-- de Tirso de Molina --

Al molino del amor
alegre la niña va
a moler sus esperanzas;
quiera Dios que vuelva en paz;
en la rueda de los celos
el amor muele su pan,
que desmenuzan la harina,
y la sacan candeal.
Río con sus pensamientos,
que unos vienen y otros van,
y apenas llego a la orilla,
cuando ansí escucho cantar:
Borbollicos hacen las aguas
cuando ven a mi bien pasar;
cantan, brinca, bullen, corren
entre conchas de coral;
y los pájaros dejan sus nidos,
y en las ramas del arrayán
vuelan, cruzan, saltan, pican
toronjil, murta y azahar.

Los bueyes de las sospechas
el río agotando van;
que donde ellas se confirman,
pocas esperanzas hay;
y viendo que a falta de agua
parado el molino está,
desta suerte le pregunta
la niña que empieza a amar:

-Molinico, ¿por qué no mueles?

-Porque me beben el agua los bueyes.

Vió el amor lleno de harina
moliendo la libertad
de las almas que atormenta,
y ansí le cantó al llegar:

-Molinero sois, amor,
y sois moledor.

-Sí lo soy, apártense,
que le enharinaré.



Anónimo

Romance del rey don Juan de Navarra

-- de Anónimo --

Los aires andan contrarios,
el sol eclipse hacía,
la luna perdió su lumbre,
el norte no parecía,
cuando el triste rey don Juan
en la su cama yacía,
cercado de pensamientos,
que valer no se podía.
-¡Recuerda, buen rey, recuerda,
llorarás tu mancebía!
¡Cierto no debe dormir
el que sin dicha nacía!
¡Quién eres tú, la doncella?
dímelo por cortesía.
-A mí me llaman Fortuna,
que busco tu compañía.
-¡Fortuna, cuánto me sigues,
por la gran desdicha mía,
apartado de los míos,
de los que yo más quería!
¡Qué es de ti, mi nuevo amor,
qué es de ti, triste hija mía?
que en verdad hija tú tienes,
Estella, por nombradía.
¿Que es de ti, Olite y Tafalla?
¿qué es de mi genealogía?
¡Y ese castillo de Maya
que el duque me lo tenía!
Pero si el rey no me ayuda,
la vida me costaría.



Rosalía de Castro

Las canciones que oyó la niña

-- de Rosalía de Castro --

LAS CANCIONES QUE OYÓ LA NIÑA

UNA

Tras de los limpios cristales
Se agitaba la blanca cortina,
Y adiviné que tu aliento
Perfumado la movía.

Sola estabas en tu alcoba
Y detrás de la tela blanquísima
Te ocultabas, ¡cruel!, a mis ojos...
Mas mis ojos te veían.

Con cerrojos cerraste la puerta,
Pero yo penetré en tu aposento,
A través de las gruesas paredes,
Cual penetran los espectros;
Porque no hay para el alma cerrojos,
Ángel de mis pensamientos.

Codicioso admiré tu hermosura,
Y al sorprender los misterios
Que a mis ojos velabas..., ¡Perdóname!,
Te estreché contra mi seno.



Rosalía de Castro

Margarita (Castro)

-- de Rosalía de Castro --

I

¡Silencio, los lebreles
De la jauría maldita!
No despertéis á la implacable fiera
Que duerme silenciosa en su guarida.
¿No veis que de sus garras
Penden gloria y honor, reposo y dicha?

Prosiguieron aullando los lebreles...
— ¡Los malos pensamientos homicidas! -
Y despertaron la temible fiera...
— ¡La pasión que en el alma se adormía!
Y ¡adiós!, en un momento,
¡Adiós gloria y honor, reposo y dicha!

II

Duerme el anciano padre, mientras ella
Á la luz de la lámpara nocturna
Contempla el noble y varonil semblante
Que un pesado sueño abruma.



Rosalía de Castro

Orillas del Sar

-- de Rosalía de Castro --

I

Á través del follaje perenne
Que oir deja rumores extraños,
Y entre un mar de ondulante verdura,
Amorosa mansión de los pájaros,
Desde mis ventanas veo
El templo que quise tanto.

El templo que tanto quise...
Pues no sé decir ya si le quiero,
Que en el rudo vaivén que sin tregua
Se agitan mis pensamientos,
Dudo si el rencor adusto
Vive unido al amor en mi pecho.

II

¡Otra vez! Tras la lucha que rinde
Y la incertidumbre amarga
Del viajero que errante no sabe
Dónde dormirá mañana,



Medardo Ángel Silva

La emperatriz

-- de Medardo Ángel Silva --

Mueven al aire rosa sus alas los pavones...
Huella la Emperatriz la escalera de jade
y su traje de luna y aúreas constelaciones
de un aroma inefable los jardines invade.

Sus ojos de luz tibia y de mirada sabia
hacen palidecer astros y pedrerías;
su carne macerada en ungüentos de Arabia,
de nardo ungieron siete noches y siete días.

Lagrimea una estrella en el cielo escarlata...
Reza el ángel del éxtasis su faz de terciopelo
y un anhelo infinito su corazón dilata...

(Enlazan alma y cuelo pensamientos humanos...
Y en los sus diáfanos ojos se ve pasar un vuelo
de vagamundos ibis havia reino).



Miguel Hernández

14

-- de Miguel Hernández --

14
silencio de metal triste y sonoro,
espadas congregando con amores
en el final de huesos destructores
de la región volcánica del toro.
Una humedad de femenino oro
que olió puso en su sangre resplandores,
y refugió un bramido entre las flores
como un huracanado y vasto lloro.
De amorosas y cálidas cornadas
cubriendo está los trebolares tiernos
con el dolor de mil enamorados.
Bajo su piel las furias refugiadas
son en el nacimiento de sus cuernos
pensamientos de muerte edificados.



Miguel Hernández

Mis ojos

-- de Miguel Hernández --

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos.

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, en mí termina.



Juan Pedro López

Payador

-- de Juan Pedro López --

Payador no puede ser
cualquiera que se disponga
por más que en una milonga
pueda, el mozo, florecer.
Primero debe tener
conciencia de lo que toca
y si algún recuerdo evoca
debe hacerlo penetrante
para que sea el consonante
un pensamiento en su boca.

Porque arrojar consonantes
con facilidad pasmosa
eso... Resulta una cosa
de mediocres e ignorantes.
Los pensamientos brillantes
no se hallan a la carrera,
ni aquélla expresión sincera
que lo hace gaucho al cantor,
cuando canta con amor
derramando el alma entera.

Que para ser payador
no hay estudios, ni se aprende;
es el divino fulgor
de un rarísimo señor
que ni él mismo se comprende.



Juan Ramón Jiménez

el llegado

-- de Juan Ramón Jiménez --

no me mirarán diciendo: «¿quéeres?»,
sino sin curiosidad y noblemente.
Porque yo seré también de los quietos,
y ya no tendré difíciles los pensamientos.
Mis ojos serán, tranquilos, los suyos.
Los miraré sin preguntas, uno en lo uno.



Julio Flórez

A Víctor Hugo (Flórez)

-- de Julio Flórez --

Poem

Preguntaba una noche entristecido: —¿En dónde están, en dónde, ¡oh genio santo! Los grandes pensamientos que murieron sin nacer, en el fondo de tu cráneo?

Y la noche me dijo: —¡Míralos— Aquí están en mi regazo. Alcé los ojos y miré ¡Dios mío! ¡Cómo hervían los astros!



Julio Herrera Reissig

Su majestad el tiempo

-- de Julio Herrera Reissig --

El viejo Patriarca,
que todo lo abarca,
se riza la barba de príncipe asirio;
su nívea cabeza parece un gran lirio,
parece un gran lirio la nívea cabeza del viejo Patriarca.

Su pálida frente es un mapa confuso;
la abultan montañas de hueso,
que forman lo raro, lo inmenso, lo espeso
de todos los siglos del tiempo difuso.

Su frente de viejo ermitaño
parece el desierto de todo lo antaño;
en ella han carpido la hora y el año,
lo siempre empezado, lo siempre concluso,
lo vago, lo ignoto, lo iluso, lo extraño,
lo extraño y lo iluso...

Su pálida frente es un mapa confuso:
la cruzan arrugas, eternas arrugas,
que son cual los ríos del vago país de lo abstruso
cuyas olas, los años, se escapan en rápidas fugas.

¡Oh, las viejas, eternas arrugas!
¡Oh, los surcos oscuros!
¡Pensamientos en formas de orugas
de donde saldrán los magníficos siglos futuros!



Fernando de Herrera

Voy por esta desierta, estéril tierra

-- de Fernando de Herrera --

Voy por esta desierta, estéril tierra,
de antiguos pensamientos molestado,
huyendo el resplandor del sol dorado,
que de sus puros rayos me destierra.

El paso a la esperanza se me cierra,
de una ardua cumbre a un cerro do enriscado,
con los ojos volviendo al apartado
lugar, sólo principio de mi guerra.

Tanto bien representa la memoria
y tanto mal encuentra la presencia,
que me desmaya el corazón vencido.

¡Oh crueles despojos de mi gloria!
desconfianza, olvido, celo, ausencia,
¿por qué cansáis a un mísero rendido?



Fernando de Herrera

Yo voy por esta solitaria tierra

-- de Fernando de Herrera --

Yo voy por esta solitaria tierra,
de antiguos pensamientos molestado,
huyendo el resplandor del sol dorado,
que de sus puros rayos me destierra.

El paso a la esperanza se me cierra;
de una ardua cumbre a un cerro vo enriscado,
con los ojos volviendo al apartado
lugar, solo principio de mi guerra.

Tanto bien presenta la memoria,
y tanto mal encuentra la presencia,
que me desmaya el corazón vencido.

¡Oh crüeles despojos de mi gloria,
desconfïanza, olvido, celo, ausencia!;
¿por qué cansáis a un mísero rendido?



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 32

-- de Francisco de Quevedo --

Cuando a más sueño el alba me convida,
el velador piloto palinuro
a voces rompe al natural seguro,
tregua del mal, esfuerzo de la vida.
¿Qué furia armada, o qué legión vestida
del miedo, o manto de la noche oscuro,
sin armas deja el escuadrón seguro,
a mí despierto, a mi razón dormida?
algunos enemigos pensamientos,
cosarios en el mar de amor nacidos,
mi dormido batel han asaltado.
El alma toca al arma a los sentidos;
mas como amor los halla soñolientos,
es cada sombra un enemigo armado.



Francisco Sosa Escalante

En un abanico (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Por más que seas de cariño ofrenda
Y admire tus primores soberanos,
De tu dueño gentil entre las manos
Rica te juzgo pero inútil prenda.

La que ha perdido del pudor la venda,
Necesita de tí, y alardes vanos
Ofrece de candor, miéntras livianos
Sus pensamientos hacen que se encienda.

No así la niña encantadora y pura
A quien mi canto brindo reverente
Y en cuyos ojos la pasion fulgura.

No así tu dueño, no; brilla en su frente
Diadema de virtud y de hermosura,
Como rayo de sol, resplandeciente.



José Asunción Silva

crepúsculo II

-- de José Asunción Silva --

En la tarde, en las horas del divino
crepúsculosereno,
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños.
Sobre un fondo de tonos nacarados
la silueta del templo
las altas tapias del jardín antiguo
y los árbolesnegros,
cuyas ramas semejan un encaje
movidas por el viento
se destacan oscuras, melancólicas
como un extrañoespectro!
en estas horas de solemne calma
vagan los pensamientos
y buscan a la sombra de lo ignoto
la quietud y el silencio.
Se recuerdan las caras adoradas
de los queridos muertos
que duermen para siempre en el sepulcro
y hace tanto no vemos.
Bajan sobre las cosas de la vida
las sombras de loeterno
y las almas emprenden su viaje
al país delrecuerdo.
También vamos cruzando lentamente
de la vida el desierto
también en el sepulcro helada sima
más tarde dormiremos.
Que en la tarde, en las horas del divino
crepúsculosereno
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños!



José Asunción Silva

nocturnos

-- de José Asunción Silva --

A veces, cuando en alta noche
a veces, cuando en alta noche tranquila,
sobre las teclas vuela tu mano blanca,
como una mariposa sobre una lila
y al teclado sonoro notas arranca,
cruzando del espacio la negra sombra
filtran por la ventana rayos de luna,
que trazan luces largas sobre la alfombra,
y en alas de las notas a otros lugares,
vuelan mis pensamientos, cruzan los mares,
y en gótico castillo donde en las piedras
musgosas por los siglos, crecen las yedras,
puestos de codos ambos en tu ventana
miramos en las sombras morir el día
y subir de los valles la noche umbría
y soy tu paje rubio, mi castellana,
y cuando en los espacios la noche cierra,
el fuego de tu estancia los muebles dora,
y los dos nos miramos y sonreímos
mientras que el viento afuera suspira y llora!
.................................................................................
¡Cómo tendéis las alas, ensueños vanos,
cuando sobre las teclas vuelan sus manos!



José Asunción Silva

A veces

-- de José Asunción Silva --

A veces, cuando en alta noche tranquila,
sobre las teclas vuela tu mano blanca,
como una mariposa sobre una lila
y al teclado sonoro notas arranca,
cruzando del espacio la negra sombra
filtran por la ventana rayos de luna,
que trazan luces largas sobre la alfombra,
y en alas de las notas a otros lugares,
vuelan mis pensamientos, cruzan los mares,
y en gótico castillo donde en las piedras
musgosas por los siglos, crecen las yedras,
puestos de codos ambos en tu ventana
miramos en las sombras morir el día
y subir de los valles la noche umbría
y soy tu paje rubio, mi castellana,
y cuando en los espacios la noche cierra,
el fuego de tu estancia los muebles dora,
y los dos nos miramos y sonreímos
mientras que el viento afuera suspira y llora!

.....................................................

¡Cómo tendéis las alas, ensueños vanos,
cuando sobre las teclas vuelan sus manos!



José Asunción Silva

Crepúsculo1

-- de José Asunción Silva --

En la tarde, en las horas del divino
crepúsculo sereno,
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños.

Sobre un fondo de tonos nacarados
la silueta del templo
las altas tapias del jardín antiguo
y los árboles negros,
cuyas ramas semejan un encaje
movidas por el viento
se destacan oscuras, melancólicas
como un extraño espectro!

En estas horas de solemne calma
vagan los pensamientos
y buscan a la sombra de lo ignoto
la quietud y el silencio.
Se recuerdan las caras adoradas
de los queridos muertos
que duermen para siempre en el sepulcro
y hace tanto no vemos.

Bajan sobre las cosas de la vida
las sombras de lo eterno
y las almas emprenden su viaje
al país del recuerdo.
También vamos cruzando lentamente
de la vida el desierto
también en el sepulcro helada sima
más tarde dormiremos.

Que en la tarde, en las horas del divino
crepúsculo sereno
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños!



José Martí

penachos vívidos

-- de José Martí --

Como taza en que hierve
de transparente vino
en doradas burbujas
el generoso espíritu;
como inquieto mar joven
del cauce nuevo henchido
rebosa, y por las playas
bulle y muere tranquilo;
como manada alegre
de bellos potros vivos
que en la mañana clara
muestran su regocijo,
ora en carreras locas,
o en sonoros relinchos,
o sacudiendo el aire
el crinaje magnífico;
así mis pensamientos
rebosan en mis vívidos,
y en crespa espuma de oro
besan tus pies sumisos,
o en fúlgidos penachos
de varios tintes ricos,
se mecen y se inclinan
cuando tú pasas hijo!



Carlos Guido y Spano

Soledad (Guido y Spano)

-- de Carlos Guido y Spano --

¡Oh soledad! ¡Oh murmurante río,
A cuya margen espontáneos crecen
Los árboles frondosos, que el otoño
Despoja ya de su hojarasca verde!

Huésped errante de la selva oscura
Di en estas limpias aguas. ¡Cuántas veces
Me vio la tarde, absorto en mis recuerdos,
Contemplando su plácida corriente!

La gran naturaleza, de mis penas
Oyó el lamento que hacia Dios asciende:
En su templo inmortal a quien la invoca
Seguro asilo y bálsamos ofrece.

Al dejar sin retorno estos lugares
Tan dulces a mi afán, llevo indeleble
Una impresión de gracia, de frescura,
Y hasta el sahumerio del paisaje agreste.

Como esas aves de amoroso instinto
Que en busca de calor el aire hienden,
Así mis pensamientos al amparo
De los afectos íntimos se vuelven.

¿Pero en cuál mejor sitio hallar la calma,
Y este silencio arrobador, solemne,
Que al fatigado espíritu conforta
Mientras las horas se deslizan breves?

Es aquí donde exhausto peregrino
Quisiera alzar mi solitario albergue,
¡Y arrullado del aura y de las ondas
Vivir lejos del mundo, para siempre!



Carlos Pellicer

recinto IX

-- de Carlos Pellicer --

xix
hoy que has vuelto, los dos hemos callado,
y sólo nuestros ojos pensamientos
alumbraron la dulce oscuridad
de estar juntos y no decirse nada.
Sólo las manos se estrecharon tanto
como rompiendo el hierro de la ausencia.
¡Si una nube eclipsara nuestras vidas!
deja en mi corazón las voces nuevas,
el asalto clarísimo, presente,
de tu persona sobre los paisajes
que hay en mí para el aire de tu vida.



Clemente Zenea

Experiencia

-- de Clemente Zenea --

Poem

Experiencia

Pasaron ¡ay! pasaron las épocas del verso; y la Deidad del canto se remontó a los cielos.

No ya por producirse mis locos pensamientos, del arte y de la ciencia quebrantan los preceptos;

no ya como otros días a toda vela llevo, por ignorados mares mi débil barquichuelo;

no ya tras una sombra me lanzo aventurero, ya sé lo que es naufragio y el ancla eché en el puerto.



Roberto Juarroz

la ventaja de los hombres planos

-- de Roberto Juarroz --

La ventaja de los hombres planos
es que pueden vivir en casas planas
y pensar pensamientos planos,
que caben entre las hojas de los libros.
No necesitan pasos en la noche
ni ramas en los árboles.
No necesitan muchas habitaciones,
ni templos, ni caricias, ni candados.
Los hombres planos tapan las miradas
con tapones de corcho.
Y en sus casas no puede entrar la muerte
porque no encuentra espacio.
Los hombres planos siempre nos despistan,
aunque no tengan sombra.
La luna les va tejiendo corazones
y el tiempo les va tejiendo resultados.
Si les falta un candil, siempre arde alguna vela.
Si les falta la voz, el viento los disfraza.
Y les basta un perfil para ubicarse,
mientras llega su noche sin relieves.



Roberto Juarroz

un caos lúcido

-- de Roberto Juarroz --

Un caos lúcido,
un caos de ventanas abiertas.
Una confusión de vértigos claros
donde la incandescencia se construye
con el movimiento total de la ruptura.
Viajar por las líneas
que se quiebran a cada instante
y rodar como un émbolo sin guía
hacia los núcleos aleatorios
de las cancelaciones primigenias.
Tocar las vértebras sin eje,
los círculos sin centro,
las particiones sin unidad,
los choques sin contacto,
las caídas sin escuadra,
los pensamientos sin quien piense,
los hombres sin más rostro que su dolor.
Y recoger allí la ley de lo casual,
la norma de lo imposible:
cada forma es un borde cortante del caos,
un ángulo perplejo de sus ojos abiertos,
los únicos abiertos.
Porque el caos es la tregua de la nada,
la lucidez sin compromiso,
la intersección aguda
de un espacio sin interés por los objetos
y de un tiempo pensante.



Roberto Juarroz

quizás nos quedemos fijados en un pensamiento

-- de Roberto Juarroz --

Quizás nos quedemos fijados en un pensamiento,
pensándolo para siempre.
Puede ser que la eternidad no sea otra cosa
que concentrarse sin alrededores
en el pensamiento más denso
y quedarse allí como una planta despierta
que coloniza para siempre su minúsculo espacio.
Morir no sería entonces
nada más que el último esfuerzo de la atención,
el abandono de los otros pensamientos.



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Ariiba