Buscar Poemas con Pavor


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Se han encontrado 36 poemas con la palabra pavor

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Gutierre de Cetina

ya me vi de pavor puesto tan alto

-- de Gutierre de Cetina --

De los bienes de amor tan regalado,
tan cerca de gozar, tan bien tratado,
que no temiera de fortuna el salto.
Mas, ¡ay, mísero yo!, ¿de qué me exalto,
si ahora de mi bien tan desdeñado,
tan fuera de pavor, tan agraviado
me veo, sin porqué tan pobre y falto?
ventura, ¿para qué, para qué han sido
juntos tantos regalos y favores?
¿para qué tanto bien? ¿para perdello?
mis altas esperanzas, ¿dó se han ido?
mas, ¡ay! que es ley de amor en los amores
que quien muda de fe, muera por ello.

Poema ya me vi de pavor puesto tan alto de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Alejandra Pizarnik

a la espera de la oscuridad

-- de Alejandra Pizarnik --

Ese instante que no se olvida
tan vacío devuelto por las sombras
tan vacío rechazado por los relojes
ese pobre instante adoptado por mi ternura
desnudo desnudo de sangre de alas
sin ojos para recordar angustias de antaño
sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.

Ampáralo niña ciega de alma
ponle tus cabellos escarchados por el fuego
abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
a tus pies donde mueren las golondrinas
tiritantes de pavor frente al futuro
dile que los suspiros del mar
humedecen las únicas palabras
por las que vale vivir.

Pero ese instante sudoroso de nada
acurrucado en la cueva del destino
sin manos para decir nunca
sin manos para regalar mariposas
a los niños muertos

Poema a la espera de la oscuridad de Alejandra Pizarnik con fondo de libro

Alejandra Pizarnik

cenizas

-- de Alejandra Pizarnik --

La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.

Pronto nos iremos

arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.

¿Qué haré conmigo?

porque a ti te debo lo que soy

pero no tengo mañana

porque a ti te...

La noche sufre.

Poema cenizas de Alejandra Pizarnik con fondo de libro

Amado Nervo

expectación

-- de Amado Nervo --

Siento que algo solemne va a llegar a mi vida.
¿Es acaso la muerte? ¿por ventura el amor?
palidece mi rostro, mi alma está conmovida,
y sacude mis miembros un sagrado temblor.
Siento que algo sublime va a encarnar en mi barro
en el mísero barro de mi pobre existir.
Una chispa celeste brotará del guijarro,
y la púrpura augusta va el harapo a teñir.
Siento que algo solemne se aproxima, y me hallo
todo trémulo; mi alma de pavor llena está.
Que se cumpla el destino, que dios dicte su fallo,
para oír la palabra que el abismo dirá.



Leopoldo Lugones

valse noble

-- de Leopoldo Lugones --

En la tarde suave y cálida,
desde el diván carmesí,
alzas fielmente hasta mí
tus lentos ojos de pálida.

Con la espectral ilusión
de la hora que te importuna
un vago pavor de luna
te acerca a mi corazón.

Por el cielo angelical
se ahonda en místico ascenso
la soledad de un inmenso
plenilunio inmaterial;

que encantando los jardines
viene casi lastimero,
delirado en un ligero
frenesí de violines.

En escena baladí,
te infunde su poesía
tan dulce melancolía,
que quieres morir así.

Con el mimo de estar triste,
buscas mi arrullo más blando,
y te sorprendes llorando
lágrimas que no sentiste.

(....)

Algo eleva nuestro ser,
y la calma de la luna,
nos embarga como una
blanca nave ... A no volver.



Leopoldo Lugones

La última careta

-- de Leopoldo Lugones --

La miseria se ríe con sórdida chuleta,
Su perro lazarillo le regala un festín.
En sus funambulescos calzones va un poeta,
Y en su casaca el huérfano que tiene por Delfín.

El hambre es su pandero, la luna su peseta
Y el tango vagabundo su padre nuestro. Crin
De león, la corona. Su baldada escopeta
De lansquenete impávido suda un fogoso hollín.

Va en dominó de harapos, zumba su copla irónica.
Por antifaz le presta su lienzo la Verónica.
Su cuerpo, de llagado, parece un huerto en flor.

Y bajo la ignominia de tan siniestra cáscara,
Cristo enseña a la noche su formidable máscara
De cabellos terribles, de sangre y de pavor.



Luis Cañizal de la Fuente

verberare vibrar

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

Verberare gt;vibrar. Ahora, las siete de la mañana del uno de agosto. Recién despierto al margen del paraíso humanal de guimares. Echado de la cama por una pesadilla y su recomposición.
*
La hoguera viva de quemar mis sueños
me ha dejado el cabello
pintado de pavesas de pavor,
y héme aquí que me cato, una a una,
con dedos de cordura,
las nadas de la nada
mientras espero junto a la ventana que amanezca;
me alumbra mientras tanto
la luz valiente de una brisa anisada
que viene rauda de esa mar de escena
al pie del espectáculo.



Manuel Acuña

Hidalgo

-- de Manuel Acuña --

Sonaron las campanas de Dolores,
voz de alarma que el cielo estremecía,
y en medio de la noche surgió el día
de augusta libertad con los fulgores.

Temblaron de pavor los opresores
e Hidalgo audaz al porvenir veía,
y la patria, la patria que gemía,
vió sus espinas convertirse en flores.

¡Benditos los recuerdos venerados
de aquellos que cifraron sus desvelos
en morir por sellar la independencia;

aquellos que vencidos, no humillados,
encontraron el paso hasta los cielos
teniendo por camino su conciencia!



Manuel de Zequeira

el valor

-- de Manuel de Zequeira --

Brame si quiere encapotado el cielo:
terror infunda el lóbrego nublado
montes desquicie el bóreas desatado,
tiemble y caduque con espanto el suelo:

con hórrido estallido el negro velo
júpiter rompa de la nube airado:
quede el etna en las ondas sepultado:
quede el mar convertido en mongibelo:

la máquina del orbe desunida,
cumpliendo el vaticinio, y las supremas
leyes, caiga en cenizas reducida:

por estas de pavor causas extremas,
ni por las furias que el tirano
como temas a dios, a nada temas.



Manuel de Zequeira

El valor (Arango)

-- de Manuel de Zequeira --

Brame si quiere encapotado el cielo:
Terror infunda el lóbrego nublado:
Montes desquicie el Bóreas desatado,
tiemble y caduque con espanto el suelo:

Con hórrido estallido el negro velo
Júpiter rompa de la nube airado:
quede el Etna en las ondas sepultado:
quede el mar convertido en Mongibelo:

La máquina del orbe desunida,
cumpliendo el vaticinio, y las supremas
leyes, caiga en cenizas reducida:

Por estas de pavor causas extremas,
ni por las furias que el tirano anida,
como temas a Dios, a nada temas.



César Vallejo

Trilce: XXVII

-- de César Vallejo --

Me da miedo ese chorro,
buen recuerdo, señor fuerte, implacable
cruel dulzor. Me da miedo.
Esta casa me da entero bien, entero
lugar para este no saber dónde estar.

No entremos. Me da miedo este favor
de tornar por minutos, por puentes volados.
Yo no avanzo, señor dulce,
recuerdo valeroso, triste
esqueleto cantor.

Qué contenido, el de esta casa encantada,
me da muertes de azogue, y obtura
con plomo mis tomas
a la seca actualidad.

El chorro que no sabe a cómo vamos,
dame miedo, pavor.
Recuerdo valeroso, yo no avanzo.
Rubio y triste esqueleto, silba, silba.



César Vallejo

me da miedo ese chorro

-- de César Vallejo --

xxvii
me da miedo ese chorro,
buen recuerdo, señor fuerte, implacable
cruel dulzor. Me da miedo.
Esta casa me da entero bien, entero
lugar para este no saber dónde estar.
No entremos. Me da miedo este favor
de tornar por minutos, por puentes volados.
Yo no avanzo, señor dulce,
recuerdo valeroso, triste
esqueleto cantor.
Qué contenido, el de esta casa encantada,
me da muertes de azogue, y obtura
con plomo mis tomas
a la seca actualidad.
El chorro que no sabe a cómo vamos,
dame miedo, pavor.
Recuerdo valeroso, yo no avanzo.
Rubio y triste esqueleto, silba, silba.



Emilio Bobadilla

París en la guerra

-- de Emilio Bobadilla --

Emporio voluptuoso de fiestas y placeres,
de artísticos torneos, de decadentes vicios;
para la carne, ardores de exquisitas mujeres,
y para el pensamiento complejos artificios.

La germánica ira tu esplendor amenaza
y en tu cara de pronto la risa se congela;
en el aire sereno siniestros giros traza
el avión traicionero que en torno tuyo vuela.

La orgía —ola de lujo, de músicas y besos—,
el pavor paraliza en medio de la noche.
¡Adiós, horas febriles de lúbricos excesos!

Huyen de ti, empujados por militares leyes,
millonarios y pobres, en tren, a pie o en coche,
y hoy pacen en tu bosque de Bolonia los bueyes...



Enrique González Martínez

cuando sepas hallar una sonrisa...

-- de Enrique González Martínez --

Cuando sepas hallar una sonrisa
en la gota sutil que se rezuma
de las porosas piedras, en la bruma,
en el sol, en el ave y en la brisa;

cuando nada a tus ojos quede inerte,
ni informe, ni incoloro, ni lejano,
y penetres la vida y el arcano
del silencio, las sombras y la muerte;

cuando tiendas la vista a los diversos
rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio
sea como potente microscopio
que va hallando invisibles universos,

entonces en las flamas de la hoguera
de un amor infinito y sobrehumano,
como el santo de asís, dirás hermano
al árbol, al celaje y a la fiera.

Sentirás en la inmensa muchedumbre
de seres y de cosas tu ser mismo;
serás todo pavor con el abismo
y serás todo orgullo con la cumbre.

Sacudirá tu amor el polvo infecto
que macula el blancor de la azucena,
bendecirás las márgenes de arena
y adorarás el vuelo del insecto;

y besarás el garfio del espino
y el sedeño ropaje de las dalias. . .
Y quitarás piadoso tus sandalias
por no herir a las piedras del camino.



Pedro Bonifacio Palacios

Piu Avanti

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...

Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!



Rafael María Baralt

La bombardeo de Barcelona en 1843

-- de Rafael María Baralt --

De un eco en otro sordo retumbado
el rayo que en Monjuich hórrido suena,
de las precitas playas en la arena
pavor infunde al renegrido bando.

El ay de Barcelona memorando
también allí tristísimo resuena:
más que los gritos del averno atruena
venganza a Dios en su dolor clamando.

Cuando sentado en la Tarpeya roca
Nerón miraba como Roma ardía,
y con sus cantos celebraba el fuego.

Eterno emblema a la arrogancia loca
de los tiranos se ofreció, que impía
del popular martirio se hace un juego.



José María Heredia

Inmortalidad

-- de José María Heredia --

Cuando en el éter fúlgido y sereno
Arden los astros por la noche umbría,
El pecho de feliz melancolía
Y confuso pavor siéntese lleno.

¡Ay! ¡así girarán cuando en el seno
Duerma yo inmóvil de la tumba fría!...
Entre el orgullo y la flaqueza mía
Con ansia inútil suspirando peno,

Pero ¿qué digo? -Irrevocable suerte
También los astros a morir destina,
Y verán por la edad su luz nublada.

Mas superior al tiempo y a la muerte
Mi alma, verá del mundo la ruina,
A la futura eternidad ligada.



José Tomás de Cuellar

La tempestad (Cuéllar)

-- de José Tomás de Cuellar --

YA se agita la mar ondisonante
Al rudo empuje de aquilón bravio,
Y ya truena en el cóncavo vacío
El flamígero rayo amenazante:

Va cundiendo el pavor á cada instante,
Todo está triste, lóbrego, sombrío,
Férvido entonces en el pecho mío
Siento latir el corazón amante.

Y exclamo con acento lastimero:
¡Oh Señor! ¡cuán magnánimo te ostentas!
¡Tiembla á tus pies el universo entero!

¡Ah! sí, bondad, cuánto poder alientas,
Gracia, perdón, misericordia quiero
Del alma en las terríficas tormentas.



José Tomás de Cuellar

El mundo y el espacio

-- de José Tomás de Cuellar --

LA noche envuelve con pavor que aterra
Al pobre mundo, que de horror se asombra,
Y en piélago de luz vaga la tierra
Envuelta solo con su propia sombra.
Así yo: los pesares y la suerte
Envuelven mi razón en negro abismo;
Para el éter y el sér, no hay sombra ó muerte,
Mi dolor es la sombra de mí mismo.



José Ángel Buesa

el resucitado

-- de José Ángel Buesa --

i
no, nunca fue lo oscuro tan oscuro.
Y está acostado pero no en su lecho.
Quiere moverse y se lo impide un muro.
Un muro en derredor, largo y estrecho.
Llama, y su voz resuena extrañamente,
sin que acudan su madre ni su hijo.
Y un súbito sudor hiela su frente,
al palpar en su pecho un crucifijo.
No, no hay duda: esa sombra que lo aterra
es sombra de ataúd bajo la tierra,
y no es soñando, porque está despierto.
Y lo aturde un pavor definitivo
al comprender que se le dio por muerto
y al comprobar que fue enterrado vivo
ii
pero un día, al abrir la sepultura,
se sabría su muerte verdadera.
Si el ataúd mostrara la hendidura,
de un golpe de su mano en la madera.
Y al pensar de repente en el mañana,
piensa también enloquecidamente
en el espanto de la madre anciana
y en el horror del hijo adolescente.
Y allí, en la sombra, sin quejarse en vano
sin dar un grito, sin alzar la mano,
con una abnegación casi suicida
cierra los ojos y se queda quieto
porque así, solo así, será un secreto
su horrible muerte de enterrado en vida.



Juan Bautista Arriaza

A Mariano de Arriaza

-- de Juan Bautista Arriaza --

Hoy se presenta a mi memoria triste
tu fin sangriento ¡oh malogrado hermano!
Con tanta pena, que la gloria en vano
tu cara imagen de laurel reviste.

«Viva mi patria, y muera yo» dijiste,
firme en el muro, y con espada en mano;
responde el trueno del cañón tirano,
y envuelto en sangre a su rigor cediste.

Consternación, pavor, silencio, y llama
siguió al desmayo de tu brazo fuerte,
y sobre tu sepulcro se derrama.

¡Ay! Que también en el morir hay suerte,
que el terror mismo enmudeció a la Fama,
y el mundo ignora tan gloriosa muerte.



Juan Bautista Arriaza

Brindando por la última batalla

-- de Juan Bautista Arriaza --

Venid, ticianos, a ilustrar pinceles:
Fidias, llegad a eternizar metales:
prevenid plumas, cisnes inmortales
prodigad, Musas, cantos y laureles.

Seréis divinos cuando seáis más fieles
pintando, ya de Galia en los umbrales,
al Cid britano; y d pavor mortales
huyendo de él los bárbaros crueles.

Unid al cuadro en mágicos colores
la independencia hispana, y su alta gloria,
como hermanas gozándose entre flores.

Y si queréis más timbre a su memoria,
llamadle vencedor de vencedores,
y a su triunfo victoria de Vitoria.



Juan Cruz Varela

Al que desmaya en nuestro sistema

-- de Juan Cruz Varela --

¿Del gran sistema la contraria suerte
tanto te sobrecoge e intimida?
¿Más que la libertad amas la vida?
¿Eliges la cadena, y no la muerte?

El contraste no aflige al varón fuerte,
él a mayor peligro le convida;
dijo perezca el cruel y no trepida,
y en león libio, en furia se convierte.

Su sangre a borbotones mancha el suelo;
él la mira, y el pecho se le inflama,
y allí su atropellar, allí su anhelo.

Al expirar a sus amigos llama,
y despreciando tan funesto duelo,
himnos entona que admiró la fama.

II

¿Tú lleno de pavor pasas el día
los males de tu patria contemplando,
y huyendo de un amigo al ruego blando
buscas ansiosos la melancolía?

¿Qué hiciste infeliz hombre tu alegría
los grillos al romper? ¿a do temblando
llevas la planta con tu sombra hablando?
¡Infeliz para sí de ti confía!

Húndete miserable, a tus hermanos
devuélveles tu mal ceñida espada,
no la profanen tan cobardes manos.

La augusta Libertad con faz airada
te apartará de sus Americanos,
y en su templo jamás tendrás entrada.



Gertrudis Gómez de Avellaneda

Al pendón castellano

-- de Gertrudis Gómez de Avellaneda --

¡Salve, oh pendón ilustre de Castilla,
Que hoy en los muros de Tetuán tremolas,
Y haces llegar a la cubana Antilla
Reflejos de las glorias españolas!
La media luna -que ante ti se humilla,-
Recuerda ya que entre revueltas olas,
De la raza de Agar con hondo espanto,
Se hundió al lucir el astro de Lepanto.

Y esa morisma -de la Europa afrenta-
Que el rugido olvidó de tus leones,
Hoy al golpe cruel -que la escarmienta,-
Forjando en su pavor fieras visiones,
De siete siglos a la luz sangrienta
Juzga que mira alzarse entre blasones,
-Sus turbantes teniendo por alfombras,-
Del Cid, de Alfonso y de Guzmán las sombras.

¡Oh! ¡sí! contigo van, por ti pelean
Esos nombres augustos; de su gloria
Los rayos en tus pliegues centellean,
Como fulguran en la hispana historia.
¡Que así triunfantes para siempre sean
Símbolos del honor y la victoria,
La civilización mirando ufana,
Que hoy te hospeda Tetuán, Tánger mañana!



Idea Vilariño

eso

-- de Idea Vilariño --

Mi cansancio
mi angustia
mi alegría
mi pavor
mi humildad
mis noches todas
mi nostalgia del año
mil novecientos treinta
mi sentido común
mi rebeldía.

Mi desdén
mi crueldad y mi congoja
mi abandono
mi llanto
mi agonía
mi herencia irrenunciable y dolorosa
mi sufrimiento
en fin
mi pobre vida.



Teófilo V. Méndez Ramos

Desolación (Méndez Ramos)

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

13 de Diciembre de 1941 (En alución al aluvión que afecto Huaraz)
131252

De Cojup, asoladora,
vino la muerte traidora.

Se vistió de gris el cielo
esa trágica mañana;
e impávida y soberana,
la parca sembraba el duelo.

De Cojup, asoladora,
vino la muerte traidora.

Pavor en hora temprana...
Como viene el asesino,
sañosa la muerte vino
esa trágica mañana.

Padres, hermanos, amigos,
dulces novias por siempre idos;
de amados seres perdidos.
Peñascos, mudos testigos.

De Cojup, asoladora
vino la muerte traidora.

Vergel convertido en yermo
por un destino implacable...
Ante el arcano insondable
Sólo quedo un pueblo enfermo.

De Cojup, asoladora
vino la muerte traidora.



Teófilo V. Méndez Ramos

No te inquietes

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

No te inquietes, la vida tiene raros misterios,
que llenan de pavor nuestras almas ingenuas;
no te inquietes, la estrella más lejana es hermana
del artista, que sufre el torturado enigma.

No te angusties, aprende del árbol solitario
a adquirir la tragedia de infinito mutismo;
portando en tu cerebro luminosas ideas;
refulgentes marañas, llegaras a ser cuerdo.

Si acaso fatal sino te tiene condenado
a soportar el fardo de la vida pensante,
opta por dos caminos: prosigue torturándote,
o permite a tu cuerpo ser pasto del gusano.



Vicente Riva Palacio

Al viento

-- de Vicente Riva Palacio --

Cuando era niño, con pavor te oía
en las puertas gemir de mi aposento;
doloroso, tristísimo lamento
de misteriosos seres te creía.

Cuando era joven, tu rumor decía
frases que adivino mi pensamiento,
y cruzando después el campamento,
Patria', tu ronca voz me repetía.

Hoy te siento azotando, en las oscuras
noches, de mi prisión las fuertes rejas;
pero hánme dicho ya mis desventuras

que eres viento, no más, cuando te quejas,
eres viento si ruges o murmuras,
viento si llegas, viento si te alejas.



Antonio Almendros Aguilar

La cruz

-- de Antonio Almendros Aguilar --

Muere Jesús del Gólgota en la cumbre,
con amor perdonando al que le hería,
siente deshecho el corazón María
del dolor en la inmensa pesadumbre.

Se aleja con pavor la muchedumbre
cumplida ya la Santa Profecía,
tiembla la tierra, el iluminar del día
cegando a tal horror, pierde su lumbre.

Se abren las tumbas, se desgarra el velo,
y a impulsos de un amor grande y fecundo
parece estar la cruz, signo de duelo,

cerrando augusta con el pie el profundo,
con la excelsa cabeza abriendo el cielo
y con los brazos abarcando el mundo.



Antonio Machado

Glosa

-- de Antonio Machado --

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es el morir. ¡Gran cantar!
Entre los poetas míos
tiene Manrique un altar.
Dulce goce de vivir:
mala ciencia del pasar,
ciego huir a la mar.
Tras el pavor de morir
está el placer de llegar.
¡Gran placer!
Mas ¿y el horror de volver?
¡Gran pesar!



Meira Delmar

huésped sin sombra

-- de Meira Delmar --

Nada deja mi paso por la tierra.
En el momento del callado viaje
he de llevar lo que al nacer me traje:
el rostro en paz y el corazón en guerra.
Ninguna voz repetirá la mía
de nostálgico ardor y fiel asombro.
La voz estremecida con que nombro
el mar, la rosa, la melancolía.
No volverán mis ojos, renacidos
de la noche a la vida siempre ilesa,
a beber como un vino la belleza
de los mágicos cielos encendidos.
Esta sangre sedienta de hermosura
por otras venas no será cobrada.
No habrá manos que tomen, de pasada,
la viva antorcha que en mis manos dura.
Ni frente que mi sueño mutilado
recoja y cumpla victoriosamente.
Conjuga mi existir tiempo presente
sin futuro después de su pasado.
Término de mí misma, me rodeo
con el anillo cegador del canto.
Vana marea de pasión y llanto
en mí naufraga cuanto miro y creo.
A nadie doy mi soledad. Conmigo
vuelve a la orilla del pavor, ignota.
Mido en silencio la final derrota.
Tiemblo del día. Pero no lo digo.
!--Img



Julio Flórez

Abstracción

-- de Julio Flórez --

Poem

A veces melancólico me hundo en mi noche de escombros y miserias, y caigo en un silencio tan profundo que escucho hasta el latir de mis arterias.

Más aún: oigo el paso de la vida por la sorda caverna de mi cráneo, como un rumor de arroyo sin salida, como un rumor de río subterráneo.

Entonces presa de pavor, y yerto como un cadáver, mudo y pensativo, en mi abstracción a descifrar no acierto

si es que dormido estoy o estoy despierto, si un muerto soy que sueña que está vivo, o un vivo soy que sueña que está muerto.



Francisco Sosa Escalante

Los terremotos

-- de Francisco Sosa Escalante --

Sordo rugido, cual rumor lejano
Del bravo mar que la ribera azota,
Se escucha resonar; su causa ignota
Pretende el hombre descubrir en vano.

Y crece más y más, y al soberano
Impulso que las aguas alborota,
La madre tierra se abre, y de ella brota
En negras espirales humo insano.

Clamor inmenso que traduce el ruego,
El llanto, y el pavor, y la agonía
De un pueblo todo, hasta el Señor se eleva.

Un rayo brilla de esperanza, y luego
Renuévase el temblor, con saña impía
Volviendo á difundir angustia nueva.



Francisco Villaespesa

drama eterno

-- de Francisco Villaespesa --

¡la tragedia es vulgar por lo sencilla!
una breve disputa acalorada:
la sangre que se agolpa a la mejilla
y que de pronto nubla la mirada.
Un grito: un arma que en el aire brilla;
y una mujer que rueda ensangrentada,
partido el corazón por la cuchilla,
por una tremebunda puñalada.
Yo miré al criminal enloquecido
de rodillas, besando el rostro ciego
donde la muerte su pavor retrata...
Siempre así es el amor, será y ha sido:
mata de celos y de un golpe, y luego
besa y besa, llorando lo que mata.



Carolina Coronado

en un álbum una de cuyas páginas se presentaba a la magdalena en actitud de clamar al cielo

-- de Carolina Coronado --

¡piedad!... Virgen, arráncame y levanta
de entre estas rocas donde estoy hundida:
hieren sus filos mi desnuda planta,
no hay senda abierta y moriré en la huida.
Corrí sin tino tras lejana estrella
ansiosa de su luz brillante y pura
y osé trepar a esta eminente altura
para después precipitarme de ella.
Subí a la cumbre por camino blando
lleno de blancas perfumadas rosas
y ahora no encuentro de pavor temblando
más que pendientes altas y espantosas.
¡Piedad!... Virgen. Tu mano salvadora
las manos prenda que hacia ti levanto
y hasta los muros de tu pueblo santo
conduce el alma que tu auxilio implora.



Clemente Althaus

La transfiguración

-- de Clemente Althaus --

Ya la gloriosa cumbre del Tabor
atrás dejaron los divinos pies;
nieve la veste, un astro la faz es
que del sol avergüenza el resplandor.

Así, del alto cielo oh morador,
a la diestra del Padre arder lo ves;
y en los aires Elías y Moisés
ciñen un lado y otro del Señor;

Mientras yacen por tierra, en ademán
de asombro, de pavor y adoración,
Pedro, Santiago y el amado Juan:

¡Cuándo, oh Señor, en la celeste Sión
sin velo así mis ojos te verán,
si de verte mis ojos dignos son!



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Ariiba