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Se han encontrado 65 poemas con la palabra favor

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Gutierre de Cetina

carbón, si dar favor suele fortuna

-- de Gutierre de Cetina --

Carbón, si dar favor suele fortuna
a un fuerte corazón determinado;
¿quién como tú jamás fue tan osado
en cuanto rodea el sol y ve la luna?
¿quién tuvo, di, jamás razón alguna
para quejarse, como tú, del hado,
viniendo así a perder, por desdichado,
una ocasión tan alta y oportuna?
mas ¿qué digo perderte?, si acometiste
gozar del mayor bien que hay en el cielo,
que ya el acometer fue gran ventura.
Pero ¿cómo, carbón, si te encendiste,
en medio de tu ardor quedaste un hielo?
¿pudo más su beldad que tu locura?

Poema carbón, si dar favor suele fortuna de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Idea Vilariño

trabajar para la muerte

-- de Idea Vilariño --

El sol el sol su lumbre
su afectuoso cuidado
su coraje su gracia su olor caliente
su alto
en la mitad del día
cayéndose y trepando por lo oscuro del cielo
tambaleándose y de oro
como un borracho puro.

Días de días noches temporadas
para vivir así para morirse
por favor por favor
mano tendida
lágrimas y limosnas
y ayudas y favores
y lástimas y dádivas.

Los muertos tironeando del corazón.
La vida rechazando
dándoles fuerte con el pie
dándoles duro.

Todo crucificado y corrompido
y podrido hasta el tuétano
todo desvencijado impuro y a pedazos
definitivamente fenecido
esperando ya qué
días de días.

Y el sol el sol
su vuelo
su celeste desidia
su quehacer de amante de ocioso
su pasión
su amor inacabable
su mirada amarilla
cayendo y anegándose por lo puro del cielo
como un borracho ardiente
como un muerto encendido
como un loco cegado en la mitad del día.

Poema trabajar para la muerte de Idea Vilariño con fondo de libro

Vicente Espinel

Concédese al amador

-- de Vicente Espinel --

Concédese al amador
En descuento de su llama,
Que sin señalar la dama
Pueda decir el favor.

Antes al que era callado
Y guardaba mas secreto,
Le tenian por mas discreto,
Y mas bien enamorado;
Mas ya concede el amor,
Pues no se ofende la fama,
Que sin señalar, c.

Y no me parece injusto
Haberse en esto alargado,
Pues el bien comunicado
Causa mas contento y gusto:
Y es muy gallardo primor
Con que se aumenta la llama,
Que sin señalar, c.

Al menos yo por mí hallo
(Y hay muchos de mi opinion)
Que el bien de un alta ocasion
Si decillo no es gozallo,
Porque se aumenta el valor
Si dan licencia al que ama,
Que sin señalar la dama
Pueda decir el favor.

Poema Concédese al amador de Vicente Espinel con fondo de libro

Adelardo López de Ayala

Campoamor (López de Ayala)

-- de Adelardo López de Ayala --

Tu bondad, tu trato ameno,
tu faz, tu ingenio florido,
Campoamor, son un veneno;
pues, siendo tan descreído,
no debieras ser tan bueno.

Hoy con tu ejemplo se ve
más válida la opinión
de que es fácil que se dé
la moral sin religión,
y la conciencia sin fe.

¡Hombre, no inspires amor!
Te lo ruego por Dios vivo...
¡Hazte malo, por favor;
pues no serás tan nocivo...
En siendo un poco peor!



Lope de Vega

rota barquilla mía, que arrojada

-- de Lope de Vega --

Rota barquilla mía, que arrojada
de tanta envidia y amistad fingida,
de mi paciencia por el mar regida
con remos de mi pluma y de mi espada,
una sin corte y otra mal cortada)
conservaste las fuerzas de la vida,
entre los puertos del favor rompida,
y entre las esperanzas quebrantada;
sigue tu estrella en tantos desengaños;
que quien no los creyó sin duda es loco,
ni hay enemigo vil ni amigo cierto.
Pues has pasado los mejores años,
ya para lo que queda, pues es poco,
ni temas a la mar, ni esperes puerto.



Lope de Vega

Formando Batüel castillos de oro

-- de Lope de Vega --

Formando Bathüel castillos de oro
en los camellos árabes gigantes,
y sobre los asirios elefantes
de las doncellas el honesto coro.
Parte Rebeca por mayor tesoro
que plata y oro y índicos diamantes,
ganados y pastores circunstantes
desde la blanca oveja al rubio toro.
Isaac adelantándose al camino
viole la honesta virgen, y del manto
hizo rebozo al rostro peregrino.
Ejemplo para el alma, esposo santo,
que cuando vos venís en pan divino,
se cubra de humildad a favor tanto



Lope de Vega

Rota barquilla mía, que (arrojada

-- de Lope de Vega --

Rota barquilla mía, que arrojada
de tanta envidia y amistad fingida,
de mi paciencia por el mar regida
con remos de mi pluma y de mi espada,
una sin corte y otra mal cortada)
conservaste las fuerzas de la vida,
entre los puertos del favor rompida,
y entre las esperanzas quebrantada;
sigue tu estrella en tantos desengaños;
que quien no los creyó sin duda es loco,
ni hay enemigo vil ni amigo cierto.
Pues has pasado los mejores años,
ya para lo que queda, pues es poco,
ni temas a la mar, ni esperes puerto.



Lope de Vega

Yo no espero la flota, ni importuno

-- de Lope de Vega --

Yo no espero la flota, ni importuno
al cielo, al mar, al viento por su ayuda,
ni que segura pase la Bermuda
sobre el azul tridente de Neptuno;

ni tengo hierba en campo, o rompo alguno
con el arado en que el villano suda,
ni del vasallo que con renta acuda,
provecho espero en mi favor ninguno.

Mira estas hiedras, que con tiernos lazos,
para formar sin alma su himineo
dan a estos verdes álamos abrazos.

Y si tienes, Lucinda, mi deseo,
hálleme la vejez entre tus brazos,
y pasaremos juntos el Leteo.



Góngora

A los celos

-- de Góngora --

¡Oh niebla del estado más sereno,
furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
de verde prado en oloroso seno!

¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
de la amorosa espuela duro freno!

¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
Vuélvete al lugar triste donde estabas,
o al reino (si allá cabes) del espanto;

mas no cabrás allá, que pues ha tanto
que comes de ti mesmo y no te acabas,
mayor debes de ser que el mismo infierno.



Góngora

A la pasión de los celos

-- de Góngora --

¡Oh niebla del estado más sereno,
furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
de verde prado en oloroso seno!

¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
de la amorosa espuela duro freno!

Oh celo, del favor verdugo eterno,
vuélvete al lugar triste donde estabas,
o al reino, si allá cabes, del espanto;

mas no cabrás allá, que pues ha tanto
que comes de ti mesmo y no te acabas,
mayor debes de ser que el mismo infierno.



Góngora

Por una negra señora

-- de Góngora --

Por una negra señora
un negro galán doliente
negras lágrimas derrama
de un negro pecho que tiene.

Hablóla un negra noche,
y tan negra que parece
que de su negra pasión
el negro luto le viene.

Lleva una negra guitarra,
negras las cuerdas que tiene,
negras también las clavijas,
pues negro es el que las tuerce.

--"Negras pascuas me dé Dios,
si más megros no me tienen
los negros amores tuyos
que el negro color de allende.

Un negro favor te pido,
si negros favores vendes,
y sí con negros favores
un negro pagarse debe."

La negra señora entonces,
entafada del negrete,
con estas negras razones
al galán negro entristece:

--"Vaya muy en hora negra
el negro que tal pretende,
que para galanes negros
se hicieron negros desdenes."

El negro señor entonces,
no queriendo ennegrecerse
más de lo negro, quitóse
el negro sombrero y fuese.



Luis Gálvez de Montalvo

Si a tanto llega el dolor

-- de Luis Gálvez de Montalvo --

Si á tanto llega el dolor
De sospechas y recelos,
No le llame nadie celos
Sino rabia del amor.

Dolor que siempre está verde,
Aunque vos mas no os sequeis,
Y adonde quiera que esteis,
Veis presente á quien os muerte:
Mal que para su rigor
Se conjurar hoy los cielos,
No le llame nadie celos
Sino rabia del amor.

Pues derriba una sospecha
La vida mas poderosa,
Y una presunción celos
Deja una gloria deshecha,
Y á fuerza de su furor
Se aborrecen los consuelos,
No le llame nadie celos
Sino rabia del amor.

No valen fuerzas ni mañas
Contra mal tan inhumano,
Porque el hambriento gusano
Que se ceba en las entrañas
Alli vierte á su sabor
Sus centellas y sus hielos,
No le llame nadie celos
Sino rabia del amor.

Si de este diente tocado
Debe un corazon rabiar,
Nadie lo podrá juzgar
Sino aquel que lo ha probado.
Yo que en medio del favor
Gusté tan enormes duelos,
No le llame nadie celos
Sino rabia del amor.



Manuel del Palacio

Semblanzas: XVIII

-- de Manuel del Palacio --

Aunque no lo parece fué civil,
Dejó de serlo por favor real,
Y educado en la escuela liberal,
Como estudió al revés se hizo servil.

Maneja al par la pluma y el fusil,
Habla á menudo y con frecuencia mal,
Y brilla en el Congreso nacional
Como brilla en un sótano un candil.

Dice una desvergüenza al mismo Sol,
Tiene el orgullo necio de Luzbel,
Y en arrastrarse imita al caracol:

Sus mismos partidarios huyen de él,
Y aunque por lo elegante es un farol,
Siempre me huele á rancho y á cuartel.



Jorge Manrique

respuesta (a guevara)

-- de Jorge Manrique --

Los males que son menores
de amor, es mi opinión
que más y mayores son
de los que de él son mayores;
y el dios de los amadores
no da favor ni destierra
cuando son merecedores;
mas do la virtud se encierra,
la gracia cobra más tierra.



Jorge Manrique

canción con dolorido cuidado

-- de Jorge Manrique --

I
con dolorido cuidado,
desgrado, pena y dolor,
parto yo, triste amador,
de amores desamparado,
de amores, que no de amor.
Ii
y el corazón, enemigo
de lo que mi vida quiere,
ni halla vida ni muere
ni queda ni va conmigo;
sin ventura, desdichado,
sin consuelo, sin favor,
parto yo, triste amador,
de amores desamparado,
de amores, que no de amor.



Jorge Manrique

Respuesta: (A Guevara)

-- de Jorge Manrique --

Los males que son menores
de amor, es mi opinión
que más y mayores son
de los que de él son mayores;
y el Dios de los amadores
no da favor ni destierra
cuando son merecedores;
mas do la virtud se encierra,
la gracia cobra más tierra.



César Vallejo

Trilce: XXVII

-- de César Vallejo --

Me da miedo ese chorro,
buen recuerdo, señor fuerte, implacable
cruel dulzor. Me da miedo.
Esta casa me da entero bien, entero
lugar para este no saber dónde estar.

No entremos. Me da miedo este favor
de tornar por minutos, por puentes volados.
Yo no avanzo, señor dulce,
recuerdo valeroso, triste
esqueleto cantor.

Qué contenido, el de esta casa encantada,
me da muertes de azogue, y obtura
con plomo mis tomas
a la seca actualidad.

El chorro que no sabe a cómo vamos,
dame miedo, pavor.
Recuerdo valeroso, yo no avanzo.
Rubio y triste esqueleto, silba, silba.



César Vallejo

me da miedo ese chorro

-- de César Vallejo --

xxvii
me da miedo ese chorro,
buen recuerdo, señor fuerte, implacable
cruel dulzor. Me da miedo.
Esta casa me da entero bien, entero
lugar para este no saber dónde estar.
No entremos. Me da miedo este favor
de tornar por minutos, por puentes volados.
Yo no avanzo, señor dulce,
recuerdo valeroso, triste
esqueleto cantor.
Qué contenido, el de esta casa encantada,
me da muertes de azogue, y obtura
con plomo mis tomas
a la seca actualidad.
El chorro que no sabe a cómo vamos,
dame miedo, pavor.
Recuerdo valeroso, yo no avanzo.
Rubio y triste esqueleto, silba, silba.



Duque de Ribas

El álamo derribado

-- de Duque de Ribas --

Gallardo alzaba la pomposa frente,
yedras y antiguas parras tremolando,
el álamo de Alcides, despreciando
la parada nube, y trueno y rayo ardiente;

cuando de la alta sierra de repente
desprendido huracán bajó silbando,
que el ancho tronco por el pie tronchando,
lo arrebató en su rápida corriente.

Ejemplo sea del mortal que en vano
se alza orgulloso hasta tocar la luna,
y se juzga seguro en su altiveza:

Cuando esté más soberbio y más ufano,
vendrá un contrario soplo de fortuna
y adiós oro, poder, favor, fortuna.



Emilio Bobadilla

El tanque

-- de Emilio Bobadilla --

Como férrea tortuga de férreo carapacho,
se arrastra eyaculando proyectiles el tanque;
no hay miedo que en su curso irregular se estanque:
para él no hay hondonada, ni brecha ni picacho.

Se mueve como un barco que las olas en vilo
levantan en revuelta vorágine de espuma:
ya huye, ya se esconde a favor de la bruma,
oponiendo a las balas su piel de cocodrilo.

El recinto es obscuro y hermético y grasiento;
los tripulantes casi ni a respirar se atreven;
avanza irresistible, destructor como el viento;

mas un obús incendia de pronto sus motores,
rompiendo la coraza; su propia sangre beben
y mueren hechos llamas entre horribles dolores...



Julián del Casal

mi padre

-- de Julián del Casal --

Rostro de asceta en que el dolor se advierte
como el frío en el disco de la luna,
mirada en que al amor del bien se aduna
la firme voluntad del hombre fuerte.
Tuvo el alma más triste que la muerte
sin que sufriera alteración alguna,
ya al sentir el favor de la fortuna,
ya los rigores de la adversa suerte.
Abrasado de férvido idealismo,
despojada de sombras la conciencia,
sordo del mundo a las confusas voces,
en la corriente azul del misticismo
logró apagar, al fin de la existencia,
su sed ardiente de inmortales goces.



Juan Bautista Arriaza

A los serenísimos señores infantes

-- de Juan Bautista Arriaza --

No tanto de placer queda colmada
la ansiedad del cansado caminante,
cuando alzando los ojos ve delante
las torres de la villa deseada;

ni con júbilo igual ve recobrada
su libertad la tortolilla amante,
volando al dulce nido en el instante
que rota ve la pérfida lazada;

como al ver la bondad y gracia unida
de Carlos y Francisca, alegre aclama
la imprenta a su favor agradecida.

Las letras sirven bien a quien las ama:
tiempo vendrá en que paguen su venida
con la inmortalidad y con la fama.



Juan de Tassis y Peralta

¡oh cuánto dice en su favor quien calla

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Porque, de amor, sufrir es cierto indicio,
y el silencio, el más puro sacrificio
y adonde siempre amor mérito halla!
morir en su pasión, sin declaralla,
es de quien ama el verdadero oficio,
que un callado llorar por ejercicio
da más razón por sí no osando dalla.
Quien calla amando, sólo amando muere,
que el que acierta a decirse no es cuidado;
menos dice y más ama quien más quiere.
Porque si mi silencio no os ha hablado,
no sé deciros más que, si muriere,
harto os ha dicho lo que yo he callado.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xlii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba.
Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma,
¡y entonces comprendi por qué se llora,
y entonces comprendi por qué se mata!
pasó la nube de dolor..., Con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo
¡me hacia un gran favor!... Le di las gracias.



Gutierre de Cetina

como la obscura noche al claro día

-- de Gutierre de Cetina --

Sigue con inefable movimiento,
así sigue al contento el descontento
de amor y la tristeza al alegría;
sigue al breve gozar luenga porfía,
al dulce imaginar sigue el tormento,
y al alcanzado bien el sentimiento
del perdido favor que lo desvía.
De contrarios está su fuerza hecha;
sus tormentas he visto y sus bonanzas,
y nada puedo ver que me castigue.
Ya sé qué es lo que daña y aprovecha;
mas ¿cómo excusará tantas mudanzas
quien ciego tras un ciego a ciegas sigue?



Gutierre de Cetina

no hallo ya en el mal inconveniente

-- de Gutierre de Cetina --

Ni en el bien, si lo alcanzo, me detengo;
el tiempo en que no os veo, aunque es muy luengo,
con el alma os estoy siempre presente.
Con tal orden templáis un accidente,
que en el mayor favor, si alguno tengo,
cuando en el disfavor a pensar vengo,
paso por él así livianamente.
Y el placer, el pesar, el riso, el llanto,
gozar y padecer, daño y provecho
igualmente por vos me satisface.
Sola una novedad me causa espanto:
teniendo de contrarios lleno el pecho,
¿cómo la división no lo deshace?



Gutierre de Cetina

como el que enfermedad de muerte tiene II

-- de Gutierre de Cetina --

Del cuidado mayor, que más quería,
un sospiro secreto en que abscondía
la hermosa ocasión de su tormento,
todo cuanto favor, cuanto contento
tuvo jamás, cuanto tener podría,
vandalio, pastor bético, ofrecía
al amor, muy lloroso y descontento.
«Señor dijo al fin si el sacrificio
miras cuál puede ser que mayor sea,
si a la intención tú sabes bien mi historia,
»sólo te pido, en premio del servicio,
la salud de amarílida: no vea
el mundo así perder su mayor gloria».



Gutierre de Cetina

tras lo que temo más voy rastreando

-- de Gutierre de Cetina --

Sin que espere hallar lo que quería,
y es de tal calidad la pena mía
que lo que huye más, anda buscando.
Se me va la verdad manifestando;
yo, por no la topar, busco otra vía;
si entendiese su mal mi fantasía
tendría por mejor vivir dudando.
Ha dado fe el temor a una sospecha
que no puede parar sino en mi daño,
y seguiréla hasta ver do para.
Querríala volver, más ¿qué aprovecha?
que aunque sea en su favor el desengaño,
sola la duda ya le cuesta cara.



Gutierre de Cetina

fuego queme mi carne y por encienso

-- de Gutierre de Cetina --

Baje el humo a las almas del infierno;
pase la mía aquel olvido eterno
de lete porque pierda el bien que pienso;
»el fiero ardor que hora me abrasa intenso
ni melle corazón ni haga tierno;
niégueme pïedad, favor, gobierno
el mundo, amor y el sumo dios inmenso;
»mi vivir sea enojoso y trabajado,
en estrecha prisión dura y forzosa,
siempre de libertad desesperado,
»si viviendo no espero ya ver cosa
dijo vandalio, y con verdad jurado,
que sea cual tú, amarílida, hermosa».



Gutierre de Cetina

mientra el fiero dolor de su tormento

-- de Gutierre de Cetina --

Con mayor soledad vandalio llora,
con voz de su morir denunciadora
dijo triste, lloroso y descontento:
«¡oh gloria de estas selvas y ornamento,
sombras que tanto ardor templáis agora!
¡oh tú, eco, perpetua habitadora
del bosque que este llanto escucha atento!
»quédese para vos sola guardado
mi tan secreto bien, mi buena suerte,
que tanto me costó por no mostralle.
»Y si tanto favor me niega el hado,
ya que a alguno contar queráis mi muerte,
dígase sólo el mal, el bien se calle».



Gutierre de Cetina

de aquella voluntad que a mi tormento

-- de Gutierre de Cetina --

Pudo entregarme así, tan de su grado,
no puedo en nada ya ser ayudado,
ni en mi favor ni como mía la siento.
Perdió razón su acostumbrado asiento,
que el nuevo mal nueva razón me ha dado;
y en tanta confusión solo ha quedado
por verdugo del alma el pensamiento.
Tampoco me quedó libre el deseo,
que entre vida y morir busca y no acierta
de cuál se agrada más, cuál me conviene.
Pensad cuál debo estar, ved cuál me veo,
que el morir, por entrar, corre a la puerta,
y el vivir, por salir, se lo detiene.



Gutierre de Cetina

venturoso ventalle a quien ha dado

-- de Gutierre de Cetina --

Fortuna todo el bien que pudo darte,
tus obras y color han sido en parte
pronóstico a mi mal desventurado.
Yo en los efectos soy enamorado,
tú lo muestras estar con algún arte;
viento sacas al fin de trabajarte,
yo de mi trabajar viento he sacado.
Si el favor de que gozas conocieses,
¿quién podría contigo de contento,
ya que de ufano no ensoberbecieses?
envidia habría de ti si el mal que siento
sintieras; pero ya que lo sintieses,
tú la deberías haber de mi tormento.



Gutierre de Cetina

a un hombre loco llamado carbón, que estando furioso arremetió a besar a una dama

-- de Gutierre de Cetina --

Atrevido carbón, tan animoso
cuan falto de favor y de contento,
no se alabe faetón de atrevimiento
pues fue el tuyo más alto y más famoso.
Aquél, guiando al sol, de temeroso
hizo a los temerarios escarmiento,
tú pensaste gozar sin fundamento
de un nuevo sol más claro y más hermoso.
¿Cuál seso hay que iguale a tu locura?
¿cuál esfuerzo llega al bien de aventurarte
si tuvieras más fuerza o más ventura?
aunque siendo carbón, ponerte en parte
tan cerca de aquel sol de hermosura,
ya es ventura llegar y no abrasarte.



Gutierre de Cetina

como está el alma a nuestra carne unida

-- de Gutierre de Cetina --

En los miembros las partes igualmente,
y como cada miembro el alma siente
entera en sí y en todos repartida,
y como si una parte es dividida
del cuerpo por algún inconveniente,
el alma queda entera y tan potente
cual siempre, sin que pueda ser partida,
así el amor en mí no se acrecienta
por más favor, ni cuanto más padece
el triste corazón muda el estado.
Muéstrase amor en mí como tormenta
de mar, que cuando más con furia crece,
su término, no pasa limitado.



Gutierre de Cetina

aquel rumor que de improviso suena

-- de Gutierre de Cetina --

Como de la experiencia está entendido,
robando la color, turba el sentido,
al alma de recelo o gozo llena.
Pero nace tal bien de aquella pena
que queda el tal rumor más conocido,
siendo el entendimiento socorrido
de las potencias que de sí enajena.
Así la vez que os veo, el sentimiento
se turba, y los espíritus penados
así correr, así alterarse siento.
Mas siendo al alma a dar favor llegados,
cuanto son de más claro entendimiento
quedan vencidos más y enamorados.



Gutierre de Cetina

señora, si es amor, como se entiende

-- de Gutierre de Cetina --

Deseo de gozar la cosa amada,
¿de dó viene que esta alma enamorada
en el gozo mayor su fuego enciende?
si tanto dura amor cuanto contiende
al desear la cosa deseada,
pues la causa de amor es ya acabada
¿cómo dura el efecto y se defiende?
no es amor tal amor, mas desconcierto;
no es el favor el fin de esta porfía,
aunque muestra ser fin de los amores.
Amor nace del alma; el alma es cierto
que en parte es voluntad, y así la mía
desea la voluntad, no los favores.



Hernando de Acuña

Amor y un gran desdén, que le guerrea

-- de Hernando de Acuña --

Amor y un gran desdén, que le guerrea,
han ya venido a singular combate;
no hay quien entre ellos de concierto trate,
por do fuerza será que el fin se vea.

Mas mi razón vencida, que desea
que el fiero vencedor se desbarate,
para que tanto mal no se dilate,
de nuevo armada, en mi favor pelea.

Ya Amor con dos contrarios se congoja,
y en su poder, do tanto confiaba,
no se asegura ya ni se confía.

Del arco tiene ya la cuerda floja,
ya vuelve las saetas a su aljaba,
ya de mi libertad se acerca el día.



Salvador Díaz Mirón

excelsior

-- de Salvador Díaz Mirón --

Conservo
de la injuria,
no la ignominia; pero si la marca.
¡Sentíme sin honor, cegué de furia,
y recogilo de sangrienta charca!
y
hórrido amago suena...
Así la racha en el desierto zumba,
¡cuando en crecientes vórtices de arena
corre a ceñir al árabe la bumba!
¡infames!
os agravia
que un alma superior aliente y vibre;
y en vuestro miedo, trastocado en rabia,
vejáis cautivo al que adularais libre.
Cruel
fortuna dispensa
favor al odio de que hacéis alardes.
Estoy preso, caído, sin defensa...
Podéis herir y escarnecer, ¡cobardes!
al
mal dolos procuren
fuerza y laurel que la razón no alcanza.
¡Aún se cantar; y en versos que perduren
publicaré a los siglos mi venganza!
sobre
la impura huella
del fraude, la verdad austera y sola
brilla, como el silencio de una estrella
por encima del ruido de una ola.
Cárcel
de veracruz, julio de 1892.



Salvador Díaz Mirón

Excelsior (Díaz)

-- de Salvador Díaz Mirón --

Conservo de la injuria,
no la ignominia; pero si la marca.
¡Sentíme sin honor, cegué de furia,
y recogilo de sangrienta charca!

Y hórrido amago suena...
Así la racha en el desierto zumba,
¡cuando en crecientes vórtices de arena
corre a ceñir al árabe la bumba!

¡Infames! Os agravia
que un alma superior aliente y vibre;
y en vuestro miedo, trastocado en rabia,
vejáis cautivo al que adularais libre.

Cruel fortuna dispensa
favor al odio de que hacéis alardes.
Estoy preso, caído, sin defensa...
Podéis herir y escarnecer, ¡cobardes!

Al mal dolos procuren
fuerza y laurel que la razón no alcanza.
¡Aún se cantar; y en versos que perduren
publicaré a los siglos mi venganza!

Sobre la impura huella
del fraude, la verdad austera y sola
brilla, como el silencio de una estrella
por encima del ruido de una ola.



Vicente Espinel

Mil veces voy a hablar

-- de Vicente Espinel --

Mil veces voy á hablar
A mi zagala,
Pero mas quiero callar,
Por no esperar
Que me envie noramala

Voy á decirle mi daño,
Pero tengo por mejor
Tener dudoso el favor
Que no cierto el desengaño:
Y aunque me suele animar
Su gracia y gala,
El temor me hace callar,
Por no esperar, c.

Tengo por suerte mas buena
Mostrar mi lengua á ser muda,
Que estando la gloria en duda
No estará cierta la pena:
Y aunque con disimular
Se desiguala,
Tengo por mejor callar
Que no esperar
Que me envie noramala.



Vicente García de la Huerta

A un disgusto de Filis

-- de Vicente García de la Huerta --

Como si amor por sí, Filis, no fuera
bastante a ejercitar mi sufrimiento,
la malicia con ímpetu violento
en hacerme infeliz también se esmera.

Vierte la envidia su ponzoña fiera,
atosigando el alma con su aliento,
y la astucia a favor del valimiento
me calumnia, mi bien y me impropera.

Todos los males, Filis, mi constancia
podrá vencer; podré con mi paciencia
rendir del hado el proceder injusto.

Contrastará al rencor mi tolerancia
pero, ¿quién tendrá, Filis, resistencia
al verte, ay Dios, con el menor disgusto?



Antonio-Plaza-Llamas

amor

-- de Antonio-Plaza-Llamas --

¿por qué si tus ojos miro
me miras tú con enojos,
cuando por ellos deliro,
y a la luz del cielo admiro
en el éter de tus ojos?

cansado de padecer
y cansado de cansarte,
y queriendo sin querer,
finjo amor a otra mujer
con la ilusión de olvidarte.

No es mi estrella tan odiosa:
que en fugaces amoríos,
como ave de rosa en rosa
yo voy de hermosa en hermosa
y no lamento desvíos;

pero el favor de las bellas
irrita mas la pasión
que ardiente busca tus huellas,
y al ir mis ojos tras ellas
vuela a ti mi corazón.

Asi un proscrito tenía
goces en extraño suelo
y volvió a su patria un día
por mirar en su agonía
la linda luz de su cielo.

De ti proscrito y dejando
las rosas por tus abrojos,
vuelvo a tus pies suspirando,
por mirar agonizando
la linda luz de tus ojos.



Anónimo

Romance de Galiarda

-- de Anónimo --

-¡Galiarda, Galiarda!
¡Oh, quién contigo holgase,
y otro día de mañana
con los cien moros pelease!
Si a todos no los venciese
luego matarme mandases,
porque con tan gran favor
grande esfuerzo tomaría.
—De dormir, dices Florencios,
de dormir, sí dormiréis,
mas sois niño y muchacho,
luego vos alabaréis.
Miró hacia el cielo Florencios,
y la su espada sacó:
Con ésta muera yo, señora,
si de tal me alabe yo.
Aquella noche Florencios
con Galiarda durmió.
Otro día de mañana
en las cortes se alabó.



Mario Benedetti

heterónimos

-- de Mario Benedetti --

Antonio machado, fernando pessoa, juan gelman crearon de un plumazo susheterónimos, unos señores que tuvieron la virtud decomplementarlos, ampliarlos, hacer que de algún modo fueranmás ellos mismos. También yo (vanitas vanitatum) quisetener el mío, pero la única vez que lo intentéresultó que mi joven heterónimo empezó a escribirdesembozadamente sobre mis cataratas, mis espasmos asmáticos, miherpes zoster, mi lumbago, mi hernia diafragmática y otrasfallas de fábrica. Por si todo eso fuera poco se metía enmis insomnios para mortificar a mi pobre, valetudinaria conciencia. Fueprecisamente ésta la que me pidió: por favor, colega,quítame de encima a este estorbo, ya bastante tenemos con lacrítica.
Sin embargo, como los trámites para librarse de unheterónimo son más bien engorrosos, opté por unasolución intermedia, que fue nombrarlo mi representanteplenipotenciario en la isla de pascua. Por cierto que desde allíacaba de enviarme un largo poema sobre la hipotética vida sexualde los moairs. Reconozco que no está nada mal. Se nota miinfluencia.



Nicolás Guillén

problemas del subdesarrollo

-- de Nicolás Guillén --

Monsieur dupont te llama inculto,
porque ignoras cuál era el nieto
preferido de víctor hugo.
Herr müller se ha puesto a gritar,
porque no sabes el día
(exacto) en que murió bismark.
Tu amigo mr. Smith,
inglés o yanqui, yo no lo sé,
se subleva cuando escribes shell.
(Parece que ahorras una ele,
y que además pronuncias chel.)
Bueno ¿y qué?
cuando te toque a ti,
mándales decir cacarajícara,
y que donde está el aconcagua,
y que quién era sucre,
y que en qué lugar de este planeta
murió martí.
Un favor:
que te hablen siempre en español.



Juan Nicasio Gallego

A mi Sra. P. de S. en sus días

-- de Juan Nicasio Gallego --

Si entre las damas que la corte adora
eres, Clori, la bella de las bellas;
y así a tu vista desparecen ellas
como la noche al despuntar la aurora,

por tu dulzura y tu bondad, señora,
en que también, venciéndolas, descuellas,
contra el fiero rigor de las estrellas
mi voz al cielo en tu favor implora.

Grata en tanto y benévola permite
que el rudo acento de la musa mía
en tan digna ocasión te felicite.

Un siglo goces tu dichoso día,
sin que adusto pesar tu tez marchite
ni del tiempo veloz la huella fría.



Juan Nicasio Gallego

Al primer pintor de Camara don Vicente López

-- de Juan Nicasio Gallego --

Si plugo a Carlos con la regia mano,
que a Marte arrebató palmas sin cuento,
alzar del suelo el mágico instrumento
a que gloria inmortal debe Tiziano;

si vio Velázquez de su dicha ufano
premiar todo a Filipo su talento,
dando a su efigie en ínclito ornamento
la roja insignia del Patrón hispano:

hoy a despecho de la envidia injusta
te ofrece, López, tan feliz destino
de otro monarca la bondad augusta,

que a favor desusado y peregrino
da a tus desvelos recompensa justa
y nuevos timbres al pincel divino.



Juan Nicasio Gallego

Cuando no hallaba ni aun en sueño vano

-- de Juan Nicasio Gallego --

Cuando no hallaba ni aun en sueño vano
de mi triste prisión fácil salida,
por generoso impulso dirigida
tú me tendiste protectora mano.

Por ti recobro, ilustre Soberano
cuanto me puede hacer grata la vida.
Familia tierna, libertad perdida,
el sol de España, el suelo carpetano.

Que admiras hoy benévolo confío,
de mi tosco buril escaso fruto,
estos humildes rasgos que te envío,

mientras exento ya de pena y luto
por tanto alto favor el pecho mío
te da en su gratitud mejor tributo.



Julio Herrera Reissig

Bromuro

-- de Julio Herrera Reissig --

Burlando con frecuencia el vasallaje
de la tutela familiar en juego,
nos dimos citas, a favor del ciego
azar, en el jardín, tras el follaje...

Frufrutó de aventura tu aéreo traje,
sugestivo de aromas y de espliego...
Y evaporada entre mis brazos, luego,
soñaste mundos de arrebol y encaje...

Libres de la zozobra momentánea
-sin recelarnos de emergencia alguna-
en los breves silencios, oportuna

te abandonabas a mi fe espontánea;
y sobre un muro, al trascender, la luna
nos denunciaba en frágil instantánea.



Evaristo Carriego

La música lejana que nos llega

-- de Evaristo Carriego --

Accede, te lo ruego así. Dejemos
— mientras se enfría el té que has preparado
de leer el capítulo empezado:
amada, cierra el libro y escuchemos...

Y calla, por favor... Guarda tus finas
burlas: ten la vergüenza, no imposible,
de que tu dulce voz halle insensible
rebelde el corazón que aún dominas.

¿Ves? Llega como un breve pensamiento
que pone en fuga el arrepentimiento...

Bebe toda la onda, hermana mía,
no dejes en la copa nada, nada...
Emborráchate, amada:
la música es el vino hecho armonía.



Fernando de Herrera

Duro es este peñasco levantado

-- de Fernando de Herrera --

Duro es este peñasco levantado,
que no teme el favor del bravo viento,
fría esta nieve, que el soberbio aliento
del Aquilón arroja apresurado;

más duro es vuestro pecho y más helado,
en quien la piedad no ha hecho asiento,
ni el fuego de amoroso sentimiento
en él jamás, por culpa vuestra, ha entrado.

Sordas las ondas son de aqueste río,
pero más sorda vos a mis clamores,
que aún poco os pareció ser dura y fría.

Mas todo este dolor del pecho mío
no causa tantas penas y dolores
cuanto la soledad del alma mía.



Fernando de Herrera

Inmenso ardor de eterna hermosura

-- de Fernando de Herrera --

Inmenso ardor de eterna hermosura
en vuestra dulce faz se me aparece,
y en mis entrañas arde y siempre crece
con inmortal incendio virtud pura.

Con alteza y valor vuestra figura
sin igual en mi alma resplandece,
y pues ufana sufre, bien merece
algún corto favor de su ventura.

No puede ser mayor vuestra belleza,
y no es ya justo que ceguéis mis ojos,
su flaca luz gastando en tanto fuego;

que si al pecho mostráis vuestra grandeza,
muriendo en llama no daré despojos,
los que pudiera dar viviendo ciego.



Francisco de Quevedo

parnaso español 30

-- de Francisco de Quevedo --

Si gobernar provincias y legiones
ambicioso pretendes, ¡oh licino!,
procura que el favor que desatino
aseguren de infames tus acciones.
No merezca ninguno las prisiones
mejor que tú, pues cuanto más vecino
al suplicio te vieres, el destino
más te apresurará las elecciones.
Felices son y ricos los pecados:
ellos dan los palacios suntuosos,
llueve el oro, adquieren los estados.
Alábense los hombres virtuosos;
mas, para los que viven alabados,
quien los alaba elige los viciosos.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 23

-- de Francisco de Quevedo --

Esta yedra anudada que camina
y en verde laberinto comprende
la estatura del álamo que ofende,
pues cuanto le acaricia, le arruina,
si es abrazo o prisión, no determina
la vista, que al frondoso lago atiende:
el tronco sólo, si es favor, entiende,
o cárcel que le esconde y que le inclina.
¡Ay, lisi!, quien me viere enriquecido
con alta adoración de tu hermosura,
y de tan nobles penas asistido,
pregunte a mi pasión y a mi ventura,
y sabrá que es prisión de mi sentido
lo que juzga blasón de mi locura.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 42

-- de Francisco de Quevedo --

A fuego y sangre, fiero pensamiento,
has contra mí la guerra pregonado,
y con verme rendido y acabado,
no quieres hacer tregua de un momento.
¿Qué has de ganar en este vencimiento,
sino infamia de haberle procurado
contra quien vive tan desconfiado
del ajeno favor y propio aliento?
la cuerda del dolor afloja un poco;
déjame respirar, duro enemigo,
y goza del placer de atormentarme.
Multiplica mi daño poco a poco,
y el airado rigor templa conmigo,
pues que te has de acabar con acabarme.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 62

-- de Francisco de Quevedo --

O dulces, frescas aguas, transparentes,
que vuestra claridad a celia hurtaste,
cuando otra vez mis glorias murmuraste,
haciéndote dicho entere las gentes.
Si acaso, río ufano, acaso sientes
mi mal, y vos, o flores escuchaste
mis quejas, y algún tiempo acompañaste
vergonzosas mi fe con las corrientes.
Decid, pues sois testigos, este río
a mí, y a celia todo en un momento
no representa con dibujo raro:
murmurando decís a favor mío,
que a ella se parece en movimiento,
y a mí tan solamente en el ser claro.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 4

-- de Francisco de Quevedo --

¡aquí del rey jesús! ¿y qué es aquesto?
no le vale la iglesia al desdichado,
que entró a matarle dentro de sagrado,
sin temer casa real, ni santo puesto.
Favor a la justicia, alumbren presto,
corran tras de él, prendan al culpado;
no quiere resistirse, que embozado
de esperar a la ronda está dispuesto.
Llegaron a prenderle por codicia,
no de la espada ser mayor de marca;
mas visto que la trae de sangre llena,
preguntole quién era la justicia,
desembozose y dijo: soy la parca.
¿La parca sois? andad de enhorabuena.



José Martí

si quieren que de este mundo

-- de José Martí --

vi
si quieren que de este mundo
lleve una memoria grata,
llevaré, padre profundo,
tu cabellera de plata.
Si quieren, por gran favor,
que lleve más, llevaré
la copia que hizo el pintor
de la hermana que adoré.
Si quieren que a la otra vida
me lleve todo un tesoro,
¡llevo la trenza escondida
que guardo en mi caja de oro!



José Martí

cuando me vino el honor

-- de José Martí --

xli
cuando me vino el honor
de la tierra generosa,
no pensé en blanca ni en rosa
ni en lo grande del favor.
Pensé en el pobre artillero
que está en la tumba, callado:
pensé en mi padre, el soldado:
pensé en mi padre, el obrero.
Cuando llegó la pomposa
carta, en su noble cubierta,
pensé en la tumba desierta,
no pensé en blanca ni en rosa.



Carolina Coronado

en otro I

-- de Carolina Coronado --

Cuando cantaba yo de ésas que crecen
flores de abril, la vida perfumada,
entre tantos que flores os ofrecen
pude daros a vos la más preciada;
pero, señora, ya no canto nada,
sino las propias penas que entristecen;
y en vez de canto, regalaros tedio
ni a vos diera placer, ni a mí remedio.
No es la poetisa ese jardín florido
donde siempre un jazmín, una violeta
nace para que adorne su prendido
la hermosa como vos es el poeta
no siempre la mujer doliente inquieta
puede cantar como lo habéis querido;
y en vez de canto regalaros tedio
ni a vos diera placer, ni a mí remedio.
Sabed que al consagraros estas hojas
del íntimo del alma hoy arrancadas,
siento de pena las mejillas rojas
porque lleguen a vos tan destrozadas.
Pero no tengo más están heladas,
y os pido por favor en mis congojas
que me dejéis callar, pues no es remedio
daros, señora, con mis cantos tedio.



Carolina Coronado

en el álbum donde había escrito dumas este verso francés

-- de Carolina Coronado --

Dios me ayude para encontrar en españa la palabra que busco
la palabra que dumas no encontraba
es el nombre de ingrato, que merece;
españa a dumas de favor colmado
y él en pago la insulta y la escarnece.



Clemente Althaus

A Colón (2 Althaus)

-- de Clemente Althaus --

Sigue, sigue, atrevido navegante,
por los mares remotos de occidente:
ni la onda insana, ni la ciega gente
rinda tu fe, ni tu valor espante:

que, si aún no existe la región gigante
que tu adivino corazón presiente,
por ti solo el favor omnipotente
hará que de las ondas se levante.

Y se presenta al fin; mírala: es ella,
madre del porvenir, Edén segundo,
reina del mar y de la tierra estrella;

la que aislaba el océano profundo,
para que virgen se guardara y bella,
y joven fuera en la vejez del mundo.



Clemente Althaus

A Faetón

-- de Clemente Althaus --

Atrevimiento tan nuevo
con espantosa caída
pudo quitarte la vida,
hijo glorioso de Febo.
Mas la pregonera Diosa
en edad ninguna cesa
de encarecer tal empresa,
cuanto infeliz generosa.
Que, pues la envidia altanera
negó tu origen divino,
acreditarlo convino
por tan singular manera.
Y por las abiertas sendas
de los celestiales llanos
fueron rigiendo tus manos
del sol las doradas riendas.
Y aunque, por la omnipotente
diestra fulminado, el Po
helado sepulcro dio
a tu cadáver ardiente,
probó al mundo tu carrera
que hijo eras del mismo Apolo,
pues de él un hijo tan solo
tanto favor mereciera.
No con tus tiernas hermanas
tu amante madre Climene
siempre sin consuelo pene,
quejas despidiendo vanas:
Fin a su lamento triste
pongan, y a aliviarlas baste
ver que el lauro que ganaste
excede al bien que perdiste.



Cristóbal de Castillejo

sonetos - gentes en estas partes tan extraña

-- de Cristóbal de Castillejo --

Gentes en estas partes tan extraña,
¿cómo habéis venido a nuestra españa
tan nuevas y hermosas clavellinas?

o ¿quién os ha traído a ser vecinas
del tajo, de sus montes y campaña?
o ¿quién es el que os guía y acompaña
de tierras tan ajenas peregrinas?-

-don diego de mendoça y garcilaso
nos truxeron, y boscán y luis de haro
por orden y favor del dios apolo.

Los dos llevó la muerte paso a paso,
solimán el uno y por amparo
nos queda don diego, y basta solo.

3



Ramón de Campoamor

Amar y querer

-- de Ramón de Campoamor --

A la infiel más infiel de las hermosas

un hombre la quería y yo la amaba;

y ella a un tiempo a los dos nos encantaba

con la miel de sus frases engañosas.

Mientras él, con sus flores venenosas,

queriéndola, su aliento empozoñaba,

yo de ella ante los pies, que idolatraba,

acabadas de abrir echaba rosas.

De su favor ya en vano el aire arrecía;

mintió a los dos, y sufrirá el castigo

que uno le da por vil, y otro por necia.

No hallará paz con él, ni bien conmigo

él que sólo la quiso, la desprecia;

yo, que tanto la amaba, la maldigo.



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