Buscar Poemas con Broches


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Se han encontrado 3 poemas con la palabra broches

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Amado Nervo

Mi verso

-- de Amado Nervo --

Querría que mi verso, de guijarro,
en gema se trocase y en joyero;
que fuera entre mis manos como el barro
en la mano genial del alfarero.

Que lo mismo que el barro, que a los fines
del artífice pliega sus arcillas,
fuese cáliz de amor en los festines
y lámpara de aceite en las capillas;

que, dócil a mi afán, tomase todas
las formas que mi numen ha soñado,
siendo alianza en el rito de las bodas,
pastoral en el índex del prelado;

lima noble que un grillo desmorona
o eslabón que remata una cadena,
crucifijo papal que nos perdona
o gran timbre de rey que nos condena;

que fingiese a mi antojo, con sus claras
facetas en que tiemblan los destellos,
florones para todas las tiaras
y broches para todos los cabellos;

emblemas para todos los amores,
espejos para todos los encantos
y coronas de astrales resplandores
para todos los genios y los santos.

Yo trabajo, mi fe no se mitiga,
y, troquelando estrofas con mi sello,
un verso acuñaré del que se diga:
Tu verso es como el oro sin la liga:
radiante, dúctil, poliforme y bello.

Poema Mi verso de Amado Nervo con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: XXVIII

-- de César Vallejo --

He almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua,
ni padre que, en el facundo ofertorio
de los choclos, pregunte para su tardanza
de imagen, por los broches mayores del sonido.

Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir
de tales platos distantes esas cosas,
cuando habráse quebrado el propio hogar,
cuando no asoma ni madre a los labios.
Cómo iba yo a almorzar nonada.

A la mesa de un buen amigo he almorzado
con su padre recién llegado del mundo,
con sus canas tías que hablan
en tordillo retinte de porcelana,
bisbiseando por todos sus viudos alvéolos;
y con cubiertos francos de alegres tiroriros,
porque estánse en su casa. Así, ¡qué gracia!
Y me han dolido los cuchillos
de esta mesa en todo el paladar.

El yantar de estas mesas así, en que se prueba
amor ajeno en vez del propio amor,
torna tierra el brocado que no brinda la
MADRE,
hace golpe la dura deglución; el dulce,
hiel; aceite funéreo, el café.

Cuando ya se ha quebrado el propio hogar,
y el sírvete materno no sale de la
tumba,
la cocina a oscuras, la miseria de amor.

Poema Trilce: XXVIII de César Vallejo con fondo de libro

Antonio-Plaza-Llamas

¡déjala!

-- de Antonio-Plaza-Llamas --

Toma niña, este búcaro de flores;
tiene azucenas de gentil blancura
lirios fragantes y claveles rojos,
tiene también camelias, amaranto
y rosas sin abrojos,
rosas de raso, cuyo seno ofrecen
urnas de almíbar con esencia pura,
que en sus broches de oro se estremecen.

Admítelas, amor de mis amores,
admítelas, mi encanto;
las cristalinas gotas de mi llanto,
tibio llanto que brota
del alma de una madre que en ti piensa,
y por eso hallarás en cada gota
emblema santo de ternura inmensa.

Una tarde de abril, así decía,
mi esposa sollozante, mi esposa infortunada,
a mi hija indiferente que dormía
en su lecho de tablas reclinada;
y como herminia, ¡nada!;
nada en su egoísmo respondía
a esa voz que me estaba asesinando.
La madre entonces se alejó llorando,
y ella en la tumba continuó durmiendo.
Déjala dije, -tu dolor comprendo. . .

Poema ¡déjala! de Antonio-Plaza-Llamas con fondo de libro

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