Buscar Poemas con Atrevido


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Se han encontrado 23 poemas con la palabra atrevido

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Lope de Vega

Picó atrevido un átomo viviente

-- de Lope de Vega --

Picó atrevido un átomo viviente
los blancos pechos de Leonor hermosa,
granate en perlas, arador en rosa,
breve lunar del invisible diente.
Ella dos puntas de marfil luciente,
con súbita inquietud bañó quejosa,
y torciendo su vida bulliciosa,
en un castigo dos venganzas siente.
Al expirar la pulga, dijo: "¡Ay, triste,
por tan pequeño mal dolor tan fuerte!"
"¡Oh pulga!", dije yo, "¡dichosa fuiste...!
Detén el alma, y a Leonor advierte
que me deje picar donde estuviste,
y trocaré mi vida con tu muerte".

Poema Picó atrevido un átomo viviente de Lope de Vega con fondo de libro

Vicente Espinel

Siempre alcanza lo que quiere

-- de Vicente Espinel --

Siempre alcanza lo que quiere
Con damas el atrevido,
Y el que no es entremetido
De necio y cobarde muere.

La honestidad en las damas
Es un vela que las fuerza,
Cuando amor tiene mas fuerza,
A no descubrir sus llamas:
Por eso el que las sirviere
Gánase por atrevido,
Que el que no es entremetido, c.

Mil ocasiones hallamos
Con las damas que queremos,
Y cuando mas las tenemos
De cortos no las gozamos:
Pues mire el que amor tuviere
Que en el bando de Cupido,
El que no es entremetido, c.

Poema Siempre alcanza lo que quiere de Vicente Espinel con fondo de libro

Fernando de Herrera

Un tiempo, aunque fue breve, osé atrevido

-- de Fernando de Herrera --

Un tiempo, aunque fue breve, osé atrevido,
por ventura atendiendo la victoria,
quejarme, y de mi afán mostrar la historia
a quien me trae en ciego error perdido.

Ahora, o con más lástima ofendido,
o cierto de la falta de mi gloria,
no hago de mis males más memoria
que si yacieran solos en olvido.

Pero el silencio al fin no puede tanto,
que en soledad no rompa, y lo que impide
su vista escribo, del dolor forzado.

Comienza el día, y doy principio al canto
y llanto que en la noche amor despide,
y llanto y canto avivan mi cuidado.

Poema Un tiempo, aunque fue breve, osé atrevido de Fernando de Herrera con fondo de libro

José Martí

sé de un pintor atrevido

-- de José Martí --

xxiv
sé de un pintor atrevido
que sale a pintar contento
sobre la tela del viento
y la espuma del olvido.
Yo sé de un pintor gigante,
el de divinos colores,
puesto a pintarle las flores
a una corbeta mercante.
Yo sé de un pobre pintor
que mira el agua al pintar,
el agua ronca del mar,
con un entrañable amor.



Lope de Vega

Circe, que de hombre en piedra me transforma

-- de Lope de Vega --

Circe, que de hombre en piedra me transforma,
quiere, o lo quieren los contrarios cielos,
que viva ausente, sin matarme celos,
cosa imposible si de amor se informa.

Tanto el temor con el amor conforma
que era pedir centellas a los hielos
estar ausente y no tener recelos
aun a la sombra que el pensarlos forma.

Al contrario presente aunque atrevido,
bien puede hacer un hombre resistencia,
mas no cuando a traición otro le enviste.

Los celos por los ojos me han venido,
pero por las espaldas el ausencia,
y lo que no se ve no se resiste.



Lope de Vega

Con presunción de bélico soldado

-- de Lope de Vega --

Con presunción de bélico soldado,
galán sale y feroz Pablo atrevido,
que si agora en la cuenta no ha caído,
caerá muy presto del primero estado.
¿Adónde, Pablo, de soberbia armado
para quedar con una voz vencido?
Seguid las letras, ¿Dónde vais perdido,
que habéis de ser Dotor del mayor grado?.
Aunque valor vuestra persona encierra,
no es bien que nadie contra Dios presuma,
que dará con los ojos por la tierra.
La Iglesia espera vuestra docta suma,
mirad que no sois vos para la guerra,
dejad las armas y tomad la pluma.



Lope de Vega

¡Cuantas veces, Señor, me habéis llamado!

-- de Lope de Vega --

¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido,
desnudo como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado!
Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir, en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas, atrevido,
al mismo precio en que me habéis comprado.
Besos de paz os di para ofenderos;
pero si fugitivos de su dueño,
hierran cuando los hallan los esclavos,
hoy que vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme vos a vos en vuestro leño,
y tendreisme seguro con tres clavos.



Lope de Vega

¿Quién sino yo tan ciego hubiera sido

-- de Lope de Vega --

¿Quién sino yo tan ciego hubiera sido,
que no viera la luz? ¿Quién aguardara
a que con tantas voces le llamara
aquel despertador de tanto olvido?
¿Quién sino yo por el abril florido
de caduco laurel se coronara,
y la opinión mortal solicitara
con tanto tiempo, en tanto error perdido?
¿Quién sino yo tan atrevido fuera
que descolgara de Sión la lira,
y al babilonio vil música diera?
¿Y quién, sino quien es verdad, la ira
templara en mí, porque al morir dijera
que toda mi esperanza fue mentira?



Pablo Neruda

poema 13 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)

-- de Pablo Neruda --

Poema 13
he ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.
Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.
Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.
Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco.
Triste ternura mía, qué te haces de repente?
cuando he llegado al vértice más atrevido y frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna.



Gutierre de Cetina

para justificarme en mi porfía

-- de Gutierre de Cetina --

Tal vez muevo la pluma que os alabe,
y antes de comenzar pide que acabe
de celoso temor la fantasía.
Pónesele delante al alma mía
temor que os perderé si tal se sabe,
y no decir de vos lo que en vos cabe
dice amor que es traición y cobardía.
Hágome alguna vez más atrevido
y digo: «¡qué temor tan sin prudencia!
¡ámenla cuantos hay debajo el cielo!»
ved si debo de estar ya bien perdido,
cuando, siendo incurable mi dolencia,
pienso en ajeno mal hallar consuelo.



Gutierre de Cetina

a un hombre loco llamado carbón, que estando furioso arremetió a besar a una dama

-- de Gutierre de Cetina --

Atrevido carbón, tan animoso
cuan falto de favor y de contento,
no se alabe faetón de atrevimiento
pues fue el tuyo más alto y más famoso.
Aquél, guiando al sol, de temeroso
hizo a los temerarios escarmiento,
tú pensaste gozar sin fundamento
de un nuevo sol más claro y más hermoso.
¿Cuál seso hay que iguale a tu locura?
¿cuál esfuerzo llega al bien de aventurarte
si tuvieras más fuerza o más ventura?
aunque siendo carbón, ponerte en parte
tan cerca de aquel sol de hermosura,
ya es ventura llegar y no abrasarte.



Hernando de Acuña

Con la razón en su verdad envuelta

-- de Hernando de Acuña --

Con la razón en su verdad envuelta
combate de atrevido mi querer,
armado de esperanza, y sin temer
que Amor le engañe o pueda dar la vuelta.

Acomete animoso a rienda suelta,
mi razón, débil contra tal poder,
resiste, mas en fin viene a perder,
y a parar en mi daño esta revuelta.

Que entonces sin sospecha, este cruel
de mí triunfa y sin temor se extiende,
viendo tan suya toda parte mía;

mas no me acaba, porque está con él
memoria de un gran bien, y me defiende
quien otras mil partes me ofendía.



Vicente García de la Huerta

Soneto cuarto del caballero

-- de Vicente García de la Huerta --

Necio, atrevido y loco me apellida,
Fili, tu injusta condición ingrata,
y con infames títulos maltrata
la más noble pasión y bien nacida.

Emplea en mí tu cólera encendida,
abrasa un corazón que te retrata,
y consume, si te es empresa grata,
la ya torpe memoria de mi vida.

Ya aborrezco el vivir, pues inhumana
segunda causa das a mi tormento,
por que acabe mi vida de esta suerte:

Acción por todos términos tirana
ensangrentarte en mi aborrecimiento,
sobrando tu desdén a darme muerte.



Antonio-Plaza-Llamas

a una actriz

-- de Antonio-Plaza-Llamas --

A una actriz
intérprete feliz del pensamiento.
Ángel que brillas en la gloria humana,
ciñéndole a tu frente soberana
la espléndida corona del talento.
Heroína del noble sentimiento,
no me admira el laurel que te engalana;
porque sé que en la tierra mexicana
el genio tiene su mejor asiento.
Sigue de gloria con tu sueño santo
y conquista renombre sin segundo
en la futura edad, que yo entretanto,
al aplaudirte con afán profundo,
diré orgulloso en atrevido canto:
nada envidias, ¡oh patria!, al viejo mundo.
Antonio plaza llamas



Antonio-Plaza-Llamas

el borracho

-- de Antonio-Plaza-Llamas --

Generoso en la copa, ruin en todo;
ronca la voz, inyecta la mirada,
párpados gruesos, faz abotagada
y siempre crudo cuando no beodo.
Perdida la razón, goza a su modo,
y nunca estar en su razón le agrada;
que el vino es todo, la razón es nada,
y sólo vive al empinar el codo.
Cuando al inflamarle empieza el aguardiente,
lenguaraz, atrevido y vivaracho,
es intrépido, franco y excelente
amigo; pero juzgo sin empacho
que no es franco, ni amigo, ni valiente;
porque el borracho, en fin, sólo es . . . Borracho.



Evaristo Carriego

El clavel

-- de Evaristo Carriego --

Fué al surgir de una duda insinuativa
cuando hirió tu severa aristocracia,
como un símbolo rojo de mi audacia,
un clavel que tu mano no cultiva.

Quizás hubo una frase sugestiva,
o viera una intención tu perspicacia,
pues tu serenidad llena de gracia
fingió una rebelión despreciativa...

Y, así, en tu vanidad, por la impaciente
condena de un orgullo intransigente,
mi rojo heraldo de amatorios credos

mereció, por su símbolo atrevido,
como un apóstol o como un bandido
la guillotina de tus nobles dedos.



Fernando de Herrera

Amor, que me vio libre y no ofendido

-- de Fernando de Herrera --

Amor, que me vio libre y no ofendido,
torció, de mil despojos ricos llena,
en lazos de oro y perlas la cadena,
y en nieve escondió y púrpura, atrevido.

Con la flor de las luces yo perdido,
llegué y apresuré mi eterna pena;
tiembla el pecho fiel y me condena;
huyo, doy en la red, caigo rendido.

La culpa de mis daños no merezco,
que fue el nudo hermoso, y de mi grado
no una vez le entregara la victoria.

Cuanto sufro en mis cuitas y padezco
hallo en bien de mis yerros engañado
y del engaño salgo a mayor gloria.



Fernando de Herrera

Si intentas imitar mi luz hermosa

-- de Fernando de Herrera --

Si intentas imitar mi luz hermosa,
templar, oh grande artífice, procura
en el candor de nieve llama pura
y confundir los lirios con las rosas;

y seré el color de ellos la amorosa
terneza que florece con dulzura
suavemente en su gentil figura,
si la arte es para tanto poderosa.

Mezcla cinamo negro y sirio nardo,
casia, incienso, en que cubre el rico nido
vivo el arabio fénix en su muerte;

que si no te atraviesa el duro dardo
de su vista, dichoso y atrevido,
dar podrás muestra alguna de esta suerte.



Francisco de Quevedo

parnaso español 7

-- de Francisco de Quevedo --

Descortésmente y cauteloso el hado,
vuestro valor, ¡oh duque esclarecido!,
solícito envidioso y, atrevido,
logró apenas lo mal intencionado.
Por derribaros, de soberbia armado,
diligencia en que estrellas han perdido
la silla, el animal enfurecido
más alabanza os dio que os dio cuidado.
Poca le pareció su valentía
al toro, presunción de la ribera,
para desalentar vuestra osadía.
Vuestro caballo os duplicó la fiera;
mas en vos vencen arte y valentía,
juntas a la que os lleva y os espera.



José Joaquín de Mora

El tachonado y puro firmamento

-- de José Joaquín de Mora --

El tachonado y puro firmamento
con todas sus lumbreras inmortales,
esa luz que nos vierte sus raudales,
más sutil, más veloz que el pensamiento.

El misterioso y grave movimiento
de sus revoluciones desiguales,
¡qué de goces intensos, celestiales,
no dan al atrevido entendimiento!

¡Y está serena el alma, y no palpita
rápido el corazón! ¡Ni estalla el labio,
cediendo al entusiasmo que lo agita!

Hombre, suelta el compás y el astrolabio;
mentido es tu saber, siente y medita:
quien más medita y siente es el más sabio.



Carolina Coronado

flor de pureza

-- de Carolina Coronado --

¡oh de la madre tierra
hija mimada, fruto delicioso,
que en su espíritu encierra
hechizo venturoso,
divino ardor, perfume glorioso!
flor a mí consagrada,
corona de mis sienes, perla mía,
la sola gloria amada
que mi ambición ansía,
luna en mi noche, sol claro en mi día
¿dónde estás ¡ay!, adónde
la cabeza gentil triste reclinas?
¿qué huerto, di, me esconde
las luces argentinas
con que mis ciegos ojos iluminas?
yo fiel a la ternura
que el señor hacia ti me inspiraría
guardé, en el alma pura
los halagos que un día
sólo a tu frente amada rendiría...
¿Por qué vio la mañana
antes que yo tu dulce risa amante?
oruguilla liviana;
¿por qué aspiro un instante
tu pura esencia ni tu luz brillante?
¿por qué ora el sol te abrasa?
¿por qué a tu cabellera el aire toca?
¿por qué el insecto pasa
y atrevido coloca
sus alas donde yo puse mi boca...?



Clemente Althaus

A Colón (2 Althaus)

-- de Clemente Althaus --

Sigue, sigue, atrevido navegante,
por los mares remotos de occidente:
ni la onda insana, ni la ciega gente
rinda tu fe, ni tu valor espante:

que, si aún no existe la región gigante
que tu adivino corazón presiente,
por ti solo el favor omnipotente
hará que de las ondas se levante.

Y se presenta al fin; mírala: es ella,
madre del porvenir, Edén segundo,
reina del mar y de la tierra estrella;

la que aislaba el océano profundo,
para que virgen se guardara y bella,
y joven fuera en la vejez del mundo.



Clemente Althaus

A un joven

-- de Clemente Althaus --

Tú, cuyo pecho sin cesar se afana
con desvelo tan puro y tan ardiente
por el progreso y la ventura humana,
no el lauro esperes a tu noble frente.
El premio considera que tributa
a la virtud de Arístides Atenas;
de Sócrates recuerda la cicuta
y de Colón divino las cadenas.
Mira a Dante proscrito como reo,
preso al Taso entre insanos; ve el tormento
los miembros lacerar de Galileo,
atrevido Colón del firmamento.
Entre hórridas congojas dar la vida
mira del mundo al Redentor, y dime
qué pueblo no es igual al deicida,
que crucifica a aquel que le redime.
Cual culpa sin perdón, el mundo falso
castiga el beneficio recibido;
a éste da la prisión, a otro el cadalso;
su castigo menor es el olvido.
Mas, aunque sepas que a la tierra vino
a solamente padecer el bueno,
cumple, oh joven, la ley de tu destino,
de vil temor y abatimiento ajeno.
No pienses en humana recompensa,
cuya esperanza el mérito minora;
en los deleites que te brinda piensa
la virtud, de sí misma premiadora.



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