Buscar Poemas con Asió


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Se han encontrado 5 poemas con la palabra asió

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Lope de Vega

El ave santa, en cuyo pico asido

-- de Lope de Vega --

El ave santa, en cuyo pico asido
vio el mundo el ramo de la paz humana,
y a cuyos pies el cielo de Diana
sirve de trono, aunque de sol vestido,
con más süave y más sutil sonido
que el aura al alba envuelta en nieve y grana,
batió bañada en dulce tramontana
las alas de oro al Carmelita nido.
Simón, nuevo Eliseo, pastor santo,
adornando la fénix del Carmelo,
«Éstas, dijo, serán la salas mías».
Asió la fimbria del celeste manto,
formando entre los dos escala al cielo,
hasta que vuelva de su carro Elías.

Poema El ave santa, en cuyo pico asido de Lope de Vega con fondo de libro

Rafael María Arízaga

Brasilia

-- de Rafael María Arízaga --

I

A la lumbre amorosa del Crucero,
fulgente en gemas de riqueza ignota,
una tarde estival, en la derrota
se cruzó de feliz aventurero.

A admirar su belleza el mundo entero
de sus hijos le envió múltiple flota,
y en sus venas vertió gota por gota
sangre de nueva estirpe: el brasilero.

De Iberia conoció los campeadores,
de Albión los libres y severos lores,
de la Galia gentil, la inmortal gesta;

y, madre ya de Ledos y de Andrades,
heroína de sus propias libertades,
¡alzó ante el Orbe la laureada testa!

II

La señora del Austro, soberana,
que en magno imperio dilatarse pudo,
no asió la lanza ni embrazó el escudo,
como soberbia Juno americana.

Soñó con la república romana
de la gloriosa edad; y en verbo agudo
execró de la fuerza el cetro rudo,
baldón eterno de la historia humana.

El mundo de los Arios, desde el Orto,
la miró entonces, en su nobleza absorto,
y en honor a sus ínclitas acciones.

De sus Sorbonas le franqueó la entrada
y la hizo presidir, de mirto orlada,
en la gran Sociedad de las Naciones.

Poema Brasilia de Rafael María Arízaga con fondo de libro

Gutierre de Cetina

sobre las ondas del helado ibero

-- de Gutierre de Cetina --

Sobre las ondas del helado ibero,
incauto niño, y sin saber, corría,
cuando el hielo, que fuerza no tenía,
quebrando, se mostró crudo y severo.
El río, que veloz iba ligero,
con el tributo el cuerpo al mar envía:
la cabeza que el hielo sostenía
por memoria quedó del caso fiero.
La madre que buscando al niño andaba
por la ribera, viendo el rostro luego
asió del y sacó lo que quedaba.
«¡Ay cruel hado dijo extraño y ciego!
pues de lo que parí no me tocaba
más parte que ésta, ésta consuma el fuego».

Poema sobre las ondas del helado ibero de Gutierre de Cetina con fondo de libro

José Asunción Silva

Serenata (José Asunción Silva)

-- de José Asunción Silva --

La calle está desierta; la noche fría;
velada por las nubes pasa la luna;
arriba está cerrada la celosía
y las notas vibrantes, una por una,
suenan cuando los dedos fuertes y ágiles,
mientras la voz que canta, ternuras narra,
hacen que vibren las cuerdas frágiles
de la guitarra.

La calle está desierta; la noche fría;
una nube borrosa tapó la luna;
arriba está cerrada la celosía
y se apagan las notas, una por una.
Tal vez la serenata con su ruido
busca un alma de niña que ama y espera,
como buscan alares donde hacer nido
las golondrinas pardas en primavera.

La calle está desierta; la noche fría;
en un espacio claro brilló la luna;
arriba ya está abierta la celosía
y se apagan las notas una por una.
El cantor con los dedos fuertes y ágiles,
de la vieja ventana se asió a la barra
y dan como un gemido las cuerdas frágiles
de la guitarra.



Ramón de Campoamor

La Carambola

-- de Ramón de Campoamor --

PASANDO por el pueblo un maragato,
Llevaba sobre un mulo atado un gato,
Al que un chico, mostrando disimulo.
Le asió la cola por detrás del mulo.

Herido el gato, al parecer sensible,
Pególe al macho un arañazo horrible;
Y herido entonces el sensible macho,
Pegó una coz y derribó al muchacho.

Es el mundo, a mi ver, una cadena,
Do, rodando la bola,
El mal que hacemos en cabeza ajena,
Refluye en nuestro mal, por carambola.

Campoamor.



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