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Se han encontrado 9 poemas con la palabra alcanzan

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César Vallejo

Trilce: LIII

-- de César Vallejo --

Quién clama las once no son doce!
Como si las hubiesen pujado, se afrontan
de dos en dos las once veces.

Cabezazo brutal. Asoman
las coronas a oír,
pero sin traspasar los eternos
trescientos sesenta grados, asoman
y exploran en balde, dónde ambas manos
ocultan el otro puente que les nace
entre veras y litúrgicas bromas.

Vuelve la frontera a probar
las dos piedras que no alcanzan a ocupar
una misma posada a un mismo tiempo.
La frontera, la ambulante batuta, que sigue
inmutable, igual, sólo
más ella a cada esguince en alto.

Veis lo que es sin poder ser negado,
veis lo que tenemos que aguantar,
mal que nos pese.
¡Cuánto se aceita en codos
que llegan hasta la boca!

Poema Trilce: LIII de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: LXXVI

-- de César Vallejo --

De la noche a la mañana voy
sacando lengua a las más mudas equis.

En nombre de esa pura
que sabía mirar hasta ser 2.

En nombre de que la fui extraño,
llave y chapa muy diferentes.

En nombre della que no tuvo voz
ni voto, cuando se dispuso
esta su suerte de hacer.

Ebullición de cuerpos, sinembargo,
aptos; ebullición que siempre
tan sólo estuvo a 99 burbujas.

¡Remates, esposados en naturaleza,
de dos días que no se juntan,
que no se alcanzan jamás.

Poema Trilce: LXXVI de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

quién clama las once no son doce!

-- de César Vallejo --

liii
quién clama las once no son doce!
como si las hubiesen pujado, se afrontan
de dos en dos las once veces.
Cabezazo brutal. Asoman
las coronas a oír,
pero sin traspasar los eternos
trescientos sesenta grados, asoman
y exploran en balde, dónde ambas manos
ocultan el otro puente que les nace
entre veras y litúrgicas bromas.
Vuelve la frontera a probar
las dos piedras que no alcanzan a ocupar
una misma posada a un mismo tiempo.
La frontera, la ambulante batuta, que sigue
inmutable, igual, sólo
más ella a cada esguince en alto.
Veis lo que es sin poder ser negado,
veis lo que tenemos que aguantar,
mal que nos pese.
¡Cuánto se aceita en codos
que llegan hasta la boca!

Poema quién clama las once no son doce! de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

de la noche a la mañana voy

-- de César Vallejo --

lxxvi
de la noche a la mañana voy
sacando lengua a las más mudas equis.
En nombre de esa pura
que sabía mirar hasta ser 2.
En nombre de que la fui extraño,
llave y chapa muy diferentes.
En nombre della que no tuvo voz
ni voto, cuando se dispuso
esta su suerte de hacer.
Ebullición de cuerpos, sinembargo,
aptos; ebullición que siempre
tan sólo estuvo a 99 burbujas.
¡Remates, esposados en naturaleza,
de dos días que no se juntan,
que no se alcanzan jamás!



Pablo Neruda

la infinita

-- de Pablo Neruda --

La infinita
ves estas manos? han medido
la tierra, han separado
los minerales y los cereales,
han hecho la paz y la guerra,
han derribado las distancias
de todos los mares y ríos,
y sin embargo
cuanto te recorren
a ti, pequeña,
grano de trigo, alondra,
no alcanzan a abarcarte,
se cansan alcanzando
las palomas gemelas
que reposan o vuelan en tu pecho,
recorren las distancias de tus piernas,
se enrollan en la luz de tu cintura.
Para mí eres tesoro más cargado
de inmensidad que el mar y su racimos
y eres blanca y azul y extensa como
la tierra en la vendimia.
En ese territorio,
de tus pies a tu frente,
andando, andando, andando,
me pasaré la vida.



Mis cuatro madrinas

-- de Vicenta Castro Cambón --

LA única hermana de mi padre, un día
que fué de contento para la familia,
su nombre me impuso, jurando en la pila
que yo del rebaño de Cristo sería.

Con vestidos blancos de encajes y cintas
me adornó el cariño de aquella madrina.

Más tarde, juguetes y mil cosas lindas
gracias a los mimos tuve de Rosita,
la que a confirmarme en la fe divina
me llevó una fiesta de la Pura y Limpia.

Hoy, con sólo verme, la gente adivina
que pródiga en dones que el tiempo no quita
tengo en la Desgracia celosa madrina.
Por esta constante compañera mía
mi planta conoce todas las espinas.

Y por todas partes, con Desgracia en riña,
a mi encuentro viene mi cuarta madrina.
Bondad es su nombre; mil almas amigas
me alcanzan los dones con que ella me mima.

De Bondad los dones son rosas suavísimas
que a tus pies deshojo, madre Poesía.



Antonio Machado

La vida tiene hoy ritmo

-- de Antonio Machado --

La vida hoy tiene ritmo
de ondas que pasan,
de olitas temblorosas
que fluyen y se alcanzan.
La vida hoy tiene el ritmo de los ríos,
la risa de las aguas
que entre los verdes junquerales corren,
y entre las verdes cañas.
Sueño florido lleva el manso viento;
bulle la savia joven en las nuevas ramas;
tiemblan alas y frondas,
y la mirada sagital del águila
no encuentra presa..., Trema el campo en sueños,
vibra el sol como un arpa.
¡Fugitiva ilusión de ojos guerreros
que por las selvas pasas
a la hora del cenit: tiemble en mi pecho
el oro de tu aljaba!
En tus labios florece la alegría
de los campos en flor; tu veste alada
aroman las primeras velloritas,
las violetas perfuman tus sandalias.
Yo he seguido tus pasos en el viejo bosque,
arrebatados tras la corza rápida,
y los ágiles músculos rosados
de tus piernas silvestres entre verdes ramas.
¡Pasajera ilusión de ojos guerreros
que por las selvas pasas,
cuando la tierra reverdece y ríen
los ríos en las cañas!
¡Tiemble en mi pecho el oro
que llevas en tu aljaba!



Francisco Sosa Escalante

Violeta

-- de Francisco Sosa Escalante --

¡Oh mujer celestial, gloria del arte!
A cuánto alcanzan de tu voz sonora
La magia y el poder! ¿quién no te adora,
Ni quién te puede ver sin admirarte?

Dispuesto el corazón á perdonarte
Se encuentra, si apareces pecadora
En Violeta infeliz, y atronadora
Salva de aplausos rompe á saludarte.

En vano grita la razon severa
Que nadie preste abrigo bondadoso
A quien las leyes del honor vulnera:

Al escuchar tu canto melodioso
Te brinda el alma compasion sincera,
Y olvida tu pasado tormentoso.



José Asunción Silva

¿...

-- de José Asunción Silva --

Estrellas que entre lo sombrío,
de lo ignorado y de lo inmenso,
asemejáis en el vacío,
jirones pálidos de incienso,
nebulosas que ardéis tan lejos
en el infinito que aterra
que sólo alcanzan los reflejos
de vuestra luz hasta la tierra,
astros que en abismos ignotos
derramáis resplandores vagos,
constelaciones que en remotos
tiempos adoraron los magos,
millones de mundos lejanos,
flores de fantástico broche,
islas claras en los oceanos,
sin fin, ni fondo de la noche,
¡estrellas, luces pensativas!
¡estrellas, pupilas inciertas!
¿por qué os calláis si estáis vivas
y por que alumbráis si estáis muertas?...



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