Buscar Poemas con Aferra


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Se han encontrado 5 poemas con la palabra aferra

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Javier del Granado

el horno

-- de Javier del Granado --

Combando el cielo en olorosa tierra
alza su nido el laborioso hornero,
que convierte las pajas en lucero,
y en miel, el barro que su pico aferra.

Por eso el hombre que en su ser encierra
todo el saber del universo entero,
con gran acierto lo imitó al hornero,
y horneó en el horno, el trigo de la sierra.

Bendice dios, la casa en que se amasa,
y en el hogar hay un calor de nido,
si a cada niño se le da su hogaza.

Y si natalio brinda a su familia
pascual cordero y pan recién cocido,
¡canta el horno en campanas de vigilia!

Poema el horno de Javier del Granado con fondo de libro

José Ángel Buesa

poema final por nosotros

-- de José Ángel Buesa --

Está bien, vas con otro, y me apeno y sonrío,
pues recuerdo las noches que temblaste en mi mano,
como tiembla en la hoja la humedad del rocío,
o el fulgor de la estrella que desciende al pantano.
Te perdono, y es poco. Te perdono, y es todo,
yo que amaba tus formas, más amaba tu amor,
y empezó siendo rosa lo que luego fue lodo,
a pesar del perfume y a pesar del color.
Hoy prefiero mil veces sonreír aunque pierda,
mientras pierda tan solo el derecho a tu abrazo,
y no ser el que olvida, mientras él quien recuerda,
y tú bajes el rostro y él lo vuelva si paso.
Quien te lleva no sabe que pasó mi tormento,
y me apena su modo de aferrarse a lo vano,
él se aferra a la rosa, pero olvida que el viento,
todavía dirige su perfume a mi mano.
Y por ser quien conozco tus angustias y anhelos,
te perdono si pasas y si no me saludas,
pues prefiero el orgullo de perderte con celos,
a la angustia que él siente de tenerte con dudas.
Y mañana quien sabe, no sabré si fue rubia,
si canela, o si blanca la humedad de esta pena,
y quizás te recuerde si me adentro en la lluvia,
o tal vez me dé risa si acaricio la arena.

Poema poema final por nosotros de José Ángel Buesa con fondo de libro

Salvador Díaz Mirón

El predestinado

-- de Salvador Díaz Mirón --

Bajo el ronco motín que grita muerte,
el sagrado bajel cruje de suerte
que semeja reír - El genio es fuerte;

Y aún ante indicio, de locura o dolo,
no culpa de falaz a Marco Polo,
y se obstina en creer, inmenso y solo.

Su fe suele medrar cuando vacila...
¡Así la llama del hachón oscila
al viento, y es mayor por intranquila!

En el ignoto piélago la nave
sigue al azar el ímpetu de un ave.
¿A dónde va? ¡Ni el Genovés lo sabe!

A la esperanza el mísero se aferra,
como a la tabla el náufrago que yerra
en la furia del mar. La noche cierra.

Bien luego magnífica su corona...
Y es que Dios con su soplo hincha la lona,
¡desde los astros de la nueva zona!

Voz que nace al timón sube a la caña...
¡El Ponto bulle con cadencia extraña
y parece que dice: ¡Viva España!

Colón, en pie sobre la proa mira...
¡Y en el cordaje un hálito respira
Y canta, como un estro en una lira!

Franja de luna por el agua riela...
¡Y al grande hombre simula rica estela,
rastro de victoriosa carabela!

Poema El predestinado de Salvador Díaz Mirón con fondo de libro

Medardo Ángel Silva

El alma presa

-- de Medardo Ángel Silva --

A Modesto Chávez Franco

Las interrogaciones con que, en horas fatales,
queremos sondear la Esencia Verdadera,
son voces a la Esfinge siempre muda, señales
en la sombra que nadie ve de la otra ribera.

Sí; de nuestro dolor sólo perdura
el eco sollozante a merced de la brisa.
¡Ay de ese cuyos diarios vino y pan de amargura
no endulzan besos, canto o femenil sonrisa!

Bien sabemos que el polvo retornará a la tierra,
pero la carne a la vida se aferra.
¡Y qué temor, oh, cielos, por nuestra leve arcilla!

¡Detente!, le decimos al minuto que pasa...
¡Y cuando por nosotros vienen de la otra orilla,
gimiendo abandonamos la miserable casa!



Francisco Sosa Escalante

¡Infanticida!

-- de Francisco Sosa Escalante --

¿Cómo pretendes conservar el nombre
Más santo y más sublime de la tierra,
Si infame olvidas que ese nombre encierra
Cuanto de noble y puro adora el hombre?

¿Madre tú? madre tú? de tal renombre
Eres indigna, pues en cruda guerra
Vives ¡ay! con el bien, y al mal te aferra
Tu instinto, haciendo al mundo que se asombre.

Yo he visto á la pantera enfurecida
Al ver herir al hijo de su seno,
Por vengarlo perder la propia vida.

Y te he mirado yo, de espanto lleno,
Tornarte en criminal infanticida
Por ocultar de tu conducta el cieno.



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