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Adelardo López de Ayala

A Isabel

-- de Adelardo López de Ayala --

De Málaga la tierra encantadora
puso en tu frente cuantas rosas crías,
y el espléndido sol de Andalucía,
en tus ardientes ojos se atesora.

Cuando la risa endulza y aminora
el rayo audaz que tu mirada envía,
el alma se estremece de alegría,
bañada en luz de la primer aurora.

Un espejo te mando... -¡Error profundo!
Si al retratarte, el gozo te despierta
de admirar en tu rostro un paraíso,

mustio después encontrarás el mundo,
y temo que el espejo se convierta
en la encantada fuente de Narciso.

Poema A Isabel de Adelardo López de Ayala con fondo de libro

Alberti

EN EL DÍA DE SU MUERTE A MANO ARMADA

-- de Alberti --

Decidme de una vez si no fue alegre todo aquello
5 x 5 entonces no eran todavía 25
ni el alba había pensado en la negra existencia de los malos cuchillos.
Yo te juro a la luna no ser cocinero,
tú me juras a la luna no ser cocinera,
él nos jura a la luna no ser siquiera humo de tan tristísima cocina.
¿Quién ha muerto?
La oca está arrepentida de ser pato,
el gorrión de ser profesor de lengua china,
el gallo de ser hombre,
yo de tener talento y admirar lo desgraciada
que suele ser en el invierno la suela de un zapato.
A una reina se le ha perdido su corona,
a un presidente de república su sombrero,
a mí...
Creo que a mí no se me ha perdido nada,
que a mí nunca se me ha perdido nada,
que a mí...
¿Qué quiere decir buenos días?

Poema EN EL DÍA DE SU MUERTE A MANO ARMADA de Alberti con fondo de libro

Lope de Vega

Ya no quiero más bien que sólo amaros

-- de Lope de Vega --

Ya no quiero más bien que sólo amaros
ni más vida, Lucinda, que ofreceros
la que me dais, cuando merezco veros,
ni ver más luz que vuestros ojos claros.

Para vivir me basta desearos,
para ser venturoso conoceros,
para admirar el mundo engrandeceros
y para ser Eróstrato abrasaros.

La pluma y lengua respondiendo a coros
quieren al cielo espléndido subiros
donde están los espíritus más puros.

Que entre tales riquezas y tesoros
mis lágrimas, mis versos, mis suspiros
de olvido y tiempo vivirán seguros.

Poema Ya no quiero más bien que sólo amaros de Lope de Vega con fondo de libro

Manuel del Palacio

A un reo

-- de Manuel del Palacio --

Odio, miseria, estupidez, codicia,
Pusieron el puñal entre tus manos,
Y por lavar tu crimen los humanos
Otro cometen que tu juez inicia.

— ¡La sangre pide sangre! en su malicia
Gritan los que blasonan de cristianos,
Y fuertes con el débil y tiranos
Muerte le dan con bárbara delicia.

¡Tú al patíbulo vas! Cortejo impío
Sigue tus huellas y á admirar se lanza
Ese cuadro patético y sombrío:

Reo, ¡valor, dulzura y esperanza!
Dios perdona del hombre el desvarío,
Y allí es justicia lo que aquí venganza!



Manuel del Palacio

La profecía

-- de Manuel del Palacio --

Víctima de sus vicios fué Sodoma,
Jerusalem de su impiedad insana,
De su ambición Cartago la africana,
De su avaricia y su soberbia Roma.

Hoy por su propio peso se desploma
De Pelayo la herencia soberana,
Y hecho pedazos rodará mañana
El trono que de Dios origen toma.

Y nadie de la edad en el misterio
Buscará de esa ruina las razones
De fácil comprensión al hombre serio:

Lo que sí ha de admirar á las naciones,
Es cómo vivió siglos un imperio
Gobernado por monjas y bribones.



Rafael María Arízaga

Brasilia

-- de Rafael María Arízaga --

I

A la lumbre amorosa del Crucero,
fulgente en gemas de riqueza ignota,
una tarde estival, en la derrota
se cruzó de feliz aventurero.

A admirar su belleza el mundo entero
de sus hijos le envió múltiple flota,
y en sus venas vertió gota por gota
sangre de nueva estirpe: el brasilero.

De Iberia conoció los campeadores,
de Albión los libres y severos lores,
de la Galia gentil, la inmortal gesta;

y, madre ya de Ledos y de Andrades,
heroína de sus propias libertades,
¡alzó ante el Orbe la laureada testa!

II

La señora del Austro, soberana,
que en magno imperio dilatarse pudo,
no asió la lanza ni embrazó el escudo,
como soberbia Juno americana.

Soñó con la república romana
de la gloriosa edad; y en verbo agudo
execró de la fuerza el cetro rudo,
baldón eterno de la historia humana.

El mundo de los Arios, desde el Orto,
la miró entonces, en su nobleza absorto,
y en honor a sus ínclitas acciones.

De sus Sorbonas le franqueó la entrada
y la hizo presidir, de mirto orlada,
en la gran Sociedad de las Naciones.



Juan Nicasio Gallego

A Margarita en sus días

-- de Juan Nicasio Gallego --

Dos veces y no más Márgara mía,
veces y no más plugo al destino
que a tu lado me hallase el matutino
plácido ambiente de tu fausto día.

Gozoso entonces admirar solía
los rasgos de tu imperio peregrino,
y al eco de tu labio purpurino
colmaba el pecho insólita alegría.

Todo cambió. Por términos extraños
perdida ya de verte la esperanza,
me acosan males, tedio, desengaños.

Sólo en mi corazón no hallo mudanza;
que el poder de las penas y los años
en él tu imagen a borrar no alcanza.



Julio Zaldumbide Gangotena

América y Bolívar - de primer centenario de Simón Bolívar

-- de Julio Zaldumbide Gangotena --

Himnos no canta América este día
a un crudo engendro de la horrenda guerra,
en quien no tiene qué admirar la tierra,
sino la ira de Dios, que se lo envía.

Sea en buena hora pasmo y ufanía
de un mundo siervo aquel que al orbe aterra
con su ambición, hasta que el Cielo atierra
en él de otro Luzbel la alta osadía.

Que la América libre es templo inmenso
que sólo al alma Libertad endiosa,
purgada el ara de servil incienso.

Hoy de la ardiente llama esplendorosa
perfume eleva, de loores denso,
al mayor hijo de la altiva Diosa.



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