Buscar Poemas con Ojos


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Se han encontrado 75 poemas con la palabra ojos

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Salvador Díaz Mirón

Ojos verdes

-- de Salvador Díaz Mirón --

Ojos que nunca me veis,
por recelo o por decoro,
ojos de esmeralda y oro,
fuerza es que me contempléis;
quiero que me consoléis
hermosos ojos que adoro;
¡estoy triste y os imploro
puesta en tierra la rodilla!
¡Piedad para el que se humilla,
ojos de esmeralda y oro!

Ojos en que reverbera
la estrella crepuscular,
ojos verdes como el mar,
como el mar por la ribera,
ojos de lumbre hechicera
que ignoráis lo que es llorar,
¡glorificad mi penar!
¡No me desoléis así!
¡Tened compasión de mí!
¡Ojos verdes como el mar!

Ojos cuyo amor anhelo
porque alegra cuanto alcanza,
ojos color de esperanza,
con lejanías de cielo:
ojos que a través del velo
radian bienaventuranza,
mi alma a vosotros se lanza
en alas de la embriaguez,
miradme una sola vez,
ojos color de esperanza.

Cese ya vuestro desvío,
ojos que me dais congojas;
ojos con aspecto de hojas
empapadas de rocío.
Húmedo esplendor de río
que por esquivo me enojas.
Luz que la del sol sonrojas
y cuyos toques son besos,
derrámate en mí por esos
ojos con aspecto de hojas.

Poema Ojos verdes de Salvador Díaz Mirón con fondo de libro

Miguel Unamuno

Hay ojos que miran, hay ojos que sueñan...

-- de Miguel Unamuno --

Hay ojos que miran, -hay ojos que sueñan,
hay ojos que llaman, -hay ojos que esperan,
hay ojos que ríen -risa placentera,
hay ojos que lloran -con llanto de pena,
unos hacia adentro -otros hacia fuera.

Son como las flores -que cría la tierra.
Mas tus ojos verdes, -mi eterna Teresa,
los que están haciendo -tu mano de hierba,
me miran, me sueñan, -me llaman, me esperan,
me ríen rientes -risa placentera,
me lloran llorosos -con llanto de pena,
desde tierra adentro, -desde tierra afuera.

En tus ojos nazco, -tus ojos me crean,
vivo yo en tus ojos -el sol de mi esfera,
en tus ojos muero, -mi casa y vereda,
tus ojos mi tumba, -tus ojos mi tierra.

Poema Hay ojos que miran, hay ojos que sueñan... de Miguel Unamuno con fondo de libro

Gutierre de Cetina

ojos, ¿ojos sois vos no sois vos ojos

-- de Gutierre de Cetina --

Antes ira del cielo extraña y fiera.
Mas, ojos, si lo sois, ¿de qué manera
roban vuestra beldad vuestros enojos?
ojos, ¿ojos sois vos? tristes enojos;
que no sois ojos ya, sois fin postrera.
Mas, ojos, si lo sois, antes que muera
mostradme os agradáis de mis despojos.
Ojos, no os pido yo que el ceño airado
lo levantéis de mi, más limitada
hace mi petición mi mala suerte.
Mas, ojos, pues tan claro habéis mostrado
que mi vivir os cansa y desagrada,
mostrad hora agradaros de mi muerte.

Poema ojos, ¿ojos sois vos no sois vos ojos de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Jaime Sabines

en la sombra estaban sus ojos

-- de Jaime Sabines --

Y sus ojos estaban vacíos
y asustados y dulces y buenos
y fríos.
Allí estaban sus ojos y estaban
en su rostro callado y sencillo
y su rostro tenía sus ojos
tranquilos.
No miraban, miraban, qué solos
y qué tiernos de espanto, qué míos,
me dejaban su boca en los labios
y lloraban un aire perdido
y sin llanto y abiertos y ausentes
y distantes distantes y heridos
en la sombra en que estaban, estaban
callados, vacíos.
Y una niña en sus ojos sin nadie
se asomaba sin nada a los míos
y callaba y miraba y callaba
y sus ojos abiertos y limpios,
piedra de agua, me estaban mirando
más allá de mis ojos sin niños
y qué solos estaban, qué tristes,
qué limpios.
Y en la sombra en que estaban sus ojos
y en el aire sin nadie, afligido,
allí estaban sus ojos y estaban
vacíos.



Octavio Paz

agua nocturna

-- de Octavio Paz --

La noche de ojos de caballo que tiemblan en la noche,
la noche de ojos de agua en el campo dormido,
está en tus ojos de caballo que tiembla,
está en tus ojos de agua secreta.
Ojos de agua de sombra,
ojos de agua de pozo,
ojos de agua de sueño.
El silencio y la soledad,
como dos pequeños animales a quienes guía la luna,
beben en esos ojos,
beben en esas aguas.
Si abres los ojos,
se abre la noche de puertas de musgo,
se abre el reino secreto del agua
que mana del centro de la noche.
Y si los cierras,
un río, una corriente dulce y silenciosa,
te inunda por dentro, avanza, te hace oscura:
la noche moja riberas en tu alma.



Julio Flórez

tus ojos

-- de Julio Flórez --

Ojos indefinibles, ojos grandes,
como el cielo y el mar hondos y puros,
ojos como las selvas de los andes:
misteriosos fantásticos y oscuros.
Ojos en cuyas místicas ojeras
se ve el rastro de incógnitos pesares,
cual se ve en la aridez de las riberas
la huella de las ondas de los mares.
Miradme con amor, eternamente,
ojos de melancólicas pupilas,
ojos que semejáis bajo su frente,
pozos de aguas profundas y tranquilas.
Miradme con amor, ojos divinos,
que adornáis como soles su cabeza,
y, encima de sus labios purpurinos,
parecéis dos abismos de tristeza.
Miradme con amor, fúlgidos ojos,
y cuando muera yo, que os amo tanto
verted sobre mis lívidos despojos,
el dulce manantial de vuestro llanto.
Julio flórez



Julio Flórez

Tus ojos (Julio Flórez)

-- de Julio Flórez --

Poem

Ojos indefinibles, ojos grandes, como el cielo y el mar hondos y puros, ojos como las selvas de los Andes: misteriosos, fantásticos y oscuros.

Ojos en cuyas místicas ojera se ve el rostro de incógnitos pesares, cual se ve en la aridez de las riberas la huella de las ondas de los mares.

Miradme con amor, eternamente, ojos de melancólicas pupilas, ojos que semejáis bajo su frente, pozos de aguas profundas y tranquilas.

Miradme con amor, ojos divinos, que adornáis como soles su cabeza, y, encima de sus labios purpurinos, parecéis dos abismos de tristeza.

Miradme con amor, fúlgidos ojos, y cuando muera yo, que os amo tanto verted sobre mis lívidos despojos, el dulce manantial de vuestro llanto!



Luis Gálvez de Montalvo

Pastora, tus ojos bellos

-- de Luis Gálvez de Montalvo --

Pastora, tus ojos bellos
Mi cielo puedo llamallos,
Pues en llegando á mirallos,
Se me pasa el alma á ellos.

Ojos cuya perfeccion
Desprecia humanos despojos,
Los ojos los llaman ojos,
Quel alma sabe quien son.
Pastora, la fuerza dellos
Por espejo hace estimallos,
Pues viene junto el mirallos
Y el pasarse el alma á ellos.

Desta verdad sin recelo,
Que tus ojos son el cielo,
Y su poder celestial,
Pastora, pues solo vellos
Fuerza el corazon á amallos,
Y la gloria de mirallos,
A pasarse el alma á ellos.



Jorge Isaacs

Tus ojos

-- de Jorge Isaacs --

Son mi ley vuestros antojos
E Infierno vuestros rigores,
Ojos negros soñadores
Más queridos que mis ojos.

Ojos que me prometéis
Cuando me miráis vencido
Lo que jamás es cumplido,
¿Perder mi amor no teméis?

Soñé que os encontraría
Y os hallé para perderos,
Ojos que negáis severos
Lo que implora el alma mía.

Bajo sus luengas pestañas
Vuestra luz sorprendí en vano,
¡Bellas noches de verano
De mis nativas montañas!

Ojos que me prometéis
Cuando me miráis vencido
Lo que jamás es cumplido,
¿Perder mi amor no teméis?



Amado Nervo

madrigal

-- de Amado Nervo --

Por tus ojos verdes yo me perdería,
sirena de aquellas que ulises, sagaz,
amaba y temía.
Por tus ojos verdes yo me perdería.
Por tus ojos verdes en lo que, fugaz,
brillar suele, a veces, la melancolía;
por tus ojos verdes tan llenos de paz,
misteriosos como la esperanza mía;
por tus ojos verdes, conjuro eficaz,
yo me salvaría.



Amado Nervo

Nocturno (Nervo)

-- de Amado Nervo --

Y vi tus ojos, flor de beleño,
raros abismos de luz y sueño;
ojos que dejan al alma inerme,
ojos que dicen: duerme... Duerme...

Pupilas hondas y taciturnas,
pupilas vagas y misteriosas,
pupilas negras, cual mariposas
nocturnas.

Bajo las bandas de tus cabellos
tus ojos dicen arcanas rimas
y tus lucientes cejas sobre ellos,
fingen dos alas sobre dos simas...

¡Oh! plegue al cielo que cuando grita
la pena en mi alma dolida e inerme,
tus grandes ojos de zulamita
murmuren: «duerme»...



Lope de Vega

Del corazón los ojos ofendidos

-- de Lope de Vega --

Del corazón los ojos ofendidos
hacen batalla sobre cuál me mata.
El corazón con agua los maltrata,
que los quiere cegar por atrevidos.

Los ojos, por quien entran encendidos
espíritus de amor, que amor dilata,
dan fuego al corazón porque los trata
con tanto mal, en tanto bien perdidos.

Ojos, si el corazón con llanto os ciega,
corazón, si los ojos con el fuego,
un contrario abrasado, y otro frío,

sin duda que mi fin de acerca y llega,
que no puede durar ni hallar sosiego
reino tan dividido como el mío.



Luis Gálvez de Montalvo

Ojos que cuesta el reposo

-- de Luis Gálvez de Montalvo --

Ojos que cuesta el reposo
Volver á mirar con ellos,
Mas valiera no tenellos.

Ojos que saben prenderme,
Pero nunca rescatarme,
Osados á aventurarme,
Cobardes á socorrerme;
Pues no estiman el perderme,
En el menor gusto dellos
Mas valiera no tenellos.

Ojos de tan malas mañas
Que estando por veladores
Dan paso como traidores
A las banderas estrañas
Hasta las mismas entrañas,
Que en llanto salen por ellos,
Mas valiera no tenellos.

Ojos con quien miro y veo,
Que aquí consiste mi daño,
Y si dicen que me engaño
Muero y digo que lo creo,
Pues llevan tras el deseo
La razon por los cabellos,
Mas valiera no tenellos.

Ojos que cuanto se piensa,
En los males que se ofrecen
Por su deleite escarnecen
Sin dar otra recompensa;
Pues recibe el alma ofensa
Si quiero vengarme dellos,
Mas valiera no tenellos.



Luis Lloréns Torres

ojos negros

-- de Luis Lloréns Torres --

¡ojos tuyos! ojos negros, que el amor los enfurece.
Pupilas que se dilatan ante la azul inmensidad.
Astros donde la luz se ennegrece
para que haya estrellas en la claridad.

Viajeros en que el polvo de la vía láctea florece,
porque vienen jadeantes de la eternidad.
Cosmos en que a un tiempo amanece y anochece,
violadores de la física de la divinidad.

Cimas que la seda de los párpados cubre de nieblas.
Noches que son luz anegada en tinieblas.
Días que son tinieblas inundadas de luz.

Ojos que son clavos que en ti me sujetan como en una cruz.
Y ojos consonantes, que al mirarme han rimado
su más dulce y armonioso pareado.



Tomás de Iriarte

A los ojos de Laura

-- de Tomás de Iriarte --

¿Un soneto a tus ojos, Laura mía?
¿No hay más que hacer sonetos, y a tus ojos?
-Serán los versos duros, serán flojos;
pero a Laura mi afecto los envía.

¿Con que ha de ser soneto? ¡Hay tal porfía!
-¡Ta!, que por estos súbitos arrojos
se ven tantos poetas en sonrojos,
que lo quiero dejar para otro día.

-Respondes, Laura, que no importa un pito
que no sea el soneto muy discreto,
como hable de tus ojos infinito.

-¿Sí?- Pues luego escribirle te prometo.
Allá voy... ¿Para qué, si ya está escrito,
Laura mía, a tus ojos el soneto?



Amado Nervo

«venite, adoremus»

-- de Amado Nervo --

P1ra antonio zaragoza.
Adoremos las carnes de marfiles,
doremos los rostros de perfiles
arcaicos: aristócrata presea;
las frentes de oro pálido bañadas,
las manos de falanges prolongadas,
donde la sangre prócer azulea.
Venid, adoremos
el arcano ideal,compañeros.
Doremos los ojos dilatados,
cual piélago de sombras, impregnados
de claridades diáfanas y astrales,
los ojos que abrillanta el histerismo,
los ojos que en el día son abismo
los ojos que en la noche son fanales.
Venid, adoremos
el arcano ideal,compañeros.
Doremos las almas siempre hurañas,
las más silenciosas, las extrañas
que jamás en amores se difunden:
almas-urnas de inmensos desconsuelos,
que intactas se remontan a los cielos,
o intactas en el cócito se hunden.
Venid, adoremos
el arcano ideal,compañeros.
¡Oh poetas, excelsos amadores
del arcano ideal, dominadores
de la forma rebelde: laboremos
por reconstruir los góticos altares,
y luego a sus penumbras tutelares
venid adoremos!



Lope de Vega

Si estáis enfermos, dulces ojos claros

-- de Lope de Vega --

Si estáis enfermos, dulces ojos claros,
no os espantéis, pues tantos os desean,
que no es posible, si dejáis que os vean,
que dejen de quereros o envidiaros.

Mis pensamientos, no temiendo hallaros,
libres de la justicia se pasean;
como al sol, cuando nubes le rodean,
dicen mis ojos que podrán miraros.

Enfermos soles y nublados cielos,
hoy tomarán venganza mis enojos,
porque en la condición mudéis de estilo.

Si azules fuistes por matar con celos,
hoy como espada quedaréis, mis ojos,
que tienen de cortar gastado el filo.



Luis Rosales

memoria del tránsito

-- de Luis Rosales --

Herido de amor huido
f. García lorca
abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?;
mirando la nieve veo
memoria de tu hermosura,
y cuando vi en su blancura
tu inmediata eternidad,
¿fuiste si no claridad,
temblor, paciencia y dulzura?
tu leve paso indolente
deja en mis ojos su aroma,
los ojos en donde toma
revelación permanente;
bienaventuradamente
nacieron para el olvido,
tu piel de asombro encendido,
tus ojos de limpio viento,
y esta ternura que siento
«herido de amor huido».
Los sitios donde has estado
en la memoria los llevo
sólo para ver de nuevo
el rastro que allí has dejado;
la tierra que tú has pisado
vuelvo a pisar; nada soy
más que este sueño en que voy
desde tu ausencia a la nada.
Me hizo vivir tu mirada:
fiel al tránsito aquí estoy.



Jaime Sabines

me dueles

-- de Jaime Sabines --

Me dueles.
Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza, córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.
Entre los escombros de mi alma búscame,
escúchame.
En algún sitio mi voz, sobreviviente, llama,
pide tu asombro,
tu iluminado silencio.
Atravesando muros, atmósferas, edades,
tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
viene desde la muerte, desde antes
del primer día que despertara al mundo.
¡Qué claridad tu rostro, qué ternura
de luz ensimismada,
qué dibujo de miel sobre hojas de agua!
amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos,
como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas,
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
y quiero vivir, vivir, vivir.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xiv

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos,
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura, orlada en el fuego,
que flota y ciega si se mira al sol.
Adondequiera que la vista clavo,
torno a ver tus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti; que es tu mirada:
unos ojos, los tuyos, nada más.
De mi alcoba en el ángulo los miro
desasidos fantásticos lucir;
cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.
Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
llevan al caminante a perecer:
yo me siento arrastrado por tus ojos
pero a dónde me arrastran, no lo sé.



Vicente Huidobro

la vida es sueño

-- de Vicente Huidobro --

Los ojos andan de día en día
las princesas posan de rama en rama
como la sangre de los enanos
que cae igual que todas sobre las hojas
cuando llega su hora de noche en noche.

Las hojas muertas quieren hablar
son gemelas de voz dolorida
son la sangre de las princesas
y los ojos de rama en rama
que caen igual que los astros viejos
con las alas rotas como corbatas

la sangre cae de rama en rama
de ojo en ojo y de voz en voz
la sangre cae como corbatas
no puede huir saltando como los enanos
cuando las princesas pasan
hacia sus astros doloridos.

Como las alas de las hojas
como los ojos de las olas
como las hojas de los ojos
como las olas de las alas.

Las horas caen de minuto en minuto
como la sangre
que quiere hablar.



Vicente Huidobro

La vida es sueño (Huidobro)

-- de Vicente Huidobro --

Los ojos andan de día en día
Las princesas posan de rama en rama
Como la sangre de los enanos
Que cae igual que todas sobre las hojas
Cuando llega su hora de noche en noche.

Las hojas muertas quieren hablar
Son gemelas de voz dolorida
Son la sangre de las princesas
Y los ojos de rama en rama
Que caen igual que los astros viejos
Con las alas rotas como corbatas

La sangre cae de rama en rama
De ojo en ojo y de voz en voz
La sangre cae como corbatas
No puede huir saltando como los enanos
Cuando las princesas pasan
Hacia sus astros doloridos.

Como las alas de las hojas
Como los ojos de las olas
Como las hojas de los ojos
Como las olas de las alas.

Las horas caen de minuto en minuto
Como la sangre
Que quiere hablar.



Antonio Machado

Amada, el aura dice...

-- de Antonio Machado --

Amada, el aura dice
tu pura veste blanca...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
El viento me ha traído
tu nombre en la mañana;
el eco de tus pasos
repite la montaña...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
En las sombrías torres
repican las campanas...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
Los golpes del martillo
dicen la negra caja;
y el sitio de la fosa,
los golpes de la azada...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!



Antonio-Plaza-Llamas

amor

-- de Antonio-Plaza-Llamas --

¿por qué si tus ojos miro
me miras tú con enojos,
cuando por ellos deliro,
y a la luz del cielo admiro
en el éter de tus ojos?

cansado de padecer
y cansado de cansarte,
y queriendo sin querer,
finjo amor a otra mujer
con la ilusión de olvidarte.

No es mi estrella tan odiosa:
que en fugaces amoríos,
como ave de rosa en rosa
yo voy de hermosa en hermosa
y no lamento desvíos;

pero el favor de las bellas
irrita mas la pasión
que ardiente busca tus huellas,
y al ir mis ojos tras ellas
vuela a ti mi corazón.

Asi un proscrito tenía
goces en extraño suelo
y volvió a su patria un día
por mirar en su agonía
la linda luz de su cielo.

De ti proscrito y dejando
las rosas por tus abrojos,
vuelvo a tus pies suspirando,
por mirar agonizando
la linda luz de tus ojos.



Medardo Ángel Silva

Aparición (Silva)

-- de Medardo Ángel Silva --

Lloraba perlas la fonta harmónica
las dalias descubrían sus sonrojos,
cuando pasó triunfal y salomónica
la Emperetriz de los celestes ojos.

Tornaba en mi divino clavileño
de una excursión solar hollando abrojos;
y me sonrió en un éxtasis de ensueño,
la Emperatriz de los celestes ojos.

Rimaba un grillo su sonata abstrusa,
agria a la luz de los ponientes rojos.
Y era Diosa y Esfinge, Lira y Musa,
la Emperatriz de los celestes ojos.

Iba hacia su blancura de alabastro
cuando me victimaron sus enojos...
Y se desvaneció en la luz del astro
la Emperatriz de los celestes ojos.



Medardo Ángel Silva

Romanza de los ojos

-- de Medardo Ángel Silva --

Cálido estío de tus grandes ojos.
Negras flores, en selvas encantadas,
que abre la reina de los claros ojos,
el alba de las manos sonrosadas.

Lámpara astral de tus miradas puras.
Pálida luz de sol convaleciente
que cuida, bajo sus dos alas puras,
un rubio serafín adolescente...

Otoño triste de tus ojos dulces.
Crepúsculos de seda y pedrería
que cierra el soplo de tus labios dulces
tu sacra hemana la Virgen María.



Miguel Hernández

Mis ojos

-- de Miguel Hernández --

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos.

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, en mí termina.



Juan Gelman

qué lindos tus ojos...

-- de Juan Gelman --

Qué lindos tus ojos
y más la mirada de tus ojos
y más el aire de tus ojos cuando lejos miras
en el aire estuve buscando:
la lámpara de tu sangre
sangre de tu sombra
tu sombra
sobre mi corazón
quí lindus tus ojus
il mirar di tus ojus más
y más il airi di tu mirar londji
nil airi stuvi buscandu:
la lampa di tu sangri
sangri di tu solombra
tu solombra
sovri mi curasón



Roberto Juarroz

los recuerdos saltan desde los ojos

-- de Roberto Juarroz --

Los recuerdos saltan desde los ojos
como colores desde la jaula de una luz
que no admite más que el blanco,
se van a picotear las mejillas
de algunas cosas que andan perdidas por el mundo
y retornan, otra vez por los ojos,
a su selva de molicie y respaldos.
Pero hay uno, un recuerdo o tatuaje,
que no quiere pasar de nuevo por los ojos
y se queda dando vueltas como un éxodo mudo,
ojo él mismo, flotando hacia ninguna parte,
memoria que ha abolido el pasado.
¿No llegará la noche, o quizá algo máshondo,
a formarle otro cuerpo, otra privada selva
de minúsculos signos,
donde pueda, sin tiempo, su alucinante pérdida
ser un sitio ya inmóvil entre manos amantes?



Alejandro Tapia y Rivera

Los ojos de ...

-- de Alejandro Tapia y Rivera --

¿Me preguntas, pintor, que como quiero
que pintes el mirar y la hermosura
de aquellos ojos do el Edén fulgura,
de aquellos ojos por que vivo y muero?
Copia el fulgor de matinal lucero,
de gacela apacible la dulzura,
de la tórtola amante la ternura,
el brillo del diamante lisonjero.
Los habrás de pintar grandes y vivos
donde luzca la antorcha bendecida
del noble meditar, muy expresivos,
Con dulce vaguedad indefinida;
¿quieres darles aun más atractivos
de apasionado amor? dales la vida.



Amado Nervo

tanto amor

-- de Amado Nervo --

Hay tanto amor en mi alma que no queda
ni el rincón más estrecho para el odio.
¿Dónde quieres que ponga los rencores
que tus vilezas engendrar podrían?
impasible no soy: todo lo siento,
lo sufro todo... Pero como el niño
a quien hacen llorar, en cuanto mira
un juguete delante de sus ojos
se consuela, sonríe,
y las ávidas manos
tiende hacia él sin recordar la pena,
así yo, ante el divino panorama
de mi idea, ante lo inenarrable
de mi amor infinito,
no siento ni el maligno alfilerazo
ni la cruel afilada
ironía, ni escucho la sarcástica
risa. Todo lo olvido,
porque soy sólo corazón, soy ojos
no más, para asomarme a la ventana
y ver pasar el inefable ensueño,
vestido de violeta,
y con toda la luz de la mañana,
de sus ojos divinos en la quieta
limpidez de la fontana...



Amado Nervo

Ingenua

-- de Amado Nervo --

¡Oh! ¡los rizos negros y los ojos nubios!
¡Oh, los ojos claros y los rizos rubios!

Los enormes besos en que amor es ducho...
¡Besarse sin treguas y quererse mucho!

Ser grande, muy grande, ser bueno, muy bueno;
pero entre tus brazos y sobre tu seno;

Besarte la nuca, besarte los ojos
y los hombros blancos y los labios rojos...

¡Oh! ¡mis dieciocho años! ¡Oh, mi novia ida!
Mi amor a la vida, mi amor a la vida...

La vida era dulce y el mundo era bueno;
¡pero entre tus brazos y sobre tu seno!

Las lunas de mayo si se los preguntas,
te dirán que vieron nuestras sombras juntas;

el estero de aguas cuchicheadoras
lamió nuestra barca con lenguas sonoras,

lamió nuestras barcas con lenguas sonoras,
en aquellas horas, en aquellas horas...

¿Dónde está la barca? ¿dónde está el estero?
¿dónde están las lunas?... ¡Tú mueres, yo muero!

¡Oh! mis dieciocho años, ¡Oh! ¡mi novia ida!
mi amor a la vida... Mi amor a la vida...



Lope de Vega

Amor por ese sol divino jura

-- de Lope de Vega --

Amor por ese sol divino jura,
siendo negro color vuestros despojos,
quizá por luto, más que por enojos,
de muchos que mató vuestra hermosura.

Ojos, que un negro túmulo procura
al alma que de vos tuviere antojos;
tal fuera mi ventura, hermosos ojos,
que yo quiero tener negra ventura.

Ojos, no me guardé, que por honrados,
mirándoos de color negro vestidos,
fuistes de mis sospechas estimados.

Robásteme por eso los sentidos,
pero también quedastes engañados,
pues fuistes en el hurto conocidos.



Lope de Vega

Estando ausente de tus ojos bellos

-- de Lope de Vega --

Estando ausente de tus ojos bellos,
sus rayos me abrasaron; caso extraño.
Y no fue sueño, ni parezca engaño,
que me abrasaron, aunque lejos dellos.

Al sol los levantaste, y él, con ellos,
venció la luz de la mitad del año.
Yo quise ver lo que era por mi daño,
y por mirar al sol, vi al sol en ellos.

Fue espejo el sol, el cual reverberando
en mí tus ojos, con ardor tan nuevo,
pudieron abrasar el alma mía.

Fue infierno el mundo, y fuego el aire blando,
el sol Faetón, yo etíope, tú Eolo,
el norte incendio, y el ocaso día.



Lope de Vega

Ojos, por quien llamé dichoso al día

-- de Lope de Vega --

Ojos, por quien llamé dichoso al día
en que nací, para morir por veros,
que por salir de noche a ser luceros,
cercáis de azul la luz que al sol envía;

hermosos ojos, que del alma mía
un inmortal engaste pienso haceros
de envidia del safir, que por quereros,
entre cristal y rosa el cielo cría;

agora sí, que vuestras luces bellas
son de mi noche celestial consuelo,
pues en azul engaste vengo a vellas.

Agora sí, que sois la luz del suelo,
agora sí, que sois, ojos estrellas,
que estáis en campo azul, color de cielo.



Luis Cañizal de la Fuente

el mirar de los ojos isósceles

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

Se comprende lo que es la infelicidad de la vida humana viendo a schubert quitarse los espejuelos. La compasión que suscitan unos ojos miopes recién despojados de sus gafas. Empujan al suspiro. El suspiro empaña los espejuelos. Ante ese no ver absolutamente nada, los ojos se elevan al cielo, pacientes y súplices. Etcétera. ¡Y pensar que todo empezó con el gachoneo e insinuación de un minué!pero ya se vio que el siguiente paso iba a acabar en lágrimas:
...Cuando el suspiro de disnea
va cayendo en cadencia de minueto,
que te sientes morir la muerte chica
y nunca acabas de llegar al cielo.



Luis Gonzaga Urbina

madrigal efusivo

-- de Luis Gonzaga Urbina --

Déjame amar tus claros ojos. Tienen
lejanías sin fin, de mar y cielo,
y sus fulgores apacibles vienen
hasta mi corazón como un consuelo.

Deja que con tus ojos, se iluminen
mis viejas sombras y se vuelvan flores;
deja que con tus ojos se fascinen,
como aves de leyenda, mis dolores.

Que vea en ellos astros errabundos,
que en ellos sueñe inexplorados mundos
que en ellos bañe mi melancolía...
Son tristes, luminosos y profundos,
como puestas de sol, amada mía.....



Líber Falco

Días y noches: IV

-- de Líber Falco --

Aquellos ojos que perdí una tarde,
andarán ojos siempre y jamás míos.
Me los llevó la brisa de la tarde
y aquella niña
-pollera azul y bata colorada-.

Sobre la colina estaba yo
y al pie,
mugió una vaca para el fin del mundo.
Ah! cómo hubiera muerto.
Aquella tarde se llevó mis ojos.



Líber Falco

Volver II

-- de Líber Falco --

Sobre oscura losa,
ojos sin nada
y de cara al cielo.
Con un puñal de hielo
ardiendo en sus entrañas.
Arriba, el mundo entero.
El abajo,
apretado de angustias.
Sin lágrimas, sin pañuelo,
ojos sin nada
y de cara al cielo.

¿Quien echó tierra en sus ojos
y metió en su garganta
una víbora de miedos?
Se levantó de un salto.
Y vio a los barcos y a los hombres sobre el mar.
Aprendió el lenguaje de las gaviotas
y el ensueño que sueñan y matan,
los marineros.
¿Quién revivió a aquel muerto?

Aquel muerto, porque murió una vez
habla ahora de la vida
y quiere abrazar a sus hermanos.
Ama a los barcos
y sueña un humo blanco para ellos.
Ama a los marineros
y a las que cuentan sus monedas
en los puertos.

Aquel muerto, porque murió una vez,
ama a la vida
y teje una bandera para el viento.



Manuel Gutiérrez Nájera

el hada verde. canción del bohemio

-- de Manuel Gutiérrez Nájera --

¡en tus abismos, negros y rojos,
fiebre implacable mi alma se pierde,
y en tus abismos miro los ojos,
los verdes ojos del hada verde!
es nuestra musa glauca y sombría,
la copa rompe, la lira quiebra,
y a nuestro cuello se enrosca impía
como culebra!
llega y nos dice: ¡soy el olvido,
yo tus dolores aliviaré!
y entre sus brazos, siempre dormido,
yace musset.
¡Oh, musa verde! tú la que flotas
en nuestras vidas enardecidas,
tú la que absorbes, tú la que agotas
almas y vidas.
En las pupilas concupiscencia;
juego en la mesa donde se pierde
con el dinero, vida y conciencia,
en nuestras copas, eres demencia
¡oh, musa verde!
son ojos verdes los que buscamos,
verde el tapete donde jugué,
verdes absintios los que apuramos,
y verde el sauce que colocamos
en tu sepulcro, pobre musset.
Manuel gutiérrez nájera, 1887



Jorge Debravo

prevalecer

-- de Jorge Debravo --

Cuando el cielo os absorba las entrañas
y quiera avergonzaros comparándose
con el cielo animal de la mirada,
volved los ojos hacia la infinitud
que lleváis escondida debajo de los párpados.
Volved los ojos hacia los ojos mismos.
Con eso basta.

Y cuando el viento os quiera avergonzar
comparando sus manos infinitas
con vuestras dos sencillas, tiernas manos,
hundid las manos en el amor, echadlas
a madurar en pura sangre humana.
Echad las manos entre las manos mismas.
Con eso basta.



Josefina Pla

desnudo día

-- de Josefina Pla --

En el paisaje nuevo
en el paisaje nuevo en que estarás conmigo
reposará la tarde como una flor caída.

Nos habremos deseado
tanto, que el beso habrá muerto.

Yo lo veré en tus ojos, maduros de otra sombra.
Ojos de un valle ausente. Ojos con otra luna

entre los dos corazones
llorará tu voz
antigua.

...Una tarde peinada con una raya oscura.
Tú tendrás la mitad más dulce de la vida.

Las camelias de tu boca
morirán en otro tiempo.

...Y aquella tarde mía, ya no será la tuya.

1936



Delmira Agustini

Luz púrpura con tu retrato

-- de Delmira Agustini --

Yo no sé si mis ojos o mis manos
encendieron la vida en tu retrato;
nubes humanas, rayos sobrehumanos,
todo tu Yo de emperador innato.

¡Amanece a mis ojos, en mis manos!
Por eso, toda en llamas, yo desato
cabellos y alma para tu retrato,
y me abro en flor. Entonces, soberanos

de la sombra y la luz, tus ojos graves
dicen grandezas que yo sé y tú sabes.
Y te dejo morir. Queda en mis manos

una gran mancha lívida i sombría.
Y renaces en mí melancolía
formado de astros fríos y lejanos.



Dulce María Loynaz

espejismo

-- de Dulce María Loynaz --

Tú eres un espejismo en mi vía.
Tú eres una mentira de agua
y sombra en el desierto. Te miran
mis ojos y no creen en ti.
No estás en mi horizonte, no brillas
aunque brilles con una luz de agua...
¡No amarras aunque amarres la vida!...
No llegas aunque llegues, no besas
aunque beses... Reflejo, mentira
de agua tus ojos. Ciudad
de plata que me miente el prisma,
tus ojos... El verde que no existe,
la frescura de ninguna brisa,
la palabra de fuego que nadie
escribió sobre el muro... ¡Yo misma
proyectada en la noche por mi
ensueño, eso tú eres!... No brillas
aunque brilles... No besa tu beso...
¡Quien te amó sólo amaba cenizas!...



Enrique González Martínez

¿te acueras de la tarde...

-- de Enrique González Martínez --

¿te acuerdas de la tarde en que vieron mis ojos
de la vida profunda el alma de cristal? . . .
Yo amaba solamente los crepúsculos rojos,
las nubes y los campos, la ribera y el mar. . .

Mis ojos eran hechos para formas sensibles;
me embriagaba la línea, adoraba el color;
apartaba mi espíritu de sueños imposibles,
desdeñaba las sombras enemigas del sol.

Del jardín me atraían el jazmín y la rosa
(la sangre de la rosa, la nieve del jazmín)
sin saber que a mi lado pasaba temblorosa,
hablándome en secreto, el alma del jardín.

Halagaban mi oído las voces de las aves,
la balada del viento, el canto del pastor,
y yo formaba coro con las notas suaves,
y enmudecían ellas y enmudecía yo. . .

Jamás seguir lograba el fugitivo rastro
de lo que ya no existe, de lo que ya se fue. . .
Al fenecer la nota, al apagarse el astro,
¡oh sombras, oh silencio, dormitabais también!

¿te acuerdas de la tarde en que vieron mis ojos
de la vida profunda el alma de cristal?
yo amaba solamente los crepúsculos rojos,
las nubes y los campos, la ribera y el mar. . .



Octavio Paz

tus ojos

-- de Octavio Paz --

Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
o toño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombrode un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo.



Pablo Neruda

poema 6 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)

-- de Pablo Neruda --

Poema 6
te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.



Pablo Neruda

el padre

-- de Pablo Neruda --

Tierra de sembradura inculta y brava,
tierra en que no hay esteros ni caminos,
mi vida bajo el sol tiembla y se alarga.
Padre, tus ojos dulces nada pueden,
como nada pudieron las estrellas
que me abrasan los ojos y las sienes.
El mal de amor me encegueció la vista
y en la fontana dulce de mi sueño
se reflejó otra fuente estremecida.
Después... Pregunta a dios por qué me dieron
lo que me dieron y por qué después
supe una soledad de tierra y cielo.
Mira, mi juventud fue un brote puro
que se quedó sin estallar y pierde
su dulzura de sangres y de jugos.
El sol que cae y cae eternamente
se cansó de besarla... Y el otoño.
Padre, tus ojos dulces nada pueden.
Escucharé en la noche tus palabras:
... Niño, mi niño...
Y en la noche inmensa
seguiré con mis llagas y tus llagas.



Pablo Neruda

el amor

-- de Pablo Neruda --

El amor
qué tienes, qué tenemos,
qué nos pasa?
ay, nuestro amor es una cuerda dura
que nos amarra hiriéndonos
y si queremos
salir de nuestra herida,
separarnos,
nos hace un nuevo nudo y nos condena
a desangramos y quemarnos juntos.
Qué tienes? yo te miro
y no hallo nada en ti sino dos ojos
como todos los ojos, una boca
perdida entre mil bocas que besé, más hermosas,
un cuerpo igual a los que resbalaron
bajo mi cuerpo sin dejar memoria.
Y qué vacía por el mundo ibas
como una jarra de color de trigo
sin aire, sin sonido, sin substancia!
yo busqué en vano en ti
profundidad para mis brazos
que excavan, sin cesar, bajo la tierra:
bajo tu piel, bajo tus ojos
nada,
bajo tu doble pecho levantado
apenas
una corriente de orden cristalino
que no sabe por qué corre cantando.
Por qué, por qué, por qué,
amor mío, por qué?



Pablo Neruda

poema 7 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)

-- de Pablo Neruda --

Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos oceánicos.
Allí se estira y arde en la más alta hoguera
mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago.
Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes
que olean como el mar a la orilla de un faro.
Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía,
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.
Inclinado en las tardes echo mis tristes redes
a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.
Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas
que centellean como mi alma cuando te amo.
Galopa la noche en su yegua sombría
desparramando espigas azules sobre el campo.



Pablo Neruda

poema 16 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)

-- de Pablo Neruda --

Paráfrasis a r. Tagore
en mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,
y viven en tu vida mis infinitos sueños.
La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio vino mío es más dulce en tus labios:
oh segadora de mi canción de atardecer,
cómo te sienten mía mis sueños solitarios!
eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada nocturna.
En la red de mi música estás presa, amor mío,
y mis redes de música son anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.



José Pedroni

cuando me ves así

-- de José Pedroni --

Cuando me ves así, con estos ojos
que no quieren mirarte,
es que al oírte hablar pienso en la lluvia
sin dejar de escucharte.

Porque tu voz, amiga, como el agua
rumorea el amor,
y pensando en la lluvia me parece mejor
que te escucho mejor.

Cuando me ves así, con estos ojos
que te miran sin verte,
es que a través de ti miro a mi sueño,
sin dejar de quererte.

Porque en tu suave transparencia tengo
un milagroso tul,
con el cual, para dicha de mis ojos,
todo lo veo azul.



José Tomás de Cuellar

Los ojos azules

-- de José Tomás de Cuellar --

TIENE el azul divino de tu ojos
El diáfano color
De las flotantes gasas de los aires
Bajo la luz del sol.

Tienen la transparencia del zafiro
Que deja percibir de tu alma ardiente
El fuego del amor.

Tienen ese matíz del mar en calma
Cuando lo baña el argentado lampo
Del matutino albor.
Son aire, luz y mar; amor y cielo
Más hermosos que el mar y que el amor,
Más hermosos que el cielo.... El cielo es uno
Y tus ojos son dos.



José Ángel Buesa

nocturno viii

-- de José Ángel Buesa --

Aquí, solo en la noche, ya es posible la muerte.
Morir es poca cosa si tu amor está lejos.
Puedo cerrar los ojos y apagar las estrellas.
Puedo cerrar los ojos y pensar que ya he muerto.
Puedo matar tu nombre pensando que no existes.
Ahora, solo en la noche, sé que todo lo puedo.
Puedo extender los brazos y morir en la sombra,
y sentir el tamaño del mundo en mi silencio.
Puedo cruzar los brazos mirándote desnuda,
y navegar por ríos que nacen en tu sueño.
Sé que todo lo puedo porque la noche es mía,
la gran noche que tiembla de un extraño deseo.
Sé que todo lo puedo, porque puedo olvidarte:
sí. En esta sombra, solo, sé que todo lo puedo.
Y ya ves: me contento con cerrar bien los ojos
y apagar las estrellas y pensar que me he muerto.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxxxviii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Apoyando mi frente calurosa
en el frío cristal de la ventana,
en el silencio de la oscura noche
de su balcón mis ojos no apartaba.
En medio de la sombra misteriosa
su vidriera lucía iluminada,
dejando que mi vista penetrase
en el puro santuario de su estancia.
Pálido como el mármol el semblante;
la blonda cabellera destrenzada,
acariciando sus sedosas ondas,
sus hombros de alabastro y su garganta,
mis ojos la veían, y mis ojos
al verla tan hermosa, se turbaban.
Mirábase al espejo; dulcemente
sonreía a su bella imagen lánguida,
y sus mudas lisonjas al espejo
con un beso dulcísimo pagaba...
Mas la luz se apagó; la visión pura
desvanecióse como sombra vana,
y dormido quedé, dándome celos
el cristal que su boca acariciara.



Gutierre de Cetina

ojos, rayos del sol, luces del cielo

-- de Gutierre de Cetina --

Que con un volver manso y piadoso,
en el trance más fuerte y peligroso
me solías de dar mayor consuelo,
¿qué ceño tan cruel, que oscuro velo
es el que mostráis tan temeroso?
¿qué es del blando mirar, grave, amoroso,
que apartaba de mí cualquier recelo?
¿qué es esto? ¿no sois vos aquellos ojos
que me suelen valer y asegurarme?
¿no me habéis dado vos mil desengaños?
pues, ojos, ocasión de mi enojos,
¿por qué agora miráis para matarme?
¿cabe en tanta beldad tales engaños?



Salvador Novo

hoy no lució la estrella de tus ojos

-- de Salvador Novo --

Hoy no lució la estrella de tus ojos.
Náufrago de mí mismo,
húmedo del brazo de las ondas,
llego a la arena de tu cuerpo
en que mi propia voz nombra mi nombre,
en que todo es dorado y azul como un día nuevo
y como las espigas herméticas, perfectas y calladas.
En ti mi soledad se reconcilia para pensar en ti.

Toda ha mudado
el sereno calor de tus miradas
en fervorosa madurez mi vida.
Alga y espumas frágiles, mis besos
cifran el universo en tus pestañas,
-playa de desnudez, tierra alcanzada
que devuelve en miradas tus estrellas.

¿A qué la flor perdida
que marchitó tu espera,
que dispersó el destino?
mi ofrenda es toda tuya en la simiente
que secaron los rayos de tus soles.
Al poema confío la pena de perderte.
He de lavar mis ojos de los azules tuyos,
faros que prolongaron mi naufragio.

He de coger mi vida deshecha entre tus manos,
leve jirón de niebla
que el viento entre sus alas efímeras dispersa.
Vuelva la noche a mí, muda y eterna,
del diálogo privada de soñarte,
indiferente a un día
que ha de hallarnos ajenos y distantes.



Sor Juana Inés de la Cruz

Letras para cantar

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Hirió blandamente el aire
Con su dulce voz Narcisa,
Y él le repitió los ecos
Por boca de las heridas.

De los celestiales Ejes
El rápido curso fija,
Y en los Elementos cesa
la discordia nunca unida.

Al dulce imán de su voz
Quisieran, por asistirla,
Firmamento ser el Móvil,
El Sol ser estrella fija.

Tan bella, sobre canora,
Que el amor dudoso admira,
Si se deben sus arpones
A sus ecos, o a su vista.

Porque tan confusamente
Hiere, que no se averigua,
si está en la voz la hermosura,
O en los ojos la armonía.

Homicidas sus facciones
El mortal cambio ejercitan;
Voces, que alteran los ojos
Rayos que el labio fulmina.

Quién podrá vivir seguro,
si su hermosura Divina
Con los ojos y las voces
Duplicadas armas vibra.

El Mar la admira Sirena,
Y con sus marinas Ninfas
Le da en lenguas de las Aguas
Alabanzas cristalinas:
Pero Fabio que es el blanco
Adonde las flecha tira,
Así le dijo, culpando
De superfluas sus heridas:
No dupliques las armas,
Bella homicida,
que está ociosa la muerte
Donde no hay vida.



Ventura de la Vega

A la Sra. condesa del Montijo, en sus días

-- de Ventura de la Vega --

I
Ausente y presente a un tiempo,
te aflige y te halaga amor;
que el Adur y el Manzanares
dividen tu corazón.
Y en dulce duda,
fijando estás
aquí tus ojos,
tu mente allá.

II
Allá un suspiro del alma
pide a tu amor maternal
la que en premio a sus virtudes
ciñe corona imperial.
Y en dulce duda,
fijando estás
aquí tus ojos,
tu mente allá.

III
Aquí otra prenda querida,
que también tiene a sus pies,
cual reina de la hermosura,
vasallos cuantos la ven.
Y en dulce duda,
fijando estás
aquí tus ojos,
tu mente allá.



Virgencita

-- de Vicenta Castro Cambón --

Virgencita, no hace mucho que viajando una mañana
de tu gruta milagrosa los prodigios de una Hermana
refirióme y, conmovida por mi mal, me dijo así:
"Ve a la Virgen que los ojos te dará si se los pides";
Virgencita, Tú lo sabes y te ruego no lo olvides:
fué por miedo del milagro si a tu gruta no acudí.

Tuve miedo del milagro que mi fe me prometía,
sí, temí trocar las sombras por la clara luz del día.
Tuve miedo, Virgencita, Tú bien sabes el por qué.
Si a la gruta milagrosa donde vista hallan los ciegos
voy un día, Virgencita, no me escuches si en mis ruegos
otros ojos te pidiere que los ojos de la fe.



Andrés Héctor Lerena Acevedo

Aquellos ojos

-- de Andrés Héctor Lerena Acevedo --

Eran aquellos ojos, inmensos y rasgados.
Los conocí hace tiempo, siempre puros e iguales,
quietos, como el ensueño de los claustros sellados.
En las horas de éxtasis vibraban musicales
al igual de esos pozos frescos, de aguas cantantes.
Jamás los vi cerrados. Fijos en los caminos
contemplaban, absortos, el ir de los viandantes
con la ignota indulgencia de los rostros divinos.

Solía verlos, ya tarde, bajo un rayo postrero;
y cuando me miraban, mi alma ardiente y gozosa
se sustraía al frágil tiempo perecedero.
Pero han pasado lustros. La rueca silenciosa
sobre mi adolescencia devanó su telar.
Los antiguos ensueños de mi alcázar interno,
como las naves nómadas que buscan cielo y mar,
se han perdido, uno a uno, rumbo al azul eterno.
Como las naves nómadas, bogan, lejos, remotos...
Sólo del fondo ambiguo de los tiempos vividos
siguen, siempre, mirándome esos ojos devotos
quietos, como la vida de los claustros dormidos!



Andrés Héctor Lerena Acevedo

Canta el campanario...

-- de Andrés Héctor Lerena Acevedo --

Hay algo en el aire, divino y sonoro,
hay sol en tus ojos, en tus labios, pomas;
suena mi esperanza como el agua de oro
que viene saltando por las verdes lomas.
Las tierras trascienden como un incensario,
y en los cerros, lejos, canta el campanario.
¿En qué tiempo estamos? ¿Sabemos acaso?
Luce el sol, dichoso. Las palomas hembras
se alejan radiosas por sobre el ribazo
buscando los granos de las nuevas siembras.
Aroman tus ojos como un incensario,
mientras bajo el cielo canta el campanario.

¡Qué aéreos se escuchan los toques lejanos!.
Ante ti, temblando, me inclino de hinojos.
El viento campestre que enciende los granos
enciende el milagro nuevo de tus ojos.
Nuestras almas arden como un incensario
y un idilio eterno canta el campanario.



Antonio Machado

Parergon

-- de Antonio Machado --

Los ojos
I
Cuando murió su amada
pensó en hacerse viejo
en la mansión cerrada,
solo, con su memoria y el espejo
donde ella se miraba un claro día.
Como el oro en el arca del avaro,
pensó que no guardaría
todo un ayer en el espejo claro.
Ya el tiempo para él no correría.
II
Mas, pasado el primer aniversario,
¿Cómo eran —preguntó—, pardos o negros,
sus ojos? ¿Glaucos?... ¿Grises?
¿Cómo eran, ¡Santo Dios!, que no recuerdo?...
III
Salió a la calle un día
de primavera, y paseó en silencio
su doble luto, el corazón cerrado...
De una ventana en el sombrío hueco
vio unos ojos brillar. Bajó los suyos
y siguió su camino... ¡Como ésos!



Antonio Machado

Si yo fuera un poeta...

-- de Antonio Machado --

Si yo fuera un poeta
galante, cantaría
a vuestros ojos un cantar tan puro
como en el mármol blanco el agua limpia.
Y en una estrofa de agua
todo el cantar sería:
“Ya sé que no responden a mis ojos,
que ven y no preguntan cuando miran,
los vuestros claros, vuestros ojos tienen
la buena luz tranquila,
la buena luz del mundo en flor, que he visto
desde los brazos de mi madre un día”.



Marilina Rébora

con ojos de niña

-- de Marilina Rébora --

Con ojos de niña
señor, siempre te veo con los ojos de niña:
primero en el pesebre, aureolado de ovejas;
en lo alto, la estrella, que sus reflejos guiña
sobre el burro y el buey al mover las orejas.
Hombre, vas por montaña, y por valle y campiña,
curando enfermos graves que bordan las callejas,
la triste multitud que al oírte se apiña,
y encima de las aguas caminando te alejas.
Al final, te imagino, arriba, entre las nubes,
centro de los arcángeles con extendidas alas;
en macizo de flores azucenas y calas
se abren las estrellas, por donde al cielo subes.
Aunque me ves en casa, jugando sobre el piso
y sonriendo desciendes hacia mí, de improviso.



Rosalía de Castro

Las canciones que oyó la niña

-- de Rosalía de Castro --

LAS CANCIONES QUE OYÓ LA NIÑA

UNA

Tras de los limpios cristales
Se agitaba la blanca cortina,
Y adiviné que tu aliento
Perfumado la movía.

Sola estabas en tu alcoba
Y detrás de la tela blanquísima
Te ocultabas, ¡cruel!, a mis ojos...
Mas mis ojos te veían.

Con cerrojos cerraste la puerta,
Pero yo penetré en tu aposento,
A través de las gruesas paredes,
Cual penetran los espectros;
Porque no hay para el alma cerrojos,
Ángel de mis pensamientos.

Codicioso admiré tu hermosura,
Y al sorprender los misterios
Que a mis ojos velabas..., ¡Perdóname!,
Te estreché contra mi seno.



Miguel Hernández

27

-- de Miguel Hernández --

27
lluviosos ojos que lluviosamente
me hacéis penar: lluviosas soledades,
balcones de las rudas tempestades
que hay en mi corazón adolescente.
Corazón cada día más frecuente
en para idolatrar criar ciudades
de amor que caen de todas mis edades
babilónicamente y fatalmente.
Mi corazón, mis ojos sin consuelo,
metrópolis de atmósfera sombría
gastadas por un río lacrimoso.
Ojos de ver y no gozar el cielo,
corazón de naranja cada día,
si más envejecido, más sabroso.



Miguel Unamuno

Tus ojos son los de tu madre

-- de Miguel Unamuno --

Tus ojos son los de tu madre, claros,
antes de concebirte, sin el fuego
de la ciencia del mal, en el sosiego
del virgíneo candor; ojos no avaros

de su luz dulce, dos mellizos faros
que nos regalan su mirar cual riego
de paz, y á los que el alma entrego
sin recelar tropiezo. Son ya raros



Juan Ramón Jiménez

ojos de ayer

-- de Juan Ramón Jiménez --

¡ojos que quieren
mirar alegres
y miran tristes!
¡ay, no es posible
que un muro viejo
dé brillos nuevos;
que un seco tronco
(abra otras hojas)
abra otros ojos
que estos, que quieren
mirar alegres
y miran tristes!
¡ay, no es posible!



Juan Ramón Jiménez

hojillas nuevas (a isoldita esplá)

-- de Juan Ramón Jiménez --

(a isoldita esplá)
¡mira por los chopos
de plata cómo trepan al cielo niños de oro!
y van mirando al cielo
y suben, los ojos en el azul, con frescos sueños.
¡Mira por los chopos
de plata cómo llegan al cielo niños de oro!
y el azul de sus bellos
ojos y el cielo se tocan... ¡Son uno ojos y cielo!
¡mira, por los chopos
de plata, cómo cojen el cielo niños de oro!



Julio Flórez

Castigo (Flórez)

-- de Julio Flórez --

Poem

Dos puñales agudos templados al fuego, yo quisiera clavarte en los ojos, azules y grandes rincones de cielo; sacar los puñales después, los terribles puñales de acero, ver en tus cuencas vacías y oscuras resbalar dos raudales sangrientos Y ver los abismos helados y negros, que a través del cristal de esos ojos (extintos a tiempo) volcaron desdenes y rayos de ira en estos los míos de lágrimas llenos! Ventanas oscuras en donde se asoma mi espíritu enfermo.

Quiero castigarlos con castigo eterno, solo por haberle negado a mi noche su luz, siendo limpios y ardientes luceros!

Quiero ver tu alma entonces en esos rincones azules, de pronto trocados en dos agujeros!

Pero más quisiera clavarte esos ojos puñales de fuego, por ver un eclipse, ¡qué trágico eclipse un eclipse de cielo!



Julio Flórez

Fue en tiempo de borrascas...

-- de Julio Flórez --

Poem

Fuë en tiempo de borrascas, en una selva oscura bajo una vieja acacia, somnífera y hojosa; tus grandes ojos verdes sufrían la tortura quemante de los besos de mi boca golosa: Tus ojos, impregnados de miedo y de ternura, tus ojos, esmeraldas que me robó la fosa!

Se ennegrecía el cielo; ¡cómo olvidar las horas que pasaron entonces, cuando en mis brazos presa, al morderte los labios —no másque me devoras!— decías, y agregabas: —me has hecho sangre!besa más pasito!— y sangraban como picadas moras tus labios, ¡ay!...Rubíes que me robó la huesa.

Después, lloraste muchoLa borrasca rugía; de pronto vibró un trueno y —¿oyes cómo retumba la voz de Dios? —dijiste, y agregaste: —¡alma mía! es que el cielo indignado sobre mí se derrumba! ¡Perdón! ¡Perdón! —yo en tanto tus lágrimas bebía, tus lágrimas, diamantes que me robó la tumba!



Federico García Lorca

Remansillo

-- de Federico García Lorca --

Me miré en tus ojos
pensando en tu alma.

Adelfa blanca.

Me miré en tus ojos
pensando en tu boca.

Adelfa roja.

Me miré en tus ojos.
¡Pero estabas muerta!

Adelfa negra.



Fernando de Herrera

Yo vi unos bellos ojos, que hirieron

-- de Fernando de Herrera --

Yo vi unos bellos ojos, que hirieron
con dulce flecha un corazón cuitado,
y que para encender nuevo cuidado
su fuerza toda contra mí pusieron.

Yo vi que muchas veces prometieron
remedio al mal, que sufro no cansado,
y que cuando esperé vello acabado,
poco mis esperanzas me valieron.

Yo veo que se asconden ya mis ojos
y crece mi dolor y llevo ausente
en el rendido pecho el golpe fiero.

Yo veo ya perderse los despojos
y la membrana de mi bien presente
y en ciego engaño de esperanza muero.



Francisco Sosa Escalante

Tus ojos

-- de Francisco Sosa Escalante --

¡Qué negros son tus ojos, Lélia mía!
Son como el manto de la noche oscura;
Tan negros cual la horrible desventura
De aquel que en vano tu cariño ansía.

Ante tus ojos, de la luz del día
El brillo cede, y en su llama pura
Se enciende el corazón, y con ternura
El ruego ardiente del amor te envía.

Están de luto porque no en tu pecho
Al vendado rapaz brindas asilo,
Y vénle herido de mortal despecho.

De luto visten porque está tranquilo
Tu tierno corazón y satisfecho
Mientras que corre de mi llanto el hilo.



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