¿Lleva tilde acudiréis?

Hay una infinidad de palabras que se acentúan en Español, en concreto en nuestra base de datos tenemos 255.832 palabras que deben llevar tilde. Las reglas generales de acentuación son las siguientes:
  • Palabras agudas: son aquellas cuya última sílaba es tónica, deben llevar tilde aquellas que acaben en vocal, ene o ese.
  • Palabras llanas: son aquellas cuya sílaba tónica es la penúltima y llevan acento las que no terminan en vocal, ene o ese
  • Palabras esdrújulas: son aquellas cuya sílaba tónica es la antepenúltima, se acentúan siempre
Con las reglas anteriores puede parecer fácil saber cuando lleva tilde una palabra, no obstante en ocasiones saber separar una palabra en sílabas no es sencillo y pueden aparecer otros factores como los hiatos, las palabras compuestas o los acentos diacríticos que fácilmente inducen a equivocación. Por ello te ayudamos no sólo mostrandote cual es la forma correcta de escribir la palabra pero además te decimos por qué es así.

Acudiréis lleva tilde

Han de llevar tilde las palabras agudas que terminan en vocal, "n" o "s".

Llamamos palabras agudas a aquellas que tienen como sílaba tónica la última de sus sílabas, es decir que el golpe fuerte de voz recae en la sílaba final. Las palabras que tienen una sola sílaba se consideran también agudas, pero no suelen llevar tilde salvo en el caso de los acentos diacríticos, esto es que se acentúan para poder diferenciarlas como por ejemplo el caso del pronombre personal tú del determinante posesivo tu.

La separación silábica de ACUDIRÉIS queda así: a-cu-di-réis, es aguda y terminada en "s" por lo tanto debe llevar tilde.

Ejemplos con la palabra Acudiréis

Ocupaban con sus fuerzas todo el Mar Mediterráneo, de manera que estaban cortados e interrumpidos enteramente la navegación y el comercio. Esto fue la que obligó a los Romanos, que se veían turbados en sus acopios y temían una gran carestía, a enviar a Pompeyo a limpiar el mar de piratas. Propuso al efecto Gabinio, uno de los más íntimos amigos de Pompeyo, una ley, por la que se le confería a éste, no el mando de la armada, sino una monarquía y un poder sin límites sobre todos los hombres, pues se le autorizaba para mandar en todo el mar dentro de las columnas de Hércules, y en todo el continente a cuatrocientos estadios del mar, la cual medida dejaba de comprender muy pocos países de la tierra sujeta a los Romanos, y abarcaba por otra parte los de grandes naciones y poderosos reinos. Concedíasele además de esto escoger entre los senadores quince en calidad de legados suyos, para mandar en las provincias, tomar del erario y de los publicanos cuanto dinero quisiese y disponer de doscientas naves, siendo árbitro para firmar las listas de la tropa del ejército, de las tripulaciones, de las naves y de la gente de remo. Leído que fue este proyecto, el pueblo lo admitió con el mayor placer, pero a los más principales y poderosos del Senado, si bien les pareció fuera de envidia un poder tan indefinido e indeterminado, tuviéronlo por muy propio para inspirar recelos, por lo que se opusieron a la ley, a excepción de César, que la sostuvo, no por contemplación a Pompeyo, sino para empezar a ganarse y atraerse el pueblo. Los demás hicieron fuerte resistencia a Pompeyo, y como el uno de los cónsules le dijese que si se proponía imitar a Rómulo no evitaría tener el propio fin de aquél, corrió gran peligro de que la muchedumbre le hiciese pedazos. Presentóse Cátulo en la tribuna, y como el pueblo le miraba con respeto, guardó moderación y compostura, pero cuando después de haber hablado largamente en elogio de Pompeyo les aconsejó que miraran por él y no expusieran a continuas guerras y peligros un hombre tan importante, porque “¿A quién acudiréis- les dijo- si éste llega a faltaros?” “A ti”- exclamaron todos a una voz- Cátulo, pues, viendo que nada había adelantado, calló, y presentándose después Roscio nadie quiso oírle, hacíales, sin embargo, señas con los dedos para que no nombrasen uno solo, sino otro con Pompeyo, pero se dice que, irritado con esto el pueblo, fue tal la gritería que se levantó, que un cuervo que volaba por encima de la plaza se sofocó y cayó sobre aquella muchedumbre, de donde puede inferirse que no es por romperse y cortarse el aire con el gran ruido por lo que no pueden sostenerse las aves que caen, sino por ser heridas como con un golpe con la voz, cuando enviada ésta con ímpetu y violencia causa en el aire fuerte movimiento y agitación.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra acudiréis

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