Ejemplos con zumbaban

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las calles de la Marina eran nauseabundas, un olor infecto se escapaba de las casas, en el arroyo zumbaban enjambres de insectos, saltando de los charcos al sonar los pasos de un transeúnte.
Los oídos le zumbaban Era la brusca impresión del que se duerme sin deseo de dormir y se siente sacudido por la inquietud resucitadora.
Otras veces, alineados en el banco, zumbaban horas enteras, imitando al tranvía eléctrico.
Los ventiladores zumbaban a todas horas, limpiando el ambiente de humo.
No obstante, cogido por dos de sus compinches, los más queridos para él, no pudo eximirse de seguir un buen trecho, calle abajo, entre la regocijada turba de ociosos, contra su voluntad, los pies le bailaban, y toda la sangre se le enardecía corriendo por las venas, como una sangre que ha perdido el juicio, le zumbaban los oídos, se le encandilaban los ojos.
Atravesando la vega en las horas de más sol, cuando ardía la atmósfera y moscas y abejorros zumbaban pesadamente, sentíase una impresión de bienestar ante esta barraca limpia y fresca.
Sonaban a lo lejos, como una tela que se rasga, los escopetazos contra las bandas de golondrinas que volaban a un lado y a otro en contradanza caprichosa, silbando agudamente, como si rayasen con sus alas el cristal azul del cielo, zumbaban sobre las acequias las nubes de mosquitos casi invisibles, y en una alquería verde, bajo el añoso emparrado, agitábanse como una amalgama de colores faldas floreadas, pañuelos vistosos.
Le zumbaban los oídos, y en su boca empastada percibía un sabor horrible.
Silbaban las serpientes entre los matorrales del camino, zumbaban mil insectos entre las hierbas, y el ruido del aguacero se aproximaba rápido y pavoroso.
El corazón le latía como avisando un peligro, y los oídos le zumbaban remedando una canción de amor.
La tía, porque a pesar de la edad de su marido, estaba solevantada con lo peligroso que era, según dijeron las vecinas, que el bueno del hombre fuese a pasar las noches entre bailarinas y coristas, el tío porque, asombrado de la facilidad con que Cristeta se ganaba sus cuarenta reales, pensaba ya en el cobro de la quincena, y la muchacha porque aún le zumbaban en los oídos las palmadas.
Saltábale el corazón en el pecho, sus sienes latían y los oídos le zumbaban.
Al final de la plática, que aún se prolongó verbosamente, latíame el corazón, las arterias me zumbaban: una idea extraña acababa de ocurrírseme.
Entonces le zumbaban los oídos, y ya no oía las voces graves del sochantre y de los salmistas, ni el rum rum del hebdomadario, que allá abajo gruñía recitando de mala gana los latines de Prima.
No prestando crédito a sus oídos, que desde días atrás le zumbaban muy a menudo, don Sotero, sobresaltado y trémulo, hizo repetir a Bastián todas sus palabras, después le preguntó con la voz medio extinguida, quién le había dado la noticia, y por último, quién la había traído al pueblo, y cuando supo todo lo que sabía el alcalde pedáneo, encontróse sin fuerzas para moverse de la silla, y ni siquiera las tuvo para cerrar la boca y los ojos que se le habían quedado desmesuradamente abiertos, las negras ideas se bamboleaban en su cerebro al mismo compás que el armario y la mesa, y la ventana y las paredes de su cuarto, sentía que por toda su piel se deslizaba un sudor frío, como si la sangre, convertida en suero destilado, se le derramara por los poros y tan amarillo y desmayado se le puso el color, que Bastián, transido de susto, corrió a avisar a Celsa.
Le zumbaban los oídos.
Le zumbaban los oídos, y pensaba que si en aquel momento aquella mujer le proponía escaparse juntos al fin del mundo, echaba a correr sin equipaje ni nada, sin llevar siquiera las zapatillas, y eso que no concebía cómo hombre nacido podía echarse por la mañana de la cama y calzarse las botas de buenas a primeras.

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