Ejemplos con zapatones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Esta voz? Don Marcelo tiró de él en el obscuro recibimiento, llevándole hacia un balcón ¡Qué hermoso le veía! El kepis era de un rojo obscurecido por la mugre, el capote, demasiado ancho, estaba rapado y recosido, los zapatones exhalaban un hedor de cuero.
Conoció el gusto de las guascas ensebadas, de los zapatones untados de grasa, del hollín pegoteado de una olla, yalguna vezde la miel recogida y guardada en un trozo de tacuara.
Los demás ricos se alejan de él porque no es de su clase, porque aún queda memoria de cuando iba con zapatones de clavos y comía, en las tabernas del muelle.
Un pantalón azul, con piezas superpuestas en las posaderas y las rodillas, oscilaba sobre sus zapatones claveteados, de punta levantada.
Dentro de sus nuevos y elegantes chalets no eran menos originales aquellos ricos, que aún guardaban la boina y los zapatones del obrero.
Los más guapos usaban zapatones de gamuza, el traje de charro, mal hecho y peor elegido, era el usual, y por eso los jinetes y cócoras de la vecina Pluviosilla, donde siempre hubo, aun entre los obreros y gente del campo, charros muy galanos, llamaban a los petimetres de Villaverde los charritos de barro.
Los pies de la dama eran de forma irreprochable, finos, algo elevados por el tarso, ni tan largos como de bolera, ni tan cortos como de china, y no calzados, afectando descuido, con zapatones a la inglesa, sino con medias de seda roja y zapatos de charol a la francesa, de tacón un poquito alto y sujetos con lazo de cinta negra.
Adoptó el traje liso de merino negro, el manto, pañolón oscuro cuando hacía frío, y unos zapatones de paño holgados y feos.
Era doña Guillermina, que entró, como siempre, muy apresurada, encendidas las mejillas, con su perdurable mantón oscuro, sus zapatones, su falda de merino.
Mira, mira que levita gris cerrada y botines blancos Pero, Manolo, ¡qué zapatones usan por allá! Esos guantes pasarían aquí por guantes de cochero.
Y la veo partir con su taima ridícula y vieja, que cubre los estragos del tiempo en su raída vestimenta, amoratadas las manos, que fueron finas y aristocráticas, metidos los pies en unos burdos zapatones, abatida al peso de su juventud fracasada, de toda su vida, obscura, truncada, deshecha.
Vestía gabardina color pulga, pantalón de pana a media pierna, medias azules y zapatones.
Los limeños, partidarios entusiastas de los Urrutias, bautizaron a aquéllos con el apodo de los zapatones, y éstos en despique llamaron a sus contrarios los mazamorreros.
y los empecatados vecinos se empeñan en turbar tanta paz, en manchar aquellas alfombras con senderos que parecen la podre de aquella frescura, senderos en que dejan las huellas de los zapatones y de los pies desnudos y sucios, como grosero sello de una usurpación del dominio absoluto de los Rondaliegos.
No era ya la colegiala con su sombrero anticuado, su traje de lana, sus zapatones y sus manos coloradas.
Sus rubios cabellos escapaban por debajo de una fea cofia de beguina amarrada al mentón, calzaba gruesos zapatones.
Todo parecía dormir a la luminosa caricia de la luna, cuando escalando ágil la cañada se destacó a espaldas del lagar la silueta garrida de Toño el de Carambuco, un zagal de no más de veinte años, fuerte, elástico, cenceño, de semblante atezado, de ojos de fiero y franco mirar, de labios gruesos y de pelo bravío, pantalón de pana, rojo ceñidor, recios zapatones de baqueta, blanca camisa, amplio pañuelo azul a guisa de corbata, al hombro, la chaqueta de paño burdo, y en la mano, la indispensable escopeta.
Luego se despidió cortés, a su manera, y salió del cuarto, carrejo adelante, dejando aquí un pastel de arcilla blanda, y allá un chinarro, de lo agarrado en las callejas por sus zapatones, y haciendo temblar los sucios en cada zancada.
Un momento después crujían las tablas de los peldaños, holladas por los herrados zapatones del gigante.
Dolores, que podría contar veinte abriles, era de cuerpo cenceño y gentil, de semblante agraciado y de tez en que la vida desbordaba en cálidas entonaciones, de ojos de mirar risueño, de boca fresca y fragante y de pelo abundantísimo, cuidadosamente recogido bajo un pañizuelo color de grana, como de color de grana era el zagalejo que cubría su airosa figura, adornada además con un corpiño de percal rameado, amplio delantal de mallorquín y recios zapatones de vaqueta.
Este infeliz muchacho entró en el Instituto ocho días después que yo, y sentóse a mi lado, con su elástica de bayeta amarilla, sus calzones pardos, sus zapatones de becerro, y oliendo a parrocha que tumbaba».
Ya tiene el sombrero puesto, y se afirma en su cachava para mover sus pies entrapajados y embutidos en sendos zapatones de paño, cuando Regla le anuncia la visita de un caballero y de una señora.
Por último, vuelve Regla trayéndole una camisola limpia, y le calza los entrapajados pies con holgados zapatones de flexible paño.
Los achaques le invaden por todas partes, lo que antes fue reuma tolerable y catarro frecuente, es ya gota declarada y asma legítima, gasta franelas en las piernas y en el pecho, y zapatones de paño en los hinchados pies, los cambios atmosféricos le crucifican, por la noche la tos le roba el sueño, y cada vez que tose parécele que la gota le cose a puñaladas.

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