Ejemplos con zahorí

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la Gaviota, una casa de las afueras de una ciudad norteña, viven Agustín Arenas, hombre del sur, médico y zahorí, Julia, su mujer, maestra represaliada tras la Guerra Civil, y Estrella la hija de ambos.
Fue apodado El Genial y El zahorí, gracias a su juego espectacular, en el que buscaba constantemente puntos arriesgados merced a su gran calidad, así como por su gran visión de juego adivinando la dirección que iban a imprimir sus rivales a la pelota.
Para solucionar la situación, El-Jormaz manda llamar al zahorí Juan de Olarcos, poseedor de extraños poderes geodésicos.
¡Adiós con la colorada! Zahorí me saliste, Facundo.
Esto no lo sabía nadie ni él mismo quizá de un modo cabal Nadie más que Cecilia, cuyos ojos de zahorí enamorada, leían claramente los pensamientos más vagos que cruzaban por la mente de su cuñado.
Tú sabías el nombre de la calle, no vengas echándotelas de zahorí Es que Estupiñá me espiaba y le llevaba cuentos a mamá.
Pues en verdad respondió Sancho que he oído yo decir a mi señor, que es zahorí de las historias, contando aquella de Lanzarote,.
—Eso no diré yo —respondió el Zahorí—, porque aunque todo lo veo, todo lo callo, que.
-Lo sé -contestó la interrogada- porque pasando un día por el jardín de palacio, me di de patas a pico con un cucú, que como saben ustedes es pájaro zahorí, y sabe hasta lo venidero, y discurriendo ambos sobre las cosas de palacio, me dijo lo siguiente:.
Había un hombre, que se llamaba Juan Cigarrón, que discurrió ganar dinero haciéndose pasar por zahorí.
—¿No ves tú —respondía el Zahorí— que a estos nunca se les apedrean las viñas, jamás.
—¿No has oído contar —le decía el Zahorí— que a algunos les traían de comer los.
¿De dónde sale esto, señor Zahorí, vos que lo veis todo?.
—¿De dónde sale tanta abundancia, Zahorí mío?.
—Éstos —le respondió su veedor Zahorí— son los que de nada tienen asco, los que.
viejas en vez de niñas, todo lo descubro, que en eso consiste mucho el ser zahorí.
—Has de saber —le dijo el Zahorí—, que en entrando acá, los más se vuelven invisibles,.
—Ten pecho y espera —le dijo el Zahorí—, y advierte que con gran facilidad hemos de.
Por último recurso, le aconsejaron al Rey que mandase venir al famoso zahorí, para el que nada había oculto, advirtiéndole que este portento no siempre contestaba, sino que sólo lo hacía cuando estaba de humor de hacerlo.
—Yo la renuncio desde luego —dijo Andrenio—: no trato de ser zahorí.
—¡Válgate Dios por zahorí —dijo Andrenio—, y lo que penetras! —Pues aguarda, que.
El mozo es como un ginjo verde, quiere bien, sabe callar y agradecer lo que por él sehace, y, pues los celos y el recato del viejo no nos dan lugar a demandas ni a respuestas, resolución y buen ánimo: que, por la orden que hemos dado,yo le pondré al galán en su aposento de vuesa merced y le sacaré, si bien tuviese el viejo más ojos que Argos y viese más que un zahorí, que dicen que vee siete estados debajo de la tierra.
Y como las imaginaciones no vienen solas, sino que nacen unas de otras, enredándose y trabándose como áurea cadena, doña Mencía no se contentó con fingir pasado lo que se acaba de decir, sino que se creyó conocedora y zahorí de lo presente y aun inspirada profetisa para ver a las claras las cosas futuras.
Y no fueron vanos sus terrores, porque un día que paseaba el Rey por sus jardines, deseoso Su Majestad de tener otra prueba más del saber de su zahorí mayor, le presentó de repente su mano cerrada, preguntándole que era lo que en ella tenía.
El Rey se quedó absorto y admirado, y se prendó de tal suerte de Juan Cigarrón, que le nombró zahorí mayor, adivino de cámara y acertador particular.
Pasados los tres días, el Rey mandó que trajesen al zahorí a su presencia, el que se presentó tan orondo y tan erguido.
-¡Perdidos estamos! El zahorí sabe que somos nosotros los ladrones.
Como el paje tenía mala conciencia y había oído decir que para aquel zahorí no había nada oculto, se sobrecogió, y dijo a sus compañeros:.
¡Nunca me hubiese metido a zahorí, que me cuesta la torta un pan! Tres días de vida me quedan, ni uno más, ni uno menos.
El Rey mandó venir a su presencia al zahorí, que, como pueden ustedes figurarse, se quedó muerto, y más muerto, cuando el Rey le dijo que le iba a encerrar en un calabozo, y que si a los tres días no le había descubierto los autores del robo, lo mandaba ahorcar por embrollón y embustero.

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