Ejemplos con zagales

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la puerta de la Iglesia en ruinas de San Martín, pueden leerse, repintados a mano, los siguientes versos: Pueblo viejo de Belchite / ya no te rondan zagales / ya no se oirán las jotas / que cantaban nuestros padres.
Vosotros, mis amados hijos e hijas, a quienes Él ha constituido Zagales de su rebaño sois los que debéis de ir en pos de la oveja descarriada hasta devolverla al aprisco del Buen Pastor.
Zagales es un espacio infantil de la cadena Aragón Televisión en el que se incluyen series animadas de varios tipos, también en los recesos hay actuaciones de unas pequeñas marionetas que suelen dar referencia a la cultura aragonesa.
Y echando una mirada en torno:¡Pero ésta es una escena de la antigüedad griega! Penélope sale de su palacio, recorre sus dominios en la rocosa Itaca, encuentra a Eumeo y sus zagales celosos guardadores de sus manadas de puercos, y departe con ellos.
Nada de patriarcas de la aldea, ni de pastoras resabidas y sentimentales, ni de discretos y canoros zagales.
Había cantidad de muñequitos de Sajonia, de colores suaves, puros y delicados, como las nubes que el alba pinta, rosados cupidillos, atravesando entre haces de flores azul celeste, pastoras blancas como la leche y rubias como unas candelas, apacentando corderillos atados con lazos carmesíes, zagales y zagalas que amorosamente se requestaban entre sotillos verdegay, sembrados de rosas, violinistas que empuñaban el arco remilgadamente, adelantando la pierna derecha para danzar un paso de minueto, ramilleteras que sonreían como papanatas, señalando hacia el canasto de flores que llevaban en el brazo izquierdo.
Yo, cuando me quedé viuda, estuve también algo tocada, y con dos meses de andar al zancajo en una dehesa, pastoreando vacas y subiéndome a los alcornoques, sin cuidarme de que los zagales me veían las piernas, me puse buena, y tan fuerte que al volver habría podido levantarte en vilo para darte azotes, como lo hice después.
Llegaba el ganado de pastar en el soto del Maestre, y el pastor y zagales, que eran como unas apariencias de persona con sus caras ennegrecidas, las piernazas entre zahones, las espaldas con la joroba del zurrón, daban voces a las ovejas para que no se desviasen, llamando a cada una por su nombre entre ajos, silbidos y pedradas.
Alzábase cerca de la estación una venta con honores de posada, y junto a su puerta, sentados en torno de dos mesillas mugrientas e inseguras cubiertas de jarrillos de vino, bebían y vociferaban hasta media docena de arrieros y zagales.
Llegó con todo el cuerpo molido, renegando de los zagales y carromateros, de la distancia, del tiempo, de la contrariedad de habérsele olvidado su libro de horas y una pasta de chocolate para la jornada.
De allí a poco comenzaron a entrar por diversas partes de la enramada muchas y diferentes danzas, entre las cuales venía una de espadas, de hasta veinte y cuatro zagales de gallardo parecer y brío, todos vestidos de delgado y blanquísimo lienzo, con sus paños de tocar, labrados de varias colores de fina seda, y al que los guiaba, que era un ligero mancebo, preguntó uno de los de las yeguas si se había herido alguno de los danzantes.
Y en verdad os digo, señores prosiguió el cabrero, que ayer determinamos yo y cuatro zagales, los dos criados y los dos amigos míos, de buscarle hasta tanto que le hallemos, y, después de hallado, ya por fuerza ya por grado, le hemos de llevar a la villa de Almodóvar, que está de aquí ocho leguas, y allí le curaremos, si es que su mal tiene cura, o sabremos quién es cuando esté en sus seso, y si tiene parientes a quien dar noticia de su desgracia.
¡Vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante, o por andar, que la tuviere por señora! ¡Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! Sé decir que se puso un día encima del campanario del aldea a llamar unos zagales suyos que andaban en un barbecho de su padre, y, aunque estaban de allí más de media legua, así la oyeron como si estuvieran al pie de la torre.
Mas templóse esta furia por entonces con pensar de poner aquella mesma noche por obra lo que puse: que fue ponerme en este hábito, que me dio uno de los que llaman zagales en casa de los labradores, que era criado de mi padre, al cual descubrí toda mi desventura, y le rogué me acompañase hasta la ciudad donde entendí que mi enemigo estaba.
Zagales de Aranjuez, que en lastimera.
que vais al joven Duero, zagales y merinos,.
Estas esperanzas del viejo hacían que mirara con mal disimulada hostilidad aquel que él creía solamente conato de amoríos entre los zagales, por no estar al tanto, sin duda, de que no había noche, lloviera o venteara, en que no pelasen la pava aquéllos por las bardas del corral, mientras él roncaba a más y mejor como un bendito que era.
Al tercer día se marchó el vaquero a la ciudad, habiendo dejado en su lugar por centinela a uno de sus zagales, y llegando a casa de Hárpago le dijo que estaba pronto a enseñarle el cadáver de aquella criatura.
Y se acordó de que en aquella taberna tenían una broma los de la tralla, los delanteros y zagales de la diligencia ferrocarrilana y los del correo.
Blasfemaba como un sabio, fumaba y bebía y fingía una malicia y una afición al amor carnal, grosero, que no cabía aún en sus sentidos, pero que era perfecta imitación de las pasiones de sus héroes los zagales.
de muchos zagales.
Llegó con todo el cuerpo molido, renegando de los zagales y carromateros, de la distancia, del tiempo, de la contrariedad de habérsele olvidado su libro de horas y una pasta de chocolate para la jornada.
Los chopos, rosas, zagales y mares del espiritual cordobés son creados y nuevos.
Los ferrocarriles nos han cambiado nuestros venteros en jefes de estación, nuestros mayorales en maquinistas, nuestros zagales en revisores de billetes, eran cabezas y ahora son brazos, y la sociedad compensa el sacrificio tratándoles con mayor consideración.
zagales y zagalas se unen sobre la hierba.
Aquellas nuevas diligencias, carruaje de sólo berlina y rotonda, eran unas especies de sillas de posta, y eran a las antiguas galeras y diligencias, lo que hoy son a aquellas sillas de posta las locomotoras y trenes de los ferrocarriles, pero aquel ruido de los cascabeles, aquel perpetuo vocerío con que a sus caballos animaban los mayorales, aquellos zagales dicharacheros que enganchaban y recogían los tiros en las remudas, aquellos venteros y maestros de postas, aquellas hosterías en donde se hacían los altos y las comidas, conservaban el carácter jaranero y alegre de nuestra patria y la tierra por donde viajábamos los españoles, y se veía el país, y se bromeaba con las paisanas, y sea dicho en paz, no tenía tantas ventajas para los intereses materiales, pero tenía más poesía que el actual nuestro modo de viajar del tiempo viejo.
Un pintor del riñón de Castilla se decide un día a copiar en el lienzo a su país, pero tiende por él la vista, y observa que el suelo es árido y monótono, que no le cruza un mal arroyo, ni le sombrea un árbol, ni le limita una montaña, teme que la representación de aquella sábana de tierra calcinada y de cardos agostados infunda un sentimiento de repulsión en el ánimo del observador del cuadro, y que por éste se adquiera mala idea de la poesía del famoso granero de España, y sin pararse en barras, copia, de todo lo que ve, un grupo de casas que no ofrecen mal aspecto, dos recodos de una era, media docena de borregos y una mula, y echa por enmedio un río como el Missisipí que baja de unas montañas como los Andes, y adorna las orillas con sauces y naranjos, y tapiza el suelo con flores y césped, y hasta le puebla de zagales, cuyos modelos busca en un abanico.
La calma de los mayorales y zagales contrasta singularmente con la prisa y la impaciencia que se nota en las menores acciones de los viajeros, pero es de advertir que éstos, al ponerse en camino, alteran el orden de su vida para hacer una cosa extraordinaria, el mayoral y el zagal por el contrario hacen lo de todos los días.
con zumbidos de cencerros y cantares de zagales,.

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