Ejemplos con volteó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuando volteó, se encontró con una mujer blanca con cara de muerte, dientes afilados como hachas y unas enormes uñas, largas como garras.
El capitán de navío Miguel Grau Seminario, que en una fracción de segundo evaluó la situación dijo: ¡So bribón! y paralelamente volteó al zambo y le engarfió la manazo izquierda capaz de romper una baraja inglesa de un tirón y lo levantó del suelo.
Al finalizar, Marcos Mundstock volteó a ver a sus compañeros y preguntó Ché, ¿alguien cumple años?.
Los limeños, dentro de su catolicismo, interpretaron que la madre de Cristo volteó para ver al santísimo y aplacar la furia de su hijo que causaba el sismo.
De acuerdo con los Evangelios, Jesús se molestó sobremanera con los cambistas por la situación ocurrida en el Templo, y creó un látigo con varias cuerdas, hizo salir al ganado, regó las monedas de los cambistas, volteó las tablas de la gente que vendía palomas.
El volteó la cabeza y dio muestras de reconocerla.
Para distraerse mientras esperaban el tren, Freya sacó de su bolso una cigarrera de oro, y el leve humo del tabaco egipcio cargado de opio volteó en los chorros de sol de las ventanas algo entornadas.
El cuerpo de Susana volteó sobre el antepecho, la seda de su vestido crujió en el aire como el rápido revoleo de un ave de grandes alas, y cayó.
Y el virrey conde de Superunda, que no era otro el embozado, volteó la espalda al denunciante y enderezó sus pasos a palacio.
Aún no se había extinguido el eco de las campanadas, cuando volteó el torno y asomó por el hueco del aspa la faz pacífica de una monja.
De pronto, el médico volteó el coche, emprendiendo la caminata en sentido opuesto.
Aquí le entró a Nisco el hormigueo de otras veces, volvió a ponerse tricolor, volteó el sombrero entre las manos, se atusó luego el pelo, carraspeó mucho, y dijo al fin, con voz ronquilla y destemplada, porque el corazón le daba en el pecho cada porrazo que le aturdía:.
Fue cosa ligera: el caballo pegó una espantada tal, que volteó sin remedio al amo en la zanja, y emprendió la carrera como perseguido por la misma osamenta.
Éste no caviló mucho tiempo, al ver al hombre cerca, con el palo levantado, se abalanzó sobre él, y agarrándolo de la garganta, lo volteó enseñándole que más muerde el perro callado que el que mucho ladra.
Otro le volteó el sombrero, otro le rajó el saco, entre dos o tres le quitaron las botas, le desgarraron el chiripá y el poncho, y después de pegarle, entre risas, una paliza jefe con la guitarra y el facón, lo dejaron, molido, asustado, atontado.
Salaverry, que no se había propuesto sino aterrorizar a su asistente y enviar la orden de indulto una hora antes de que rayase la aurora, volteó la espalda para disimular una lágrima, murmurando otra vez:.
De repente, en medio de una disparada, el lazo traicionero, de un pial certero, le ligó las manos y lo volteó brutalmente de cabeza.
Ahora que el ventarrón, desencadenado a la voz de jefes audaces y serenos, lo volteó, barriendo de la llanura sus toldos miserables, al solo flameo de la bandera argentina, queda abierto el desierto al esfuerzo civilizador, y se disolverá pronto hasta el recuerdo nebuloso de este pasado de pesadilla.
Don Antonio lo volteó, le tocó la cola, lo manoseó en varias partes, le miró los dientes, y haciéndolo levantar, lo condujo despacio, a tres patas, hasta la orilla del corral.
Así es que dijo a la vieja: ¡Oh madre mía, dame a beber un poco de agua de tu jarra, para que con ello pueda ganar tu bendición! Entonces ella cogió la jarra que llevaba al hombro y la volteó en el aire varias veces, de modo que el tapón de fibras de palmera se escapó del cuello del cacharro y los tres dinares rodaron por el piso como si cayesen del cielo.
La seguía de cerca: pronto la alcanzó, cuando llegó a la zanja, y cazándola de la opulenta trenza, la volteó brutalmente.
Fue algo monstruoso, horrendo, el cuerpo del infortunado diestro, volteó en el aire, cayendo pesadamente al suelo.
No supo resistir y murió, inconsolable, con razón, pues la misma borrasca que lo volteó, pronto hizo zozobrar, con toda su tripulación tan gentil y guapa, en los escollos de la dejadez y del vicio, la pobre navecilla familiar que tan bien creía haber dirigido.
Don Martín, incauto ya, seguía su trabajo de huésped atento, y, en el momento en que se inclinaba para agregar, para el forastero, una presa a la olla, rápido, se levantó éste -el huésped infame-, y, de un bolazo en la cabeza, volteó al pobre vasco.
-Sí, vení nu más -dijo Linarotti, blandiendo la botella, esperó que se acercara el sargento y se la tiró, pero el otro, vivo como gato montés, le tenía clavada la vista y, más ligero que el proyectil, se agachó, la botella se fue a estrellar en la pared, por suerte sin herir a nadie, el sargento se abalanzó, y ayudado por dos milicos que agarraban al piamontés uno por las piernas, otro por los brazos, lo volteó.
Cuando volvió el chiquilín, le salió al encuentro, bamboleándose, emponchado, y desafinando a raja y cincha con la guitarra y con la voz, el mancarrón, un viejo servidor bichoco, se asustó y volteó al muchacho, don Pedro no vaciló, sacó la cuchilla, y degolló al caballo.
Y sin atender a lloriqueo ni a soponcio, Amat volteó la espalda y regresó a palacio, muy resuelto a poner en práctica el consejo de un poeta:.
El cuerpo de Susana volteó sobre el antepecho, la seda de su vestido crujió en el aire como el rápido revoleo de un ave de grandes alas, y cayó.
Con brusco impulso insensato, desarrollando sobrehumana fuerza y vigor, Alejo volteó hacia la izquierda el tronco, cual se voltea la manilla de un grifo, y mientras los dos caballos, empinados, sublimes de actitud, girando en el vacío y azotando el aire con los remos delanteros, relinchando de espanto, acababan por desplomarse acantilado abajo, cayendo a los peñascos y al mar desde una altura de quince metros, y arrastrando como una pluma el tren, Alejo se lanzaba de costado al camino, sobre el cual quedó boca abajo, desvanecido, aturdido con la violencia del golpe.
El mismo torito alcanzó a un caballero en plaza cuando iba a clavar su rejoncillo, le volteó, matándole la cabalgadura, y el airoso campeón, vestido a la chamberga, hubo de ser retirado a la enfermería.

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