Ejemplos con vacilantes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sarmiento no pierde el tiempo en vacilantes circunloquios, y atracando sus ilusiones, esperará a que amaine el temporal socio-político que todavía se cierne sobre el territorio desquiciado.
Sus primeros pasos vacilantes se dirigen al estudio de Emilio Sala, cuya precisión en el dibujo y exuberancia en el color influirán en sus primeras composiciones.
Sus presentaciones, a menudo, parecen vacilantes e inciertas.
Como está documentado en el memorandum Hossbach, Hitler estaba descontento con estos dos oficiales de alto rango por considerarles demasiado vacilantes respecto a los preparativos de guerra que exigía.
Para ello, al llegar a determinado pueblo, unía a los chicos y chicas, que habiendo llegado a la edad de matrimonio todavía no tenían pareja, poniéndolos en dos filas, como se explicó líneas arriba, una frente a otra, invitaba uno a uno a cada chico a escoger una muchacha, empezando por el que tenía mayor rango, si permanecían vacilantes, eran entonces cuando el inspector les asignaba una mujer.
Sus vacilantes estructura y pistas dan una sensación de inseguridad mayor que el acero, a parte del poderoso rugido del tren al pasar por los tramos del recorrido y hacer crujir la madera, si bien la sensación de inseguridad que puedan ofrecer es ficticia, ya que las esructuras son muy seguras y fiables gracias a que se usan maderas de alta calidad y a su cuidadoso mantenimiento.
El éxito del presunto Filipo convenció a los vacilantes y pronto toda Macedonia lo reconoció por rey legítimo.
¡Quién sabe qué activa y noble parte sería justo atribuir, en la formación del carácter y en la vida de algunas generaciones humanas, a ese lema sencillo actuando sobre los ánimos como una insistente sugestión! ¡Quién sabe cuántas vacilantes alegrías persistieron, cuántas generosas empresas maduraron, cuántos fatales propósitos se desvanecieron al chocar las miradas con la palabra alentadora, impresa como un gráfico grito, sobre el disco metálico que circuló de mano en mano! Pueda la imagen de este broncetroquelados vuestros corazones con elladesempeñar en vuestra vida el mismo inaparente pero decisivo papel.
Sonaron gritos de mujer, llantos, súplicas desesperadas, ruido de lucha, pasos vacilantes, choques de cuerpos contra las paredes.
Pero otras cosas más inmediatas quedaban en su interior y parecían asomar a los ojos, tímidas y vacilantes, antes de escaparse en forma de palabras.
¡Y me equivoqué! Porque un instante después pude ver, entrando vacilantes y de la mano, por la puerta de la sala, a nuestros cuerpos muertos, que volvían obstinados.
Fernando describió a la vieja España como una de esas madres prolíficas en exceso que marchan sobre sus piernas un tanto vacilantes, entre sus hijos, grandotes, robustos, sonrientes con la confianza de la salud.
Siguieron vacilantes hasta llegar a dicha plaza.
Formábanse grupos, que permanecían algún tiempo vacilantes, buscando con los ojos a alguno que les faltaba, para irse.
A lo largo del paseo de las Delicias brillan, en la foscura, acá y allá, vacilantes, trémulas, entre el ramaje seco, las luces del gas.
Todo lo había preparado detenidamente, había incitado a la acción a los pusilánimes, a los vacilantes, a los miedosos, y entregado casi todo cuanto quedaba de mis bienes sin pensar en las dificultades que encontraría más tarde.
Abajo, entre las enormes pilastras que formaban un bosque de piedra, reinaba la obscuridad, rasgada a trechos por las manchas rojas y vacilantes de las lámparas que ardían en las capillas haciendo temblar las sombras.
En ninguna ocasión debió de tener al Rey delante tanto tiempo, porque si se nota que unas líneas están sorprendidas de pronto acertando a la primera tentativa, otras parecen corregidas, halladas después de ensayos vacilantes, pero dando por resultado un conjunto en que se confunden el saber y la facilidad, la aptitud ingénita y el fruto de la experiencia.
Acisclo se afanó por convertir su minoría en mayoría, trayendo a sí a los neutrales y vacilantes, y procurando, sobre todo, sacar de sus casillas y lanzar en la lucha a no pocos que jamás quieren votar ni mezclarse en política, tal vez porque no ambicionan empleos.
De pronto oyeron en la escalera los pasos de su padre, torpes y vacilantes, como los de un beodo.
Paco que nadie sino él en persona se encargase de tan dulce comisión, y con sus piernas vacilantes corrió hasta entrar en la casa diciendo con desaforados gritos: -¡Ya pareció, ya pareció!.
Miráronse los oyentes unos a otros, y los monosílabos de aquiescencia y aun de admiración corrieron de boca en boca, demostrando la prontitud con que aquellas juveniles inteligencias desplegaban sus alas, aún entumecidas y vacilantes, para intentar describir los primeros círculos en el espacio del pensamiento.
Trabajados por opuestos sentimientos y pasiones, caminamos vacilantes, pretendiendo que tenemos confianza en nosotros mismos, y es mentira: todo lo esperamos de los demás.
La noche era muy fría y los mecheros de gas alrede­dor de la plaza centelleaban, vacilantes, baja los latigazos del viento, pero él sentía en sus manos un calor febril y las sienes le ardían como brasas.
A lo lejos redondeábase en círculo la línea de luces de los faroles de gas vacilantes, y ante una casita rodeada por un muro estaba parado un coche de alquiler, solitario, cuyo cochero dormía en el interior.
»Pero en el hic et nunc, en que tímidos y vacilantes juzgamos irremediable nuestra desgracia, cuando circuidos de horrores y faltos de consejo, hollábamos caliginoso pavor, y palpábamos atezadas lobregueces, ecce Corinna venit, ecce benigna rutilante estrella que aparece a nuestra vista para serenar tan deshechas tempestades.
Reconcentré en un solo esfuerzo todos mis vacilantes bríos, y como bañista perezoso que teme el primer remojón, contuve el aliento, hinché los carrillos, cerré los ojos y me lancé a la calle, sin que pueda describir el efecto que ésta me hizo, porque yo no veía más que el ondulante pelambre del plomizo alero que asombraba mis ojos extraviados.
Y todos corrieron, mientras el vencedor iba detrás con piernas vacilantes, sin gran deseo de azotar a sus amigos, contento con el triunfo, pero sin deseos de venganza.
Sus pasos eran vacilantes, su cresta despedía fuego.

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