Ejemplos con trasatlántico

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El movimiento de los muelles tenía para él cierta música evocadora de su juventud, cuando navegaba como médico de trasatlántico, chirridos de grúas, rodar de carros, melopeas sordas de los cargadores.
Así se perdió en la sombra, con la precipitación de la fuga y la insolencia de una venganza próxima, el último trasatlántico alemán que tocó en las costas francesas.
Empezó a agrandarse la distancia entre el trasatlántico que partía y los remolcadores que navegaban hacia la boca del puerto.
Se vió en un remolcador que danzaba sobre las ondulaciones del mar, frente al muro negro é inmóvil del trasatlántico, acribillado de redondeles luminosos y con los balconajes de las cubiertas repletos de gente que saludaba agitando pañuelos.
A la luz de los focos azules, que esparcían sobre el mar una claridad lívida, empezó el transbordo de pasajeros y equipajes con destino a París desde el trasatlántico a los remolcadores.
El trasatlántico debía llegar a Boulogne a media noche, aguardando hasta el amanecer para que desembarcasen cómodamente los viajeros.
Dos vapores llenos abordaron al trasatlántico.
En tierra firme no se habría acercado más a estos hombres, pero la vida en un trasatlántico, con su inevitable promiscuidad, obliga al olvido.
Hasta en el trasatlántico, el pequeño mundo de pasajeros, de las más diversas nacionalidades, parecía un fragmento de la sociedad futura implantado como ensayo en los tiempos presentes, un boceto del mundo del porvenir, sin fronteras ni antagonismos de razas.
Aquí se había perdido un trasatlántico italiano que iba a Buenos Aires más allá un velero de cuatro palos había encallado, perdiendo su cargamento El sabía por centímetros el agua que podía quedar entre los peñascos traidores y la quilla de su buque.
Un trasatlántico prolongaba las operaciones de carga al resplandor de sus reflectores eléctricos, destacándose sobre esta lobreguez con la animación de una fiesta veneciana.
Los capitanes de trasatlántico lamentaban sus lujosos camarotes convertidos en dormitorios de tropa, sus cubiertas charoladas, que habían pasado a ser establos, sus comedores, donde se sentaban antes las gentes con o escotadas, y debían ser regados ahora con toda clase de desinfectantes para repeler la invasión de chinches y piojos, los olores animales de tantos hombres y bestias amontonados.
Siempre que veía a la viuda, este inconsciente se agitaba, presintiendo que la había conocido mucho antes del viaje trasatlántico.
Había hecho un viaje de Buenos Aires a Barcelona en el trasatlántico mandado por él.
El lejano perfume de su persona y su elegante gallardía le recordaban a ciertas señoras que viajaban solas cuando él era capitán de trasatlántico.
Su velocidad era insignificante comparada con la de un trasatlántico, pero resultaba absurda en relación con la de los vapores mercantes de gran casco y pequeña máquina que iban solicitando carga a cualquier precio por todos los puntos.
En la inmovilidad de los puertos entraban por el ventano el chirrido de las grúas, los gritos de los cargadores, las conversaciones de los que ocupaban los botes en torno del trasatlántico.
Ulises recordaba con nostalgia su vida de comandante de trasatlántico: una vida amplia, mundial, de incesantes y variados horizontes, de muchedumbres cosmopolitas.
El capitán debía volver al Grao, donde le esperaba su trasatlántico, pronto a zarpar para la América del Sur.
Luego, en cada una de sus arribadas, vió Ferragut un hijo nuevo, aunque siempre era el mismo, primeramente, un envoltorio de batistas y blondas sostenido por una nodriza endomingada, luegocuando ya era capitán del trasatlántico, un chicuelo con faldillas, mofletudo, de cabeza redonda cubierta de sedosa pelusa, tendiendo hacia él los bracitos, finalmente, un muchacho que empezaba a ir a la escuela y al ver a su padre agarraba su dura diestra, admirándolo con ojos profundos, como si contemplase en su persona la concreción de todas las fuerzas del universo.
Luego, Ferragut, que no podía vivir inactivo, volvió al mar, pero como primer oficial de un trasatlántico que hacía viajes regulares a la América del Sur.
Al pasar Ulises ante el cuarto de ella, vió unos retratos suyos de la época en que era simple agregado a bordo de un trasatlántico.
Estaba más cerca del Océano que en el puente de un trasatlántico.
Envidiaba a los buques veleros que el trasatlántico dejaba atrás.
Al verse doña Cristina bien instalada en Barcelona, con una corte de sobrinos que adulaban a la tía rica de Valencia, su hijo se embarcó como aspirante en un trasatlántico que hacía viajes regulares a Cuba y los Estados Unidos.
El menor, Antonio, se hizo médico por no contrariar al viejo, pero una vez conseguido el título, entró a prestar sus servicios en un trasatlántico.
El recuerdo de la noche pasada en el tren, noche de insomnio en compañía de la imagen de Teri envuelta en su capa blanca, con las plumas ondulantes sobre el peinado y dos astros en las orejas, le hizo recordar que tenía ante él una carta sin concluir, y otra vez concentrando su mirada, se vio en el jardín de invierno del trasatlántico.
A cada momento abordaban nuevas barcas al trasatlántico cargadas de fardos.
No había mar en el globo en el cual no hubiese navegado alguna vez, ni clase de buque que no conociera, desde el al trasatlántico.
Unos decían que había salido en el expreso para Francia, otros que estaría en Barcelona o en Cádiz, esperando ocasión para embarcarse en algún trasatlántico.

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