Ejemplos con trasatlánticos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A él llegan numerosos trasatlánticos durante el verano austral.
Desde sus primeros años El Musel, además de puerto carbonero se empieza a vislumbrar como escala de los trasatlánticos para dar salida al importante flujo migratorio hacia los países americanos.
Barcos transatlánticos, o trasatlánticos, como su nombre indica, se trata de barcos que cruzan el océano Atlántico.
Posteriormente, los paquebotes se convirtieron en barcos de vapor y a los más importantes se les llamó trasatlánticos.
Harland and Wolff fue la empresa que construyó la serie de trasatlánticos Olympic,compuesta por el HMHS Britannic, el RMS Olympic, y el RMS Titanic, el más lujoso de los tres, famoso por su hundimiento en el Atlántico, y que inspiró varias películas.
En sus inicios, Prestwick era el único aeropuerto de Escocia autorizado para realizar vuelos trasatlánticos, sobre todo debido a las condiciones meteorológicas benignas que suelen reinar en la costa de Ayrshire.
La pugna entre el Aeropuerto Internacional de Glasgow y el Aeropuerto de Glasgow Prestwick continuó abierta, ya que se conceció a Prestwick el monopolio de los vuelos trasatlánticos, mientras que a Glasgow sólo se le permitió gestionar vuelos internos y hacia destinos europeos.
Existen múltiples muelles, pertenecientes al puerto de La Coruña, entre otros: muelle del centenario, muelle de trasatlánticos, muelle de batería, muelle de Calvo Sotelo, ,.
Sueños y deseos que revivía constantemente en la mente cuando miraba y dibujaba aquellos trasatlánticos.
El barco de Ismay no sólo tenía que ser rápido sino que además tener una tercera clase para viajar pero que también sea lujoso, es decir, algo que nunca haya pasado en la historia de los trasatlánticos a vapor hasta ese momento.
Febrer, mirando el mar, en cuyo horizonte se marcaba la débil columna de humo de un vapor, pensó en los grandes trasatlánticos, pueblos flotantes, monstruos de velocidad, orgullo de la industria humana, que pueden dar en poco tiempo la vuelta al mundo Sus remotos abuelos de la Edad Media, que iban a Inglaterra en una nave del tamaño de una barca de pesca, representaban algo más extraordinario.
De la Compañía de vapores de Bilbao a Liverpool, pasé a otra de tras-atlánticos de la línea de Burdeos a Buenos Aires.
Los trasatlánticos, al regreso de un viaje feliz al otro hemisferio, se estremecían con la sensación del peligro, y algunas veces volvían atrás.
Al regreso de los dos primeros viajes fué a esperarle en el muelle, buscando con la vista su gorra de galón de oro y su levita azul entre los pasajeros trasatlánticos que se agitaban en las cubiertas con la alegría de la llegada a Europa.
Sentía la misma cólera que al leer los relatos da los primeros torpedeamientos de grandes trasatlánticos en las costas de Inglaterra.
Era el comandante del submarino que había torpedeado a uno de los más grandes trasatlánticos ingleses.
Ya no vagaba por el puerto, admirando de lejos los grandes trasatlánticos anclados frente al monumento de Colón o los vapores de carga que se alineaban en los muelles comerciales.
Alineados junto a los muelles, dormitaban, esperando entrar en funciones, los navíos-hospitales, trasatlánticos más dichosos, que retenían aún cierta parte de su antiguo bienestar, blancos, limpios, con una cruz roja pintada en los flancos y otra en las chimeneas.
Junto a los trasatlánticos enormes balanceaban sus vergas las vetustas tartanas y algunos barcos griegos, pesados y de formas arcaicas, que hacían recordar las flotas descritas en la.
Veintiocho pueblos, según afirma don Carmelo el de la comisaría, venimos en el buque, y lo mismo ocurre en otros trasatlánticos.
El culto a los trapos de coloresreligión de última hora, adorada con fanatismo por el público de hoteles cosmopolitas, trasatlánticos y trenes internacionales, gente que vive gustosa fuera de su patriaextendía por todo el comedor, como una primavera de percalina, la floración de sus diversos tonos.
Cuando la gente del creía que el buque iba a seguir avanzando, hasta pegarse a un muelle, se detuvo en mitad de la dársena, lo mismo que los otros trasatlánticos, y sonó en su proa el estrepitoso rodar de las cadenas de anclaje.
La locomotora avanzaba sobre el suelo virgen antes que el arado, las estaciones surgían en el desierto como postes indicadores de futuros pueblos, el buque de vapor estaba pronto en la rada para llevarse el sobrante de las cosechas a otro lugar del globo, el exiguo mercado consumidor tímido y mísero se agrandaba hasta ser un productor gigantesco, los grupitos de emigrantes que cada dos meses llegaban en un bergantín, como gota suelta de vida, eran reemplazados por pueblos enteros que volcaban los trasatlánticos diariamente en la tierra nueva.
Pasó el por entre buques tan enormes como él, trasatlánticos que iban con rumbo a Europa o a los puertos del Pacífico, y sólo anclaban unas horas, cerca de la embocadura, para salir inmediatamente.
Maltrana, acostumbrado a ver anclar los buques en mitad de los puertos o amarrarse a un muelle en el espacio anchuroso de una bahía, extrañábase ante los poderosos trasatlánticos alineados como bestias en unas dársenas cuadradas semejantes a corrales acuáticos, y pasando de una a otra, sumisos al tirón de los remolcadores.
Eran fragatas que iban a descargar, Paraná arriba, en el puerto de Rosario, vapores de tres pisos, sin mástiles y de escaso fondo, parecidos a casas flotantes, que hacían el servicio diario entre Buenos Aires y Montevideo, reducidos paquebotes, iguales en su forma a los grandes trasatlánticos, que remontaban el estuario con rumbo al Paraguay y a las escalas fluviales del corazón del Brasil, en plena selva virgen.
Al día siguiente, quiso Clavería que Ibero le acompañase a pasear por , y los parques, pero Santiago, con fogosa querencia de las aventuras, prefirió lanzarse al conocimiento de lo que en su imaginación se representaba con descomunal grandeza y atractivos: los diques de flotación, los inmensos trasatlánticos, el Támesis, la Torre de Londres.
mejor que los peluqueros expertos de los trasatlánticos.
A menudo anclaban en el muelle enormes trasatlánticos que luego de llenarse el vientre de canela, cacao, quina, café y otros productos naturales, se volvían a Europa.
Al día siguiente, quiso Clavería que Ibero le acompañase a pasear por Picadilly, Pall Mall y los parques, pero Santiago, con fogosa querencia de las aventuras, prefirió lanzarse al conocimiento de lo que en su imaginación se representaba con descomunal grandeza y atractivos: los diques de flotación, los inmensos trasatlánticos, el Támesis, la Torre de Londres.

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