Ejemplos con tomad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿No querías Madrid, y grandezas muchas y suposición? Pues tomad Madrid, tomad bambolla de corte, pedid más miel, que más se os dará.
La voz nada tenía que envidiar a las voces más sepulcrales que en el teatro se oyen, simulacro de la oratoria de ultratumba, y toda la familia se estremeció espantada oyéndole decir: Tomad Madrid.
Isabel de Borbón consiguió que su esposo oyese en conferencias privadas a su nodriza doña Ana de Guevara, a quien siempre mostró apreciar, al Conde de Castrillo y sobre todo a la duquesa de Mántua que, recién llegada de Portugal, le diría las causas verdaderas de la pérdida de aquel reino, dando estas entrevistas por resultado que al mes de Enero siguiente cuando se trató de escoger en Palacio servidumbre y cuarto para el Príncipe Baltasar Carlos, que ya era mozo, el Rey impuso enérgicamente su voluntad al privado: primero nombrando los criados que quiso, y en lo tocante al aposento diciendo: ¿Y por qué Conde no estará mejor en aquél que habitáis ahora vos, que es propio del primogénito del Rey y en el que estuvo mi padre y estuve yo cuando éramos príncipes? Desocupadlo inmediatamente, y tomad casa fuera de Palacio.
¡Para hombres bonitos está el tiempo! Con que resignarse, hijas mías, que por ser cabras no ha de abandonaros vuestro pastor, tomad ejemplo de las ovejas con quien vivís, y tú, Fortunata, agradéceme sinceramente el bien inmenso que te doy y que no te mereces, y déjate de hacer melindres y de pedir gollerías, porque entonces no te doy nada y tirarás otra vez al monte.
—Pues tomad, respondieron de dentro, y ponedlo en cobro, y volved luego, que importa.
—Pues yo no soy desos, replicó el paje, versos hago, y no soy rico, ni pobre: y sin sentirlo ni descontarlo, como hacen los jinoveses sus convites, bien puedo dar un escudo, y dos a quien yo quisiere: tomad, Preciosa perla, este segundo papel, y este escudo segundo que va en él, sin que os pongais a pensar si soy poeta, o no: solo quiero que penseis y creais que quien os da esto, quisiera tener para daros las riquezas de Midas.
Descortés caballero, mal parece tomaros con quien defender no se puede, subid sobre vuestro caballo y tomad vuestra lanza que también tenía una lanza arrimada a la encima adonde estaba arrendada la yegua, que yo os haré conocer ser de cobardes lo que estáis haciendo.
Tomad, pues, la parte del campo que quisiéredes, que yo haré lo mesmo, y a quien Dios se la diere, San Pedro se la bendiga.
Tomad mi consejo, y, a pesar de la malicia de mis enemigos, casaos con él, que sin duda es el mismo que vos deseáis alcanzar por esposo.
Pues, ¡tomadme el dormir! Contad, hermano escudero, siete pies de tierra, y si quisiéredes más, tomad otros tantos, que en vuestra mano está escudillar, y tendeos a todo vuestro buen talante, que quemado vea yo y hecho polvos al primero que dio puntada en la andante caballería, o, a lo menos, al primero que quiso ser escudero de tales tontos como debieron ser todos los caballeros andantes pasados.
Tomad este bocado y bebed una vez, con que templaréis la cólera, y en tanto, descansará la cabra.
Tomad, señora, esa mano, o, por mejor decir, ese verdugo de los malhechores del mundo, tomad esa mano, digo, a quien no ha tocado otra de mujer alguna, ni aun la de aquella que tiene entera posesión de todo mi cuerpo.
Y si me fuera lícito agora, y el auditorio lo requiriera, yo dijera cosas acerca de lo que han de tener los libros de caballerías para ser buenos, que quizá fueran de provecho y aun de gusto para algunos, pero yo espero que vendrá tiempo en que lo pueda comunicar con quien pueda remediallo, y en este entretanto creed, señor ventero, lo que os he dicho, y tomad vuestros libros, y allá os avenid con sus verdades o mentiras, y buen provecho os hagan, y quiera Dios que no cojeéis del pie que cojea vuestro huésped don Quijote.
Díjome que acaso, pasando por una calle de la ciudad a la hora de medio día, una señora muy hermosa le llamó desde una ventana, los ojos llenos de lágrimas, y que con mucha priesa le dijo: Hermano: si sois cristiano, como parecéis, por amor de Dios os ruego que encaminéis luego luego esta carta al lugar y a la persona que dice el sobrescrito, que todo es bien conocido, y en ello haréis un gran servicio a nuestro Señor, y, para que no os falte comodidad de poderlo hacer, tomad lo que va en este pañuelo.
Tomad, señora ama: abrid esa ventana y echadle al corral, y dé principio al montón de la hoguera que se ha de hacer.
Lo que se ha de hacer es esto respondió Sancho: vos, ganancioso, bueno, o malo, o indiferente, dad luego a este vuestro acuchillador cien reales, y más, habéis de desembolsar treinta para los pobres de la cárcel, y vos, que no tenéis oficio ni beneficio y andáis de nones en esta ínsula, tomad luego esos cien reales, y mañana en todo el día salid desta ínsula desterrado por diez años, so pena, si lo quebrantáredes, los cumpláis en la otra vida, colgándoos yo de una picota, o, a lo menos, el verdugo por mi mandado, y ninguno me replique, que le asentaré la mano.
-Tomad, amigo mío -dijo a Caderousse.
-En efecto, me equivoqué, amigo mío --contestó Edmundo--, pero como vuestra honradez merece recompensa, tomad otro napoleón, que os ruego aceptéis para beber a mi salud con vuestros camaradas.
-Tomad, pues, el timón -dijo el patrón-, y juzgaremos de vuestros conocimientos.
-Tomad, pues, precauciones -dijo el inspector.
Tomad, pues, el mando, os autorizo a ello, y presenciad el desembarque.
Et conséjovos yo que siempre vos guardedes de los que vierdes que se fazen gatos religiosos, que los más dellos sienpre andan con mal et con engaño, et para que los podades conosçer, tomad el consejo del Evangelio que dize: «A fructibus eorum coñosçetis eos» que quiere dezir «que por las.
Entonces Daul'makán, después de felicitar a su hermano por aquella hazaña, que había de ilustrar su nombre durante siglos enteros, dijo al visir Dandán y al gran chambelán: Tomad veinte mil guerreros, y marchad hacia el mar, al pie de la Montaña Humeante, y cuando os dé la señal izando nuestro pabellón verde, os levantaréis para dar la batalla decisiva.
DOÑA ÁNGELA Volved en vós, y tomad.
¡Y todavía don Silvestre daba gracias a Dios por lo mucho que le quedaba!-«¡Desgañitaos, hombres de la ciencia, para ''ilustrar'' a la humanidad, afanaos en ''perfeccionarla'' para hacerla más feliz a costa de lágrimas y sudores, pero estudiad a este hombre, y tomad en cuenta la tranquilidad de su espíritu!».
-¡Es necesario -dijo entonces a sus tropas- que las águilas del Imperio se extiendan por todas partes! Desparramaos por cuantas villas, lugares y cortijos comprende el territorio de mi mando: llevadles la buena nueva del advenimiento de don José I al trono de San Fernando: tomad posesión de ellos en su nombre, y traedme a la vuelta cuanto ganado encontréis en sus corrales y rediles.
Tomad nota de sus buenas y malas cualidades, de sus arranques de cólera, de sus ímpetus generosos.
tomad antes de acetallo.

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