Ejemplos con tapizado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el fondo de una galeria construye un nido que esta tapizado por material de origen vegetal.
En cambio los campichis de Pajash, Cushuru, Viñahuya y Socsi utilizan el vestuario al estilo de los Húsares de Junín, con un sombrero tapizado con tiras de papel rojo y blanco.
Se sustituyó el tablero original FIAT por uno de diseño propio, similar al del Lada Samara, y se cambiaron los asientos delanteros por otros más cómodos y seguros, así como el tapizado.
Los compradores recibían el vehículo tapizado en cuero de cabra con espacio para cinco viajantes.
El interior del Reventón también está inspirado en los diseños aeronaúticos, y tiene aplicados materiales exclusivos como el tapizado de Alcántara, fibra de carbono, aluminio y cuero.
Allí se apean un momento, entran en un café-restaurant y encargan el almuerzo para las doce: vuelven a montar y siguen paseando por la Moncloa, dejan el coche cerca de la fuente de las Damas y suben lentamente por un montecillo cubierto de pinos hasta colocarse en un alto y deleitoso paraje tapizado de césped desde donde se divisa el único paisaje digno que tiene la capital de España.
En el fondo del vestíbulo abríase la puerta del salón, y llegábase por este a un pequeño gabinete, tapizado todo de cretona, con grandes flores cobrizas.
¡Qué pobre y qué triste! De una ojeada, a la luz de la vela que traía la joven que nos abrió la puerta, aprecié lo que encerraba: algunos muebles vetustos, sillas seculares de alto respaldar y garras de león, resto de antiguos esplendores domésticos, dos rinconeras con sus nichos de hoja de lata, un sofá tapizado de cerda.
Iban llegando ya los curas de las inmediaciones, y en el atrio, tapizado de hierba, se oía al gaitero templar prolijamente el instrumento, mientras en la iglesia el hinojo, esparcido por las losas y pisado por los que iban entrando, despedía olor campestre y fresquísimo.
Había en el palacio de los duques una ancha y lujosa galería, a la cual se abría la puerta de un salón tapizado de rojo, que era el menos frecuentado de la casa, y donde el duque guardaba en enormes armarios los libros que no cabían en las bibliotecas de su despacho o consideraba indignos de vistosa encuadernación y lugar visible, lo cual originaba que en cambio se viesen en descarado sitio novelas de mala muerte con cantos dorados y corona ducal en el lomo.
Al fin se terminaron las obras y el luto, invadieron la nueva casa mueblistas y tapiceros, llenáronse suelos, paredes y techos de ricas alfombras, de espejos colosales, de cuadros y tapices valiosísimos, de arañas estupendas y de muebles caprichosos, llovieron esculturas y monigotes por todos los rincones y tableros de mesas y veladores, atestáronse de primorosas y artísticas vajillas los aparadores del comedor, que era un bosque de roble tallado y un bazar de porcelanas, bronces y cristalería, tapizado de cuero cordobés, no quedó cortinón de vestíbulo ni de puerta de tránsito sin su correspondiente escudo nobiliario, y cuando ya estuvo todo en su punto y sazón, y la servidumbre arreglada a las exigencias del nuevo domicilio, y cada criado en su puesto y convenientemente vestido, y la cocina humeando, con su jefe bien enmandilado y mejor retribuido, con su traílla de marmitones y ayudantes, en un lujoso landó, arrastrado por dos briosos alazanes ingleses, y conducido por un cochero colosal, envuelto el cuerpo en un océano de paño gris, y media cara y los hombros en otro mar de pieles erizadas, guantes por el estilo y alto sombrero con cucarda por coronamiento de esta silueta de oso polar, llevando a su izquierda, como su reflejo en más reducidas proporciones, el correspondiente lacayo, se trasladó la familia al flamante albergue, dejando en el otro lo poco que quedaba de los ya casi borrados recuerdos que habían sido la disculpa de la mudanza, y hasta el polvo de las suelas del calzado.
En efecto, la bella catalana, o la noble condesa, no tenía ni su mirada altiva ni su encantadora sonrisa, porque al fijar sus ojos sobre cuanto la rodeaba, sólo veía objetos de tristeza: un cuarto tapizado con papel sobre fondo gris, que los propietarios económicos buscan con preferencia como más duradero, el suelo sin alfombra y los muebles todos llamaban la atención y obligaban a fijarse en la pobreza de un falso lujo, cosas todas que rompían la armonía tan necesaria a las personas acostumbradas a un conjunto elegante.
La habían tapizado con telas de seda, colocando en el mejor lugar dos regios tapices que bien valdrían cada uno cien dinares.
La noche de bodas me pondré el traje más lujoso, me sentaré en un trono colocado en un magnífico estrado, tapizado de seda con bordados de flores y pájaros.
Al pie del árbol de seducción y delito corría un arroyo más fresco que la boca de una virgen, y al margen del arroyo, sobre un pedrusco tapizado de musgo, estaba sentado un hombre, cuyo rostro expresaba misteriosa beatitud.

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