Ejemplos con tapizando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En todas ellas, puede aparecer rellenado cavidades en la roca en forma de geoda o tapizando fracturas.
En estado normal, existe una barrera entre el sistema nervioso central y la sangre llamada barrera hematoencefálica, que está formada por células endoteliales tapizando las paredes de los vasos sanguíneos.
Las esponjas Asconoides, con su típica forma de tubo, tienen los coanocitos tapizando las paredes del atrio o espongiocele, donde generan la corriente de agua, que en este caso es muy débil.
Las salchicherías exhalaban por sus puertas acre olor de especias, con cortinajes de seca longaniza en los escaparates y filas de jamones tapizando las paredes, las tocinerías tenían el frontis adornado con pabellones de morcilla y la blanca manteca en palanganas de loza, formando puntiagudas pirámides de sorbetes, y los despachos de los atuneros exhibían los aplastados bacalaos que rezuman sal, las tortugas, que colgantes de un garfio patalean furiosas en el espacio, estirando fuera de la concha su cabeza de serpiente, las pintarrajeadas magras del atún fresco, y las ristras de colmillos de pez, amarillentos y puntiagudos, que las madres compran para la dentición de los niños.
Las esbeltas palmeras, empinándose como fantasmas en la noche umbría, la vegetación pujante renovándose siempre por la humedad, los naranjeros, que por doquier brindan su dorada fruta, las enmarañadas enredaderas, vistiendo los árboles más encumbrados hasta la cima y sus flores inmortales todo el año, fresco musgo tapizando los robustos troncos, el liquen pegajoso, que con el rocío matinal brilla, como esmaltado de piedras preciosas, las espadañas, que se columpian graciosas, agitando al viento sus blancos y sedosos penachos, las flores del aire, que viven de las auras purísimas, embalsamando la atmósfera, cual pebeteros de la riente natura, las aves pintadas de mil colores, cantando alegres a todas horas, los abigarrados reptiles serpenteando en todas direcciones, los millones de insectos que murmuran en incesante coro diurno y nocturno, el agua siempre abundante para consuelo del sediento viajero, y tantas, y tantas otras cosas que revelan la eternal grandeza de Dios, ¿dónde están aquí?, me preguntaba yo, soliloqueando por entre los carbonizados y carcomidos algarrobos.
Y Miraya cogía las flores, las removía, deshojándolas con sus gruesos dedazos, repitiendo la escena de Mónaco, tapizando el suelo a los pies de Felipe.

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