Ejemplos con taberna

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Llegamos a la taberna cerca de ,- estaba la banda.
Ya no pensaba en la existencia de la Guardia civil y acogía con gusto la posibilidad de un encuentro con , que no debía andar lejos de la taberna.
Todo el contorno parecía tener la vista fija en la taberna, esparciéndose con celeridad prodigiosa las noticias sobre el curso de la apuesta.
Batiste había oído hablar de esta apuesta que hacía ir las gentes a la famosa taberna como en jubileo.
Se dirigían todos a casa de , para ver de cerca la famosa porfía de con los hermanos , dos malas cabezas lo mismo que el marido de Pepeta, que habían jurado igualmente odio al trabajo y pasaban el día entero en la taberna.
Por allí andaba , que acababa de llegar de la taberna con cinco músicos, tranquila la conciencia después de haber estado durante algunas horas junto al mostrador de.
Y siguiendo su costumbre en los días negros, cuando alguna inquietud fruncía su entrecejo, se fué a la taberna, buscando los consuelos que guardaba en su famosa bota del rincón.
Cuando corría hacia la barraca, asustado por los gritos de su madre, había visto venir por el camino un grupo de hombres, gente alegre que reía y cantaba, regresando sin duda de la taberna.
Los enemigos, hijos o sobrinos de los que en la taberna juraban acabar con Batiste, iban acortando el paso, para hacer menor la distancia entre ellos y los tres hermanos.
¡Qué modo de hablar, Dios mío! Parece que esto sea una taberna ¡Si a lo menos hubiese usted dicho Descrísmese usted enseñando a estos imbéciles.
¡Y pensar que les trato con toda finura, como en un colegio de la ciudad, para que aprendan ustedes buenas formas y sepan hablar como las personas! En fin, tienen ustedes a quien parecerse: son tan brutos como sus señores padres, que ladran, les sobra dinero para ir a la taberna, é inventan mil excusas para no darme el sábado los dos cuartos que me pertenecen.
¡Siempre gastando dinero! Eran dos reales o poco menos lo que en una semana había dejado en la taberna con tantos obsequios.
Conocía el odio de la vecindad, la taberna de con su gente pendenciera le inspiraba mucho miedo.
Pasada la taberna, la muchacha corría y corría, creyendo que alguien iba a sus alcances, esperando sentir en su falda el tirón de una zarpa poderosa.
Realizaba un esfuerzo de voluntad, como el que va a arrojarse de una altura, y siguiendo el borde de la acequia, con paso ligerísimo y el equilibrio portentoso que da el miedo, pasaba veloz ante la taberna.
Pero el trance más cruel, el obstáculo más temible, estaba casi al final, cerca ya de su barraca, y era la famosa taberna de.
Se alejó de sus campos, de su barraca, yendo insensiblemente camino abajo, con paso lento, hacia la taberna de.
Al pasar frente a la taberna, se ocultó con la excusa de llenar el porrón, y sus amigos fingieron no ver a Batiste.
Hasta pensónovedad extrañaentrar por primera vez en la taberna para beber un vaso de vino cara a cara con sus enemigos, pero las dos libras de multa las llevaba en el corazón, y se arrepintió de su generosidad.
Vio a lo lejos, en la puerta de la taberna de , a su enemigo , con el porrón en la mano, ocupando el centro de un corro de amigos, gesticulante y risueño, como si imitase las protestas y quejas del denunciado.
Al llegar Batiste a las inmediaciones de la taberna de , un hombre apareció en el camino saliendo de una senda inmediata y marchó hacia él lentamente, dando a entender su deseo de hablarle.
Todos los días veían lo mismo: las mujeres cosiendo y cantando bajo las parras, los hombres en los campos, encorvados, con la vista en el suelo, sin dar descanso a los activos brazos, tendido a lo gran señor ante las varitas de liga, esperando a los pájaros, o ayudando a Pepeta torpe y perezosamente, en la taberna de unos cuantos viejos tomando el sol o jugando al truco.
¡Infelices! Iban a ganarse un jornal, ¿qué culpa tenían ellos? Y por la noche, cuando se retiraban con el azadón al hombro, no faltaba una buena alma que los llamase desde la puerta de la taberna de.
Hasta viejas achacosas que jamás salían de sus barracas declararon que aquel día, a la misma hora en que sonaron los dos tiros, estaba en una taberna de Alboraya de francachela con sus amigos.
El viejo aún estuvo más de una hora en la taberna, hablando a solas, advirtiendo que la cabeza se le iba, hasta que, molestado por la dura mirada de los dueños, que adivinaban su estado, sintió una vaga impresión de vergüenza y salió sin saludar, andando con paso inseguro.
Al pasar ante la taberna de , entró en ella.
Los domingos, si iba un rato a la taberna de , donde se reunía toda la gente del contorno, era para mirar a los jugadores de truco, para reir como un bendito oyendo los despropósitos y brutalidades de y otros mocetones que actuaban de gallitos de la huerta, pero nunca se acercaba al mostrador a pagar un vaso.
Buen mozo, eso sí, le temblaban todos en la taberna de , los domingos por la tarde, cuando jugaba al truco con los más guapos de la huerta, pero en casa debía ser un marido insufrible.
Tuve que acompañarlo a la taberna, para saludar a su madre y ver la pequeña habitación que me había servido de refugio.
Cuando llegó la hora de mi embarque, en plena noche, disfrazado de marinero, dejé en la taberna todos mis objetos de uso personal y el pequeño fajo de hojas escritas por ambas caras.

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