Ejemplos con suspicacia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Hubo militantes que replantearon la necesidad de rediscutir el tema de cómo actuar en la tortura en la nueva situación represiva, otros miraron con suspicacia lo que pensaban era un apresuramiento de la Conducción sin explicaciones visibles.
Hay demasiadas subdivisiones entre nosotros, demasiadas contradicciones, demasiada lucha interna entre nosotros mismos, suspicacia increíble y desconfianza de uno otra, Gono dijo.
En la mujer histérica suele convertirse el afán mismo de perder la inocencia en una excesiva suspicacia e injustificada precaución.
Estos pobladores en cierto momento comenzaron a inquietar la suspicacia del cabildo indígena de San Estanislao, resto de lo que antiguamente fuera el outro Paraguay, es decir, el de las Misiones Jesuiticas, que no siempre guardó buenas relaciones con el Paraguay español cuya capital era la Asunción.
Cualquier concentración de masas, era aún mirada con suspicacia o incluso con verdadera animadversión por los primeros, y aunque la Constitución había sido ya promulgada, todavía subsistían formas dictatoriales e incluso instituciones, o como mínimo integrantes de las mismas, que se resistían a un cambio en sentido democrático.
El objeto de la suspicacia general fue que, aunque era evidente que Carrasco había sido golpeado, el hecho de que su agonía y muerte haya sucedido en un hospital militar, más el de haber estado oculto un mes en las instalaciones castrenses, señalaba claramente una intervención de personal de mayor jerarquía que la de los acusados, mientras que los tres condenados eran de la menor jeraquía existente, los conscriptos Cristian Suárez y Víctor Salazar y el subteniente Ignacio Canevaro.
Pero en torno de esta creación singular se agrupan, como digno cortejo, todos con fisonomía propia y rebosando de vida: la vieja , sentenciosa consejera de Magdalena, el hidalgo don Lope, alma de oro con corteza de hierro, tan breve en palabras como largo en hechos, último vástago de aquellos indomables banderizos del siglo XV, y condenado en el nuestro a matar las solitarias horas sobre su de piedra, el estudiante, el indiano, la solterona Osmunda, providencial castigo de don Gonzalo, Carpio y Gorio, en quienes se cifra y compendia el carácter del campesino montañés con todos sus rodeos y suspicacia, y hasta los personajes de segundo orden, Chisquín, Toñazos, Polinar, Barriluco.
Los vecinos de Rúa Ruera y de la ciudad tomaban por lo cómico aquellos amores, y a Novillo, acaso por su edad, quizás por su corpulencia, tal vez por satírica suspicacia, le sobrenombraban el Buey.
Me levanté molestado del aire de suspicacia de toda aquella gente, y, saludando a los tres con frialdad, me volví a Lúzaro.
Hubieran examinado nuestra Constitucion y Administración pública, con perfecta tranquilidad, y habrían sentido y gozado ese inefable encanto de nuestro trato oriental, mezcla de abandono y de solicitud, de calor y de frialdad, de confianza y de suspicacia, que hace cambiar de mil colores, a cual más agradables, nuestras relaciones con los extranjeros.
Esto podía dar lugar a necias interpretaciones en el pueblo, aunque la fama de discreción, pureza y honestidad de las huérfanas sería de fijo un valladar contra la suspicacia maliciosa.
Primero se sorprendieron en masa, después parecía que se alegraban, por fin determináronse los sentimientos de recelo y suspicacia.
Los invasores, que vigilaban el odio de la capital con la suspicacia medrosa del que ha padecido sus terribles efectos, no permitían, siendo tan grande su número y fuerza, que se manifestara lo que los madrileños pensaban y sentían, pero aun así, ¡cuántos cantares, cuántas jácaras, romances y décimas brotaron de improviso de la vena popular, ya amenazando con rencor, ya zahiriendo con picantes chistes a los que nadie conocía sino por el injurioso nombre de la !.
La suspicacia del ama era tan atroz y tan previsora, que siempre que bajaba del entresuelo a la trastienda, como no fuera en la hora tristísima de la comida, la dejaba encerrada, guardando la llave en su profundo bolsillo.
Tú eras la víctima de su rigor, de su suspicacia, de su disciplina, como ellas decían.
Entraban por mucho en la composición de carácter de doña Rosa la altivez y la suspicacia para que dejase de ser a menudo injusta e imprudente en sus relaciones domésticas Nadie mejor que Leonardo conocía ese flaco de su madre.
Algún disgusto, alguna de esas insignificantes contrariedades que las mujeres, aun las más buenas, aumentáis con vuestra suspicacia.
antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor, pero quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana, -la misma alma de humanidad y decoro, llena del anhelo de la dignidad individual, en la representación de la república, que la que empuja y mantiene en la guerra a los revolucionarios.
Negué también que Cánovas fuese huésped oculto de mis hermanos, pero Chico, en quien la suspicacia y la desconfianza eran una segunda naturaleza, pareció no darme entero crédito.
Hasta aquí la aventura era por demás insípida, pues aun suponiendo que la hembra escurridiza fuese Rafaela, ¿qué interés podían tener ya para Ibero los pasos rectos o torcidos de la que fuese su amante? Pensó retirarse, y una fuerza íntima, nacida de su suspicacia y de su curiosidad juntamente, le retuvo.
-Permítame usted que le diga, mi General, que en el recelo y suspicacia que me manifiesta veo una enfermedad del ánimo, efecto de su singularísima situación entre la guerra apostólica y la paz nacional, veo el delirio persecutorio, que usted logrará vencer mirando con más serenidad cosas y personas.
De la suspicacia de un indio hay que esperarlo todo.
Moreira había corregido este defecto con increíble suspicacia, colocando en su daga una gran U, en vez de la S vulgar, de este modo había resuelto el problema de hacer converger a la curva de la U todos los golpes de hacha, sin riesgo de su cabeza, de su pecho, y de su mano, aunque exponiendo a la fuerza de los mismos hachazos a la U, que se ve rota y saldada en varios puntos.
Como domingo, la concurrencia fue mayor que de costumbre, más metida en vino, más hedionda por consiguiente, más pegajosa, más inquieta, más soez y más grosera, como día de sucesos gordos, la curiosidad excitada, los ánimos vidriosos, la suspicacia en el disparadero, los tímidos, atrevidos, y los atrevidos, procaces.
Esta suspicacia que, de escarmentado, a más de montañés, poseo, es la causa de que los llamados por ahí «buenos muchachos» hayan sido repetidas veces, para mí, objeto de un detenido estudio.
Víctima ya de la suspicacia, y tal vez de la envidia del rey, se retiraba harto desengañado a sus dominios de Loja, después de haber visto arrasada la fortaleza de Montilla, que fue su cuna, y castigados con dureza no pocos de sus parientes y amigos.
El amigo de don Silvestre no pudo menos de reírse al leer tan peregrinas condiciones, a pesar de la sorpresa que le produjeron, después se indignó al considerar tan miserable suspicacia, y, por último, rompiendo en pedazos el papel y volviendo las espaldas al alcalde por toda contestación, acabó por compadecerse de aquellas pobres gentes que, por huir de un mal que nadie les hacía, desechaban el bien que las iba buscando.
¡Harto harán, los pobres, sabiendo saludar en turbio castellano! Demasiado es en ellos esa suspicacia extremosa que forma su carácter, primer testimonio de que no carecen de criterio.
Pues bien: supongamos ahora que yo hubiera tenido ingenio bastante para componer un libro de leyendas poéticas y edificantes, llenas de madres resabidas y sentimentales, de padres eruditos y elocuentes, y de hijos galanes, trovadores y sensibles como los pastores de la ''Galatea'', quiero imaginarme que, al pintar el concejo de mi tierra, hubiera arrojado de él al tío ''Merlín'', y puesto por tema de discusión, en vez del que allí se ventiló bajo la impresión de una suspicacia casi estúpida y de una malicia lamentable, tal cual égloga de Virgilio o artículo del ''Código Penal'', como para una asamblea de académicos escrupulosos o de sabios legisladores, supongamos que, en lugar de exhibir a la familia del tío ''Nardo'' vendiendo hasta las tejas para ''echar a América'' al niño ''Andrés'' con la esperanza de verle tornar un día rico e influyente, sin hacerse cargo de los infinitos ambiciosos montañeses que han perecido hambrientos y abandonados en aquellas regiones, hubiera pintado un indiano poderoso en cada casa, arrojando sin cesar talegas de onzas por la ventana y atando los perros con longaniza, supongamos también que, en vez del sencillo mayorazgo ''Seturas'', hubiera presentado un patriarca venerable explicando, bajo los bardales de una calleja, las maravillas de la botánica y de la astronomía, deteniéndose extáticos, ante la majestad de su palabra, los tardos bueyes, los fieles canes y los rizados borregos, supóngase asimismo que, en lugar de admitir como base del carácter del campesino montañés el puntillo y la suspicacia, causa de tantos males en este país, donde todos los días es una verdad el ''paso'' de ''Las Aceitunas'' del buen Lope de Rueda le hubiese poblado de hombres infalibles y longánimos, sin más tribunales que el de la penitencia, ni otras leyes que las del Decálogo, supongamos, además, que, en lugar de ''Cafetera'' y de la nuera del tío ''Bolina'', y de otros personajes ''ejusdem farinae'' que andan por el libro, hubiera presentado algo parecido a los marineritos que bailan en el teatro la ''tarantela napolitana'', y a las bateleras del ''demimonde'' en las regatas del Sena, supongamos, en fin, que yo hubiera sido capaz de crear un país y un paisanaje con todos los primores que caben en la naturaleza y en la humanidad, y de sacar a la plaza pública esa creación con el título de ''Escenas Montañesas'': ¿qué hubieran dicho entonces de ella esos mismos señores a quienes dedico estas líneas? De fijo: «Hombre, esto es muy bueno sin duda, pero tiene tanto de montañés como nosotros de turcos.

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