Ejemplos con surcaron

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Durante esta época los navíos de Europa surcaron los mares del mundo en busca de nuevos socios y rutas comerciales con los que contribuir al incipiente capitalismo europeo.
Desde principios del siglo XV extendiéndose hasta comienzos del siglo XVII los navíos de Europa surcaron los mares del mundo en busca de nuevos socios y rutas comerciales con los que se pudo contribuir al floreciente capitalismo europeo.
En las jieles, como él decía, viose el pobre señor Juan para meter en cintura al Cachete, el cual, vencido al fin, se dejó caer sobre el lecho, y un sollozo profundo brotó de su garganta, y las lágrimas surcaron sus demacradas mejillas.
Es decir, las lágrimas que mi rostro surcaron,.
Dos lágrimas -toda su vida- surcaron sus mejillas para caer como acerbo reproche sobre las manos de su madre.
Al llamado de su vara mágica, vinieron brazos y capitales que, del otro lado de los mares, no sabían en qué ocuparse, y de los campos antes incultos surgieron riquezas sin cuenta: se multiplicaron a las mil maravillas, y maravillosamente mejorados, los primitivos rebaños de la Pampa y sus productos, undularon campos de trigos donde nunca antes había mecido el viento sino pajonales, surcaron los desiertos, ya feraces, innumerables vías férreas, llevando a puertos improvisados y pronto insuficientes, millones de toneladas de carne, de cueros, de lana, de manteca, de frutas, de cereales, de maderas, de minerales y de textiles, como para inundar a la Europa toda con todo lo que pueda necesitar para comer y vestirse.
Algunas gotas de frío sudor surcaron la frente del Zorzales, y tirando, al pensar esto, violentamente el cigarro que fumaba, echose al hombro la chaqueta y la azada y se encaminó hacia su hogar, abrumado, más que por el peso de los años, por uno misterioso que angustiábale el corazón y llenábale de sombras el pensamiento.
De modo que en cuanto apareció el príncipe Kanmakán a todo galope de su caballo Katul, los gritos de alegría surcaron el espacio, lanzados por millares de hombres y mujeres que le aclamaban por rey.
La hoguera fue dispersada a los cuatro vientos, y siniestros silbidos surcaron el aire.

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