Ejemplos con suegra

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Era un hombre, y tenía que vivir entre mujeres: su madre y dos sobrinas que le acompañaban haciendo encajes, lo mismo que ella había acompañado en otro tiempo a su suegra doña Cristina.
Las contadas veces que Freya se separaba de él, iba a buscarla en el salón de la imponente señora, que tomaba con Ulises un aire de suegra bondadosa.
En aquel momento apareció en la puerta de la estancia Gonzalo, quien se dobló como un arco para dar la mano a su futura suegra, a Ventura y a Cecilia.
Gonzalo comenzó a hacer esfuerzos desesperados por sostener la conversación con su futura, esposa y suegra, pero aquélla no despegaba los labios, dominada, sin duda, por la vergüenza, y doña Paula andaba muy lejos de ser una madame Stael.
Lo que le hacía perder la calma era la insolencia con que la suegra y la cuñada le increpaban apenas osaba resistirse, apoyadas por el silencio hostil de su mujer.
Pero su familia sabía aprovecharse de esta amistad, especialmente su yerno, el , un camándulas, según decía la vieja, que hacía dinero hasta de las telarañas del templo, una hormiga insaciable que, valiéndose de la amistad del cardenal y su suegra, iba adquiriendo nuevos privilegios, sin que sacerdotes y sacristanes osasen la menor protesta contra él viéndole tan bien protegido.
De otro novio, natural de Carcabuey, he oído yo también contar, como testimonio de lo arraigada que está la idea de que el matrimonio exige mucha calma antes de llevarle a cabo, que su futura suegra, considerando que su hija llevaba ya trece años de hablar con aquel novio, sin que llegase él a pedirla, y que ella se iba ajando y marchitando un poco, se resolvió a preguntar al novio qué intenciones traía.
Era mejor contener sus deseos durante algunos meses, un año a lo más, dejar que su capital, volteando por la Bolsa, se agrandase como una bola de nieve, y cuando poseyera el tan esperado y respetable millón, hacer que la transformación fuese completa: gozar viendo cómo la pobre costurerilla se convertía, bajo la dirección de su vanidosa suegra, en señora elegante, con gran casa, carruaje y los demás adornos de la riqueza.
Para nada quiero el dinero de esa gente, ni me hace maldita falta: lo que yo quiero es que conste Sí, señora doña Bárbara, es usted mi suegra por encima de la cabeza de Cristo Nuestro Padre, y usted salte por donde quiera, pero soy la mamá de su nieto, de su único nieto.
He visto juntas muchas veces a la suegra y a la nuera, y por Dios que se manifestaba muy poco en ellas la diferencia de edades.
Del gobierno doméstico cuidaban las dos, pero más particularmente la suegra, que mostraba ciertas tendencias al despotismo ilustrado.
Jacinta gastaba siempre mucho menos de lo que su suegra le daba para menudencias, no era aficionada a estrenar a menudo, ni a enriquecer a las modistas.
¡Ah! Si su suegra sabía por Deogracias lo ocurrido en la calle ¡cuánto se había de burlar! Jacinta se avergonzaba de antemano, poniéndose colorada, sólo de considerar que entraba Barbarita diciéndole con su maleante estilo: Pero hija, ¿conque es cierto que mandaste a Deogracias meterse en las alcantarillas para salvar unos niños abandonados?.
A donde quiera que mira una, no ve más que pecados, y pecados cada vez más gordos, porque la humanidad parece que se vuelve de día en día más descarada y menos temerosa de Dios ¡Quién había de decir que esa muchacha, esa Aurorita, que parecía tan buena, tan lista! No, como lista, ya lo es, aunque la otra lo ha sido más ¿Y qué dice Bárbara?, estaba encantada con ella, y todos los días iba al obrador a verla trabajar Pero cállate, que aquí viene tu señora suegra.
Jacinta recibía con gozo lo que su suegra llevaba para ella, y lo iba trasmitiendo a sus hermanas solteras y casadas, menos ciertas cosas cuyo traspaso no le permitían.
Jacinta no se convencía, y en cuanto a la enfermedad, su opinión era muy distinta de la de su suegra.
Ahora sí que no se me escapan Me voy encima, y a las dos las afrento tal suegra para tal nuera ¡buen par de cuñas están! ¡Cuánto tardan! La cabeza se me abrasa, y parece que me vuelvo toda uñas.
Iba Jacinta a verle muy a menudo, y su suegra la acompañaba casi siempre.
Es que se me pegaron tus ilusiones replicó la suegra esforzándose en disculpar su error.
No le abandonaría ya, aunque su marido, su suegra y el mundo entero se rieran de ella y la tuvieran por loca y ridícula.
Jacinta estaba desesperada, y en los ratos que podía cambiar una palabrita con su suegra, esta poníale una cara muy desconsolada, diciéndole: Mal negocio, hija, mal negocio.
Fuera este apócrifo o verdadero, la señora quería conocerle y examinarle, y en cuanto tuvo Juan compañía, buscaron suegra y nuera un pretexto para salir, y se encaminaron a la morada de Benigna.
Veía al como si lo hubiera parido, y se había acostumbrado tanto a la idea de poseerlo, que se indignaba de que su suegra no pensase lo mismo que ella.
Pidiole perdón por no haberle confiado aquel secreto, y advirtió con grandísima pena que su suegra no se entusiasmaba con la idea de poseer a Juanín.
Díjole Barbarita que no saliera en todo aquel día, y como tenía que salir forzosamente, no hubo más remedio que revelar a su suegra el lío que entre manos traía.
¡Valiente pillo! Y la esposa no podía contestar a su suegra cuando le venía con aquellas historias Con qué cara le diría: Pues no hay tal modelo, no señora, no hay tal modelo, y cuando yo lo digo, bien sabido me lo tendré.
Antonio Arregui, cuando tan bien le iba en su matrimonio, cuando tan contento se hallaba con su fábrica, adonde se le veia ir frecuentemente, acompañado de su mujer, de su hijo y de su suegra, cuando la llamada daba muestras de quererle y respetarle tanto, y cuando algun Regidor importante, agradecido a las grandes ventajas que el rico industrial habia proporcionado al pueblo, acababa de ofrecerle la vara de Alcalde para las próximas elecciones.
—Pero bien sabe todo el mundo que soy amigo de Don Antonio Arregui, y que su suegra manda aquí por todas las medicinas.
Trinidad para explicarle satisfactoriamente cómo y por qué su suegra y su hijo habian pasado la noche en casa del , y pocas tambien para convencerle de lo extemporáneo y hasta sacrílego del paso que queria dar, provocando a un hombre arrepentido y valeroso, que huia del combate por creerlo injusto, y se marchaba para siempre de su patria.
Resolviéronse el duque y la duquesa de que el desafío que don Quijote hizo a su vasallo, por la causa ya referida, pasase adelante, y, puesto que el mozo estaba en Flandes, adonde se había ido huyendo, por no tener por suegra a doña Rodríguez, ordenaron de poner en su lugar a un lacayo gascón, que se llamaba Tosilos, industriándole primero muy bien de todo lo que había de hacer.

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