Ejemplos con sonreía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Yo le sonreía y le hablaba afable.
Apenas si hablaba el señor Novillo, de tarde en tarde se sonreía, enseñando unos dientes de blancura irreprochable, que, rodeados del hirsuto contorno, parecían una estría de carne de coco asomándose entre la cáscara pardusca y crinada, pero la mitad superior de la cara y los ojos seguían parados y tristes.
Pero los muertos no entienden razones, y el espectro, procediendo como un bandido, sonreía ferozmente, y de un salto se subía a la cama, sentándose sobre él, oprimiéndole la herida del hombro con todo su peso.
Y cuando, finalmente, aparecía Batiste, gritaban los pequeños de alegría, sonreía Teresa limpiándose los ojos, salía la hija a abrazar al , y hasta el perro saltaba junto a él, husmeándolo con inquietud, como si olfatease en su persona el peligro que acababa de arrostrar.
El labrador sonreía como una hiena, enseñando sus dientes agudos y blancos de pobre.
Pero el valentón sonreía bondadosamente, satisfecho de mostrarse prudente y paternal con este viejo rabioso, y así fué conduciéndole hasta su barraca, donde quedaron él y los amigos vigilándolo, dándole consejos para que no cometiese un disparate.
¿Quién le hablaba? ¿Si sería Elissabetta, la cándida amada del cantor? No, era Amparito, el malicioso bebé, que le sonreía, algo confusa y tímida, como si no supiera qué decirle, y un poco más allá, doña Manuela envolviéndolos en la más tierna de sus miradas maternales.
Discutían con gravedad el precio y la clase de las telas, y tan grande era la simpatía, que si aquel grandullón de enormes barbas osaba decir una palabra un poco alegre, la beatita sonreía con toda su alma, mostrando una dentadura igual y brillante.
Además, ella prometía devolverlos a San Juan, y al ver que su hermano sonreía irónicamente, lo juró con la mano puesta en el exuberante pecho.
A veces me sentía dichoso, feliz, aleteaban en mi alma las mariposillas de la ilusión, me sonreía la esperanza, y soñaba con auroras primaverales y venturosos días.
Sonreía la enferma, sonreía tía Pepilla, y yo me paseaba por la estancia, afectando la gallarda apostura de un jinete admirable.

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