Ejemplos con semejando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Dicha linterna se termina por una cubierta piramidal, semejando el conjunto una torre de base ancha y poca altura que, a veces, ejerce también funciones de campanario.
Igual que en ciertos países andinos algunos participantes también se disfrazan de viudas, vestidos de negro y semejando estar embarazadas, y su papel es plañir estribillos y llorar a la hora en que se quema el Chenu.
La cabeza se halla protegida por un casco de textura lisa en su cara visible, semejando cuero, que cubriría las orejas y hasta la nuca, estando la parte posterior destruida.
Y quedamos clavados semejando estacones de cerco, dando frente al grupo de pampas, que también se habían parado y tendido en línea, como a diez cuadras de nosotros.
Se supone que son reproductores pelágicos que abandonan la puesta, con juveniles se dejan flotar lateralmente semejando hojas, como una forma de camuflaje.
En un fragmento en que se gritan frases sueltas semejando a un canillita vendiendo diarios, se dice Encontraron el muñeco de Yabrán, con un tiro en la cabeza.
Se la representa como una ninja, en un tema de colores gris, y a veces con broches de pelo semejando tornillos tipo Philips, debido a que vis significa tornillo, en francés.
La manga es una manga de dama, altamente estilizada, semejando una letra M extravagantemente escrita, en el blasón francés se le llama manche mal taillée, manga mal cortada.
Por otro lado, en los eventos oficiales realizados por la Unasur se utiliza un emblema diferente, compuesto de un fondo en tono azul claro sobre el cual se encuentra una serie de trazos blancos con forma similar a un torbellino, semejando la forma del subcontinente.
Éste nos ofrece una espléndida vista panorámica del paisaje desértico de Tabernas donde los badlands o montes pelados se elevan majestuosamente semejando un ilusorio paisaje lunar.
Sobre la parte de la sacristía se encuentra el campanario de planta octogonal, con la terminación en ocho frontones triangulares semejando una corona real, estuvo construido en primer cuarto del siglo XIV.
Estas capillas se encuentran comunicadas entre sí en uno de los lados, semejando una nave lateral.
Las algas, sujetas al fondo, se agitaban con el vaivén de las olas semejando la cabellera de un muerto.
La figura se destacó por claro sobre el cortinaje oscuro, semejando personaje de dibujo fantástico.
En la pared de enfrente había puesto un cromo: , reunión de viejos vestidos de rojo, sentados en semicírculo como los obispos en el primer acto de , entre los cuales resaltaba, por su blanco ropaje, un señor a quien venía a decir secretos al oído una paloma que entraba por una ventana, semejando estar envuelta en un rayo de luz.
—Su abundante cabello, negro tambien y muy cortado por detras, orlaba ámpliamente la parte superior de la cabeza, semejando una rizada pluma tendida del lado izquierdo al derecho, lo cual daba mayor realce a aquella fogosa fisonomía.
Benigno el día de su santo, las tacitas puestas en círculo semejando la empolladura recién salida y piando junto a la madre.
Por aquí colgaba, a guisa de pendón, una pieza de lanilla encarnada, por allí un ceñidor de majo, más allá ostentaba una madeja sus innumerables hilos blancos, semejando los pistilos de gigantesca flor, de lo alto pendía algún camisolín, infantiles trajes de mameluco, cenefas de percal, sartas de pañuelos, refajos y colgaduras.
Este desventurado ser se hallaba en el momento de nuestra descripción echado a los pies de María de la Paz, semejando en su actitud a los perros o cachorrillos que duermen el sueño del mármol inerte a los pies de la estatua yacente de un sepulcro.
Después se lanzaron el uno contra el otro, semejando dos montañas que chocaran o dos mares que se desplomasen.
¡No estaba lejos! Repentinamente, -como cuando, al acabar una brillante sinfonía, después de una pausa o de un pianissimo, estalla de nuevo la interrumpida stretta finale, y el imponente tutti del graduado crescendo llega al fortissimo y al strepitosso, semejando una tempestad de armonía, -así, pero no así, sino de un modo más sorprendente, que diría un poeta épico, -al revolver de una loma, al esquivar un viso, cuando menos lo esperábamos.
Todo dormía: un tenue vientecillo barría lentamente las escarmenadas nubes del cielo azul turquí en que resaltaban como blancos lirios en un jardín, en tanto que los cerros estaban cubiertos por una ligerísima niebla semejando un velo de trasparente gaza.
Aquel lustre metálico era el síntoma de las agitaciones de su alma, lo mismo que el aumento de palidez y un cierto temblor en sus párpados que se abrían y cerraban semejando las llaves de un figle.
Huía el humo arremolinado, semejando movible columna salomónica, por el techo horadado de aquella aristocrática gruta, excavada a cien pies de profundidad, en tanto que una inmensa galería, abierta enfrente de la chimenea, traía ráfagas de aire tibio y perfumado.
Con la velocidad de la carrera se inflamaban más y más las teas y semejando ondeadas sierpes de fuego, silbaban y chisporroteaban y sus reflejos multiplicados en las infinitas ondas de las agitadas aguas y confundidos con los millones de fragmentos de luna que en ellas parecían moverse, sacudirse, saltar, chocar, hundirse, reaparecer, formaban un abismo de llamas y centellas cubierto por el abismo del estrellado cielo.
Se dirigió, pues, al guardián haciéndole señas con el tenedor, pero con profundo asombro vio que éste, dando un grito, se trepaba por el farol, semejando, a la luz del gas, un murciélago gigantesco que cubría el quemador con sus alas negras.
Allá, en el fondo de la vía, alzábase en esbozo fantástico, surgiendo de una grotesca masa de techumbres desiguales, la vieja catedral, en cuya cúpula el sol había dejado un retazo de luz rojiza que parecía una mancha de sangre, algunos raquíticos mecheros de gas empezaban a pestañear en la penumbra, y sobre un cielo gris, ennegrecido casi, destacábanse vigorosamente, semejando las protuberancias de un dromedario monstruoso, los cerros deformes y retorcidos donde se apoyaba la ciudad confusa, bruscamente ensanchada a los ojos de Julián.
Aquí estaba lleno de imágenes, de animales de toda especie, allí abreviaturas formadas con dibujos entrelazados, unos semejando una rueda, otros un nudo y otros sarmientos de vid.

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