Ejemplos con semejante

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Así, pues, confió a su mujer el del fascinador título nobiliario, y la preguntó en seguida, con el acento más dramático que pudo, si le parecería regular proteger los amores de su hija con un semejante, cuando estaba próxima a ceñir sus sienes acaso con la ducal corona.
Será otra fisonomía semejante la que usted conoce.
El torno era remedo y trasunto fiel de un caballejo, recordaba a Clavileño, si bien de correspondencia equina más semejante que la volátil cabalgadura del manchego.
Antes, cuando se veía a Belarmino, había que pensar: San Francisco, el de Asís, debía de ser una persona semejante, en el rostro.
¡Don Celso! Y ¿he de firmar yo una superchería semejante?.
¡No era mucho, a la verdad, semejante garantía, única con que, de tejas abajo, contaban en ciertos pasos peligrosos!.
Mis colegas y yo hemos creído que un cebo semejante es el mejor atractivo.
Amigo, ¡si se cae el cielo! Pero ¿cómo ha de bajar un papel semejante en cuatro días?.
Si el día antes hubiera hecho las averiguaciones que acababa de hacer respecto de este personaje, en el acto habría roto con él todo género de relaciones: ¿cómo no proceder así desde el momento en que estaba abocado a ser título de Castilla? ¿Qué diría la aristocracia vieja si le veía cultivando el trato de un charlatán semejante? Pero ¿sería tiempo todavía de evitar algo que sospechaba? ¿Estaría Julieta tan resuelta como él a cortar todo trato con aquel hombre? Pero si no lo estuviera, ¿cuándo mejor que entonces habían de servirle de algo sus derechos de padre y de jefe de familia?.
contestaba con una voz semejante a un ronquido.
Teresa le acostó en su cama al ver que el pobrecillo seguía temblando entre sus brazos, agarrándose a su cuello y murmurando con voz semejante a un balido:.
En su interior notábase inmediatamente el revoloteo de las planchadas cortinas cubriendo las puertas de los , los vasares con pilas de platos y con fuentes cóncavas apoyadas en la pared, exhibiendo pajarracos fantásticos y flores como tomates pintadas en su fondo, y sobre la cantarera, semejante a un altar de azulejos, mostrábanse, como divinidades contra la sed, los panzudos y charolados cántaros, y los jarros de loza y de cristal verdoso pendientes en fila de los clavos.
La luz caía sobre el piso del andén, formando un semejante al que describe la lluvia de una regadera.

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