Ejemplos con seducía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ocupó un alto cargo en el Ministerio del Trabajo, Largo Caballero le ofreció ser ministro en varias ocasiones, pero rehusó porque no le seducía la provisionalidad e inseguridad de los puestos políticos.
La posibilidad de quedar en el pantano para servir de pasto a los cuervos no me seducía.
Con sólo la natural vivacidad de la pasión, con una de aquellas ardientes palabras que el amor inventa y a ustedes los poetas no les cuesta mucho emplear, debía bastar para arrancarla de la ilusión que la seducía, para demostrarle que era inevitable la transformación de la amistad que la ligaba con usted, y a darle, con la previsión del mal, la idea de substraerse finalmente a una vida demasiado afligida por el dolor.
De una parte le seducía la vida retirada, silenciosa y cristiana del claustro.
Sin poder darse cuenta de la grandeza de las ideas representadas por aquellos hombres, le seducía la posición que ocupaban en la ciudad.
El mundo tangible y gustable le seducía más que los incompletos conocimientos de vida que se vislumbran en el fugaz resplandor de las ideas , chispas obtenidas en nuestro cerebro por la percusión de la voluntad, que es lo que constituye el estudio.
Sucedió, sin embargo, que en presencia de Su Señoría se le fueron de la mente las especies, cual pichones espantados del palomar, y sólo acertó a decir:que la Valdés le sonsacaba a su hijo Leonardo, le seducía con sus artimañas, y no le dejaba seguir los estudios de derecho, y quería saber qué remedio podía poner la justicia a tamaño escándalo.
Pero sólo gustaba de aquellos que fuesen templados y juiciosos, y si le seducía la sencillez elegante y la diplomática malicia de Olózaga, o la pedestre claridad de Madoz, desde que algún orador fogoso se salía con embozadas invectivas o con palabritas y donaires contrarios a la religión, ya estaba mi hombre desasosegado y fuera de su centro.
¡Qué necedad temer que él volviese a descuidarse ahora, a los treinta y cinco años! Entonces, en la época de la Brigadiera no tenía él experiencia, le halagaba la vanagloria, le seducía y mareaba el incienso de la adulación.
El canónigo Döllinger, de quien no sabía más sino que existía y que se había separado de la Iglesia, le seducía por su tenacidad, que le recordaba la de su tierra, Aragón, el reino más noble y testarudo del Universo.
::¡Oh joven enamorado! ¡Acabas de recordarme la época de mi juventud sumergida en el pasado, cuando me seducía mi amigo, cuyas formas graciosas adoraba yo, porque era maravillosamente hermoso!.
La religión, como elemento de orden, también le seducía, y un hombre que en América no se había acordado de adorar a Dios con ningún rito, declarábase en España sincero católico, iba a misa y hallaba muy inconvenientes los ataques de los demócratas a la fe de nuestros padres.
Lo teatral del gesto la seducía.
La milicia le seducía, pero ya era tarde para pensar en ella.
Octavien confesaba que la realidad no le seducía en absoluto, no porque tuviera sueños de colegial llenos de azucenas y rosas como un madrigal de Demoustier, sino porque en torno a cualquier belleza había demasiados detalles prosaicos y merecedores del mayor de los rechazos, demasiados padres chochos y condecorados, madres coquetas, que llevaban flores naturales en cabellos postizos, primos coloradotes y meditabundos, tías ridículas, enamoradas de perritos emperifollados.
Lo que más lo seducía en la mujer argentina era encontrar en ella a la misma mujer de su tierra, pero con otros encantos.
Con esto quiero decir que no era sólo el atractivo del argumento ni el de la disposición material del espectáculo lo que, me seducía y cautivaba, había en mí un instinto artístico, cierto gusto pasivo, algo como tentación de análisis, que me arrastraba a investigar el porqué y la calidad de las cosas.
Pero en este particular, aunque me lo callaba muy bien, rara vez íbamos de acuerdo el maestro y el discípulo, no porque no reputara yo por muy cuerdos sus dictámenes, sino porque en lo referente a novelas, y como ya lo tengo advertido, contra lo que el buen sentido propio y el parecer de Matica me aconsejaban, entraba con todas, y cuanto más farragosa y más novelón era la obra, más me seducía.
¡Cuánto escribí en aquel verano, y cuánto oculté, como si fuera pecado, o rompí teniéndolo a crimen imperdonable! Porque la profecía de Matica se cumplió: el olor de la tinta de imprenta me embriagaba, y el ejemplo de los redactores me seducía.
no le seducía a usted.
Y a unos y a otros los seducía, los corrompía, y los juntaba en una especie de solidaridad del vicio la vida que hacían, poniéndose el mundo por montera, según la frase predilecta de Emma, y viviendo alegres, siempre mezclados en conciertos, en jiras campestres, en banquetes a puerta cerrada.

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