Ejemplos con sedujeron

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las maravillosas aptitudes del discípulo sedujeron al maestro, que le casó con su hija.
Aquellas dos grandes figuras de aristócratas renegados como él, le sedujeron por completo, mas el peluquín del uno y la casaca del otro le venían grandes, y al querer amalgamar en sí mismo aquellas dos personalidades, rompiendo los lazos morales como el primero, y seduciendo a las multitudes como el segundo, resultó tan sólo un bribón infatuado.
Mi espíritu se aviene poco con la monotonía, y si hubo un día en que me sedujeron las embajadas, otro llegó en que me repugnaron.
Yo me figuré, señora, que me hallaba en la cumbre de una montaña, y muy cerca de una nube que parecía de carmín y de oro, por lo cual gusté tanto de ella que me atreví a abrazarla y aun a besarla, pero la nube se me desvaneció y deshizo, y entonces apareció el sol que la nube me ocultaba, y cuyos divinos reflejos eran los que había dado a la nube los brillantes matices que me enamoraron, me sedujeron y me hicieron incurrir en la falta, que como tal deploro, si bien, por otra parte, casi me alegro de haberla cometido.
A dos de éstos, los más adelantados en edad, con quienes además del parentesco tenían también amistad, los sedujeron los Vitelios y los movieron a tomar parte en la traición y a que se enlazaran con el linaje ilustre de los Tarquinos, y se elevaran a regias esperanzas, separándose de la locura y dureza de su padre: llamando dureza a su inflexibilidad para con los malvados, y apellidándole de loco, porque largo tiempo, a lo que parece, se había valido de aquella ficción para su seguridad con los tiranos, y hasta no tenían aprensión del sobrenombre que por ello llevaba.
Cuando aquel fue interrogado sobre este hecho, en el Senado, acusó a otros, pero ante el pueblo nombró a Luculo, diciendo ser quien le había pagado para asesinar a Pompeyo, nadie, sin embargo, le dio crédito, siendo a todos bien manifiesto que aquellos le habían sobornado para levantar semejante calumnia, lo que todavía se descubrió más a las claras cuando, al cabo de muy pocos días, fue Veccio arrojado a la calle, muerto, desde la cárcel, diciéndose que él se había dado muerte, pues viéndose en el cadáver señales del lazo y de heridas, se entendió haberle muerto los mismos que le sedujeron.
¿Veis esa frente, don Ramiro, esa frente destinada a ceñir con arrogancia una brillante diadema en los estados de Armengol?, pues ahora se inclina bajo el humilde velo de las vírgenes que renunciaron a las pompas del mundo ¿Y qué halago podrían ya tener para un alma sensible, bárbaramente burlada cual la mía, las opulencias del magnate, el esplendor de un rey, o las coronas cívicas de un guerrero? No eran por cierto los engañadores sueños de la ambición aquellas cavilaciones que me sedujeron un día en los desiertos de San Servando: ideas más pacíficas, escenas tumultuosas rodaban por mi imaginación, prometiéndome en la tierra un destino correspondiente a mi malhadada ternura.

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