Ejemplos con santuario

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Seguramente fue responsable en parte muy importante de la influencia que adquirieron los dioses hurritas en el panteón imperial hitita, influencia que queda ilustrada en las adaptaciones que hacen Hattushili III y Tudhaliya IV en el santuario de Yazilikaya.
Es conocido por muchos fans por haber interpretado a personajes como: Sagara Sousuke en Full Metal Panic Fumoffu!, Kurama en Yu Yu Hakusho, y Shion de Aries en la versión de DVD de Saint Seiya Hades Santuario.
Por obtener el cuchillo del abuelo sería cura, y hasta si era preciso viviría solitario, de la limosna de las gentes, como los ermitaños que estaban a orillas del mar en el santuario de los.
Así como el primer impulso de la profanación será dirigirse a lo más sagrado del santuario, la regresión vulgarizadora contra la que os prevengo comenzará por sacrificar lo más delicado del espíritu.
Las estatuas griegas, modelos de suprema belleza, habían sido en su origen simples imágenes de santuario regaladas por la piedad de las devotas de aquellos tiempos.
De suerte que desde su intimidad con Miranda, gozaba el señor Joaquín el hondo placer de la iniciación y miraba por cima del hombro a sus correligionarios leoneses, no admitidos en el santuario de la política reservada.
Van a miles los peregrinos a su santuario, capitán.
Arriba, entre las cuatro filas de columnas, estaba el verdadero santuario, la.
¡El dinero que expele convertido en humo! Tiene algo de campanario y abajo, en lo más profundo del buque, está el templo, el santuario del fuego, con sus altares inflamados que producen el vapor.
La muchedumbre hostil, contenida en su avance por la tropa, oía cómo se alejaban las cofradías por las calles empinadas que daban acceso al santuario.
Estos grupos rurales llegaban para la gran romería que subiría por la tarde al santuario de Begoña.
Aresti, al cerrar la noche, buscó refugio en un fondín que servía de alojamiento a muchos que iban al santuario de Loyola.
Y señalaba en dirección a la ría, como si al través de las inmediatas alturas viese con la imaginación la Universidad de Deusto, santuario, para él, de la sabiduría humana.
Una señora enlutada salió entonces de la vecina hospedería, atravesó lentamente el prado y subió las escaleras que llevan al santuario.
Penetró esta también en la santa casa y subió al famoso santuario, lleno en aquel momento de fieles de todas clases, mezclados y confudidos el señor y el labriego, la dama y la casera, con ese aire de confianza, esa perfecta igualdad que muchos pregonan y sólo se comprende y se practica en el santo templo de Dios.
La campana del santuario de Loyola había tocado ya el último toque de misa y el hermano portero luchaba a brazo partido, en la misma puerta, con una de esas beatas pegajosas, ávidas siempre de santa curiosidad, propaladoras incansables de nuevas místicas, que creen asegurar el triunfo de la Iglesia y la extirpación de las herejías propagando entre fieles e infieles que el padre estornudó dos veces seguidas, o que al padre se le descosió la borlita del solideo.
Echáronse todos encima con grande furia y él comenzó a soltar a diestro y siniestro enormes desvergüenzas, mientras Currita, con altivez de reina ofendida, llamaba a Fritz el lacayo y dábale orden de ir al punto a Loyola para anunciar al superior que la señora condesa de Albornoz iría de dos y media a tres a visitar la casa y el Santuario.
A la derecha, abríase el valle de Azpeitia, cruzado por el Urola, alegre también y risueño, ligando al pueblo con el Santuario como con un lazo de flores, pareciendo su alegría, sobre el tinte melancólico de todo el paisaje, un ramo de rosas sobre la tumba de un justo, una dulce sonrisa sobre el austero rostro de un trapense, el alto Izarraiz, verde en la falda como la vida en su primavera, áspero y ceniciento en la cumbre como la vejez ya desengañada, cerraba bruscamente el fondo, y en medio de todo aquello, elevada sobre la tierra, inalterable entre lo alegre y lo triste, indiferente entre lo pobre y lo rico, elevábase la estatua de san Ignacio, la imagen de la santidad, serena siempre, igual, tranquila, orando y bendiciendo.
Formando ángulo recto con el Real Colegio de Loyola, hay otro edificio construido en la misma época, que llaman , allí suelen albergarse los viajeros que acuden a visitar el santuario, y allí pensaba Currita partir la jornada, deteniéndose a comer, descansando un par de horas y prosiguiendo su camino hasta Zumárraga, para alcanzar el tren expreso para Madrid, que pasaba a las cinco y media.
Al trote largo atravesaron las calles de Azpeitia sin hacer caso de los bandos del alcalde y las multas impuestas, y con riesgo de atropellar a cada paso a los pobres alpargateros que trabajaban en los umbrales de las tiendas y a los chiquillos que por todas partes pululaban, entraron al fin en el trozo de carretera que lleva en línea recta al prado de Loyola En el fondo, sombreado por la alta cumbre del Izarraiz, destacábase la majestuosa mole del Real Colegio y Santuario trazados por Fontana, rico joyel construido por una reina para engarzar la casa de un santo.
Entró, pues, en aquellas habitaciones cerradas tres años hacía, santuario de su amor de madre que ella sola visitaba, y comenzó a disponer lo que había de retirarse, lo que había de sustituirse y lo que se había de añadir, para que nada faltara al huésped y encontrase allí satisfechas las nuevas necesidades que hubiese adquirido en la corte.
El cansancio de la noche precedente, pasada en el baile del marqués de Butrón, le rindió bien pronto y durmióse al fin pensando en su madre, que le llevaba de la mano, como cuando era niño, al santuario de la Virgen de Regla, encaramado sobre un peñasco, dominando el mar que se confunde en el horizonte con el cielo, como si fuese imposible presentar dos imágenes distintas del infinito, y vuelve después, soberbio siempre y constante, a estrellarse contra las rocas de la costa, mugiendo como una desesperación eterna e impotente.
Allí, en la sabanita, a espaldas del santuario, eran las carreras de caballos el día de San Juan.
¡Aquel hombre era un santo! Lo mismo decían los que estaban en la antesala, gente menuda, con blusa unos y chaqués raídos otros, todos hombres de fe, que llevaban sus ahorros al santuario de la honradez, y mientras aguardaban el turno cuchicheaban, haciéndose lenguas de sus virtudes.
No subía a la casa, eso no, ¿qué dirían los vecinos? pero si le estaba vedado entrar en aquella escalerilla, que se le antojaba camino de misterioso santuario, podía acompañar a Tónica y su amiga los domingos por la tarde.
La capilla de San Antonio, el santuario , como la llaman los viejos villaverdinos, es una iglesita de estilo churrigueresco, muy bien dispuesta y situada en lo más alto de una loma desde la cual se domina toda la ciudad.
Y no sé cuántos más, entre quienes figuraba el dueño de la botica, el invariable don Procopio, jugador desenfrenado, que había convertido aquel templo de Galeno en un santuario de Birján.
Maldición sacrílega escapose de sus labios, y renegó de que hubieran venido a estar tan cerca su deshonra y el santuario donde le habían dorado la infame píldora de su ilusión.
Manuel refrenó el potro, y, a la luz de la lámpara que alumbraba aquel humilde Santuario, vió, de pié, a la entrada del dicho porche, separado del interior de la Ermita por unos barrotes de madera, la imponente figura de una mujer alta y vestida de negro, que añadió, al verlo detenerse:.
Un portugues la trajo del Brasil, y la dejó en dicha villa, llevando otra igual al Perú, donde tambien es venerada en un santuario.

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