Ejemplos con río

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La galería de la Iglesia va hasta la viña de los Puntales y allí se abre al campo, junto al río.
¡Y cuidado si los españoles de muchachos gozamos cuando nos es dado trabar amistad con algún asno, burro o pollino de los innumerables que en nuestra tierra hay y que llevan sobre sus lomos tantas cargas y son el consuelo y alivio de los pobres! Borriquitos de España, que con vuestro pasito corto andáis y reandáis nuestros caminos polvorientos y abrasados trayendo el agua de la fuente, llevando la ropa al río, la retama al horno, la comida a los segadores y a los mozos de las eras, cabalgadura sumisa de viejos, niños y mujeres, que aguantas ancas, hambre y malos tratos, sobre la que viajan cantando o durmiendo arrieros, gitanos y campesinos: borriquitos de España, alegres y trágicos, bien merecéis que os paguemos el bien que os debemos y el mal que os hacemos con un poco de amor y de piedad.
Se trata de hacer una obra que beneficie los terrenos que hoy cruza el río, y se propone que la paguemos, en su mayor parte, los que tratamos en artículos de beber y arder, precisamente los que no tenemos media libra de tierra en la campiña.
Yo me río de lo que la gente suele entender por moral.
Primero: la demolición de la capilla de San Roque que se halla a la vera del río Señoresdijo volviéndose al auditorio, en ademán resuelto: La comisión ha tenido presente, al hacer esta proposición, la proximidad de la capilla al sitio en que ha de abrirse el nuevo cauce, los sillares y la madera que puede darnos para la obra de fábrica que está indicada allí mismo, y el dinero que han de valernos los ornamentos y las esculturas, sacados oportunamente a remate.
Yo pagaré la parte que me corresponda para echar el río por otro lado, de modo que no toque a la villa, que al cabo, y bien sabe Dios por qué, en ella vivo, pero el que quiera buenas tierras y bien regadas, que lo sude de su bolsillo.
Me rozaron, asimismo, otros muchos dramas, que se han perdido en el río de sombras y es probable que nunca aborden a una orilla.
Que las crecidas del río perjudican a la población, y que el canalizarle aprovecharía a la campiña no puede negarlo nadie.
Y nadie se entiende allí, porque todos gritan y se revuelven y manotean, armándose un tumulto tan espantoso, que me río yo de los que se promueven cada día en el templo de nuestra Representación nacional.
El señor Cerojodijo con retintín un personaje muy soplado de la sección de propietarios, y los demás taberneros que le rodean, no son muy partidarios de que se aleje el río, o mejor dicho, el agua que lleva, de sus establecimientos.
Oía los mugidos del río que pasaba a su izquierda, tocaba los jaramagos que brotaban entre las rendijas a su derecha, y sentía en el rostro el fango con que le salpicaban los caballos que le precedían, y el aire sutil y nauseabundo, como el de una caverna, que silbaba al pasar por aquel tubo retorcido y caprichoso.
Pero nada veía, si no era la espantosa representación de su cadáver, magullado por las peñas del río y dando tumbos con la corriente.
En éstas y otras, y después de trasponer un breñal casi inaccesible y de vadear un río y de saltar tres estacadas, llegó la comitiva a la primera casa del pueblo que se buscaba, la cual casa mostraba lo que era, más bien por el ramo que ostentaba sobre la puerta, que por el rótulo ilegible que se había trazado con almazarrón y alguna escoba, en un lienzo de la fachada.
¡Ha muerto! ¡Esta noche he visto su entierro, y lo que juzgué un río era el mar que nos separaba!.
Chirriaban carretas en los caminos, bandas de muchachos correteaban por los campos o daban cabriolas en las eras, pensando en las tortas de trigo nuevo, en la vida de abundancia y satisfacción que empezaba en las barracas al llenarse el granero, y hasta los viejos rocines mostraban los ojos alegres, marchando con mayor desembarazo, como fortalecidos por el olor de los montes de paja que, lentamente, como un río de oro, iban a deslizarse por sus pesebres en el curso del año.
Y los habitantes de la extensa vega cortada por el río nutridor, como una espina erizada de púas que eran sus canales, designaban a los jueces por el nombre de las acequias que representaban.
Ya estaba allí la representación de las dos vegas: la de la izquierda del río, la de las cuatro acequias, la que encierra la huerta de Ruzafa con sus caminos de frondoso follaje que van a extinguirse en los límites del lago de la Albufera, y la vega de la derecha del Turia, la poética, la de las fresas de Benimaclet, las chufas de Alboraya y los jardines siempre exuberantes de flores.
Mientras las bandas de muchachas despeinadas salían de la fábrica a la hora de comer para engullirse el contenido de sus cazuelas en los portales inmediatos, hostilizando a los hombres con miradas insolentes para que les dijesen algo y chillar después falsamente escandalizadas, emprendiendo con ellos un tiroteo de desvergüenzas, Roseta quedábase en un rincón del taller sentada en el suelo, con dos o tres jóvenes que eran de la otra huerta, de la orilla derecha del río, y maldito si les interesaba la historia del tío y los odios de sus compañeras.
Era día de mercado de animales en el cauce del río, y llevaba en la faja, como una gruesa protuberancia, el saquito de arpillera con el resto de sus ahorros.
Ahora lo importante era tener buen ojo para escoger, serenidad para no dejarse engañar por la astuta gitanería que pasaba ante él con sus bestias, descendiendo luego por una rampa al cauce del río.
Algunas vetas de agua, escapadas de los azudes y presas que refrescan la vega, serpenteaban formando curvas o islas en un suelo polvoriento, ardoroso, desigual, que más parecía de desierto africano que lecho de un río.
Desde lo más alto de la colina del Escobillar veréis la ciudad como un juego de dominó esparcido en un tapete verde, cortada por la cinta plateada del río a cuyas márgenes se agolpan caserones y templos.
Presentía yo hermoso día, uno de esos inolvidables días que dan a las almas de los niños festivo buen humor, uno de esos días que convidan, a sacudir el yugo escolar para irse por los campos a tenderse bajo los álamos del río, cabe las ondas murmurantes, cerca de las piedras cubiertas de musgo, lejos del dómino cetrino e irrascible, lejos de las coplas del Iriarte, de las discusiones del Foro y de las catilinarias terríficas, día de los más bellos para.
¡Cómo me río ahora, al copiar estas páginas, de mis romanticismos de entonces! ¡Cómo me burlo de aquellos raptos amorosos, de aquellos éxtasis quijotescos! Pero ¡ay! no lo hago impunemente, que me hiero en el pecho, me desgarro el corazón como si me arrastrara yo sobre él un haz de espinas.
A un muñeco de ese estambre, se le coge de una oreja y se le echa de remojo en el río.
Había rehusado meses antes una comisión del Gobierno para examinar bajo el punto de vista minero la cuenca del río Nahara en el valle de Orbajosa, pero los proyectos a que dió lugar la conferencia referida, le hicieron decir:“Conviene aprovechar el tiempo.
Me encuentro tan bien, que me río de mis males ridículos.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba