Ejemplos con reputaba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Al igual que en el caso anterior, se reputaba como si el tercero hubiere contratado con el Pater o amo.
Justo Sierra apuntó esta síntesis laudatoria sobre el autor: Escribe bien, es una cosa notable, se parece a Galdós, y aun José María de Pereda -aunque no se identifica la fuente- lo reputaba superior a Altamirano.
Estaba maravillada de aquello que ella reputaba fortaleza y virtud mías, y que no era sino deseo de tranquilidad y de que no me molestara.
El pueblo entero la reputaba como su joya más preciada, y tiempo hacía que su nombre se pronunciaba en aquellos lugares como el nombre de un genio benéfico.
Averiguado esto, todas las consecuencias, fatales también, las reputaba legítimas.
Para entonces, ya estaba mi padre impuesto de todas mis aventuras y prosperidades, porque había cuidado yo de hacer Regar a sus manos resmas de papeles que las puntualizaban bien y cartas en que lo decía lo que no podían narrarle aquéllos, como mis servicios prestados a la familia de su excelso amigo, cosa que hinchó de honrada satisfacción al pobre viejo, cuya admiración al runflante manchego no había mermado un punto con las atrocidades que de él se escribían, porque las reputaba calumnias miserables de la envidia.
En cambio el credo se reputaba como remedio cálido y era mejor sudorífico que el agua de borrajas y el gloriado.
Rehusólo con abominación Volumnio, y lo mismo todos los demás, y como alguno dijese que ya no convenía permanecer allí, sino huir, levantándose, “Huir, sin duda-repuso-: mas no por pies, sino por manos”, y alargándoles la diestra de uno en uno con el más alegre semblante, les dijo ser grande el placer que tenía en que de sus amigos ninguno se había desmentido, que sólo debía culpar a la fortuna de los males de la patria y que se reputaba a sí mismo más feliz que los vencedores, no sólo en lo anterior, sino entonces mismo, por cuanto dejaba una opinión de valor que nunca alcanzarían éstos, ni a fuerza de armas, ni a fuerza de intereses, no pudiendo desvanecer la idea de que los injustos habían oprimido a los justos, y los malos a los buenos para apoderarse de un mando que no les tocaba.
Era Cleómenes amante de gloria, de elevado ánimo, y no menos que Agis inclinado por carácter a la templanza y a la modestia, mas no tenía la excesiva bondad y mansedumbre de éste, sino que en su ánimo había una cierta punta de ira y gran vehemencia para todo lo que reputaba honesto, y si le parecía honestísimo mandar a los que voluntariamente obedecían, tenía a lo menos por bueno el impeler a los que le repugnaban, violentándolos hacia lo más conveniente.
Viendo, pues, a los caudillos de los Galos poseídos de miedo, mayormente a los más distinguidos y jóvenes de los que se le habían reunido, como gente que tenía la idea de pasarlo bien y enriquecerse con la guerra, convocólos a una junta y les dijo que se retiraran y no se expusieran contra su voluntad, siendo hombres de poco ánimo y dados al regalo, y que con tomar él solamente la legión décima marcharía a los bárbaros, pues que no tendría que pelear con enemigos que valieran más que los Cimbros, ni él se reputaba por general inferior a Mario.
Avergonzado con esto, Arquidamo se abstuvo de buscar la compañía de Cleónimo, sin embargo de que antes solía solicitarla diferentes veces al día, y también se desanimaron los demás que trabajaban por Esfodrias, hasta que Etimocles, amigo de Agesilao, les reveló en una conferencia cuál era el modo de pensar de éste, pues el hecho lo vituperaba como el que más, pero al mismo tiempo reputaba a Esfodrias por buen ciudadano, y se hacía cargo de que la república necesitaba soldados como él, y es que esta conversación la hacía con unos y con otros antes del juicio, queriendo con- descender con los ruegos del hijo, tanto, que Cleónimo conoció que Arquidamo le había servido, y los amigos de Esfodrias cobraron ánimo para sostenerle.
En primer lugar, cuando los Cimbros y los Teutones invadieron la Galia, militó con Cepión, y habiendo los Romanos peleado débilmente y entregádose a la fuga, no obstante haber perdido su caballo y hallarse herido, pasó el Ródano a nado, costándole mucho el vencer, embarazado con la coraza y el escudo, la contraria corriente: ¡tan fuerte y robusto era su cuerpo, y tan sufridor del trabajo en fuerza del ejercicio! En segundo lugar, cargando aquellos con numerosísimo ejército y terribles amenazas, de manera que se reputaba por cosa extraordinaria que un Romano se mantuviera en formación y obedeciera al general, fue enviado por Mario en observación de los enemigos.
En una palabra, reputaba Jerjes por gran pérdida aquella muerte.
Pero queriendo vengar la contumacia del hijo en la cabeza del que reputaba por autor de tanta desventura, hizo la guerra a su suegro Procles, a quien cautivó después de tomar por fuerza a Epidauro.
Y después del triunfo de su hijo sobre la impiedad representada en don Pompeyo Guimarán, después de aquella conversión gloriosa, su madre le admiraba con nuevo fervor y procuraba ayudarle en la satisfacción de sus deseos íntimos, guardando siempre los miramientos que exigía lo que ella reputaba decencia.
Doña Petronila se despidió antes de que el atribulado ex-regente pudiera echarle el tanto de culpa que la correspondía en aquella aventura que él reputaba una desgracia.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba