Ejemplos con recibiéndolo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El productor de The Howard Stern Show, Gary Dell'Abate ha dicho en numerosas ocasiones que disfruta del anilingus, tanto dándolo como recibiéndolo.
los demás jefes y brigadieres estaban convenientemente repartidos y los cuerpos recibieron la orden de no moverse de sus posiciones respectivas, de guardar el mayor silencio y de no hacer fuego al enemigo sino a quemarropa, recibiéndolo con la bayoneta en caso de que se arrojara sobre nuestras filas.
Recibiéndolo en el Palacio Pitti, Gian Gastone comentó:.
Santo Domingo, falto de pan para sus fieles, recibiéndolo de mano de unos ángeles,.
En la acostumbrada y habituada salida de Lunes Santo el Señor de los Temblores, patrono de la ciudad del Cusco llega al templo de La Merced a quedarse por una hora, a realizarse misa y recibiéndolo con cantos cristianos.
¡Pobre Freya, guerrera implacable y loca de la batalla de los sexos! Había pasado su existencia odiando a los hombres y necesitándolos para vivir, haciéndoles todo el mal posible y recibiéndolo de ellos con triste reciprocidad, hasta que al fin venía a perecer a sus manos.
En este tronco hueco, ocupado por seis indios remeros y dirigido por él, regresó siguiendo la costa, después de muchos días de ausencia, al lugar donde estaban encallados los navíos, recibiéndolo el Almirante con besos y grandes transportes de alegría.
-¡Ah! -dijo Montecristo, recibiéndolo de las manos de la señora de Villefort.
En este estado, notó que Cleómbroto no se mostraba pronto a hacer la guerra a los Tebanos, y, dejando entonces a un lado la ley de que se había valido antes para no ir a la otra expedición, invadió en persona la Beocia, haciendo a los Tebanos cuanto daño pudo, y recibiéndolo a su vez, de manera que, retirándose en una de estas ocasiones herido, le dijo Antálcidas: “Bien te pagan los Tebanos su aprendizaje, habiéndoles tú enseñado a pelear, cuando ellos ni sabían ni querían”.
Dícese de Taxiles que poseía en la India una porción no menor que el Egipto en extensión y abundante y fértil como la que más, y que, siendo hombre de gran seso, saludó a Alejandro y le dijo: “¿Qué necesidad tenemos ¡oh Alejandro! de guerras ni de batallas entre nosotros, si no vienes a quitarnos ni el agua ni el alimento necesario, que son las únicas cosas por las que a los hombres les es forzoso pelear? Por lo que hace a lo demás que se llama bienes y riquezas, sí soy mejor que tú, estoy pronto a hacerte bien, y si valgo menos no rehúso mostrarme agradecido recibiéndolo de ti.
Luego que Espinosa salió del aposento entregó fray Miguel el pliego a don Juan, y éste, recibiéndolo maquinalmente, empezó a volverle entre las manos, en tanto que sus ojos, fijos en el suelo, denotaban claramente que aún no se había recobrado de su primera sorpresa.

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