Ejemplos con rarísimas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Moltres es una elusiva criatura, vista en rarísimas ocasiones al igual que los otros miembros del trío de aves legendarias.
Íntimo amigo de su padre, compañero de su juventud, el Conde era una de las rarísimas personas que frecuentaban la casa Abizzoni.
Le interesaban más los brazos de las sillas, los pasamanos de las escaleras que conducen a la sillería alta, los salientes que separan los asientos y sirven para reclinar la cabeza, cubiertos de animales y seres grotescos: perros, monos, aves, frailes y pajecillos, todos en posturas difíciles, rarísimas y obscenas.
Veo que en mucho de lo que dices tienes razón, pero ya que te confías en mí y me haces ver lo más escondido del alma, sácame de una curiosidad: explícame, si puedes, ciertas cosas que me parecen rarísimas en tu existencia.
En mujer de tus rarísimas prendas es menos inverosímil todavía.
Hay en ella muebles soberbios, telas rarísimas, cuadros con firmas de maestros, retratos admirables, plantas exóticas criadas en la atmósfera tibia del invernadero, jarrones, japoneses decorados con cigüeñas de plata que vuelan en paisajes fantásticos, alfombras en que los pies se hunden y arañas de vidrios multicolores, donde centellean en temblor irisado los reflejos, de la chimenea.
—¡Sí puedes! Aunque rarísimas circunstancias han hecho de tí una especie de fiera, tu corazon es de hombre, y el corazon del hombre, cuando sigue el ejemplo de Cristo, tiene más bríos que todos los leones y elefantes del universo.
Fuera de las rarísimas excepciones de unas cuantas docenas de santos, se me antoja que hasta ahora en la humanidad nadie ha querido de veras.
Omito las rarísimas excepciones que exigirían, cada una, un examen particular.
La mesa estaba repleta de cosas rarísimas que apenas se entreveían.
Me indicaba las menos malas entre el inmenso fárrago de las traducidas, y las rarísimas buenas de las españolas, y hasta me largaba substanciosos párrafos sobre la historia y vicisitudes de este ramo de la literatura nacional, y me exponía sus caracteres propios, sus peculiarísimas condiciones, y los puntos en que debía diferenciarse una novela de costumbres españolas de las que con tal rótulo se exponían en los escaparates, escritas a destajo en perverso castellano, y vaciadas en moldes extranjeros, por literatos salidos de pronto del mostrador de una botica, y hasta de los talleres de los sastres.
También solía acarrear el Alcana, de remotos confines, plantas rarísimas, desconocidas de los turriotas, y animales exóticos, y aun viviendas con hombres de razas muy diferentes de la nuestra en lengua, y color.
No se explicaba su unión con aquel tagarote de Alberique que se pasaba la vida en el comedor, delante de una chica o grande de Baviera, leyendo papeles políticos, y que, las rarísimas veces que trabajaba, más era tormento que alivio de su mujer, porque no se le podía sufrir y estaba todo el día riñendo con la criada, con Julián de Capadocia, con los huéspedes.
Si a pesar de las prendas rarísimas de Rafael, no sientes inclinación a darle tu mano, nada de hipocresías, nada de violencias.
El que rarísimas veces aportaba por allí era Policarpo, que a Guerra le parecía el más avieso de los Babeles, aparte de que sus maneras chulescas y su lenguaje de germanía le desagradaban.
Rarísimas veces iba la señora a su pueblo, porque le desagradaba el moverse, y tenía aversión invencible al tren, pero conservaba relaciones constantes con personas de allá, principalmente con un señor de muchas campanillas, D.
Rarísimas eran las caras bonitas, y dominaba en las filas la fealdad, sombreada de expresión de astucia.
Jamás le vieron en los paseos haciendo el oso, rarísimas veces en los teatros, y no frecuentaba reuniones de señoras, como no fuese la de Bringas, donde brillaba por su frialdad y lo seco y esquivo de su conversación.
Con rarísimas excepciones, los primeros tiempos que pasan entre los bárbaros son una verdadera viacrucis de mortificaciones y dolores.
Era el caso que, en cuanto tenía que hablar a varias personas que se dignaban callar para escucharla, a Juana se le ponía una telilla en la garganta y la voz le salía, como por un cendal, velada, tenue, una voz de modestia histérica, de un timbre singular, que tenía una especie de gracia inexplicable, para muy pocos, y que el público en general sólo apreciaba en rarísimas ocasiones.
Adelante siguieron por alegres campos: vieron aldeas escondidas entre palmas de coco y otras especies vegetales rarísimas.
Rarísimas son hoy las muertes en desafío.
Siempre encontraban a la Perita en casa, por las noches, con rarísimas excepciones, tan simpática, graciosa y elegantita con cuatro pingos muy bien puestos, haciendo la víctima interesante y encantando a todos con su sencillez y modestia.
Rarísimas veces he subido al púlpito.
Y se fue a su quehacer el bueno de Juanguirle, de muy mal humor, cosa que le acontecía rarísimas veces en la vida.
Magdalena salía muy poco de casa, y entre Sotorriva y Coteruco había rarísimas comunicaciones y sobrada distancia para que pudiera curarse en dudas tales sin exponerse a publicarlas, y aún no estaba ella en el caso de correr este riesgo, cuyo temor la había obligado, acordándose de la advertencia de su padre, a prohibir a Narda que diera un solo paso en averiguación de la verdad.
Mi mujercita, por una de esas rarísimas casualidades que hay en la vida.
Con todo lo cual quería demostrar el autor de ''El tejado de vidrio'' que en el pueblo soberano no solamente no halló simpatías la revolución, sino que ni siquiera se dio cuenta de ella, con rarísimas excepciones, hasta que la hubo hecho Topete, a quien su excelencia atribuye todo el mérito de ella.
Aconteció, pues, que la fama de las rarísimas y altas calidades de la muchacha llegó a oídos del rey, el cual, como mozo y apasionado, quiso verla, y, habiéndola visto, se enamoró locamente.
Cierto que hay algunas rarísimas virtudes y prendas superiores al dinero, que no traen dinero, y que, en el momento en que se tuviesen ó ejerciesen con el fin de adquirir dinero, dejarían de ser tales virtudes, pero tales virtudes tienen su precio en ellas mismas.

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