Ejemplos con queriendo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Una niña, rota y sucia, lloraba sobre una rueda, queriendo ayudar al borriquillo, más pequeño ¡ay! y más flaco que Platero.
¡No me duermo yo sobre la paja!observó don Simón, queriendo decir un chiste.
Había sembrado en ellos su pensamiento, queriendo acelerar la cosecha, y como en los cultivos forzados y artificiales, que crecen con asombrosa rapidez para no dar más que frutos corrompidos, el resultado de su propaganda era la podredumbre moral.
Además, tu hermano debe de pensar que al fin está comiendo en estos momentos el pan de la Iglesia, pues de ella vives tú que le mantienes, y que no es muy digno después de esto hablar de la obra más sabia de Dios, queriendo encontrarla defectos.
Al pillo, ¡garrotazo!, y al honrado, ¡Vengan esos cinco!, ¡usted es mi amigo! Un rey que no permita que el rico atropelle al pobre y se burle de él, que no deje que nadie se muera de hambre queriendo trabajar Vamos, creo que me explico.
Esa minoría egoístadecía Gabriel al llegar a este puntoes la que ha falseado la verdad, queriendo persuadir a la mayoría de los explotados de que el trabajo es una virtud y que la única misión del hombre sobre la tierra es la de trabajar hasta que perezca.
Pasaba los días enteros al lado de la joven, queriendo reemplazar con su presencia el hostil alejamiento del padre.
La Iglesia, anciana venerable que Gabriel había visto en su país inmóvil, con majestad hierática, sin dignarse tocar un solo pliegue de su manto para no perder el polvo de los siglos, se agitaba en Francia queriendo remozarse, arrojaba a un lado las vestiduras de la tradición, como harapos vetustos que la ponían en ridículo, y distendía sus miembros con esfuerzo desesperado, para acoplarse dentro de la moderna armadura de la ciencia, la gran enemiga del ayer, la gran triunfadora del presente, cuya aparición había sido saludada con hogueras y bochornosas abjuraciones.
¿Cuál fue el primer Luna que entró al servicio de la Santa Iglesia Primada? El jardinero, al hacerse esta pregunta, sonreía satisfecho, y sus ojos miraban a lo infinito, como queriendo abarcar la inmensidad del tiempo.
Los murciélagos revoloteaban en las encrucijadas de las columnas, queriendo prolongar algunos instantes su posesión del templo, hasta que se filtrase por las vidrieras el primer rayo de sol.
La inquisición acechando las palabras, queriendo adivinar los pensamientos.
Las religiones, queriendo explicar el origen del mundo, palidecían y se achicaban ante la inmensidad.
Hoy es un gran díadijo Luna queriendo halagar al.
Instintivamente se agachó, queriendo confundirse con la lobreguez del suelo, no presentar blanco al enemigo.
Los más pacíficos huían por las sendas, volviendo atrás la cabeza con malsana curiosidad, los demás seguían inmóviles, puestos a la defensiva, capaz cada uno de despedazar al vecino sin saber por qué, pero no queriendo ser el primero en la agresión.
Era Pepeta queriendo separar a Teresa del cadáver de su hijo.
El perro rondaba el fúnebre catafalco, estirando el hocico, queriendo lamer las frías manecitas de cera, y prorrumpía en un lamento casi humano, un gemido de desesperación, que ponía nerviosas a las mujeres y hacía que persiguiesen a patadas a la pobre bestia.
Y prorrumpiendo en lamentos más fuertes, se abalanzó sobre el frío cadáver, queriendo abrazarle.
Pepeta comenzó a dar gritos queriendo imponer su autoridad en esta confusión.
Aquel día era extraordinario, no importaba que sus barracas estuviesen sucias y la comida por hacer: había excusa, y las criaturas, agarradas a sus faldas, lloraban y aturdían con sus gritos, queriendo unas volver a casa, pidiendo otras que les enseñasen el.
Hasta se echó varias veces la escopeta a la cara, queriendo disparar los dos tiros contra las ventanillas de la , deteniéndole únicamente el miedo a quedar desarmado.
Las demás, repuestas de la sorpresa, siguieron hablando, como si nada hubiera pasado, no queriendo conceder a la intrusa ni el honor del silencio.
Y el público, no queriendo perder palabra, hombres, mujeres y chicos estrujábanse contra la verja, retrocediendo algunas veces con violentos movimientos de espaldas para librarse de la asfixia.
Enterábase de dónde trabajaba, y con una astucia de las más torpes, salíale al paso por la mañana al ir al trabajo y por la noche al regresar a su casa, hacíase el encontradizo y le desesperaba la dificultad de su lengua tímida, que parecía rebelarse, no queriendo ser conductora de sus pensamientos.
Poco le faltaba para llorar, y queriendo ocultar su emoción, murmuraba con expresión pedantesca:.
¡! ¡mi querida !gritó Amparito, queriendo tomarla en brazos.
Otros mostrábanse malhumorados y negaban rotundamente cuando se les suponía tal origen, pero él lo ostentaba con cierta satisfacción, como queriendo hacer de ello un título de gloria.
El Pedregoso, el gárrulo Pedregoso corría, como siempre, límpido y parlero, como le vi tantas veces cuando era yo niño: espumoso al tropezar con una roca, cerúleo y adormecido en sus pozas umbrías, bajo el dosel de los álamos, queriendo arrastrar a su paso las espiras lánguidas de los convólvulos perennes.
¡Si también le estaré yo queriendo sin saberlo! pensaba.

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