Ejemplos con procurador

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Fue el primer hijo de un procurador y propietario de periódico llamado Augustus Woodley.
Compuesta por el Procurador General de la Tierra, el Fiel de la Tierra y cinco Procuradores, uno por cada sexmo.
Entre los revoltosos se encuentran Charette, que no hace nada para detener las matanzas, Souchu, su antiguo procurador fiscal, su jefe, y el abad Prioul, quien celèbra una misa junto a los cadáveres.
Una espina de la Corona de Nuestro Señor Jesucristo cedida por el padre Francisco de Toledo,más tarde cardenal al Procurador, Baltazar Piñas.
si tengo que permanecer aquí durante el invierno, que me haga el favor de pedirle al procurador que si fuera tan amable de enviarme, de mis bienes que tiene en su posesión, una gorra más caliente, porque sufro extrema y constantemente de un catarro, que empeora por las condiciones de esta celda.
Ocupó por varios años el cargo de síndico procurador del cabildo.
Tras el fracaso de la búsqueda de ubicación en Aragón, se intentó en Valencia, hasta que el sacerdote de Cabanes le dijo al procurador del convento de Valencia, Fray Juan de la Virgen, que hay un lugar que no puede ser más a propósito para el asentamiento de la Orden.
De estos últimos había un Estanislao Correa, hijo de un procurador de los Tribunales, tímido y delicado como una virgen o como un lirio, al cual llamaban, groseramente, por mofa, San Estanislao de Cuesco, y le amargaban de continuo la vida.
—Calla, niña, que la mejor señal que este señor ha dado de estar rendido, es haber entregado las armas en señal de rendimiento, y el dar, en cualquiera ocasion que sea, siempre fué indicio de generoso pecho, y acuérdate de aquel refran que dice: al cielo rogando, y con el mazo dando, y mas, que no quiero yo que por mí pierdan las jitanas el nombre que por luengos siglos tienen adquirido de codiciosas y aprovechadas: ¿cien escudos quieres tú que deseche, Preciosa, que pueden andar cosidos en el alforza de una saya que no valga dos reales, y tenerlos allí como quien tiene un juro sobre las yerbas de Estremadura? Si alguno de nuestros hijos, nietos o parientes cayere por alguna desgracia en manos de la justicia, ¿habrá favor tan bueno que llegue a la oreja del juez y del escribano, como estos escudos, si llegan a sus bolsas? Tres veces por tres delitos diferentes me he visto casi puesta en el asno, para ser azotada, y de la una me libró un jarro de plata, y de la otra una sarta de perlas, y de la otra cuarenta reales de a ocho, que habia trocado por cuartos, dando veinte reales mas por el cambio: mira, niña, que andamos en oficio muy peligroso y lleno de tropiezos y de ocasiones forzosas, y no hay defensas que mas presto nos amparen y socorran, como las armas invencibles del gran Filipo: no hay pasar adelante de su : por un doblon de dos caras se nos muestra alegre la triste del procurador y de todos los ministros de la muerte, que son arpías de nosotras las pobres jitanas, y mas precian pelarnos y desollarnos a nosotras, que a un salteador de caminos: jamas por mas rotas y desastradas que nos vean, nos tienen por pobres, que dicen que somos como los jubones de los gabachos de Belmonte, rotos y grasientos, y llenos de doblones.
—Pues de aquí adelante, respondió Monipodio, quiero y es mi voluntad que vos, Rincon, os llameis Rinconete, y vos, Cortado, Cortadillo, que son nombres que asientan como de molde a vuestra edad y a nuestras ordenanzas, debajo de las cuales cae tener necesidad de saber el nombre de los padres de nuestros cofrades, porque tenemos de costumbre de hacer decir cada año ciertas misas por las ánimas de nuestros difuntos y bienhechores, sacando el estupendo para la limosna de quien las dice, de alguna parte de lo que se garbea, y estas tales misas, así dichas como pagadas, dicen que aprovechan a las tales ánimas por via de naufragio: y caen debajo de nuestros bienhechores el procurador que nos defiende, el guro que nos avisa, el verdugo que nos tiene lástima, el que cuando alguno de nosotros va huyendo por la calle, y detras le van dando voces: al ladron, al ladron, deténganle, deténganle, uno se pone en medio, y se opone al raudal de los que le siguen, diciendo: déjenle al cuitado, que harta mala ventura lleva, allá se lo haya, castíguele su pecado, son tambien bienhechoras nuestras las socorridas, que de su sudor nos socorren así en la trena como en las guras, y tambien lo son nuestros padres y madres que nos echan al mundo, y el escribano que si anda de buena, no hay delito que sea culpa, ni culpa a quien se dé mucha pena, y por todos estos que he dicho, hace nuestra hermandad cada año su adversario con la mayor popa y soledad que podemos.
Dígolo porque si a su tiempo tuviera yo esos veinte ducados que vuestra merced ahora me ofrece, hubiera untado con ellos la péndola del escribano y avivado el ingenio del procurador, de manera que hoy me viera en mitad de la plaza de Zocodover, de Toledo, y no en este camino, atraillado como galgo, pero Dios es grande: paciencia y basta.

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