Ejemplos con primoroso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Otro valor de la serie es el primoroso estilo literario en que está compuesto, caracterizado por una más que fina ironía y cierto costumbrismo genuinamente inglés que nos descubre una Inglaterra de cottages con cobertizos, pérgolas, té a las cinco y fieros labradores, y una infancia primorosamente descrita en toda su intensidad.
Es necesario mencionar también los balaustres de balcones, formados por un ligero y primoroso dibujo modernista, realizado con gruesa pletina de hierro forjado, rematado con piezas cilíndricas del mismo material.
Lo evita el sur, al hacer circular con la caricia de su soplo la savia emanada del corazón de la sirena para dar vida a la vegetación de primoroso verdor que lo recubre en una defensa triunfal del amor sobre el odio.
Pero de pronto, mirando un primoroso vaso de agua que había sobre la mesa de noche, se quedó serio.
Puso el dedo en el timbre, acudió un criado y no tardaron en servirle café con leche y picatostes en un primoroso juego de plata.
Prepárese a conocer algo primoroso, Maltranitadijo Castillejo en voz queda, sin volver la cabeza.
Dominaba en la salacomo numen de su ambiente serenoun bronce primoroso que figuraba al ARIEL de.
Macaulay declara preferir la grosera caja de plomo en que los puritanos guardaron el tesoro de la libertad, al primoroso cofre esculpido en que la Corte de Carlos II hizo acopio de sus refinamientos.
Cada vez que el cuerpo de Lucía entraba en la zona luminosa, despedían áureo destello los botones de cincelado metal, encendiéndose sobre el paño marrón del levitín, y se entreveía, a trechos de la revuelta falda, orlada de menudo volante a pliegues, algo del encaje de las enaguas, y el primoroso zapato de bronceada piel, con curvo tacón.
Así que el batir de la puerta hubo anunciado a Lucía que estaba sola del todo, y que sus ojos se fijaron en la habitación desconocida, mal alumbrada por las bujías, desvaneciósele la especie de mareo del viaje, recordó su cuartico de León, sencillo, pero primoroso como una taza de plata, con su pila, sus santos, sus matas de reseda, su costurero y su armario de cedro, monumental y atestado de ropa limpia.
Aquel primoroso artefacto, venido de Burdeos, estaba pintado con rayas azules y blancas.
Allí publicó él su , un primoroso y pequeño volumen de composiciones breves, en las que su alma de padre, salta y brinca y chispea, entre los cabellos rubios y los pies ligeros de su hijo.
Por lo poco agraciado del rostro, lo endeble del cuerpo que se adivina bajo la fuerte cotilla y la extravagante forma del peinado y el traje, debiera este retrato ser enojoso a la vista: en la mujercita así perjeñada y sobrecargada de perifollos hay algo de fenomenal y monstruoso, pero Velázquez ha vertido allí a manos llenas tales encantos de color, una variedad tan rica de rojos, que comprende desde el carmín más intenso al rosa más amortiguado, ha hecho tan vaporosos los tules y brillantes los metales, es tan aéreo lo que puede flotar, tan sólido lo que debe pesar, que la ridícula desproporción entre lo menudo del busto y lo abultado de la falda, todo aquello en que la forma sale maltrecha por la imperfección del modelo y la extravagancia de las ropas, desaparece ante la esplendidez de matices que deleita la vista y lo primoroso, suelto y fácil de aquella ejecución incomprensible y misteriosa que a pocos pasos da a lo pintado la completa apariencia de lo real.
En la parte inferior había varios estuches medio abiertos que encerraban vasos sagrados, y tirada en un rincón, arrugada y hecha un lío, una casulla de terciopelo negro, con ricos bordados de oro, que presentaban en primoroso realce las armas de la casa.
Fabrica el alfarero un vaso primoroso, y no es responsable del veneno que luego se deposita en él y que tal vez apura hasta las heces nuestro sediento labio.
Tres o cuatro cuartos le pertenecían exclusivamente en la casa, y estaban amueblados con el gusto más primoroso.
Componíanlo falda negra y plegada en menudas tablas con primoroso arte, abrigo corto de rico paño gris muy bordado, que se ajustaba perfectamente a su hechicero cuerpo, y gran sombrero, también negro, guarnecido de plumas rizadas, y velo de tul con motas que, fingiendo lunares, sombreaba dulcemente su rostro.
Sus tíos no la mataban a trabajar, antes al contrario, le concedían permiso para salir de paseo los domingos con sus amiguitas, y la tenían limpia y decentemente vestida, limpieza y decencia que, según Cristeta fue creciendo, comenzaron a convertirse en extraordinario aseo y primoroso gusto.
Llevaba un primoroso traje negro con lunares blancos, el cuerpo del vestido cortado con tal arte que, sin formar la más leve arruga, dibujaba un busto de hermosas líneas, iba coquetamente calzada y sobre sus guantes grises, muy altos, brillaban tres o cuatro aros de plata y de oro.
Se quedó dormida con un brazo caído fuera del embozo, despechugada y el pelo revuelto en primoroso desorden sobre la almohada, como madeja que hubiesen enmarañado ángeles.
Allí estaban la falda negra plegada en menudas tablas con primoroso arte, y el abrigo corto de rico paño gris que tiempo atrás lució Cristeta en el paseo del Retiro, el otro abrigo forrado de seda roja que llevó a la cita en la Moncloa, el cuerpo encarnado con botoncitos de plata que se puso la tarde del teatro, y encima de todo un boa gris y un sombrero negro de ala grande y pluma rizada.
Hacíase allí toda clase de labores de aguja, desde lo más sencillo a lo más complicado y primoroso.
A pie van también la chula y su amante, ella orgullosa, él celoso, haciendo ambos mutua ostentación de sus personas: el mozo con calzado de lo fino, pantalón ajustado, pavero y chaquetilla de pana: la chica con el cabello ensortijado, un peinecillo en cada rizo, pañuelo de seda caído sobre la espalda porque no oculte lo primoroso del peinado, y sobre los hombros el gran mantón de Manila que se empeña en los apuros, y por entre cuyos largos flecos asoman a cada paso dé su graciosísimo andar los bajos limpios y los pies chicos.
Era alta y airosa, su pecho juvenil y fuerte temblaba a cada movimiento, el traje era humilde, pero el peinado primoroso, y entre los undosos rizos del moño tenía prendidos al desgaire cuatro o seis clavelillos de los que adornan los puestos de las verbenas.
Tal fué el sublime arranque de humildad con que, sacando del bolsillo el primoroso puñal indio que aquella tarde habia llevado a la Procesion, lo desnudó, alzólo a la altura de su cara, contempló su luciente hoja y rica empuñadura, lo besó luégo, y lo colocó a los piés del Niño Jesus.
No se confundan, pues, nunca las especies, y téngase siempre a la vista que estarán siendo simultáneo objeto de nuestras observaciones las ricas de las aldeas y las pobres de las ciudades, las mendigas de la capital y las petimetras de los cortijos, las elegantes huríes que bostezan en coche por la y las hechiceras que cimbrean su primoroso talle, vestido de limpia indiana, en un balconcillo de madera festoneado de flores, las terribles alcaldesas de monterilla, más tiesas que D.
Hállase labrada en el más primoroso y delicado estilo del Renacimiento, y parece una enorme filigrana calada en piedra por los plateros de la calle de la Rúa, parece un trabajo chino de marfil, parece la mística puerta de algún lugar santo.
De una o de otra suerte, todo era allí gallardo, primoroso y del mejor gusto, causando verdadero asombro la prolijidad y esmero de la ejecución.
Hacia la izquierda de la enorme adelfa que extendía como múltiples brazos sus ramas cargadas de flores, estaban las sillas y la mesita de hierro, junto a las que la espió tantas veces, bordando ella, devorándola él con las pupilas dilatadas, mientras el airecillo juguetón levantaba la flotante bata de la niña hasta descubrir su primoroso pié, o desprendía del talle el pañuelo de finísimo estambre.
Por lo demás, el tío Gorico no perdía nunca la razón, lo que lograba era envolver aquella luz del cielo en una gasa tenue, en un fanal primoroso, que le hacía ver las cosas del mundo exterior y todo lo interno de su alma y los tesoros de su memoria como al través de un vidrio mágico.

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