Ejemplos con primaverales

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Esta festividad puede celebrarse durante la Luna llena cerca del punto medio entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera, o cuando las flores primaverales brotan a través de la nieve.
La salamandra tigre de California se encuentra desde el condado de Sonoma, principalmente en la laguna de Santa Rosa, al sur del condado de Santa Bárbara, en complejos de lagunas primaverales.
Daniel Falconer se encargó de dar colorido a la vestimenta, usando colores otoñales como el bronce, el rojo o el marrón, en contraste con los colores más primaverales que llevaba la del prólogo, para reflejar la decadencia de los elfos en la Tierra Media.
Después del funeral de Huldebrad, unas flores primaverales crecieron rodeando la tumba donde fue enterrado.
Fothergillas se cultivan como planta ornamental por sus flores primaverales y el color del follaje de sus hojas muertas.
Palmira, Boquete, en las primaverales tierras Chiricanas, de la República de Panamá y en las laderas de las Montañas del Barú se encuentra Palmira.
Pero las nuevas hojitas primaverales brotaban en medio de una espantosa soledad.
En esto que, con ágil y perfumado revoloteo de brisas primaverales, se hizo presente una dama.
Todas estas jóvenes aprovechaban la fiesta para estrenar sus trajes primaverales, blancos, rosa, de suave azul, o de color de fresa.
Mina vió su casa, elegante edificio de madera, verde y blanco, entre jardines siempre primaverales.
Trabajan duramente verano y otoño, y cuando el viento pampero empieza a azotar las llanuras, asustados por la proximidad del invierno, regresan a los lugares de procedencia, donde la tierra empieza a despertar entonces bajo las primeras caricias primaverales.
En estas ilusiones transcurrieron diez días, no siendo preciso más para que se marchitaran las rosas primaverales del Ministerio López.
Menos pesimista en lo tocante a su enfermedad, porque los aires primaverales le habían remendado el destruido pecho, se forjaba la ilusión de seguir viviendo, pretendía nada menos que ascender, tener dinero, darse buena vida, y si esto no podía ser, vinieran pronto las catástrofes a hacer tabla rasa de todo.
No era mi amor aquel amor de niño, tímido, vago, ensoñador, que me inspiró Matilde, cariño melancólico, nacido en un juego, alimentado por las predilecciones de una chiquilla graciosa y admirada, y breve y fugitivo en sus anhelos, dulce amor que dulcificó la vida del pobre estudiante, pálido fulgor de la aurora juvenil que inundó de reflejos primaverales los claustros solitarios de un colegio sombrío, amor que no conseguí arrancar de mi alma en muchos años, que aun suele estremecer mi corazón, porque ni atrevidos devaneos, lograron aniquilarle en mí.
A veces me sentía dichoso, feliz, aleteaban en mi alma las mariposillas de la ilusión, me sonreía la esperanza, y soñaba con auroras primaverales y venturosos días.
Algo como un soplo de primaverales vientos inundó mi alma y vino a reanimar mi desmayado corazón.
Los tenderos, los sastres y las modistas exhiben sus géneros primaverales.
El ardoroso sol de los últimos días primaverales inundaba todo el jardín, engendrando sombras enérgicamente proyectadas que dibujaban en la arena formas extrañas.
Durante la primera le dominaron los recuerdos confusos del pueblo con sus faenas y labores, acordábase de las conversaciones en que la tierra era la preocupación de todo el año, y empeñándose mentalmente en resucitar sus impresiones, se esforzaba en reconstruir, con reminiscencias vagas y sensaciones olvidadas, aquellos días que no habían de volver jamás, las lluvias primaverales que hacían entrever los carros repletos de doradas gavillas, el estío con las llanuras serpeadas por surcos que parecían encender el aire en la irradiación de sus terruños abrasados, el otoño con sus frutas mal sujetas a la cargada rama, convidando al paladar a refrescarse con su azucarado jugo, las tardes con sus vientecillos impregnados de perfumes, y las calladas noches envueltas en misterios, poblaban su pensamiento de ensueños indecisos.
Apenas lo hubo hecho, sintió gran alegría: suelto, seguro, libre, se mezcló más de cerca a la humildad, sintió mejor sus necesidades y sus dolores, recogió abundante cosecha de almas, hizo florecer compactamente bondad y fe, y a su alrededor la hermosura de los arrepentimientos brotaba y cundía, al modo de los ramajes y las frescas plantas silvestres después de las lluvias primaverales.
Cuanto sus ojos y sus imaginaciones abarcaban, era del color de las auroras primaverales.
Sentado sobre un tronco de jacarandá, uno de los más hermosos árboles de la Argentina, que se había caído de viejo o por la herida del rayo en las terribles tormentas primaverales de aquella zona argentina, puso sobre sus rodillas el rifle, lleno de cartuchos.
Contaba con que su madre había de poner tachas a Luz tan pronto como conociera de qué tronco procedía, porque las tachas de este linaje eran la manía de la obcecada señora, pero en aquellas palabras, en aquella actitud, en la angustia bien visible de su padre, había mucho más que un resabio que se vence con la reflexión y la fuerza del cariño: había escollos infranqueables, simas negras en que ya se vela precipitado el pobre chico con la carga dulcísima de sus primaverales ilusiones.
Sólo que Judas,porque hay un baile hoy, Platero, es el diputado, o la maestra, o el forense, o el recaudador, o el alcalde, o la comadrona, y cada hombre descarga su escopeta cobarde, hecho niño esta mañana del Sábado Santo, contra el que tiene su odio, en una superposición de vagos y absurdos simulacros primaverales.
Para todo el mundo era Fabio López, y nada más puesto en razón tratándose de un hombre como él, que era un talego de ''cosas'', sempiterno ''mozo disponible'', y con un espíritu, cuando estaba ''de buenas'', juvenil y brioso como en los tiempos primaverales de sus campañas universitarias.
Veía, pues, los altos de Almuradiel pintados de flores por los primaverales meses, el inmenso ejército africano, cuyos alquiceles y alfanjes, moviéndose sobre los lomos de los alazanes del desierto, aseméjanlos a nubes atravesadas por rayos, el Emir de los creyentes, sentado bajo su tienda de riquísimos colores, circuído de sus negros encadenados, que ofrecían viviente muro a su seguridad y resguardo, puesta la mano en la empuñadura de su sable, los ojos en los versículos de su Korán, y el pensamiento en su Alah, mientras de otro lado, reverberando el sol de Andalucía en sus petos y en sus cascos, la cruz al frente, los ejércitos cristianos, el buen don Lope de Haro en la vanguardia con sus fuertes montañeses, que parecían haber robado su vuelo a las águilas, según se movían por los agrios riscos y bajo el peso de las graves armaduras, el rey D.
Cánovas, que profesaba el principio filosófico-político de mantener a las Reinas Madres alejadas del foco de la gobernación, indicó a doña Isabel, con muchísimo respeto, la residencia de Mallorca para sus esparcimientos y regocijos primaverales y veraniegos.
Es que, fuera de que, a menudo, pueden más, para conquistar a los más viriles corazones, en sus primeros arranques, astutas coqueterías de otoño que primaverales encantos, también hay, en los gustos, a veces heteróclitos, de la juventud, rarezas, al parecer inexplicables, que han de tener su buen fin, y ya que así lo quieren los interesados, es que la naturaleza lo habrá mandado así.
Todas estas jóvenes aprovechaban la fiesta para estrenar sus trajes primaverales, blancos, rosa, de suave azul, ó de color de fresa.
Pero no eran sólo de esta índole los encantos primaverales de aquel inolvidable día.

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