Ejemplos con primeramente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Primeramente un largo relato de los bienes que aún poseía Jaime antes de partir de Mallorca, esclavos de toda clase de gravámenes e hipotecas, luego una lista de sus acreedores, que era mayor que la de los bienes, seguida de una relación de intereses y obligaciones, enmarañada red en la que se perdía la memoria de Febrer, pero por en medio de la cual caminaba Valls rectamente, con la seguridad de los de su raza para desentrañar los más confusos negocios.
Separábanse primeramente formando una rendija imperceptible, que se agrandaba con el curso de los siglos.
Primeramente, de recién instalado en su cuchitril, hacía alguno que otro par de borceguíes para los criados de la casa y para los frailes.
A oírle, medio en guasa primeramente, luego empeñados en descifrarle, acudía buen número de estudiantes, y por último de profesores.
El capitán palideció, primeramente de sorpresa, luego de cólera.
Había leído con espanto la cantidad consignada en el documento de crédito: primeramente en cifras, luego en letras.
Primeramente, Von Kramer, ahora, Karl Como le era necesario desahogar en alguien su cólera, había hecho responsable a Freya de todas las desgracias.
Primeramente encontró pequeños grupos que iban hacia la ciudad, luego parejas, después individuos sueltos, al final nadie: una soledad absoluta.
Se doblaron sus rodillas, y cayó con la blandura de un paquete de ropas, chocando su cabeza primeramente con el duro brazo de un sitial de roble, yendo después, de rebote, a posarse sobre los almohadones del diván.
Primeramente vió unas tierras bajas en las que parpadeaban los últimos fuegos de los faros.
Primeramente se defendieron de todo el ejército bizantino, con sus auxiliares alanos y búlgaros.
Primeramente sonaba una explosión a espaldas del , que hacía temblar paredes y techos, dilatándose en la inmensidad del golfo.
Luego, en cada una de sus arribadas, vió Ferragut un hijo nuevo, aunque siempre era el mismo, primeramente, un envoltorio de batistas y blondas sostenido por una nodriza endomingada, luegocuando ya era capitán del trasatlántico, un chicuelo con faldillas, mofletudo, de cabeza redonda cubierta de sedosa pelusa, tendiendo hacia él los bracitos, finalmente, un muchacho que empezaba a ir a la escuela y al ver a su padre agarraba su dura diestra, admirándolo con ojos profundos, como si contemplase en su persona la concreción de todas las fuerzas del universo.
Primeramente había reinado en Nicea, refugio de los emperadores griegos mientras Constantinopla estuvo en poder de los cruzados, fundadores de una dinastía latina, luego, cuando, muerto Vatacio, el audaz Miguel Paleólogo reconquistaba Constantinopla, la viuda imperial se veía solicitada por este aventurero victorioso.
Primeramente, tribus miserables y escasas vagaban por las costas, buscando el alimento de los crustáceos arrojados por las olas: una vida semejante a la de los pueblos rudimentarios que Ferragut había visto en las islas del Pacífico.
Primeramente vivió en Madrid del escaso producto de unas clases que daba a los niños de don Leandro Álvarez Torrijo y a los de la Viuda del General Ravenet.
Primeramente, le había querido con una simpatía pálida y pasiva, porque era bueno con ella, porque la había sacado de su antigua vida de artista errante, dándola la respetabilidad y el bienestar de una mundana que se retira.
Primeramente, quería hablarle de cierta carta sorprendida en el despacho de su esposo.
Fuimos primeramente fuguistas y contrapuntistas, y después del de Rossini, nos dimos tal atracón de melodía teatral, que no nos han quedado ganas de gustar un nuevo plato.
Primeramente los santos, los propagandistas de la edad heroica del cristianismo, los obispos pobres como sus diocesanos, descalzos, fugitivos de la persecución romana y entregando al fin su cabeza al verdugo con el afán de dar nuevo prestigio a la doctrina por el sacrificio de la existencia: San Eugenio, Melando, Pelagio, Patruno y otros nombres que brillaban en el pasado, rompiendo apenas las nieblas de lo legendario.
Primeramente se publicó en el folletón de , pasando casi inadvertida.
Primeramente colocó en el centro de la entrada la mesita blanca de pino en que comía la familia, cubriéndola con una sábana y clavando los extremos con alfileres.
Primeramente, en ellos no falta nunca media docena de señoritas de primer empuje, bonitas.
—Primeramente, en la concurrencia, o sea en la competencia.
Primeramente tuvo un cajón de casquería en la plaza, y después puso tienda de quincalla iba a todas las ferias con un sin fin de arcas llenas de baratijas, y armaba tiendas.
Al cabo de dos siglos y medio de dominacion se resolvió la Corte de Madrid a colonizar nuestras inmensas costas del sud: sus miras se dirijieron primeramente a las bahias de San José y de San Julian, concentrándose por último en el Rio Negro, que se consideró mas a propósito para recibir una poblacion.
Algunos trabajos he pasado en esta mi demanda, todos los cuales los juzgo y tengo por descanso, con el descuento que han traido de veros, que puesto que esteis de la manera que estais, si fuere Dios servido de llevaros desta a mejor vida, con hacer lo que debeis a quien sois ántes de la partida, me juzgaré por mas que dichosa, prometiéndoos, como os prometo, de darme tal vida despues de vuestra muerte, que bien poco tiempo se pase sin que os siga en esta última y forzosa jornada: y así os ruego primeramente por Dios, a quien mis deseos y intentos van encaminados, y luego por vos, que debeis mucho a ser quien sois, últimamente por mí, a quien debeis mas que a otra persona del mundo, que aquí luego me recibais por vuestra legítima esposa, no permitiendo haga la justicia lo que con tantas veras y obligaciones la razon os persuade.
Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada.
Notable espilorchería, como dice el italiano dijo don Quijote, pero, con todo eso, tenga a felice ventura el haber salido de la corte con tan buena intención como lleva, porque no hay otra cosa en la tierra más honrada ni de más provecho que servir a Dios, primeramente, y luego, a su rey y señor natural, especialmente en el ejercicio de las armas, por las cuales se alcanzan, si no más riquezas, a lo menos, más honra que por las letras, como yo tengo dicho muchas veces, que, puesto que han fundado más mayorazgos las letras que las armas, todavía llevan un no sé qué los de las armas a los de las letras, con un sí sé qué de esplendor que se halla en ellos, que los aventaja a todos.
Y ella, después de haberse puesto bien en la silla y prevenídose con toser y hacer otros ademanes, con mucho donaire, comenzó a decir desta manera: Primeramente, quiero que vuestras mercedes sepan, señores míos, que a mí me llaman.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba