Ejemplos con prestarían

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero Hegel no solo no cree esto posible, ya que tanto la razón como la sensibilidad no se prestarían a tal mediación y reclamarían su pureza, sino que además aclara que, siendo mediador el arte no ganaría más seriedad, ya que este no sería un fin en sí mismo y el arte seguiría estando subordinado a fines más serios, superiores.
Tuvo Zumalacárregui confidencias de que podría apoderarse del fuerte de Etxarri Aranatz merced a la ayuda que le prestarían algunos de sus defensores.
Odiseo, consciente de que sus posibilidades eran mínimas puesto que la riqueza de otros pretendientes era mayor a la suya, no se molestó en enviar regalos y aconsejó a Tindáreo que hiciera jurar a todos los pretendientes que prestarían su ayuda al pretendiente que fuera elegido en cualquier caso en el que Helena le fuese disputada.
Las provincias confederadas se prestarían ayuda mutua contra terceros, repartiendo los gastos entre ambas.
Gamarra en Puno, al frente de un ejército aguerrido y bien disciplinado, era árbitro de los destinos de Bolivia, con el apoyo que le prestarían los mismos bolivianos partidarios a la misma causa.
Me regalan buenos consejos, no me prestarían cinco duros si se los pidiese, y dejan que pague yo cuando tomamos algo.
Su firma en un sinnúmero de pagarés, y tan desacreditada, que a su mismo portero le prestarían un duro los usureros mejor que a ella.
En consecuencia de esto, Filipo, que estaba casado con la madre del nuevo César, y Marcelo con la hermana, habiéndose dirigido con aquel joven a Cicerón, se convinieron en que se prestarían mutuamente, Cicerón a éste en el Senado y ante el pueblo el poder que nace de la elocuencia y la política, y éste a Cicerón la seguridad que dan las riquezas y las armas: pues ya tenía aquel joven a sus órdenes no pocos de los que habían hecho la guerra con César, además de que se tiene por cierto haber entrado Cicerón con un vivo deseo en la amistad de César.
Pero ¿se prestarían a venir Mari Pepa y su hija, no obstante sus buenos y caritativos deseos? ¿No les arredrarían los obstáculos de la nieve y del frío, de aquel frío como no le había sentido yo ni en Rusia quizás, por no haber en Tablanca otro recurso que el de la cocina y un mal brasero para combatirle? ¡Mal conocía yo los alientos de las señoras tablanquesas! A media mañana entraban por la puerta del salón de la casona la hija y la nieta de don Pedro Nolasco, poco después de haberlas oído yo «gorjear» y llenar el pasadizo de voces argentinas y armoniosas.

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