Ejemplos con preguntéis

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Harry Hopkins, el director de la CWA, declaró públicamente: Hemos creado cuatro millones de empleos, pero, por el amor de Dios, no me preguntéis a qué se dedican.
La columna, división o lo que fuera se puso en marcha, y no me preguntéis el derrotero que yo seguí caracoleando en mi porque la mente del buen Tito no dominaba todavía la fácil comprensión de los movimientos militares.
- No me preguntéis nada de cosas públicas, ni aun de la expedición militar que ha salido ya para Italia.
No me preguntéis por las facciones de su cara, ni por las dimensiones de su cuerpo.
Para ello es preciso que vosotros, entidades sociales, hombres serios, jueces sabios, muchedumbres curiosas, no abofeteéis con vuestro desprecio a la mujer caída, que le tendáis la mano, que amparéis su desdicha, que si esto no basta, modifiquéis vuestras leyes por impotentes y por defectuosas, que cuando una mujer o enseñe a su hijo no preguntéis cómo le tuvo y que, ajenos a toda ofensa, respetando a la madre porque es madre y.
El amigo del mediodía — ¡no! no preguntéis quién es —.
-Adivinadla, hermanas mías, pero no me preguntéis: continué viviendo en el oprobio, hasta que una vejez prematura empezó a delinear en el semblante los inmundos rasgos de mi alma.
-No me preguntéis, dijo: hay crímenes incapaces de perdón que pesan sobre la conciencia y desordenan la fantasía: las llamas del purgatorio tienen poca voracidad para purificarnos de ellos, y las que estrepitosamente se elevan envueltas en lágrimas y gemidos bajo las eternas bóvedas del llanto, no hacen más que atormentar los espíritus sin volverles la primitiva inocencia.
-Recordad nuestro convenio, y nada me preguntéis.
—Si la fortuna, la casualidad o los negocios os llevaran un día a Santo Domingo y vieseis en una habitación modesta pero de severo y grave aspecto a un hombre de elevada estatura y formas atléticas, de mirada sutil, viva y penetrante cuyo brillo revela la chispa del genio, a un hombre que reúne a una sencillez extremada cierta penetración y vivacidad extraordinarias, que os examina con natural avidez de pies a cabeza como deseando penetrar en vuestro interior y sorprender vuestro pensamiento, si os paráis a examinar un instante su frente surcada por ligeras arrugas, coronada de precoces y espesas canas y que, ora la levanta erguida con ademán altivo, ora la mueve en torno suyo a derecha e izquierda como procurando indagar y analizar cuanto le rodea, si viereis, por último, una figura llena de animación y de valor, de sencillez y de franqueza, verdadero tipo de grandeza y caballerosidad españolas, no preguntéis quien es: es el modesto héroe de las Carreras, el vencedor de Haití, el gran iniciador de la anexión de Santo Domingo a su antigua Metrópoli, el poderoso y noble instrumento de que se ha valido la Providencia para realizar uno de sus mas altos designios, es el ardiente español, esa ilustre celebridad que hoy llena el mundo bajo el nombre del general Santana y que añadirá una página de gloria a las muchas que ya atesora la historia de la gran nación Española.
-Nada me preguntéis, os lo repito, porque un precepto canónico a que responde la conciencia, sella mis labios, creedme, el deber del sacerdote en actos de esta especie está sobre todas las consideraciones sociales: mis facultades solo alcanzan a ciertos límites, a los cuales han llegado mis revelaciones, no tratéis de insistir en un imposible, y.
No me preguntéis más.
Lo que sé es que traemos algunas piezas de algodón, tomadas en Alejandría en casa de Pastret, y en Esmirna en casa de Pascal: no me preguntéis más.
No preguntéis la causa de la tristeza que muestran algunas, o del abatimiento, la amargura o aspereza que manifiestan otras: es porque han caído de la vida ideal, y la realidad ha marchitado sus ilusiones dejándolas en un desierto moral.
En otra parte había escrito: ''No preguntéis su nombre a quien os pide asilo.
-No me preguntéis - dijo la prisionera , vos sabéis de sobra que a nosotros, los verdaderos cristianos, nos está prohibido mentir.
-Pregunta lo que quieras -contestó el maestro-, que ya sabéis lo que os tengo encargado que me preguntéis siempre lo que no sepáis, pues el que pregunta no yerra.
-Una gran desgracia, mas permitidme que me vaya: se trata de una cosa que es mil veces más preciosa que la vida, no me preguntéis, conde, os lo suplico, mandad, eso sí, que me den un caballo.
-No me preguntéis, señorita, porque yo soy muy mal juez en esta causa y mi egoísmo me cegaría -respondió Morrel, cuya voz sorda y puños apretados anunciaban una creciente exasperación.
-¡Ah, señora! -dijo Montecristo-, no me preguntéis eso, es un trabajo de otros tiempos, es una especie de obra de los genios de la tierra y del mar.
-¿No habéis experimentado alguna vez por alguna persona una de esas simpatías irresistibles, que hacen que aunque la veis por primera vez, creáis conocerla después de mucho tiempo, y os preguntéis a vos misma dónde y cuándo la habéis visto, tanto que, no pudiendo acordaros del lugar ni del tiempo, lleguéis a creer que fue en un mundo anterior al nuestro, y que esta simpatía no es más que un recuerdo que se despierta?.

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