Ejemplos con podenco

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ancestralmente, el podenco canario ha estado situado en el medio natural y en poder del campesino que necesitaba cazar para sobrevivir.
En cuanto a los perros, destacan el podenco Andaluz, el maneto y el Ratonero Bodeguero Andaluz.
¡Pues por qué no me lo advirtió, rabo y uñas de Satanás! ¿Por qué al darme prisa para los listines, y encargarme que no le tuviera a usted ocioso, no me dijo: Guarda que es podenco, guarda que es sabio, guarda que ha escrito la vida del Santo Padre, que para mí ha sido la vida de Judas Iscariote.
La lucha entre el y el como ahora dicen, se parece a la controversia que entablaron los conejos acerca de si era pachón o podenco el can que les perseguía.
La figura esta admirablemente colocada y a su lado tiene un podenco que es de los mejores trozos de pintura que hizo Velázquez.
Conociendo tus aficiones, te pongo delante a las dos niñas de Maltrana, Nicolasa y Pepita, tiernas y lánguidas como a ti te gustan, desaplicadas, para que sus encantos sean mayores, rebeldes a la educación clásica, la una de diez y seis años, de catorce la otra, inflamadas ambas en el santo horror de la Gramática y de la Aritmética, delirantes por el baile, por las comedias, que apenas han visto, por la sociedad, que desconocen, pues sus iguales no existen por acá, inocentes aún y cerradas a toda malicia, ¡Dios así las conserve!, obedientes a sus padres y de correctísima crianza moral, bonitas, algo traviesas y juguetonas, y no las llamo ángeles porque desconfío de los ángeles terrestres, y cuando veo alguna niña con alas, digo como el loco: Guarda, que es podenco.
Bajó el canto, diole en la cabeza, alzó el grito el molido perro, violo y sintiólo su amo, asió de una vara de medir, y salió al loco y no le dejó hueso sano, y cada palo que le daba decía: Perro ladrón, ¿a mi podenco? ¿No viste, cruel, que era podenco mi perro? Y, repitiéndole el nombre de podenco muchas veces, envió al loco hecho una alheña.
Llegábase donde estaba el perro, y, mirándole muy bien de hito en hito, y sin querer ni atreverse a descargar la piedra, decía: Este es podenco: ¡guarda! En efeto, todos cuantos perros topaba, aunque fuesen alanos, o gozques, decía que eran podencos, y así, no soltó más el canto.
No bien se le ocurrió esto, el doctor corrió como un loco hacia el coro, y pasó, seguido ya del podenco, por los mismos sitios por donde había venido, hasta que llegó al patio del castillo.
Brasil era un sabueso criollo inteligentísimo, mezcla de galgo y de podenco de presa, fuerte, guapo, ligero, listo, gran cazador de peludos y mulitas, de gamos y avestruces, y enemigo declarado de los zorros, únicos con quienes no siempre salía bien.
Una puerta cerrada de golpe es un tiro para él, en medio de su frenesí, su podenco mismo entre las matas es un zorro, un compañero que bulle entre la jara es un ciervo, y el burro del ganadero, que corre espantado de los tiros entre las encinas, recibe más de una vez una posta que se le dispara, haciéndole los honores de jabalí.
Allí se quedaron los dos uniformes de maestrante y de lancero, el bonete y la muceta, los vestidos de majo, la jaca, el podenco Faón y el fiel escudero Respetilla.
El doctor, pues, a los seis meses de muerta su madre, impulsado de las antedichas consideraciones, deseoso de acabar de aprenderlo todo, y lleno de ambición difusa y de esperanza confusa de ser cuanto hay que ser, hombre de Estado, poeta, orador, filósofo, sabio y hasta mago y místico, arregló sus negocios en Villabermeja, jubiló a Respeta que lo deseaba, puso de aperador a Respetilla, reunió hasta doce mil reales, y con este dinero, después de una tierna despedida del padre Piñón, de Respeta, de Respetilla, del ama Vicenta y del podenco favorito, se plantó en la corte y se fue a vivir a una casa de huéspedes, donde por un duro diario le daban cuarto, cama, luz, almuerzo, comida y cena.
A menudo se quedaba mirando a Faón, cuya compañía era la única que no le cansaba, y sentía deseo de que el podenco se convirtiese en el diablo, pero en seguida negaba resueltamente que el diablo existiese, negando, por lo tanto, la magia negra.
El podenco iba delante, aullando a veces, como si quisiera darle una nueva dolorosa.
Allí tomó de nuevo al podenco por guía, y el podenco le condujo a la entrada de su casa.
, cuanto se pidiera por la boca, para los temperamentos profundamente enervados por la holganza regalona, el juego, si no entretenían bastante el tresillo o el ecarté, el monte o el bacarrat o el treinta y cuarenta, si abundaba el dinero en casa, para que la emoción resultase, se apuntaba fuerte, y si no lo había y apuraban los compromisos, fuerte también para salir de ellos cuanto antes, o acabar de hundirse en la ruina, en efectivo, si lo había a mano, o en cosa que lo representase, si quedaba crédito bastante, en opinión de aquellos caballeros que se agrupaban allí para desplumarse mutuamente con todas las reglas y cortesías del oficio, para el gomoso enamorado o el hombre presumido, si tenían en poco la librea de la sociedad para ponerse en pública exhibición, estaría a la puerta de la casa y en hora conveniente el exótico cuartago con el blasón de familia en cada metal de sus arreos, en el cual bucéfalo cabalgaría el elegante para dirigirse al Retiro, medir aquella pista a zancadas unas cuantas veces, y desfilar al anochecer por la Castellana a medio galope de podenco, y lo que digo del caballo acontecía con el coche.
El podenco entendió, con admirable instinto, que le convenía guiar, pero no sabía a dónde.
-Pues no te parezca, gritó Roldán al ver que su discípulo se disponía a escucharle, que hayas de ir después con el cuento de nuestro hallazgo a los que te sueltan como un podenco para olfatear a los guerreros de fama, porque si tu embajada trae visos de superchería, ¡por el sacrosanto templo de Jerusalén!, que con la cuerda de aquel arco te he de hacer dar aquí mismo muchas más vueltas que un trompo.
Es mediano, delgadito, y según la longitud de su nariz debe tener olfato de podenco.
Un podenco se había sentado sobre la espalda de uno con la peluca en la boca, y otros dos o tres se entretenían con las piernas de los pobres caídos.
Tomó vientos, y con la nariz abierta al fresco Nordeste, como hubiera hecho Ariadna, a ser podenco, el Quin, huyendo de la alquería a buen trote, buscó el camino de la ciudad y llegó a su casa de las afueras en pocas horas.
¡guarda que es podenco!.
¡Pues por qué no me lo advirtió, rabo y uñas de Satanás! ¿Por qué al darme prisa para los listines, y encargarme que no le tuviera a usted ocioso, no me dijo: «Guarda que es podenco, guarda que es sabio, guarda que ha escrito la vida del Santo Padre, que para mí ha sido la vida de Judas Iscariote.
La lucha entre el progreso y el retroceso como ahora dicen, se parece a la controversia que entablaron los conejos acerca de si era pachón o podenco el can que les perseguía.
¡Y yo, necio de mí, que lo prefería al valeroso don Álvaro! ¡Vamos, vamos! ¡No me lo pida Dios en cuenta, que no hará sin duda, porque está visto que soy un podenco y sólo sirvo para tratar con caballos!.
cierta mujer de su marido, que esta mujer le irá luciendo esta noche a la recepción de la Rocaverde, y que el podenco del marido irá quizás a su lado tan satisfecho y tan orondo.

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