Ejemplos con pleonasmos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Don Braulio vio todo lo que quiso: la cocina, el comedor, la sala, el gabinete, todo a lo pobre, pero limpio, menos pobre por la sencillez lacónica, pudiera decirse, de las costumbres y necesidades de aquella gente. Una lógica singular guiaba sus hábitos, y por consecuencia sus necesidades, habían suprimido los pleonasmos de satisfacciones que la civilización acumula en nuestra vida. La falta de originalidad, la servil imitación de gustos y preocupaciones ajenas, según don Ruperto y consorte, nos hacen gastar inútilmente nuestro haber, con tanta dificultad, y tiempo perdido, alcanzado, y así, no nos quedan ni vagar para la contemplación de las bellezas gratuitas y no gratuitas del mundo, ni medios económicos para conseguir estas últimas. Por cubrir gastos que no satisfacen gustos ni necesidades verdaderas, espontáneas, dejamos de disfrutar de muchas cosas nobles de la vida. Pasmaba pensar, según don Ruperto, lo mucho que come de sobra el más sobrio y menos amigo de los placeres de la mesa. Además, era ridículo escoger los manjares por razón de vanidad, de rutina, de deleite grosero del paladar, etc., etcétera, cuando un estudio un poco serio y atento de la higiene moderna, nos pone en situación de comer mejor, esto es, lo que de veras nos hace falta, y muy barato. De la ropa, no se diga. Los medios de conservarla, según los recursos de la industria contemporánea, eran muchos, y constituían un arte serio y muy útil. En cuestión de muebles... en fin, sobraban casi todos. Y en cambio, era necesario viajar, leer, visitar museos, monumentos, oír música buena, etc., etc.
Su propio gusto y el de su tiempo le llevaba a la amplificación, y pareciéndole sobria la Celestina, aunque sólo en apariencia lo sea, la llenó de redundancias y pleonasmos.
Era la oratoria de este señor acabado ejemplo del género ampuloso, hueco y vacío, formado de pleonasmos y amplificaciones, revestido de hojarasca y matizado de pedacitos de talco, oratoria que sirve a las nulidades para hacer un breve papel parlamentario, fatigar a los taquígrafos y macizar esa inmensa pirámide papirácea que se llama el Diario de las Sesiones.
Allí, tanto en aquel punto como en la cocina, se reía, cantaba y danzaba a las mil maravillas, allí los charlantines ponían en juego su impertinente verbosidad, sus pesadas bromas, su indigesto afán por mentir, exagerar e inventar, sus ridículas controversias salpicadas de juramentos y blasfemias, sus oportunidades excéntricas traídas a la cuestión como de intento, y aquella interminable charla de circunloquios y pleonasmos ensartados prácticamente por los hablistas de profesión y por los embaucadores de oficio.

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